Traducción : ANA MENDOZA HÉLAINE (2015)
(Christophe Bezençon, 2014: “La bibliothèque de l’ETH Zürich (EPFZ) condamnée pour concurrence déloyale – la société de l’information menacée?”. Biblioth|ê|thique.)
A finales de 2011, los grandes editores científicos Elsevier, Springer y Thieme iniciaron un procedimiento judicial contra la biblioteca de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich por competencia desleal. El motivo de la querella es el servicio de préstamo de artículos digitales o digitalizados. El 7 de abril de 2015, el Tribunal de Comercio de Zúrich expresó su apoyo a los denunciantes. Esta sentencia [en alemán] [PDF] se publicó en junio; por dicho motivo, no ha salido a la luz hasta ahora. Martin Steiger, abogado zuriqués, ha realizado un informe [en alemán] detallado en su blog.
El centro del problema: los derechos de autor y la protección de los intereses comerciales
La ley suiza sobre el Derecho de Autor (LDA) [en francés] [PDF] permite determinados usos del ejemplar de una obra sin autorización explícita de los derechohabientes. Es legal copiar una parte del ejemplar de una obra en un contexto pedagógico o de información interna dentro de una institución o una empresa. Sin embargo, está prohibido hacerlo con la totalidad de la obra o gran parte de ella si está disponible en el mercado. El Tribunal se ha encargado de la definición de “obra”. En efecto, el argumento presentado por los denunciantes, y objeto durante el juicio, es que se considere cada artículo como una obra en sí misma. Anteriormente, en el caso de las revistas científicas y de la prensa escrita, la edición completa era considerada como obra. Una sentencia de la Corte Federal [en alemán] (instancia jurídica más importante de Suiza) que data de 2007 se encaminó por esta dirección. El hecho de que el mercado de pago por visión haya adquirido mayor importancia desde entonces, ha permitido a los editores redefinir el concepto de obra, no refiriéndose ya al número de revista, sino más bien al del artículo individual que, por tanto, se paga individualmente.
El préstamo de copias de artículos a los usuarios por parte de la biblioteca constituye, por consiguiente, una competencia directa contra las plataformas editoriales de pago, lo que no entra dentro de la LDA. Ser propietario de una copia en papel no cambia la situación: el simple hecho de que la compra de un ejemplar ya no sea atractiva para el consumidor es suficiente para que este servicio se vuelva ilegal.
El Tribunal ha sentenciado, sin embargo, que las bibliotecas tenían autorización para poner a disposición de sus usuarios fotocopiadoras o escáneres o, incluso, realizar en sus paredes reproducciones completas de artículos. No obstante, que la biblioteca envíe (por correo electrónico u ordinario) documentos no está expresamente autorizado por la ley y, por lo tanto, no debe ser uno de sus servicios. Según el Tribunal, la misión principal de una biblioteca es la de dar acceso a la información para el público. Al ofrecer un acceso gratuito in situ a los usuarios, la biblioteca sigue cumpliendo su misión y se considera razonable el esfuerzo que deben realizar los usuarios para ir hasta allí a hacer las fotocopias.
Replantearse la Sociedad de la Información
La biblioteca de la ETH hizo un llamamiento a la Corte Federal. Si esta llegara a confirmar la sentencia zuriquesa el próximo año, el servicio de préstamo de documentos de todas las bibliotecas en Suiza debería ser completamente remodelado.
Destaquemos, como lo ha hecho el Tribunal de Comercio, que la prohibición (a las bibliotecas, entre otros) del envío de copias electrónicas está en vigor en la Unión Europea desde 2001. ¿Se podrá negociar un precio razonable con los principales editores para garantizar la continuidad de este servicio? ¿La Corte Federal permitirá también el envío de copias en papel, sin proporcionar la misma comodidad de uso que los archivos originales y por lo tanto sin constituir una seria competencia al servicio de los editores?
El momento es, sin embargo, el adecuado para reflexionar sobre la Sociedad de la Información que pretendemos construir en los próximos años, tal y como propone Christian Gutknecht, especialista de la información y de la Open Access en el Fondo Nacional Suizo de Investigación Científica. Hasta ahora, las grandes editoriales siempre han sabido aprovechar de manera muy eficaz el constante retraso de nuestra legislación en el progreso técnico. En vez de continuar avanzando sin parar por reacción a las nuevas normas dictadas por los editores, ¿no sería más interesante buscar nuevas vías que permitan proporcionar a los usuarios, como lo exige el Código de Ética de BIS [en francés] [PDF], un acceso justo, rápido, económico y eficaz a la información y las ideas, independientemente de los soportes que los contienen?
Nicolás Sartori, bibliotecario científico de la Biblioteca universitaria de Basilea, y Christophe Bezençon [en francés].