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Cómo se conjuga el verbo corromper

En España este verbo se conjuga en presente, en pasado y probablemente también en futuro. Se conjuga de todas las posibles formas. Afecta a todas las instituciones del Estado y está tan extendida la gangrena que no sé si es posible amputar los miembros corrompidos sin que se resienta el cuerpo.
A estas alturas de la película, ya nada nos asombra. Hemos vivido las últimas semanas con el estupor que da saberse parte de un país en que su presidente del Gobierno es acusado de haber cobrado sobresueldos no declarados, al tiempo que se pone en cuestión los modos de financiación de su partido, y éste darse por satisfecho, dando por zanjado el asunto, publicando una semana después (¿hacía falta esperar tanto?) las declaraciones de su renta y patrimonio. No hacía falta esa operación de exhibicionismo; si ya sabíamos lo rico y los pocos escrúpulos que tiene (se subió el sueldo un 30 % justamente cuando pedía contención salarial). No hacía falta digo, porque para defenderse de lo que se le acusa, estos no son los documentos que debía aportar. Quizás hubiera sido más tranquilizador para todos que hubiere dado el paso ya de interponer las correspondientes querellas ante los medios de comunicación que han publicado esta información, y no sé yo si también ante el Sr. Bárcenas, al que parece que todos le tienen mucho respeto. Y es que no hay nada como ser un delincuente en España de guante blanco y de alto standing.
Ironías aparte, la situación es tan grave y lo que es peor, tan lejos está todo de poder solucionarse con cierta ética y decoro, que cada vez estamos más cerca de un enconamiento. ¿Cómo se sale de aquí? ¿Cómo, en esta situación que vivimos, que cada vez tenemos por más cierto que la han contribuido a crear todos los parásitos que hay en el sistema, salimos de ésta? Desde luego, si hablamos de regeneración democrática y al minuto aparece la Sra. Aguirre para erigirse en defensora de esta causa, no vamos por buen camino. Hace falta una catarsis verdadera, y no sé qué más tendremos que soportar para que ésta se produzca.

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Un país de vergüenza

Estarán conmigo que no de otra forma cabe calificar la situación. Vergüenza que estemos y hayamos estado durante tanto tiempo gobernados por una excelsa caterva de delincuentes y mentirosos. Recordemos que los que ahora niegan todo lo que se está publicando sobre ellos, son también los que negaron la gravedad de la catástrofe del Prestige o levantaron toda una articulada conspiración en los atentados del 11 M. Hay que partir de la base de que mienten, porque ya han mentido y su lista es muy extensa. Por eso, y porque lejos de defenderse con datos, ni siquiera el presidente del Gobierno es capaz de hacer una comparecencia ante la prensa, admitiendo todas las preguntas que TODOS, y no sólo los periodistas, le quieran hacer. ¿Dónde está la TRANSPARENCIA? Esconde la cabeza debajo del ala, se hace la víctima y promete algo que no es lo que va a aportar luz: publicar su declaración de la renta y su patrimonio. ¿Acaso esos datos no deben aportarse en el momento de tomar posesión del escaño en el Congreso?
En fin. Es tanta la impotencia que sentimos muchos, que nos dan ganas de irnos de este país. Cuando las instituciones están copadas por personajes que tienen tan interiorizado el lucro que puede hacerse con la política, lo demás sobra. Lo público lo están de tal manera vapuleando que poco nos va a quedar. Son gentes que hacen que el que peor lo está pasando se sienta además de frustrado, un inútil, y eso es tan duro y tan grave que sería menester una catarsis, una gran catarsis para que este país pudiera volver a ver la luz.
Personajes como los que hay en la Corona, o al frente de la Presidencia del Gobierno, o al frente de los Ministerios, o de comunidades autónomas, que deberían dar ejemplo de ciudadanía ante la ciudadanía, son el peor ejemplo en estos momentos. Pedir austeridad, cuando han vivido tan opulentamente con el dinero de todos, durante tanto tiempo; cuando han contribuido a esquilmar al país… Deberían dar ejemplo ahora, ya que antes no lo han hecho, e irse. Sí, simplemente irse. Y devolver todo lo que se han llevado. Necesitamos en estos momentos que al menos la justicia funcione.

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No todo está perdido. Nos queda la Justicia

Afortunadamente, no está todo perdido. O al menos yo así quiero creerlo. La justicia puede aportar un poco de consuelo todavía ante tanto despropósito. Así lo demuestran los pequeños logros que se van consiguiendo antes las agresiones que un poder legislativo desnortado está produciendo en la ciudadanía. La paralización cautelar del cierre de las urgencias en pequeños pueblos de Castilla-La Mancha; la paralización del cobro del euro por receta que ha acordado el Tribunal Constitucional tras la admisión a trámite de los recursos presentados tanto en Cataluña como en Madrid; el posible cuestionamiento por parte de la Audiencia Nacional de si es constitucional haber arrebatado la paga extra a los funcionarios; la acción de la justicia ante los casos de corrupción sobre los que cada día hay un nuevo capítulo… Nos queda la justicia tanto ordinaria como constitucional para hacer valer nuestros derechos, aunque el Gobierno también se haya propuesto limitarnos este derecho, dificultando el acceso a la misma con tasas abusivas.
Lo cierto es que en este estado catapléjico en el que nos encontramos, de casi adormecimiento ante el dolor prolongado con tanta noticia que quita la ilusión y que contribuye a incrementar el descrédito de las instituciones desde la más real hasta la más llana, pequeñas victorias como las que nos proporciona de vez en cuando la justicia, contribuye a pensar al menos que no está todo perdido, que aún queda espacio para la esperanza.

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2013

Llevamos ya nueve días de nuevo año y siguen sin cesar las malas noticias. Ayer se hacía público que la Unión Europea estimaba que en España ya se habían rebasado los 6 millones de parados. Uno de cada tres parados en la Unión es español. Es un dato tremendo que confirma que todas las políticas que se están poniendo en marcha no van en la buena dirección. Ya lo decíamos muchos: no era más que una falacia el que la última reforma laboral fuera a crear empleo; antes al contrario, ha facilitado los despidos; los expedientes de regulación de empleo han aumentado y por lo que se ve seguirán aumentando.
Despedimos el año pidiéndoles a sus Majestades de Oriente (o de Andalucía, según la nueva versión papal) que el nuevo año trajera un cambio de rumbo en las políticas. Ojalá nuestra carta no se haya traspapelado.
Entretanto esperamos datos que confirmen que así no ha sido, vamos a seguir poniendo todos nuestro granito de arena y cada cual desde su espacio, desde su sitio, vamos a intentar dar lo mejor de sí para que el 2013 se convierta en un buen año. Suerte a todos/as.

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Carta abierta a los Reyes Magos

Podrá parecerles extraño pero el hábito de escribir una carta a los Reyes Magos cada año permanece en mí inalterado. Y este año, además, quiero compartir esta carta con todos los que lean este blog, porque cuando la realidad se presenta tan cruda como a muchos se les está presentando, considero necesario introducir un poco de sensibilidad y solidaridad, al tiempo que un poco de optimismo en la situación que estamos viviendo. Por eso …

“Queridos Reyes Magos:

Este 2012 ha sido un año difícil. Es verdad que llevamos ya cuatro diciendo lo mismo, pero quizá por eso, éste ha sido más complicado que los anteriores. Llevamos ya mucho tiempo de frustración. Muchas personas han perdido su empleo en los últimos meses; a otras se les ha acabado su prestación por desempleo; muchos no tienen ya con qué hacer frente al pago de sus hipotecas y los desahucios son una realidad tan cotidiana como cruenta.
Por si esto fuera poco, el actual Gobierno está haciendo aún más dura la situación que vivimos; cercenando derechos constitucionales (educación, sanidad, tutela judicial efectiva, etc.), mientras que al tiempo negocia en Europa préstamos para las entidades bancarias que no han gestionado bien sus activos. Tenemos un Gobierno que rescata a los que nos han hundido y nos hunde más a los que no hemos contribuido a que la situación sea la que es. No contentos con eso, tenemos un Presidente que nos hace responsables de todos los males (hemos viajado mucho al Caribe, según él) y ministros que no le van a la zaga. Qué decir del Sr. Ministro de Educación, Sr. Wert, que cada vez que habla, es para ahondar más en el dolor que sentimos los españoles por tener al frente de un Ministerio como el de Educación a un opinador y ocurrente que se ha propuesto cambiarlo todo para llevarnos a ninguna parte (buena). O del Sr. Gallardón, que se ha lanzado a destruir el Estado de Derecho vendiéndolo al mejor postor (p. ej.: a los Registradores de la Propiedad, previo pago, les ha ofrecido la gestión del Registro Civil), aludiendo siempre a la eficiencia económica y realizando reformas inconstitucionales que vulneran un derecho fundamental como es la tutela judicial efectiva. O la Sra. Ministra de Empleo que va vendiendo por doquier brotes verdes, mientras se engrosan las listas del paro; o el Sr. Montoro, con sus ocurrencias de amnistías fiscales y sus cientos de promesas incumplidas…
En fin, ya ven, que hay para todos y no quiero cansarles. De sobra saben ustedes cómo está el panorama.
Pero sé que podemos confiar en ustedes, y sé también que es necesario que en estos momentos creamos todos con fuerza en que esta situación puede cambiar; que debe cambiar. Para que eso sea posible necesitamos que los que están al frente de las instituciones vean con claridad que debe haber un cambio de rumbo que apueste por el crecimiento; y que es necesario que las entidades bancarias comiencen a dar créditos para que los pequeños empresarios empiecen a reflotar. Y cuando eso se haga, el empleo comenzará de nuevo a generarse; y eso hará que el consumo fluya; no estaría mal que se bajara entonces el IVA, para que fuera más fácil el acceso al consumo. Y en todo esto, también ayudaría que el Gobierno impusiera por ley un plazo de carencia más generoso del que se ha hablado respecto de todas las hipotecas cuyos titulares no puedan hacer frente a su pago y se paralizaran definitivamente los desahucios.
No sé si sería mucho pedir, pero también me gustaría que al menos cesasen al Ministro de Educación y se nombrara a alguien que de verdad conozca la importancia de este servicio, que desde luego no está para imponer religiones, sean éstas las que sean. Y al Ministro de Justicia tampoco le vendría mal un toque de atención para que reflexionara sobre su afán de emperador, ahora con la Justicia, un bien de todos con el que no debería jugarse como lo está haciendo él.
Pero fundamentalmente me gustaría pediros que ayudarais a toda la gente que lo está pasando mal. Que les deis fuerza para seguir y a todos cabeza para saber ayudar. Solidaridad y sensibilidad para el 2013, y buenas cabezas que sepan decidir con acierto.
Confío en ustedes y les agradezco de antemano su atención.
En Salamanca, a 18 de diciembre de 2012″.

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Dos varas de medir

Es curioso cómo algunos son expertos en echar la culpa siempre a otros.
Desde hace unos días, se viene insistiendo en que buena culpa de lo que está pasando se debe a los ciudadanos (no a los políticos, no a los bancos), que han vivido, se dice, por encima de sus posibilidades, comprándose teles de plasma o viajando con demasiada frecuencia, según nuestro presidente del gobierno, al Caribe. Tras esta “profunda” reflexión, y siguiendo el hilo, yo me pregunto, por qué no son tan valientes y dicen lo mismo de nuestro sistema financiero, ese que era tan sólido y que ahora necesita que lo “rescatemos” entre todos. Casi 40 millones de euros tendremos que pagar los que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, para que los que realmente lo han hecho puedan seguir haciéndolo indefinidamente.
Tampoco he oído a ningún político, de esos de verbo fácil, asumir ninguna responsabilidad en todo lo que está pasando. Es más fácil mirar para otro lado y echar la culpa a otros, ¿verdad? Sabemos que en este país asumir responsabilidades no se estila. Muchos de los que se dedican a la política creen que están investidos de un poder divino, y que en base a él, sólo deben justificarse ante instancias del mismo tipo; el poder popular no saben ni lo que es ni les importa. Por este tipo de políticos estamos gobernados.
Políticos que, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, no tienen ningún escrúpulo en modificar leyes para ponerle una alfombra a Eurovegas, mientras que al tiempo desoyen a la ciudadanía que les pide que paren en su afán por privatizar la sanidad. Es una prueba más de que el poder político responde a unos intereses que son los económicos y no a los intereses generales.
Hay dos varas de medir, está claro. A los poderosos se les trata con exquisita cortesía; al pueblo se le desprecia vez tras vez con todas las decisiones que se están tomando. La única apariencia de reacción de este gobierno ante el sufrimiento ciudadano tuvo lugar tras el suicidio de una mujer que iba a ser desahuciada. Después silencio. Bueno, silencio no, que hoy ha salido el Ministro Montoro a decir que con su amnistía fiscal apenas se ha recaudado la mitad de lo proyectado, pero se ha recaudado, ¿no? Pues eso es lo importante. El fin justifica los medios.

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Más vale tarde…

Acabamos de conocer que la patronal bancaria ha decidido paralizar los desahucios en los casos de extrema necesidad durante los próximos dos años. Esta noticia llega después de un fin de semana convulso en el que, desde luego, el mazazo recibido por el suicidio de una señora en el País Vasco a la que iban a desahuciar, ha sido la noticia fundamental, pero no la única. Habría que decir que ha hecho falta la muerte de esta persona (ya antes había habido otros casos a los que no se dio tanta importancia en los medios de comunicación) para que todos los actores principales de este dantesco escenario que estamos viviendo despertaran. Gobierno y PSOE se “apresuraban” a decir, después de varios años de crisis y más de 400.000 desahucios, que había que cambiar la legislación hipotecaria, que era cierto que había importantes desequilibrios en la misma, oh casualidad, justo después de que una Abogada General del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ya advirtiera en sus conclusiones que la legislación española en materia de desahucios no respeta las normas de protección de consumidores, en concreto, la Directiva 93/13 sobre cláusulas abusivas. Y, en consecuencia, propone al TJUE que resuelva en el siguiente sentido:

“Por cuanto antecede, propongo al Tribunal de Justicia que resuelva de la siguiente manera:

1) Un sistema de ejecución de títulos notariales sobre bienes hipotecados o pignorados en el que las posibilidades de oposición frente a la ejecución se encuentran restringidas es incompatible con la Directiva 93/13/CEE del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores, cuando el consumidor, ni en el propio procedimiento ejecutivo ni en un procedimiento judicial separado, puede obtener una tutela jurídica efectiva para ejercitar los derechos reconocidos en dicha Directiva, por ejemplo mediante una resolución judicial que suspenda provisionalmente la ejecución forzosa.

2) Corresponde al órgano jurisdiccional nacional apreciar con arreglo al artículo 3, apartados 1 y 3, de la Directiva 93/13 el carácter abusivo de una cláusula de las condiciones generales de los contratos celebrados con consumidores.

a) En el caso de una cláusula por la que el acreedor puede dar por vencido anticipadamente un crédito inmobiliario, el órgano jurisdiccional debe examinar, en particular, en qué medida la cláusula se aparta de la normativa legal que a falta de pacto sería aplicable, si lo estipulado en la cláusula responde a una razón objetiva y si el consumidor, a pesar de la alteración del equilibrio contractual en favor de quien ejercita la cláusula, no queda desprotegido con respecto al contenido normativo de la cláusula en cuestión.

b) En el caso de una cláusula sobre intereses de demora, el órgano jurisdiccional debe examinar, en particular, en qué medida el tipo de interés se aparta del tipo de interés legal que a falta de pacto sería aplicable y si no está en proporción con el objetivo del interés de demora.

c) En el caso de una cláusula para la determinación unilateral del importe de la deuda, deben tenerse en cuenta, particularmente, las consecuencias de una cláusula de ese tipo en el Derecho procesal nacional.”

Habrá que esperar todavía unos meses para que se produzca la sentencia que cierre este asunto, pero ya a las conclusiones hay que recibirlas con alegría, pues supone dar la razón a todos aquellos que desde hace años han venido defendiendo que en este juego de las hipotecas, siempre había quien ganaba y los que perdían siempre eran los mismos.

Hay que reconocer también que el drama humano que muchas familias están viviendo no lo han sentido como propio los políticos hasta que no les quedaba otra. Ha sido la justicia de nuestro país, antes que la europea, por otro lado, la que ha comenzado a alzar la voz, porque son ellos quienes aplican la ley, y las leyes que son injustas cómo no va a doler aplicarlas. Hay que leer el informe que ha elaborado un grupo de jueces en el que proponen una serie de medidas para humanizar este drama. Informe que ha sido acogido por la Conferencia de Jueces Decanos celebrada la semana pasada – Conclusiones Jueces Decanos. Todo esto, unido a que ya se está empezando a hablar de la objeción de conciencia de aquellos que por su profesión tienen que participar en los desahucios, hace que el poder ciudadano esté contribuyendo a este cambio.
Pero ojo, no olvidemos que la decisión de la patronal de los bancos, ha llegado antes que el acuerdo político. Ojalá la ley que debe venir, aunque llegue tarde, instaure el equilibrio jurídico en un procedimiento que a todas luces es abusivo.
Y como muchas voces han dicho ya, me uno a quienes defienden que todas aquellas entidades bancarias a las que vamos a tener que “rescatar” porque así nos lo han impuesto, rescaten antes a las personas que, habiéndose quedado sin trabajo, pretenden también dejarlas sin un techo bajo el que vivir. Basta ya de tanta insensatez. Sentido común y honestidad, por favor.

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A ver si nos enteramos

Que la cosa no es sencilla. Resulta que durante un largo período de tiempo todos los actores de la economía de nuestro país, incluidos nosotros, los consumidores, nos dedicamos a crear, mimar y hacer que creciera la burbuja inmobiliaria. Para ello, las entidades bancarias no dudaron ni un segundo en dar préstamos a aquellos que recurrían a ellas para conseguir un título de propiedad sobre una casa. Los precios subieron artificialmente; por lo que los créditos cada vez tenían que ser mayores, y en ese contexto de bonanza económica, a ninguno se le pasaba por la cabeza que si venían mal dadas iba a ser difícil afrontar el pago de la hipoteca. Los bancos, por su parte, tampoco parecían estar muy preocupados, porque en caso de incumplimiento ellos se quedaban con el dinero entregado por la vivienda; ejecutando la hipoteca, se quedaban con la casa y además, lo que faltaba por abonar no desaparecía, sino que esa deuda permanecía sobre la persona que pidió el préstamo hasta que pudiera pagarla. Un juego, si me permiten la expresión, en el que la suerte siempre estaba del lado de los bancos. Y el peso siempre recaía sobre el consumidor. Por no hablar de las cláusulas suelo, las tasaciones arbitrarias y un largo etcétera de prebendas sostenidas y bien atadas legalmente a favor de los bancos.
Durante el tiempo de calma relativa en que se agrandó la burbuja, ningún partido político propuso reequilibrar el mercado inmobiliario para que el coste principal no recayera siempre sobre el consumidor. Ninguno planteó la dación en pago; esto es, que si una persona no podía pagar lo que restaba de su hipoteca, esa deuda se pagara con la entrega de la vivienda al banco, y de esa manera quedara liberado. Ninguno propuso que se establecieran fórmulas flexibles, en caso de no poder afrontar el pago de la vivienda coyunturalmente, en el que por ejemplo, se pactara un periodo de carencia, o se permitiera pagar menos de lo fijado, para evitar los temidos desahuicios. Nada se hizo entonces, y lo peor, nada se está haciendo ahora.
Perdón, sí que se ha hecho algo. Pero a favor del más fuerte, otra vez, qué casualidad. Se ha creado el banco malo, que técnicamente ahora denominan SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), creado con el dinero que nos ha prestado la Unión Europea, dinero que por supuesto tendremos que devolver con intereses y que estamos costeando todos, cuyo objetivo principal es comprar los activos tóxicos, es decir, las viviendas que los bancos han quitado a quienes no han podido pagar la hipoteca, comprándolos a un precio inferior, con el objetivo de luego volver a colocarlos en el mercado. De esa manera se pretende sanear a las entidades bancarias y volver a poner en circulación la venta de estos inmuebles.
Esta es la situación. Pero yo me pregunto: ¿alguien ha pensado en algún momento en las miles de familias que se están quedando en la calle por no poder pagar la hipoteca? Sabemos que los desahucios son el pan nuestro de cada día, ¿alguien, algún grupo político, me refiero, ha hecho la suficiente presión para que esta injusticia pare? Porque al final, los que perdemos somos siempre los mismos. A los bancos, parte fuerte desde el principio hasta el final de la crisis, se los proteje, se les crea un marco normativo muy favorable, nada de libre mercado, el mercado está intervenido desde hace mucho tiempo a su favor y, en cambio, a los consumidores se nos deja caer y no se plantea ninguna solución para paliar el dolor de toda la gente que no sólo tiene que dejar sus casas, sino que además quedan marcados con una deuda que deben seguir pagando a los bancos.
Cada vez hay más gente que tiene más claro lo que está pasando. Que no nos vendan brotes verdes, ni esperanza vacía, como ayer hacía la Sra. Ministra de Trabajo, con un 25 % de paro a sus espaldas. Cambien las leyes y hagánlas más justas. Las normas, para ser justas, deberían orientarse a reequilibrar las situaciones de desequilibrio que hay en el mercado. Por contra, las que existen, no sólo no protegen al más débil sino que hacen más fuerte al fuerte. A ver si nos enteramos.

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Cuando no se quiere escuchar

Es curioso el grado de abstracción al que pueden llegar nuestros políticos. No sirven ni las encuestas del CIS que vez tras vez muestran que los españoles percibimos como tercer problema a la clase política; tampoco, que la gente salga a la calle y pretenda rodear el Congreso pidiendo una regeneración democrática; no sirve que en las elecciones del pasado domingo haya habido muchos votantes que haya preferido no ejercer su derecho al voto; tampoco que el clamor en las redes sociales sea cada vez mayor pidiendo un cambio de rumbo; no sirve que se pida un referéndum. No sirve nada. Ellos siguen instalados en su mundo, aislados del mundo, seguros en su mundo, justificando que si ocupan el puesto que ocupan es porque legítimamente en unas elecciones democráticas, así se ha decidido. Y no les falta razón. Es verdad que son legítimos representantes porque por el pueblo han sido elegidos; pero la legitimidad no la da sólo el voto; ha de mantenerse durante toda la legislatura. El contrato programa que los políticos han celebrado con los ciudadanos no puede traducirse a papel mojado el día después de las elecciones, porque entonces estaríamos, como al parecer estamos, ante un fraude de tremenda categoría. La legitimidad democrática, por tanto, no la dan sólo los votos; también el compromiso que los partidos tienen de cumplir el programa con el que se han presentado a las elecciones.
Lejos de eso, tenemos un Gobierno que desde el primer día ha aparcado su programa y ha comenzado a destruir todo lo que tanto esfuerzo había costado construir. Con pulso firme; sin sentirse constreñidos; creyéndose acreedores de no se sabe muy bien qué voluntades, se han lanzado a demolerlo todo sin que les tiemble el pulso.
No contentos con eso, tenemos al frente del Gobierno a una serie de personas que distan mucho de ser los mejores gobernantes. Ayer, cuando una multitud clamaba fuera del Congreso y dentro se debetían esos presupuestos para 2013 en los que nadie, salvo el Sr. Montoro, cree (quizás tampoco él), éste se jactaba de que eran los presupuestos más sociales de la democracia. ¡Habráse visto mayor grado de cinismo! Y no sólo eso, como en muchas otras ocasiones, se permitía incluso hacer bromas y reírse cuando la situación no está para eso. Desde luego, si se permite ese lujo es porque a él no le están tocando de lleno esos recortes que su gobierno está poniendo en marcha.
No sé cómo puede permitirse llegar al Congreso y en vez analizar los datos que nos dicen que una de cada cinco pesonas en España vive en la pobreza y proponer un presupuesto que nos pueda sacar del ostracismo, en vez de eso, se dedica de decir vanalidades.
Más vale que él y sus compañeros se pusieran a trabajar en firme para que esta caída en picado cese y eschuchen a los que los han votado y a los que no, que algo tendrán que decir en todo esto.

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De mal en peor

Ayer, las encuestas del CIS nos mostraban el pesimismo de los españoles ante la situación económica. Por la noche, el FMI confirmaba punto por punto que esta percepción, lejos de estar equivocada, avalaba los peores pronósticos. En la encuesta del CIS, también se mostraba que el tercer problema para los españoles, después del paro y la situación económica, era la clase política y los partidos políticos. Estos, en vez de tomar buena nota de este sin duda preocupante dato que ya se ha convertido en tendencia, se responsabilizan unos a otros, como siempre, haciendo valoraciones de perogrullo, que en algunos como en el del Sr. Floriano, no es excepción. Básicamente todo lo que dice es dar vueltas sobre una frase sin contenido alguno.
La talla de nuestros políticos, qué duda cabe a estas alturas, no está a la altura de las difíciles circunstancias. Y mi percepción es que la mojigatería de los que nos representan, está incidiendo proporcionalmente en que la crisis que ya de por sí era grave, se vaya agravando más.
Los datos del FMI no ayudan a ser optimistas. La economía de España será la segunda del mundo, después de Grecia, que más caerá durante 2013. Se constata que la política de recortes y subida de impuestos no está dando buenos resultados. Y yo me pregunto, ¿es que acaso no se sabía de antemano que iba a ser así? ¿Acaso no nos decía el sentido común que si se subía el IVA, el consumo se iba a contraer más? ¿Que si se abarataba el despido y los ERES se flexibilizaban, el paro iba a aumentar? ¿Dónde está ese crédito que se iba a comenzar a dar a los pequeños empresarios para que pudieran reflotar sus empresas? Hasta ahora, lo único seguro, es que si algunos han ganado de este entuerto, han sido los que en buena parte han provocado que ahora nos encontremos donde estamos. Entretanto, los recortes seguirán. Ya han dañado gravemente a la educación y a la sanidad, lo próximo será la justicia, con una reforma que si llega a aprobarse, nos colocará a la cola de Europa; nos hará involucionar 30 años, para colocarnos en una situación claramente preconstitucional, cuando la tutela judicial efectiva no era ni desiderátum.
Los políticos en buena parte han contribuido a crear este problema, por su mala gestión, y están contribuyendo de manera definitiva en que ahondemos más y más en el pozo. Cuando tantas familias españolas necesitan recurrir a la caridad para poder comer, algo está fallando. Pero parece que a nuestros representantes tampoco les va la vida en ello; no parece que anden muy preocupados. Desde luego, con una situación como ésta, si hubiera personas responsables en los puestos de gestión, hace mucho tiempo que se hubieran comenzado a dar pasos en otro sentido. Hubieran desaparecido ya muchos privilegios y muchos excesos que en buena parte de las administraciones se constata que ha habido. Pero nada de eso. Que todo siga igual, y que nadie asuma consecuencias. Luego les extrañará que los ciudadanos percibamos como uno de los principales problemas a la clase política.

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