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Universidad de Salamanca
Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | junio, 2016

Transpandemia

Probablemente para analizar de forma correcta la coyuntura del momento que estamos viviendo habrá de pasar tiempo. La distancia a veces contribuye a proporcionar la justa medida de las cosas. Los matices son siempre necesarios para aportar valor a un cuadro que, aunque en sus trazos gruesos ya se intuye, la visión final la darán los múltiples matices.

Pero con esos trazos gruesos, ya podemos intuir que vamos a necesitar mucha mesura para poder gestionar de manera adecuada todo lo que nos está pasando. La transpandemia llegará y necesitamos estar preparados. Para ello es conveniente que nos demos cuenta de que como consecuencia de ella se están manifestando algunas taras que como sociedad ya teníamos y ahora con esta crisis se están evidenciando de forma más brusca. El aumento de los discursos de odio nos tendría que preocupar a todos, pero de forma singular a las instituciones. A todas. La pobreza espiritual, y con ello no me refiero por supuesto a cuestiones religiosas, sino al entramado interior forjado en valores sólidos y en una ética ciudadana, está aflorando con tal virulencia que deberíamos estar todos pensando ya en cómo llenar este vacío para reconducir el barco. Seguir haciendo lo mismo que hemos venido haciendo quizás no sea la solución. Lo mismo hay que empezar a plantearse de forma seria cómo contribuir a tener sociedades más sólidas, más comprometidas con el espacio y el tiempo que nos ha tocado vivir.

Necesitamos un cambio de enfoque profundo basado en el conocimiento y la búsqueda de verdades que nos permitan avanzar. Seguro que por deformación profesional considero que la solución está en la formación. Pero no solo en la formación con el objetivo de tener un título para después quedar integrados en el mercado laboral. Igual ha llegado la hora de replantearse que la Universidad puede y debe aportar mucho más que competencias y capacidades orientadas al mercado. El compromiso ético con las sociedades también se puede adquirir. Pero para ello las Universidades deben estar preparadas y orientadas para ello. La Universidad debería,  por otro lado, ser mucho más permeable a los problemas sociales. Disponer de porosidad. Estar atenta a lo que la sociedad demanda y aportar soluciones.

A estas alturas, deberíamos estar todos ya planteándonos nuevos escenarios. La Universidad puede y debe ser motor de recuperación. Pero no puede seguir haciendo lo mismo. Porque las circunstancias son otras. Muy otras. La Universidad del siglo XXI aún no ha llegado. Y vamos tarde.

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Sociedad herida

El asesinato de Samuel nos ha conmocionado. Nos ha mostrado que la violencia y el cerrilismo campan a sus anchas en nuestra sociedad. Herida. Porque ante la jauría humana que asesinó a Samuel, sólo una persona tuvo la humanidad de socorrerlo, en el primer embate.

Mucho se ha hablado y dicho ya sobre este vil asesinato. No quisiera caer en los mismos lugares comunes. Pero me ha sorprendido la débil respuesta institucional de condena y que este execrable asesinato no marque un cambio de tendencia en el discurso político. A mi juicio, lo ocurrido es tan sumamente grave que hubiera sido necesario un texto común de condena por parte de todos los partidos políticos. Los discursos del odio han acaparado en buena parte los debates políticos y eso no puede ser. Si hay partidos que lo practican, los que están al margen, deberían de dejar de blanquearlos. No todo vale.

Nuestra sociedad está herida si dejamos que pase este hecho sin más.

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Llegamos al final del curso

Aún queda algún Trabajo Fin de Grado por rematar, algunos tribunales de trabajos fin de Grado y fin de Máster en los que participar. Todavía quedan trabajos de investigación  que terminar en los que ya voy tarde. Todavía quedan proyectos nuevos que presentar. Pero ya vamos aproximándonos al final del curso. Un curso muy intenso, en donde ha habido claoscuros, pero en los que la luz ha venido dada por la enorme experiencia que para todos ha supuesto superar un curso más, en circunstancias difíciles. Trabajando el doble o el triple, porque ha de saberse que en la Universidad de Salamanca, los profesores hemos estado en todo momento prestando nuestro trabajo presencialmente, pero pese a ello también hemos estado on line, para los estudiantes que no podían estar en el aula, y hemos realizado todo ese sobreesfuerzo sin apenas acompañamiento institucional.

Los profesores universitarios somos personas vocacionales y nuestra vocación hace que siempre queramos dar lo mejor, por muy difíciles que sean las circunstancias. De ahí que podamos sentirnos orgullosos en lo personal. La valoración institucional la dejo que la hagan otros. Aunque como he dicho en otra ocasión no estaría de más que se nos preguntara a todos los miembros de la comunidad universitaria por el transcurrir de este curso. Si se quiere mejorar, siempre es preciso escuchar en qué se ha fallado. La autocomplacencia no conduce a ningún lugar seguro.

Pero sin duda un reconocimiento especial en este curso raro deben tenerla también los estudiantes. En mi caso, he tenido la suerte de haber tenido en todas las asignaturas que he impartido, alumnos que mayoritariamente han estado a la altura. Mi reconocimiento para ellos y mi deseo de que en la nueva etapa que comienzan tengan suerte. Hoy, en la defensa del TFG de una muy querida alumna le decía que ojalá su compromiso social demostrado fuera lo común. Porque en las manos de quienes se gradúan durante estos días estaremos en el futuro. Y ojalá no olviden nunca lo que han aprendido durante la carrera. Porque en estos momentos de tanta incertidumbre y de tanta frustración por lo que estamos viviendo, la única esperanza de que esto cambie a mejor son ellos.

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