El aprendizaje es el proceso por el cual se adquieren nuevos conocimientos y habilidades que nos permiten desarrollarnos de forma emocional y personal. Pero a veces, esto que suena y que es tan importante, parece que lo dejamos en un rincón olvidado y no damos la importancia suficiente a la necesidad de aprender cosas cada día. Podemos poner mil excusas, como las rutinas o el ajetreo del día a día, pero la realidad es que lo despreciamos.
Hemos de pensar que ese aprendizaje constante es tremendamente importante también para nuestro cerebro. Este órgano necesita estímulos constantes que le hagan estar siempre a máximo rendimiento. Los médicos reconocen que esta es la mejor forma de alejar enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer.
Es obvio que para que aprender algo nuevo nos resulte interesante, tiene que estar en concordancia con nuestros gustos personales. O que sea algo que nos resulte desconocido pero que nos atraiga, nos motive y nos sorprenda, enganchándonosla a esa sensación de querer más. Esto implica que nuestro cerebro se activa y sale del letargo de la rutina. Practicando las nuevas habilidades que vamos adquiriendo le ayudaremos a producir miela, la sustancia que potencia el rendimiento de las neuronas.
Beneficios del aprendizaje constante
Gracias al desarrollo de nuestras capacidades y conocimientos, dispondremos de un mayor número de herramientas para encontrar soluciones a los problemas cotidianos y potenciamos la imaginación y los recursos.
También nos hace ganar en valentía, pues vamos dejando atrás los temores a las cosas novedosas o desconocidas. Además, cuando algo no sale como buscamos, siempre se convierte en una nueva oportunidad de aprendizaje.
Desarrolla nuestra capacidad sensorial y a interconectar los sentidos entre ellos. Esto se da especialmente cuando se trata de aprendizaje de herramientas o instrumentos musicales que, por oro lado, está demostrado que tienen capacidad para disminuir el estrés y la ansiedad.
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