Los próximos días 11 y 12 de noviembre celebraremos la séptima edición de los Seminarios Interdisciplinares de Derecho español. En esta ocasión, tras el título genérico “Época de reformas: quo vadis?” pretendemos analizar las principales reformas que han tenido lugar en los últimos meses en nuestro ordenamiento jurídico y también adelantar algunos de los principales matices de las que están en ciernes. Como siempre, buscamos una reflexión crítica que nos ayude a comprender el alcance y contenido de todas estas reformas.
Adjunto el programa (Cartel SEMINARIOS INTERDISCIPLINARES DE DERECHO ESPAÑOL 2013-2014) y os invito a participar en ellos.
Seminarios Interdisciplinares de Derecho Español
Post número 100
Hoy escribo el post número 100 de este blog y comprenderán que no me resista a comentar algunos datos que nos ocupan en los últimos días.
Primero: la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos estableciendo que la doctrina Parot no se ajusta a los más elementales principios del Derecho. Nos duele a todos los democrátas sus consecuencias, pero lo cierto es que si estamos en un Estado de Derecho las normas han de respetarse y no se pueden aplicar retroactivamente ni las leyes ni las interpretaciones que de esas leyes han hecho los tribunales. Me resulta muy llamativo que algunas asociaciones de víctimas responsabilicen de esta sentencia a Zapatero y se intente tergirversar todo. Las cosas son como son, y el que nos duela sus consecuencias no implica que si se conoce mínimamente el Derecho, se previera que esto podía llegar. La doctrina Parot fue una interpretación de la norma penal que el Tribunal Supremo hizo a partir de 2006 según la cual los beneficios penitenciarios no debían realizarse sobre el máximo legal permitido, que en el Código penal de 1973 era de 30 años, sino sobre cada una de las penas individualmente, de tal manera que así se prolongaba la estancia en prisión hasta el máximo de lo permitido. Este cambio jurisprudencial que se llevó a cabo en 2006 no lo pudo prever en este caso la demandante por lo que no se le puede aplicar una interpretación que le perjudica. Y aunque se trata de un caso concreto, los tribunales españoles están obligados a aplicar esta sentencia respecto de todos los casos en que se presente recurso por los interesados y se hayan dado las mismas circunstancias. Es lo que sucede cuando se buscan atajos y no se afrontan directamente los problemas.
Segundo: los brotes verdes del Sr. Montoro. Resulta que aunque la mayoría de los españoles todavía no nos hayamos enterado, España está saliendo de la crisis y el Sr. Montoro pronostica una recuperación espectacular. Si pudiera hacerlo directamente me gustaría formularle un par de preguntas: 1) ¿Cuál es el plan para la recuperación, aparte de bajar los salarios, potenciar los contratos precarios, disminuir la inversión en investigación, restarle fondos a la educación, a la sanidad y a los servicios sociales? ¿Tienen alguna idea de por dónde quieren que vaya el crecimiento de España en los próximos años? 2) Con más de tres millones de personas que viven en España en pobreza severa, con el incremento de la pobreza infantil que ha habido en los últimos años, ¿no ha previsto su Gobierno un plan para garantizar un mínimo de supervivencia a todos los españoles? A lo mejor si respondiera directamente a estas preguntas me podría quedar más tranquila. Entretanto, pongo en cuarentena sus promesas, que ojalá sean ciertas, de recuperación inminente. El saldo que está pagando España es demasiado duro para tanto triunfalismo.
Y tercero: Muchas gracias por leer este blog, que más que blog, lo habrán notado, es un espacio de desahogo que pretende ser compartido.
Nota bibliográfica
Acabo de publicar en el Anuario Español de Derecho Internacional Privado, mi artículo “El acceso al Registro Civil de certificaciones registrales extranjeras a la luz de la Ley 20/2011: relevancia para los casos de filiación habida a través de gestación por sustitución” (DURÁN AYAGO AEDIPr 2012). Espero que sea de vuestro interés.
Y si…
Esta mañana conocíamos la noticia. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha paralizado lo que iba a ser un desalojo inminente de las 16 familias que habían ocupado un bloque de viviendas propiedad del SAREB, más conocido como banco malo, para más señas, sufragado con el dinero de todos los españoles en buena parte. Estas familias habían ocupado este bloque, que llevaba más de tres años vacío, para no dormir al raso. Algo que al parecer a este gobierno le trae al pairo. Eso ya lo sabemos, pero lo van a tener que escenificar con mayor claridad, pues el Tribunal ha dado un plazo al Gobierno español para que explique qué medidas van a adoptar para que estas familias no queden en la calle.
En Derecho, con mucha frecuencia suelen chocar derechos de distinta naturaleza. Podríamos pensar que en este caso choca, de un lado, el derecho a una vivienda digna que reconoce nuestra Constitución en el art. 47, y para cuyo disfrute los poderes públicos deben promover cuantas medidas sean oportunas para lograrlo y, de otro lado, el derecho a la propiedad privada. Pero se da la circuntancia de que el bloque es del SAREB, un organismo que en buena parte ha sido sufragado con dinero público, con dinero de todos. El objetivo de este ente es librar de “activos tóxicos” a las entidades financieras, esto es, liberar la cartera de estas entidades de inmuebles cuyas hipotecas habían sido ejecutadas por falta de pago y previo desahucio de las familias que en ellos vivían. En vez de plantearse qué solución dar a estas familias, que se habían quedado sin casa, nuestro gobierno se preocupó más de que los bancos se vieran saneados. Optó claramente por un derecho frente a otro. Ahora viene el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, previamente ya había intervenido el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en relación con el tema de las clausulas abusivas de los contratos hipotecarios, y revierte la situación. Está antes garantizar el derecho que tiene toda persona a vivir bajo un techo, no digamos ya si se trata de niños, antes que otros intereses, por muy defendibles que estos sean.
Y yo me pregunto… Y si la justicia, interna o internacional, todavía tuviera poder para revertir tanta injusticia. Y si todavía pudiéramos esperar que las personas significaran más que los mercados. Y si la utopía pudiera rediseñar el sistema. Y si…
Mundo de locos
A veces tengo la impresión de vivir en un mundo de locos. Quizás debiera dejar de leer las noticias, de escuchar la radio. Centrarme sólo en lo más próximo y no prestar atención a otras cosas. Porque lo cierto es que después de oír tantas barbaridades la mente llega a saturarse. No sé cómo es posible que tengamos un ministro de hacienda que diga sin pudor que los sueldos en España no bajan, sino que se aprecia en ellos un moderado ascenso; tampoco que tengamos un presidente que va alardeando en el extranjero de que en España los costes laborales son muy competitivos, por no decir que hay mano de obra barata, cada vez con menos derechos, dicho sea de paso; que tengamos una ministra de sanidad que promueve el copago en todo, y penaliza a quien es enfermo crónico, además de negarles el derecho a la asistencia sanitaria a los inmigrantes; que en Madrid se hayan dejado de hacer las mamografías a 30.000 mujeres y que la consejera del ramo en vez de explicar a qué se ha debido, se escude en que se trata de mujeres sanas, que no hay riesgo, cuando se trata de realizar pruebas de prevención…; que la alcaldesa de Madrid quiera seleccionar a los músicos callejeros y penalizar a los mendigos, igual que en Benidorm, ya se sabe la pobreza está mal vista en la calle…; que tengamos al frente de las instituciones a personas que se están cargando la cultura y que encima justiquen la falta de inversión por ejemplo en el cine en su baja calidad…; que la OCDE publique otro informe en el que salimos tan mal parados en materia de educación… Díganme si ustedes piensan como yo que el mundo se ha vuelto loco. Eso, o es que hay demasiado inepto suelto. No sé.
Lampedusa
Cuando el pasado jueves un grupo de 500 personas viajaban hacinadas en un barco rumbo a la tierra de sus ilusiones seguramente pocos se habían planteado el peligro que suponía realizar este trayecto, aun cuando muchos antes que ellos hubieran perdido la vida al hacerlo. La vida es un bien que se convierte en relativo cuando el deseo por salir de la desesperación es más fuerte que todo. Es seguro que después de este barco vendrán otros, y que los que en ellos se embarquen no dudarán ni un segundo en hacerlo. Quieren salir de la pobreza de sus países de origen, y los riesgos en estos casos nunca se capitalizan, siempre se hacen a beneficio de inventario.
Lampedusa se ha convertido en estos días en el foco en que poner la mirada sobre el drama de la pobreza. Una pobreza que no entiende de leyes de control de la inmigración ni tampoco de las altas políticas europeas. En este caso, Italia, un país que se ha caracterizado en los últimos años, por leyes xenófobas y excluyentes, es el país de la Unión Europea donde se refleja el drama de no saber afrontar adecudamente los problemas.
Buena parte de las políticas de inmigración de los Estados miembros se europeizaron con el Tratado de Ámsterdam de 1997. Desde entonces y hasta el Tratado de Lisboa, la Unión Europea ha ido ganando protagonismo en esta materia. Y se han elaborado ambiciosos planes que hablan de solidaridad, de integración, de cooperación; que presentan a la inmigración como algo positivo y que visten a la Unión Europea como la tierra prometida que precisamente no es. La alfombra roja la tienen todos los profesionales cualificados que quieran venir a trabajar a nuestros Estados, pero no la mayoría de las personas que quieren encontrar una oportunidad de vida fuera de las estrechas fronteras de la pobreza.
La Unión Europea no se puede convertir en una fortaleza que asista impasible a este funesto drama. La cooperación, la inversión en estos Estados es algo que nos beneficia a todos y debe ser afrontado entre todos. Si no se hace así, si miramos para otro lado como si con nosotros no fuera, las tragedias se irán sucediendo como lo han venido haciendo hasta ahora y la herencia no podrá ser peor. Si ahondamos en la injusticia, estaremos contribuyendo a construir un mundo en el que la seguridad cada vez sea mayor utopía. Y es que los desequilibrios que existen entre las distintas partes del planeta nunca han sido tan bien percibidos como lo son ahora. Lo bueno de una sociedad en red es que las vergüenzas cada vez es más difícil esconderlas.
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