El uso de plásticos actual en la industria alcanza un crecimiento anual de 300 millones de toneladas. Seguir trabajando al mismo ritmo supondría que esta cifra se aumentaría en 100 toneladas más para 2030, situación que es imposible que el planeta pueda asumir. Ante este panorama, los departamentos de investigación de los principales fabricantes ya están moviendo ficha.

Una de las posibles soluciones pasa por aumentar el nivel actual de reciclaje y pasar del 14% actual hasta el 70%. Se trata de un proyecto ambicioso ya que esto no solo depende de que la industria ponga todas las cartas sobre la mesa, sino que la población se implique y colabore, cosa que, tras décadas de campañas, y aunque ahora parece que hay más conciencia, no ha pasado por ahora.

La otra opción mayormente considerada reside en la utilización de nuevos compuestos para fabricar los envases plásticos, la unificación de los tipos de plástico reduciendo a su vez las mezclas entre ambos y la nueva vida para los residuos.

Nuevos materiales plásticos.

El mundo del plástico está prácticamente copado por dos materiales: el polietileno y el polipropileno. Al ser materiales distintos con estructuras diferentes, necesitan procesos de reciclaje que varían de uno a otro. Esto se complica cuando un mismo envase está fabricado con una mezcla de ambos.

Para resolver este problema se está estudiando un polímero que, al agregarse una pequeña parte a la mezcla de los materiales incompatibles, convierte a estos en un nuevo polímero, mecánicamente resistente y con un mayor grado de facilidad a la hora de poder reciclarlo.

Este desarrollo abre muchísimas posibilidades nuevas. Y no solo en cuestiones de reciclaje, sino en la de fabricación de productos plásticos con nuevos compuestos. Incluso reduciendo los costes de producción a la vez que son más sostenibles.

Ya se sabe de un gel moldeable que está fabricado a base de nanopartículas de carbonato cálcico, que puede moldearse y estirarse muy fácilmente, como si de arcilla se tratara, y que tras un proceso de liofilización adopta rigidez y transparencia. Este producto es soluble en agua y, para hacerlo desparecer sin dejar residuos, basta con sumergirlo durante un día.

Una de las noticias de las últimas semanas, más allá del coronavirus que copa las primeras páginas y minutos de cuantos periódicos e informativos hay, es la caída de los precios del petróleo. La situación parece haber llegado a tal punto que la falta de espacio para almacena los excedentes que hay actualmente han hecho que, por primera vez en la historia, el precio del barril de petróleo americano haya cotizado en negativo. Esto quiere decir que los productores han pagado por quitarse de encima parte de sus reservas.

Aunque esta situación no ha durado mucho, ahora el precio sigue desplomado, en torno a los 10$. Pero a pesar de esto, los precios de las gasolinas en ls estaciones de servicio no ha disminuido prácticamente nada. Los impuestos y la especulación lo impiden. Esto hace plantearse varias cuestiones. Una de ellas es ¿no es hora de acabar de una vez por todas con los combustibles fósiles?

Es tiempo de acabar con el petróleo

Realmente se hace difícil comprender como, en la era de la tecnología, se sigue utilizando un combustible antiguo, que debería estar obsoleto y que conlleva tremendos efectos secundarios para el planeta. Quizás la única explicación que hay sea que tras el petróleo existe una de las más poderosas estructuras económicas del planeta.

Es cierto que, si hemos llegado al punto evolutivo en el que estamos en estos momentos, es en buena parte gracias al petróleo y el resto de combustibles fósiles. Pero en estos momentos, los planes de esta industria, que siguen pasando por extraer todo lo posible del subsuelo para que siga creciendo el negocio, no es compatible con la supervivencia del planeta.

Además, la influencia que el sector tiene sobre los poderes políticos de gran parte de los países es, por decirlo de alguna forma, preocupante. Son de sobra conocidos los casos de sobornos, comisiones y otros escándalos que han salido a la luz tras los que están petroleras y países productores del oro negro. Por otro lado hay una auténtica guerra por el liderazgo mundial entre USA y China donde el petróleo también tiene mucho que decir.

La transición ecológica tiene que cumplirse cuanto antes, de la forma que sea y cueste lo que cueste. Seguir consumiendo este tipo de combustibles tendría que convertirse en algo inaceptable en nuestro tiempo. Cuanto antes seamos capaces de desprendernos de su yugo y hacer crecer una economía al margen del petróleo mejor nos irá a la humanidad. Es hora de ponerse a trabajar en ello.