Hemos vivido una catástrofe natural sin precedentes en España, con más de 200 personas fallecidas. Todavía algunas sin localizar. Tal ha sido la fuerza del agua que ha arrasado con todo lo que ha encontrado a su paso. Mi solidaridad con todas las familias que han perdido a un ser querido, porque su pérdida es irreparable. Los bienes materiales, casas, coches, enseres, pero también negocios, empresas, poco a poco se podrán ir sustituyendo.
Todo apunta a que estos fenómenos se repetirán, no sabemos a ciencia cierta si con más o menos frecuencia, pero sí que han llegado como consecuencia de ese fenómeno abstracto que tantos denostan, fundamentalmente debido a su desconocimiento, que es el cambio climático. Si antes de que esta DANA llegara ya estábamos advertidos de que fenómenos de esta naturaleza nos podían afectar, y que había que prepararse para ello, ahora es una obviedad tan urgente que asusta la poca movilización a todos los niveles que se aprecia para al menos tener claro cómo debe procederse ante situaciones tan graves como la que hemos vivido.
Aparentemente nada hemos aprendido. Sí que hemos constatado que la irresponsabilidad política es letal. Nadie duda de que si a la población se le hubiera advertido de la gravedad del fenómeno, se habrían salvado vidas. El que la alerta llegara tarde debe tener responsabilidades judiciales y, por supuesto, también políticas. Lejos de ello, tenemos algunos partidos políticos en España sumamente dañinos que no son capaces nunca de asumir responsabilidades ante las catástrofes que no saben gestionar, como se ha visto en otras anteriores. Siempre la mentira, siempre mirar para otro lado, a lo que se une en este caso, no estar siquiera presente cuando la tragedia ya se veía venir.
La polarización que vive nuestro país no solo nos empobrece, sino que está haciendo que el dolor se vea incrementado, y la impotencia también. La manifestación del sábado en Valencia exigiendo la dimisión del presidente Mazón fue clamorosa. Los ciudadanos saben perfectamente que quien debió estar no estuvo. Que la alerta que debió enviarse no se envió con antelación. De nada sirve enviarla cuando ya no se podía hacer nada. Tenemos un Estado autonómico en que las competencias están repartidas entre Comunidades Autónomas y Estado. Creo que al menos a los responsables políticos debería exigírseles que conocieran cuáles son sus competencias, y las herramientas de que disponen para poder hacer frente a ellas.
Ojalá que no vuelva a suceder una catástrofe como ésta, pero si un fenómeno meteorológico como la pasada DANA llegara, ojalá la lección se hubiera aprendido y una eficiente gestión contribuyera a salvar vidas.