Vuelvo a este Blog consciente de que estoy incumpliendo lo que prometí a principios de año, cuando pensaba que iba a poder volver a escribir esas entradas semanales que tan bien me venían… Habrá que seguir persistiendo.
Pero no podía no escribir sobre lo que me ha pasado esta semana. El martes por la tarde me llegó la notificación positiva de la acreditación a Catedrática. Todos los que trabajan en la Universidad saben lo que esto supone. Enorme esfuerzo sostenido durante años y mucha suerte, soy consciente de ello. Porque a veces el trabajo no basta, lo sé bien. Pero en este caso he sido afortunada porque han confluido el trabajo y la suerte.
Además de estos factores, hay otro determinante. Todas las personas que de una forma u otra me han ayudado a hacer el camino. Ese día me acordé (y todos los días los tengo muy presentes) de mis padres. Sé que ellos hubieran estado muy orgullosos. A ellos les debo poder haber estudiado y que confiaran en mí cuando les dije que quería dedicarme a la Universidad, aunque en aquel momento todo fuera incierto. Ellos no dudaron ni un momento y me animaron a seguir. Este logro es de ellos. Por tanto que me enseñaron.
Pilar Blanco-Morales Limones, mi maestra, es parte esencial de todo lo conseguido. Sin haberla tenido como profesora de Derecho Internacional Privado no hubiera descubierto mi pasión por esta disciplina y sin su apoyo en la beca FPI que tuve en la Universidad de Extremadura no podría haber finalizado la tesis y luego venirme a la Universidad de Salamanca, en la que trabajo desde hace 20 años, gracias al profesor Inocencio García Velasco, con el que solo pude coincidir durante tres años, pero a quien debo también estar aquí.
Por supuesto, mi familia: Rocío, y mis hijos, Javier y Mencía. Por tantas horas robadas y por tanta comprensión y apoyo recibido. Una buena parte de la acreditación, sino toda, es de ellos.
Y como la lista de agradecimientos personalizada sería inacabable, porque en ella están todos los compañeros que durante todos estos años en la disciplina de Derecho Internacional Privado nos hemos apoyado, contribuyendo con ponencias en seminarios, congresos, jornadas y foros, con artículos y capítulos de libro a hacer de este trabajo algo que verdaderamente merece la pena, quiero centrarme solo en un proyecto, para mí de vital importancia, que me ha permitido desarrollar mi vocación docente desde el compromiso social. Hablo de la Clínica Jurídica de Acción Social. Sí, todos los que me conocéis sabéis que este proyecto es esencial en mi vida académica, por todo lo que en estos ocho años hemos podido hacer y construir. Tanto un grupo de compañeros a los que ya considero amigos y que han sido mi sostén durante estos años, como a tantos alumnos que han pasado por ella y de quienes tanto hemos aprendido y seguimos disfrutando con sus logros profesionales. Y también todas las personas, miembros de las organizaciones con las que trabajamos, que he conocido y que tanto me han enriquecido. El aprendizaje-servicio puede ser uno de los puntales más importantes de la educación superior del futuro. Frente a la inteligencia artificial, personas ayudando a personas desde el conocimiento y el compromiso social. Estoy muy orgullosa de todo el tiempo que le he dedicado a construir y desarrollar este proyecto y a animar a que otros compañeros de la Universidad también lo hagan. Ahí está la Red de Aprendizaje-Servicio de la USAL con una prometedora vida por delante.
En fin, no quiero alargarme. Estoy feliz por haber conseguido la acreditación. Pero soy consciente, muy consciente, de que ahora comienza una etapa de mayor compromiso y de trabajo intenso, que voy a seguir afrontando con la ayuda de todos los que me habéis acompañado hasta ahora. Gracias, de verdad, porque sola no hubiera podido.