Hoy hace un mes que te fuiste. Me he puesto más de una vez a escribir, pero no he podido. Hoy tampoco voy a poder escribir demasiado. Están siendo días duros. Todo parece que se ha descolocado. En poco tiempo, de forma inesperada, la vida ha dado un giro de 180 grados. Habrá de pasar tiempo…
De todas las cosas que me enseñaste, en los últimos días me ha tocado poner en práctica algunas de ellas. Siempre admiré tu capacidad de trabajo, tu afán por tener tu labor al día, tu empeño en hacer las cosas bien. Pocos agricultores habrá habido con tanta pasión por el campo. También tu coherencia y lealtad, rigiéndote siempre por unos principios muy tuyos que había que entender pero que traslucían integridad. Estas dos enseñanzas, la capacidad de trabajo, de un lado, y la coherencia y la lealtad, de otro, voy a intentar que se queden conmigo. Responsabilidad y empatía. Con todo ello seguiremos haciendo el camino.