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¿Salud o economía?

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La crisis provocada por la situación epidemiológica actual asociada al coronavirus sigue galopando. Y buena prueba de ello son los desplomes bursátiles de los principales índices mundiales, que están viviendo una caída histórica durante los últimos días. La situación es tal que ni los propios analistas recuerdan algo similar. Quizás ninguno de los que hoy trabajan en bolsa lo hayan vivido anteriormente.

Las consecuencias de parar completamente y de un frenazo países enteros están siendo demoledoras a corto plazo, pero se espera que puedan convertirse en algo aún más crudo a la larga. Tanto que son pocos los que se atreven a pronosticar el desastre económico y cuánto tiempo costará reponerse  del descalabro. Pero no todos los países han apostado por la paralización tal y como recomienda la OMS. Algunos han decidido utilizar otra táctica.

 

Eligiendo entre la supervivencia de la población o la económica

El primer país en alzar la voz contra la estratégia que consiguió sacar a China y Korea de la peor fase de la epidemia fue Reino Unido. Boris Johnson anunciaba hace unos días que la decisión de su gobierno era apostar por la inmunidad de grupo, sin aislar socialmente a la población y sin necesidad de paralizar el país. Y lo hacía con unas palabras que daba miedo escuchar: “Es un hecho que muchas familias van a perder a sus seres queridos”. Y es que la previsión de muertes en UK siguiendo este sistema se cifraban por encima de las 100.000 personas.

El plan de Reino Unido pasaba por, dado que evitar la epidemia no es posible, dejar que la mayoría de la población se contagie (los grupos de menor riesgo), pasando la infección en casa recluidos durante 7 días, mientras que se trataría de proteger lo más posible a los grupos de riesgo. Esto, en teoría, permitiría que el país esquivara la crisis económica en la que entrarían la inmensa mayoría de países del mundo, poniendo al país en un lugar privilegiado desde el punto de vista competitivo, respecto al resto de potencias.

¿Merece la pena sacrificar, al menos 100.000 personas en pro de una situación económica mucho más ventajosa? Pues según quién lo analice. Para la gran mayoría, hablar impunemente de tal cantidad de fallecidos sin mostrar el más mínimo rubor es completamente inhumano. Otros, que lo ven desde otra perspectiva, dicen que de nada sirve salvar tantas vidas si después se van a encontrar un país completamente hundido y con problemas que harán la vida de los ciudadanos muy complicada.

¿Quién tiene razón? El futuro lo dirá. En principio la práctica totalidad de los países han optado por la vida en contra de la economía. Reino Unido parece ahora recular también. Pero Suecia, y ahora también Países Bajos, están decididos a sacrificar a una parte de su población por el bien económico común. Veremos como termina el asunto.

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