Mañana comienza oficialmente una nueva campaña electoral en nuestro país. La cuarta para unas elecciones generales en cuatro años. Todo un despropósito. Los partidos políticos vuelven a gastarse un pastizal en sus fines propagandísticos con el objetivo de conseguir votos. Campañas que, por otro lado, están subvencionadas por el bolsillo de los ciudadanos.
La irrupción en el panorama político de partidos que antes, o no existían o eran minoritarios, ha provocado por un lado el enriquecimiento de la vida política del país, con mas opciones donde elegir para los ciudadanos y mayor reparto de las responsabilidades. Pero también trajo consigo una inestabilidad de los gobiernos palpable, producto también de lo poco acostumbrados que están nuestros políticos a gobernar en coalición con otros grupos.
España vive permanentemente en una lucha inmersa en el “y tu más” o en ir en contra de lo que diga el rival sea cual sea la propuesta y tratar de apalearle públicamente. Si en lugar de esto nuestros políticos se centraran en negociar y llegar a acuerdos válidos para todos los grupos y, por consiguiente, para la sociedad española en general, otro gallo nos cantaría.
¿Que pasará tras el 10N?
Pues las perspectivas no son para nada halagüeñas. Las encuestas actuales, aún dando ciertas modificaciones en los resultados respecto a los anteriores, no preveen cambios sustanciales. Por este motivo, la previsión es que la configuración del diputados que salga de estas elecciones sea muy similar a la actual, por lo que los problemas para que se formalice un gobierno volverán a hacerse patentes.
Volveremos a ver rondas de contactos y negociaciones que, a priori, deberían de ser fáciles por afinidades, pero que en la realidad se volverán largas, tediosas e imposibles dada la testarudez que han demostrado las formaciones en los últimos meses. Mucho debe cambiar la forma de actuar o llevar las negociaciones de una de las partes para que haya posibilidad de alcanzar acuerdos.
Por otra parte veremos la posibilidad de que grupos políticos hasta ahora separados ideológicamente, puedan empezar a negociar bajo la posibilidad de ir a por unas terceras elecciones consecutivas. La pregunta es ¿con algún resultado positivo? Eso nos lo dirá el tiempo.
La democracia es sana, si. Que los ciudadanos elijamos nuestros gobernantes es un derecho. Pero si después de que nosotros cumplamos con nuestro deber y votemos, los políticos no hace en suyo, la democracia queda en nada.