Traducción: INMACULADA MORALES LUCAS (2016)
(Silvae, 2016. ”Déconnecter pour se concentrer dans les bibliothèques : et si on collait au cliché?“. Bibliobsession)
Hace años había escrito en este blog que algún día las bibliotecas ofrecerían espacios destinados a «desconexiones voluntarias» como un nuevo servicio para favorecer la concentración de sus usuarios. En aquel tiempo me vi confrontado con la incomprensión o incluso la burla… Era la época en la que se pretendía convencer al mundo de la necesidad de instalar wifi por todas partes. En 2016, aún no hemos llegado a ese punto (ni a la conexión wifi por todos lados ni a la desconexión), pero cada vez estamos más cerca. Por otra parte, desconectar no quiere decir cortar con la posibilidad de acceder a los recursos en línea, sino incitar a la buena gestión de las múltiples notificaciones que se dirigen a los que disponen de un smartphone. ¿Y si hoy fuera más necesario desactivar las notificaciones antes que desconectarse? ¿Y si fuera necesario pasar al modo pull y dejar el modo push en pausa? Porque ya se ha demostrado que las notificaciones captan nuestra atención y perjudican nuestra concentración cuando hacemos una tarea.
«Según los investigadores, aunque no miremos el smartphone nada más recibir una alerta, nos damos cuenta de que éste ha vibrado u oímos que ha sonado. Desde ese momento, comenzamos a pensar en el contenido del mensaje e imaginamos una posible respuesta. “Aunque las notificaciones sean de por sí breves, los pensamientos que suscitan estas alertas duran bastante más tiempo”, explican los autores.
Llegaron a esta conclusión después de haber sometido a una población de voluntarios a llamadas y notificaciones improvisadas mientras que desarrollaban tareas que requerían un poco de concentración. Resultó que las personas que recibieron las notificaciones cometieron casi el triple de errores y no consiguieron realizar todas las tareas “comunes” que se les había confiado. Las llamadas fueron lo que más molestó a la mayoría de los voluntarios, aunque los SMS resultaron también muy fastidiosos, especialmente aquellos recibidos mientras conducían, ya que hacía que el nivel de concentración cayera en picado desde el momento que se recibía el mensaje. Los investigadores explican que sólo pensar que el mensaje pudiera tratarse de una urgencia desconcentra a la persona de igual manera que si ésta cogiera el móvil para responder a la llamada…»
Si existe un lugar que debe, entre otros usos, permitir la concentración cuando queramos, tiene que ser una biblioteca, ¿no? ¿Y si por una vez nos acercamos a esta idea? La biblioteca de una gran escuela de Comercio de Madrid, la IE Business School, ha puesto en marcha un dispositivo bastante astuto que se llama Smart Areas.
La idea es sencilla y eficaz: al entrar en la biblioteca, las notificaciones de los móviles de los estudiantes cesan automáticamente para favorecer la concentración. No es nada obligatorio, es una acción voluntaria del usuario ya que éste debe instalar de antemano la aplicación móvil y activar el Bluetooth. Es en ese momento cuando puede ser geolocalizado (si sus preferencias lo permiten) y al entrar en la biblioteca, recibe un mensaje del equipo de bibliotecarios para darle la bienvenida, indicarle los servicios a su disposición o proponerle nuevos recursos. Cuando sale de la biblioteca, las notificaciones se reactivan automáticamente. La aplicación es muy simple y está disponible en la App Store y Google Play Store (solamente en español por el momento). Se entiende que este dispositivo está destinado a los usuarios asiduos de las bibliotecas.
En cuanto a la parte más técnica, el sistema utiliza beacons, esto es, balizas que permiten las microlocalizaciones:
«Beacon significa simplemente baliza. Una baliza es una caja de pocos centímetros que puede instalarse donde se quiera y que emite en un radio de hasta algunas decenas de metros en Bluetooth Low Energy. Estas balizas son percibidas por los smartphones que se encuentran a su alrededor y les permite una gelocalización exacta. Se habla de microlocalización (sobre todo dentro de los edificios donde el GPS no funciona), pero en realidad se trata de una técnica ancestral: la que usaban los faros para ayudar a situarse a los buques».
En cuanto a la privacidad de los datos personales, este artículo muestra que no hay nada que temer:
«El Bluetooth es unidireccional, de lo contrario, si la baliza enviase información a los teléfonos, éstos no pueden recibir nada. La única selección de información es la localización de los smartphones en el radio de acción. Es lo que solemos llamar un sistema opt-in: éste requiere la autorización previa del usuario.
En cambio, la utilización de las aplicaciones presenta los mismos límites que todas las aplicaciones: su diseñador puede pedir más derechos de acceso a los datos de los que son estrictamente necesarios, por ejemplo, el derecho a publicar en las páginas de Facebook. Es pues el usuario quien debe valorar la confianza que concede a las aplicaciones y a lo que éstas le proponen».
Ahí está el límite del sistema: el que deba ser instalado de manera voluntaria es uno de los puntos fuertes cuando pensamos en las otras posibles aplicaciones comerciales. Este tipo de tecnología sólo es intrusiva si los usuarios eligen iniciar la aplicación.
Respecto a la tarifa, os dejo lo respuesta que me dieron (la empresa es muy joven…)
«Rates are from 250 € per month/per area, so they can reach all their customers for just less than 10 € a day, instead of printing flyers which have a higher cost if they develop several actions during the month».
Encuentro que este concepto es una buena manera de proponer un dispositivo pasarela de mediación que se adapta a las necesidades de los usuarios. Pienso que, además de los dispositivos de gestión de los espacios de tipo zoning (una zona silencio, una zona para trabajo de grupos, etc.), este concepto hace más evidente la importancia no solamente del silencio sino también de la concentración prolongada. Por supuesto, cada uno es libre de poner el modo avión cuando lo desee, pero creo que este tipo de dispositivo es una manera de fomentar las desconexiones (de las notificaciones) voluntarias y temporales. Una manera de sensibilizar sobre la importancia del arte de saber vivir con lo digital o con una “Ecología de la atención” en comparación con una economía de la atención como propone Yves Citton.
Me parece fundamental que las bibliotecas sensibilicen sobre el desafío de la calidad de la atención en un contexto donde ésta se obtiene constantemente en microfragmentos. A través de esta propuesta, la institución pone de manifiesto que el problema de la concentración en el modo conectado es conocido y, no impone la desconexión, sino que incita al buen uso de los aparatos electrónicos. Es mediante propuestas concretas de este orden que se contribuye al objetivo de una difusión de la cultura de la información.