Traducción: SOFÍA GONZÁLEZ RUIZ (2016)
(Brian Lavoie, 2014. ”What languages do public library collections speak?“. hangingtogether.org)
La revista Slate publicó hace poco una serie de mapas que ilustran los idiomas que, aparte del inglés, se hablan en cada uno de los cincuenta estados de Estados Unidos. En casi todos los estados, el idioma que más se habla, exceptuando el inglés, es el español. Pero cuando descartamos también este último, se despliega un abanico mucho más diverso de idiomas, que incluye el tagalo en California, el vietnamita en Oklahoma y el portugués en Massachusetts.
Las colecciones de las bibliotecas públicas reflejan a menudo las características e intereses de las comunidades en las que están integradas. Así que se puede esperar que las colecciones de las bibliotecas públicas en un estado determinado incluyan relativamente grandes cantidades de material publicado en los idiomas que hablen con más frecuencia los residentes de ese estado. Se puede poner esta hipótesis a prueba examinando los datos de WorldCat, la base de datos bibliográficos más extensa del mundo.
WorldCat contiene datos bibliográficos en más de 300 millones de títulos que abarcan miles de bibliotecas por todo el mundo. Para nuestros propósitos, se pueden filtrar con WorldCat los materiales que abarcan las bibliotecas públicas de Estados Unidos, las cuales se pueden dividir en cincuenta “bloques” que representan los materiales que contienen las bibliotecas públicas en cada estado. Al examinar los contenidos de cada bloque se puede determinar el idioma más frecuente en las colecciones de las bibliotecas públicas en cada estado exceptuando el inglés:
MAPA 1: El idioma más frecuente, aparte del inglés, en las colecciones de las bibliotecas públicas por estado.
Como sucede con los resultados sobre los idiomas hablados de la revista Slate, podemos ver que en casi todos los estados, el idioma más frecuente en las colecciones de las bibliotecas públicas, si exceptuamos el inglés, es el español. Hay excepciones: el francés es el más frecuente en Massachusetts, Maine, Rhode Island y Vermont, mientras que el alemán se impone en Ohio. Los resultados de Maine y Vermont complementan a los de Slate, que muestran que el francés es el idioma que se habla con más frecuencia en estos estados – es probable que se deba a que Maine y Vermont comparten frontera con los francoparlantes de Canadá. La importancia de los materiales en alemán en las bibliotecas públicas de Ohio tiene relación con el hecho de que el linaje más grande de Ohio procede de Alemania y representa a más de un cuarto de la población del estado.
Siguiendo el ejemplo de Slate, podemos buscar patrones más diversos de idiomas mediante una identificación de la mayoría de los idiomas más frecuentes, aparte del inglés yel español, en las colecciones de las bibliotecas de cada estado:
MAPA 2: Los idiomas más frecuentes que se pueden encontrar en las colecciones de las bibliotecas públicas por estado, aparte del inglés y el español.
Si no tenemos en cuenta los materiales publicados en inglés y en español, se revela una distribución más diversa de los idiomas por todos los estados, pero sólo un poco más diversa: ahora predomina el francés y se sitúa como el idioma más frecuente, aparte del inglés y del español, en las colecciones de las bibliotecas en 32 de los 50 estados. Además, encontramos sólo una correlación limitada con los resultados de Slate en relación con los idiomas que se hablan. En algunos estados, el idioma que se habla con más frecuencia, aparte del inglés y del español, coincide con el más frecuente, aparte del inglés y del español, en las colecciones de las bibliotecas públicas: por ejemplo, el polaco en Illinois; el chino en Nueva York y el alemán en Wisconsin. Pero sólo un cuarto de los estados (12) coincide de esta forma; la mayoría, no. ¿Por qué pasa esto? Quizá los materiales que se publican en algunos idiomas tienen menos disponibilidad en Estados Unidos, son caros de adquirir o ambos casos. Tal vez son otras las prioridades que conducen la elaboración de colecciones con materiales que no estén en inglés: por ejemplo, la necesidad de recoger materiales en idiomas que se enseñan con frecuencia en primaria, secundaria y después de la educación secundaria, como francés, español, alemán.
O quizás una clasificación de idiomas mediante un recuento de los materiales no es la métrica correcta.Otra forma de evaluar si las bibliotecas públicas de los estados adaptan sus colecciones en los idiomas que hablan los residentes de cada estado con frecuencia es comparar las colecciones de todos los estados. Si los residentes de un estado en particular hablan con frecuencia un idioma, quizá debemos esperar que las bibliotecas públicas en ese estado coleccionen un número más alto de materiales en ese idioma en comparación con otros estados. Incluso si la suma total de la elaboración de la colección no es suficiente para clasificar el idioma en cuestión entre los más frecuentes de las colecciones del estado (por razones como las que se mencionan anteriormente). Y ciertamente, para un puñado de estados, esta métrica funciona bien: por ejemplo, el idioma que se habla con más frecuencia en Florida, después del inglés y del español, es el francés criollo, el cual se sitúa en el puesto número 38 de los idiomas más frecuentes en las colecciones de las bibliotecas públicas de allí. Sin embargo, Florida se sitúa en el primer puesto de todos los estados en cuanto al número total de materiales en francés criollo que contiene.
Y es aquí donde nos encontramos con otro problema: la mayor disparidad en tamaño, población y, por último, número de bibliotecas públicas, en todos los estados.
Mientras que las bibliotecas públicas de un estado pueden coleccionar un gran número de materiales en un idioma determinado en comparación con otros, este no será suficiente para ganar un puesto alto en la clasificación nacional en términos de números realistas de materiales compuestos por ese idioma. Un estado grande y poblado por un gran número de habitantes puede eclipsar la actividad en la colección de un idioma particular de un estado pequeño, incluso si los materiales en ese idioma en un estado grande son proporcionalmente menos, comparados con el estado pequeño. Por ejemplo, California – el estado más poblado – se clasifica en el primer puesto en el total de materiales publicados en tagalo por bibliotecas públicas; el tagalo es el idioma que más se habla en California, después del inglés y del español. Sin embargo,al evaluar los idiomas que aparecen en el Mapa 2 (que son los que se hablan con más frecuencia en, al menos, un estado, quitando el inglés y el español) se concluye que California también se clasifica en un primer puesto en pertenencias totales de bibliotecas públicas para el árabe, el chino, el idioma siux, el francés, el italiano, el coreano, el portugués, el ruso y el vietnamita.
Para controlar esta «problemática relativa a los estados grandes» se pueden abandonar los totales absolutos como punto de diferencia y, en lugar de esto, comparar la clasificación de un idioma específico en las colecciones de las bibliotecas públicas de un estado con la media de la clasificación para ese idioma en todos los estados (para ser más precisos, aquellos que tienen propiedades de las bibliotecas públicas en ese idioma).
Podríamos esperar que los estados con una población significativa que habla el idioma en cuestión tuvieran una gran clasificación a nivel estatal para ese idioma que excede la media nacional. Por ejemplo, el vietnamita es el idioma que más se habla en Texas, si no contamos el inglés y el español. El vietnamita se sitúa en el cuarto puesto (por número total de materiales) entre todos los idiomas que aparecen en las colecciones de las bibliotecas públicas en este estado; la media de la clasificación en el caso del vietnamita es el puesto número 13 en todos los estados que tienen colecciones de materiales en este idioma. Como se ha mencionado arriba, la mayoría de los materiales de las colecciones de las bibliotecas públicas de California están en vietnamita, pero este idioma se sitúa en el octavo puesto en este estado.
El Mapa 3 muestra la comparación de la clasificación estatal con la media nacional para el idioma que se habla con más frecuencia, sin contar con el inglés ni el español en cada estado:
MAPA 3: Comparación del gran ranking del estado con la media nacional para el idioma que se habla con más frecuencia, además del inglés y del español.
Ahora parece que tenemos una prueba sólida de que las bibliotecas públicas tienden mucho a elaborar colecciones en idiomas que los residentes de los estados hablan con frecuencia. En los treinta y ocho estados (en color verde), la clasificación a nivel estatal de los idiomas que se hablan con más frecuencia en las colecciones de las bibliotecas públicas, además del inglés y del español, excede – considerablemente a menudo– la media de la clasificación para ese idioma en todos los estados. Por ejemplo, el idioma que se habla con más frecuencia además del inglés y del español en Alaska –la lengua yupik– es sólo el décimo más frecuente que podemos encontrar en las colecciones de las bibliotecas públicas de Alaska. Sin embargo, esta clasificación es muy superior a la media nacional para la lengua yupik (que va en el puesto 182). En otras palabras, la lengua yupik es considerablemente más prominente en los materiales que se elaboran en las bibliotecas públicas de Alaska que a lo largo de la nación – de la misma forma que la lengua yupik se habla relativamente con más frecuencia en Alaska que en cualquier otro lugar.
Como muestra el mapa 3, seis estados (en color naranja) muestran una clasificación igual que la media nacional; en todos estos casos, el idioma en cuestión es el francés o el alemán, los cuales tienden a aparecer mucho en las colecciones de todos los sitios (el francés se sitúa en el cuarto puesto y el alemán en el quinto). Cinco estados (en rojo) muestran una clasificación por debajo de la media nacional; en cuatro de los cinco casos, la clasificación estatal está a sólo un nivel más abajo que la media nacional. La alta correlación entre los idiomas que se hablan con más frecuencia en un estado y los idiomas que se pueden encontrar en las colecciones de las bibliotecas públicas del mismo sugiere que las bibliotecas públicas no son homogéneas, pero reflejan de muchas formas las características y los intereses de las comunidades locales. Esto también resalta el importante servicio que las bibliotecas públicas aportan a la hora de facilitar el acceso a la información a los miembros de las comunidades, quienes puede que no hablen o lean en inglés con fluidez. Por último, la actividad de elaborar colecciones de las bibliotecas públicas a través de una amplia variedad de materiales que no están publicados en inglés, sugiere la importancia de estas a nivel de todo el sistema de recursos de las bibliotecas. Algunos materiales que no están publicados en inglés en las colecciones de las bibliotecas públicas – quizás los materiales publicados en criollo en las bibliotecas públicas de Florida, o los publicados en lengua yupik en las de Alaska – podrían ser puntos escasos y potencialmente valiosos que no están disponibles inmediatamente en otras partes del país.
Visitad vuestra biblioteca pública… quizá encontréis algunos idiomas inesperados en las estanterías.
Agradecimientos: gracias a nuestro compañero de la OCLC Research, JD Shipengrover por crear los mapas.
Aviso sobre los datos: Los datos que se han usado en este análisis representan las colecciones de las bibliotecas públicas según se hayan catalogado en WorldCat. Los datos son actuales a fecha de julio de 2013. Los resultados citados pueden verse afectados por la cobertura de WorldCat de las bibliotecas públicas en un estado en particular.