Mientras el mundo entero habla de la orden que el presidente norteamericano Trump ha dado para impedir la entrada de los nacionales de 7 países a su territorio, hoy hemos conocido que este fin de semana, sin que se especifique día ni hora, se ha encontrado muerto en Barbate a un niño de entre cinco y siete años de origen subsahariano. Mientras en Estados Unidos la población sale a las calles, se manifiesta, los sectores más mediáticos ponen énfasis en oponerse a tan nefasta orden y los fiscales actúan, en España, la subdelegación del gobierno ha considerado mejor silenciar una muerte, la de este niño, porque seguramente, con esa lógica a la que ya nos tienen acostumbrados los del signo político de este gobierno, lo que se ignora es como si no existiera. Y así nos va. Pero hoy ya lo sabemos. Sabemos que un niño ha muerto en nuestras costas; sabemos lo que España está haciendo desde hace tiempo en las vallas de Melilla, incumpliendo convenciones internacionales de las que forma parte. Sabemos también lo que está haciendo la Unión Europea con los refugiados. La única diferencia entre Estados Unidos y Europa es que en el país americano la gente se rebela y aquí agachamos la cabeza o miramos para otro lado.
Todo el mundo tiene derecho a un lugar en el que estar, en el que vivir en condiciones dignas. Los refugiados huyen de la guerra y les denegamos el acceso. En Estados Unidos, se ha ido más lejos, dictando órdenes que directamente impiden el acceso a los nacionales de determinados países. Nos hemos vuelto todos locos. La humanidad ha perdido el norte. Al final el choque de civilizaciones se producirá, no porque Huntington lo predijera sino porque existe tal crisis de valores que ya cualquiera puede ser presidente de una gran potencia, sin que haya resortes en el partido, en su propio partido, que le pongan freno. Pero el problema no es Trump. O no es sólo Trump. El problema es que no existe contrapoder suficiente para hacer de contrapeso. La Unión Europea ahí está, casi muda, con temor de que algunos de sus miembros se sientan ofendidos si van más allá en las críticas a Trump. Es lo que tiene jugar al mismo juego. Y entretanto, en Europa, en España permanecemos impasibles. Sin reparar en que toda persona tiene derecho a tener un lugar en el que estar. Se silencia la muerte de un niño por temor al qué dirán sin que importe, sin que les importe realmente la muerte de ese niño.
Un lugar en el que estar
La buena educación
En estos tiempos que vivimos, en los que la cantidad ha sustituido a la calidad, en todos los ámbitos, yo hoy quiero romper una lanza por la buena educación. Probablemente no pueda esgrimirse ante ningún tribunal evaluador, ni dé lugar a ningún reconocimiento tangible; puede que no se cotice ni en bolsa ni en ningún otro lugar, pero es tan necesaria para poder vivir que no entiendo cómo no se hace más por promoverla y potenciarla.
La buena educación son hábitos adquiridos normalmente en el entorno familiar más cercano; la que proporcionan los padres y hermanos, los abuelos y los tíos, también los primos. La familia es la primera que debe educar en todos los sentidos, y si en ella rigen los buenos modales, normalmente el niño/la niña los irá adquiriendo. El colegio, creo, no es el sitio idóneo para enseñar buena educación ni modales, aunque ayuda a reafirmar los que ya se tienen y a corregir, si se puede, los malos hábitos. Es muy importante, por ejemplo, inocular el respeto por los compañeros y por los profesores desde bien pequeños. El respeto por el otro es básico en la buena educación. Y el saber hablar correctamente; no verbalizar violencia ni utilizar términos despectivos. Cuando se crece es necesario también ir adquiriendo patrones nuevos acordes a la edad y a los escenarios en que nos movemos. Pero sigue siendo básico siempre el respeto. El respeto por la situación del otro, por su trabajo, por su concepción de la vida. Si pretendemos que todo sea conforme a cómo lo vemos nosotros, estaremos contribuyendo a construir una concepción etnocéntrica, que a la postre nos termina aislando y empobreciendo.
Si algo queremos dejar a nuestros hijos e hijas, más que títulos, más que conocimientos sesudos ni experiencias en tropecientasmil actividades que se nos ocurran que pueden ser interesantes para su crecimiento personal, intentemos que sean respetuosos y comprensivos siempre, y cuando tengan comportamientos nobles con los otros, por más que desde nuestra visión ya curtida podamos dilucidar riesgos, reconozcámosles los buenos actos. En estos tiempos, no se cotiza ser buena persona y, sin embargo, considero que si hubiera más buenas personas este mundo que ahora tenemos sería menos injusto, más habitable y, por supuesto, más humano.
De nuevo sobre el Brexit
Que la presidenta de un país que ha decidido dejar la Unión Europea en referéndum tarde 6 meses en avanzar su hoja de ruta, ya es una noticia en sí misma. Da idea de la improvisación con que se ha hecho todo: la convocatoria del referéndum, la campaña, la quizás inesperada respuesta… Si tenemos en cuenta la trascendencia del paso a dar, esta comparencia llega tarde y realmente poco aporta. Lo único quizás novedoso es que ha reconocido que la comunicación de la apertura del proceso de desconexión al Consejo Europeo regulado en el art. 50 TFUE deberá ser ratificada por el Parlamento británico, algo que en principio no se daba por hecho. No sabemos, pues, cuánto habremos de esperar para que ese hecho se produzca. Entretanto, reina la confusión y el desasosiego para muchos ciudadanos y para muchas empresas.
Nos vamos a enfrentar a un hecho sin precedentes en la vida de la UE. Nunca antes un Estado había manifestado su intención de dejar el proyecto común de forma tan evidente. Son muchos los años compartidos, fuerte el andamiaje jurídico construido y para su deconstrucción hará falta algo más que buenas formas y palabras. No va a ser sencillo. La cuestión es que Reino Unido debería tener claro y el resto de países miembros también que si nos vamos porque no estamos conformes con la libre circulación de personas, tampoco asumimos la libre circulación de servicios, mercancías y capitales. No vaya a ser que al final se quiera mantener lo bueno (para quien tiene esa visión pacata de la vida en que prima sólo lo económico) y aparcar lo que no nos resulta útil. Es importante, por tanto, que se gestione bien desde la instancias europeas el proceso (cuando comience y si es que comienza). De lo contrario estaremos dando la puntilla al proyecto europeo. Y sería una pena.
Contra Goliat
Es una pena que la Universidad sea noticia por asuntos como los que aparecen en la prensa durante estos días. Rector plagiador, catedrático condenado a siete años de prisión por abusos sexuales a tres compañeras… No digo yo que en sí mismos estos hechos no merezcan ser objeto de tratamiento informativo, pero tengo la impresión de que la Universidad no está bien tratada por la prensa en nuestro país. Quizás debiera haber un espacio informativo que sirviera de escaparate para todo lo que se hace (y bueno) en la Universidad. Parece que eso no importa y, sin embargo, el I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) genera más riqueza y conocimiento de lo que a primera vista se pudiera pensar y por supuesto de lo que se publicita a través de los medios. Pero es una lucha contra Goliat. Los mensajes negativos no sólo provienen de los medios, sino de los máximos responsables de educación, como el ministro del ramo afirmando que en España sobran estudiantes universitarios o declaraciones de similar o parecido cariz. Yo creo, sinceramente, que a la Universidad habría que mimarla. Precisamente porque representa un espacio vital para poder sobrevivir en un mundo en que priman intereses espúreos. Está claro que como todo espacio humano, es perfeptible, y que cuando tienen lugar conductas como el plagio o el abuso, sea del tipo que sea, toda la comunidad universitaria debería levantarse para aislar a quien así denigra la causa común. En esto último aún nos queda mucho por hacer. Como en todas las relaciones humanas, no siempre se hace lo correcto por muy claro que se tenga qué es lo que se debería. Pero más allá de todo, creo que también deberían potenciarse las buenas prácticas, los buenos resultados, la multitud de proyectos, ideas y ganas que hay en la gente que trabajamos en y para la Universidad que a la postre significa trabajar en y para la sociedad. Quizás sea una percepción equivocada, pero tengo la impresión de que a la Universidad no se la mima todo lo que sería necesario.
Noche de Reyes
Sigo teniendo la sana costumbre de escribir la carta a los Reyes Magos. Es un momento idóneo para hacer balance y plantearse nuevos retos, en forma de peticiones a sus Altas Majestades. Es verdad que cuando se tienen hijos, el tiempo se comprime y todo va demasiado rápido, pero hay que encontrar un hueco para ese momento que es íntimo y especial. Comparto con ustedes el deseo de que en estos tiempos convulsos, podamos hallar paz, que seamos capaces de dar siempre lo mejor, que el esfuerzo esté siempre entre nuestras actitudes, que no nos conformemos con menos de lo que consideremos que merecemos, que tengamos esperanza para encarar el futuro, por más que el presente no pinte muy halagüeño; en definitiva, que podamos contribuir a hacer este mundo un poco más habitable, para los que nos rodean y para nosotros mismos. Feliz noche y día de Reyes. Que no nos falte nunca la magia.
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