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Supremacía cuántica

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Hace unos dos meses Google anunciaba que había conseguido lograr la “supremacía cuántica”. Los de Mountain View aseguraron que su súper procesador cuántico Sycamore fue capaz de resolver en poco más de tres minutos un algoritmo que los supercomputadores más avanzado del mundo habrían tardado 10.000 años en solucionar.

Pero, ¿que es esto de la supremacía cuántica? ¿Conseguirá desbancar la forma en la que hoy conocemos a los ordenadores? ¿cuanto de realidad hay en el anuncio de Google?

Respondiendo a la tercera pregunta, IBM que también está trabajando en este campo, ya ha puesto en duda algunas cifras que baraja el gigante tecnológico. Se plantea que alguno de los procesos seguidos no son reales sino suposiciones teóricas sin contrastar.

 

Diferencias entre la computación cuántica y la actual

La principal diferencia entre ellas es la unidad de información. Mientras que los sistemas actuales utilizan el bit, unidad que puede tener valor 0 o 1, los sistemas cuánticos utilizan el cubit, que puede ser 1, 0 o ambos al mismo tiempo. Esto multiplica las posibilidades para realizar múltiples cálculos de manera simultánea, con el consiguiente aumento de velocidad de los cálculos.

Esto que teóricamente parece tan fácil, no lo es en la realidad. Los científicos están encontrando muchos problemas a la hora de poder fabricar dispositivos que trabajen de manera eficiente en cubits. El supercomputador cuántico de Google, Sycamore, utiliza 54 cubits para trabajar.

Aunque la realidad es que esta tecnología está aún en pañales, como todo en este campo de lo tecnológico, el conseguir resultados interesantes y tener los equipos apropiados para sacarle rendimiento será cuestión de tiempo. Eso si, no se prevee que puedan destronar al sistema computacional actual, sino que será complementario. Cada sistema tiene sus propias fortalezas y, en el futuro, uno no podrá convivir sin el otro. En cualquier caso, aún quedan décadas para poder ver este sistema a máximo rendimiento. Probablemente, muchos de nosotros ni siquiera lleguemos a verlo.

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