Porque lo primero que hay que aclarar es esto. No votamos a una persona concreta, por mucho que sea quien encabece una lista electoral de un determinado partido. Votamos, se supone, un programa electoral. Un conjunto de ideas, de medidas, de propuestas que de gobernar el partido que las presenta pondrá en práctica. El problema viene cuando después, el programa se altera en función de las circunstancias, sobrevenidas o no, al albur de la mecánica del gobierno que en este país, y hasta el momento, parece transitar caminos inexplorados. O dicho con otras palabras más hoscas, tú vótame a mí, a mi partido, créete mi programa que luego ya nosotros haremos lo que consideremos mejor para el país sin tenerte en cuenta. Esto es lo que se ha venido practicando al menos en las dos últimas legislaturas, sobre todo en la última, en la que tras el capote de la crisis económica han desmontado todo el Estado social y democrático del Derecho que se presume que es España, o al menos así reza en nuestra Constitución.
A mí me gustaría que se percibiera el programa electoral como un contrato que el partido político firma con la ciudadanía. Un contrato que si se incumple tuviera sus consecuencias, entre otras preguntar al pueblo si desea que ese partido siga gobernando. La democracia real debe ser más participativa y menos representativa. El todo para el pueblo pero sin el pueblo ya debería haberse superado, y sin embargo, es lo que hasta ahora ha primado en la democracia española.
Me parece estupendo que haya debate de ideas, me parece hasta una necesidad que los ciudadanos podamos comprobar la talla de quiénes pretenden representarnos. Pero habría que ir más allá y pedir que esa exposición que ahora, en campaña electoral, están haciendo, la siguieran manteniendo una vez celebradas las elecciones. Hay que explicar cuantas veces sea necesario por qué se da un paso y no otro en política, y si son pasos que se dan fuera del contexto programático que se ha votado, es preciso someterse a una cuestión de confianza, no sólo de las fuerzas políticas representadas en el parlamento, sino directamente de la ciudadanía.
Hay partidos en estas elecciones que apelan a este cambio, Podemos e Izquierda Unida-Unidad Popular han sido capaces de trasladar a sus programas esa necesidad de democracia real que la gente demanda. Es una pena que no hayan concurrido juntos a las elecciones porque tienen programas muy parecidos.
Si se antepone lo que los ciudadanos quieren a los tejemanejes de los partidos, será más sencillo acordar políticas entre todos. Hasta ahora no ha primado eso en nuestro país. A la vista está lo que ha hecho el PP con su mayoría absoluta en los últimos cuatro años. Que no nos vendan humo que todos sabemos que han practicado la política con minúscula, haciendo lo que han querido, dejando a un lado su programa cuando así les convenía, y escurriendo el bulto, no puedo comprender bien cómo, de todos los indicios de corrupción que les acechan. Por el bien de este país, creo que necesitamos un cambio de rumbo, pero no un cambio personalista, tanto líder carismático aburre. Necesitamos un cambio real en las políticas, en el estilo de hacer política y en el compromiso de todos con los temas que nos afectan. Necesitamos que nos tomen en serio, como los ciudadanos que no militamos en partidos políticos hacemos con la política. Tomárnosla en serio. Que una cifra tan alta viera/escuchara el debate del lunes dice mucho de este país. A ver si entre todos podemos hacer de España un país más digno, más habitable y sobre todo mejor para nuestros hijos. Porque sí, sra. vicepresidenta del gobierno, yo creo que mis hijos tienen derecho a vivir en un país mejor que en el que he vivido yo…
¿Qué votamos?
Bailando con lobos
Los cantos de sirena que venden unos y la absoluta pobreza intelectual que ofrecen otros nos pintan un panorama, en un año profuso en citas electorales, desesperanzador. Es que no hay dónde mirar. La oferta electoral es tan pobre que muchos nos sentimos huérfanos. No hay seriedad en los mensajes. No se analiza con detenimiento lo que se ha venido haciendo en los últimos años. Tampoco ningún partido ofrece un viraje que nos lleve realmente a un cambio en el modelo productivo.
Podemos es un partido que se nutre del desencanto pero que no tiene programa definido, y que da bandazos según conviene. No se quieren definir ideológicamente porque buscan ser, dicen, el partido de los de abajo, de los ciudadanos. Se presentan, y eso da miedo, como si fueran la única alternativa, y poco menos que apelan al partido único. Pero más allá de las consignas que vierten insistentemente los cuatro que hablan en nombre de ese partido, nada más. A poco que se rasque sale la nada. Del PP qué podemos decir. Partido corrupto donde los haya que ni se inmuta ante la corrupción porque la considera parte de un sistema que creen que nunca se destruirá. Aparte de ello, han contribuido con sus políticas neoliberales a incrementar la desigualdad hasta niveles más propios del siglo XIX que del XXI. El PSOE sigue con el paso cambiado, moviéndose cual veleta al viento que cada día le da a un líder agotado casi al tiempo de ser elegido. Si no cambian verdaderamente las ideas, si no afianzan un verdadero programa de izquierdas, por mucho que cambien las caras, el partido corre un serio riesgo de perder aún más adhesiones. Y del resto de fuerzas políticas qué decir, que sólo Ciudadanos parece subir en intención de voto y con un programa con el que podremos disentir, pero parece que sólido. En fin, que muchos votantes progresistas no sabemos adónde mirar y tenemos la impresión de estar bailando con lobos.
Suma y sigue
No hay tregua. Hemos llegado a un punto en que lo importante no es la corrupción que aflora, sino la que se presume que terminará aflorando. Porque si hay algo que está quedando claro es que el sistema político español está absolutamente corrompido. Y no, no es que esté haciendo generalizaciones; es que si ustedes miran el panorama vean cuántos políticos de distinto signo están imputados en causas penales de corrupción o están ya en la carcel. Es más, miren al partido que sostiene al gobierno de la nación y la labor que está realizando el juez Ruz para sacar a la luz todo el sistema de financiación ilegal de este Partido. No se puede seguir mirando para otro lado. No se puede seguir postergando una depuración a fondo de la política. Porque eso, no lo olvidemos, no lo va a hacer la justicia, porque esa función no le corresponde. Son los partidos los que tienen que expurgarse, refundarse o desaparecer si es preciso. A ver hasta dónde tenemos que llegar para darnos cuenta de esto.
La caverna
Hoy hemos sabido que el presidente del gobierno, después de someter a la sociedad española a un debate anacrónico sobre la modificación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo ha decidido retirarla y ponerse a otra cosa. ¡Qué cansancio genera esta forma de gobernar! Tanta indolencia hastía. Porque ¿en algún momento pensó que con el proyecto de reforma que se presentó iban a alcanzar algún consenso? Entonces, ¿por qué dejar que pase el tiempo, se consuman fuerzas y se gaste tanta energía? Si en un tema como este han tardado tanto en reaccionar, el tema de Cataluña ya son palabras mayores. La escenificación que se está haciendo por el gobierno de Cataluña, principalmente y por el gobierno de la nación raya lo esperpéntico. Pero ¿en qué país vivimos? ¡Con qué poca seriedad se tratan a las instituciones! Estos gobernantes se apropian de ellas como si les pertenecieran y las usan a su conveniencia, como si no estuviera en juego lo que realmente está, que es la convivencia pacífica entre españoles. Habrá que comenzar a hablar de permitir que si los catalanes quieren ser otra cosa, puedan serlo, siempre en un contexto que construyamos entre todos. Tanto tira y afloja va a terminar por romper la cuerda y entonces quizás sea demasiado tarde.
Entretanto ocurren estas cosas en España el mito de la caverna resurge. Y ahí está el machismo campando a sus anchas poniendo en cuestión si una mujer, por el hecho de ser mujer, puede dirigir el equipo español de tenistas en la copa Davis. Por si alguien no lo sabía, esto es España. En pleno siglo XXI hay quien todavía se atreve a poner en cuestión la capacidad de ostentar los cargos por el hecho de ser mujer. La caverna más absoluta.
Combatir la abstención en una Europa en crisis
Según indican las encuestas y repiten con pertinaz insistencia los medios, la desafición de los ciudadanos hacia las políticas europeas marcará la tendencia en estas elecciones, con una al parecer muy alta abstención. Si los pronósticos se cumplieran, se confirmaría que la crisis que se vive en Europa no es sólo de carácter económico, sino que su alcance es más amplio y también más preocupante. Y se constataría además la falta de ambición y de sensibilidad de los partidos políticos para profundizar en la idea que quieren plasmar de una Unión que desde hace años parece ya no ser tal.
La construcción del proyecto europeo es, sin lugar a dudas, uno de los proyectos más ambiciosos que ha tenido lugar en el mundo en las últimas décadas. Si tras la Segunda Guerra Mundial se hacían imprescindibles los consensos para rehacer una Europa deshecha, pronto se comprobó que esos consensos podían tener un largo recorrido. Hubo en esos momentos personas que fueron capaces de visualizar las potencialidades que podía tener una Europa unida, y lucharon porque ese embrión avanzara; si bien con el propósito claro de lo económico por encima de todo, al menos resguardado por el paraguas de la democracia. Y si en un principio el libre mercado fue entendido como un fin en sí mismo, pronto se vio que ese libre mercado además guardaba connotaciones con otras libertades, como la libre circulación de las personas, y comenzó a transitarse un camino hacia lo político, iniciado con el Tratado de Maastricht de 1992 en el que se crea el concepto de ciudadanía europea. La Unión Europea es importante para todos y cada uno de los más de 500 millones de personas que poseen una de las 28 nacionalidades de los Estados miembros. Buena parte de las normas a las que estamos sometidos vienen de Europa. En Europa se deciden temas muy importantes que nos afectan a todos, sin ir más lejos todas las normas sobre protección de consumidores. Qué decir de la trascendencia de las políticas económicas que determinan en buena medida la vida de todos nosotros. De la Comisión Europea han llegado las directrices que han apostado en los últimos años por una austeridad que a muchos países, sobre todo a los del sur de Europa, nos ha perjudicado. Por eso no es baladí quién esté al frente de la Comisión europea, ni cómo esté conformado el Parlamento Europeo. La abstención mostraría una desidia hacia un proyecto que no se lo merece. Antes al contrario, es necesario que seamos conscientes de que la Unión Europea, ahora más que nunca es necesario que sea una Unión fuerte, y que eso sólo se consigue si todos los que tenemos derecho a voto lo ejercemos con responsabilidad y sabiendo lo que votamos. No dejándonos embaucar por lemas vacíos, sino remitiéndonos al historial que cada partido tiene. La hoja de servicios es la mejor carta de presentación. Y para aquellos que aún no la tienen, confiemos en su programa electoral, en la idea de que ese programa sea un compromiso sólido con el electorado y no papel mojado, el día después de las elecciones. Como ya sabemos que hacen algunos.
Lo que fue el 2013 y lo que puede ser el 2014
Apuramos los últimos días de 2013 y toca hacer balance. Recordarán que el año pasado por estas mismas fechas escribí una carta abierta a los Reyes Magos en la que pedía algunas cosas para el año que ya termina. Lo cierto es que reconozco que aunque se han esforzado, la situación no ha mejorado en demasía. Parece que la mejora ha llegado para quienes menos han sufrido esta crisis y para los que en buena medida han contribuido a crearla. Después de esa ingente aportación de dinero público a los bancos, parece que ya respiran de nuevo tranquilos. En cambio, las familias siguen sufriendo la difícil situación que ya nos acompaña durante demasiado tiempo.
Algunas veces ya hasta me pesa tener que volver a repetir lo que tantas veces he dicho: me apena y me preocupa la ineptitud de los que dicen ser representantes de lo público. Y no sólo de su ineptitud, también su falta de sensibilidad, su falta de delicadeza, su falta de ética, su falta de consideración para con todos los ciudadanos.
Si miro atrás, me doy cuenta de todo lo que hemos perdido en estos años. Quiero creer con todas mis fuerzas que seremos capaces de recuperar derechos que han sido vilmente cercenados o políticas acertadas como las relacionadas con la dependencia, que han sido eliminadas. Necesito creer que seremos capaces de recuperar todo lo bueno que se había hecho. Y quiero creer además que la justicia podrá seguir actuando, y que será implacable con todos los corruptos que desgraciadamente durante demasiado tiempo han campado a sus anchas. Las manzanas podridas hay que eliminarlas de raíz. Por tanto, lo primero que debería hacerse, lo que debería exigirse a todos los partidos políticos es que eliminaran de sus filas a todos los imputados, no ya sólo a los condenados con sentencia firme. No se imaginan el daño que hace en el actual contexto comprobar cómo los delincuentes de guante blanco han ocupado puestos de responsabilidad y se les sigue amparando por las instituciones. También los ciudadanos deberíamos ser más conscientes de nuestro poder y denostar con nuestro voto a aquellos partidos en los que se haya demostrado que las corruptelas han anidado entre sus filas.
En el terreno de lo concreto, debería llegar el momento en que el gobierno se fijara en los ciudadanos de a pie, y no en los grandes números, para poner en marcha políticas que amparen a quienes están sufriendo. Que no digan que no hay dinero que no es cierto. Los que no tienen para subsistir, los que han perdido su casa, o los que no pueden pagar la luz, o el agua o la calefacción deberían sentirse amparados por las instituciones. Que a esto se ha llegado por la responsabilidad de unos pocos a los que no se les ha exigido nada y a los que por el contrario se les ha ayudado. Ya está bien de monopolizar el dinero de todos en políticas que no sean efectivas. La política más efectiva que pueda haber es ayudar al que lo necesita.
Sólo pido para el año que viene que nos podamos dar cuenta de lo que es realmente importante, y actuar en consecuencia. A ver si retomamos de una vez el norte y nos fijamos ya de una vez en las personas.
Eso que llamamos España
Vaya por delante mi respeto a toda opinión, sentimiento o percepción de la realidad que cada uno pueda tener. En el contexto de una simple opinión enmarco esta que ahora escribo.
Ayer, el presidente de la Generalitat de Cataluña anunciaba una consulta que pretende realizar en noviembre del año próximo y en la que quiere preguntar a los ciudadanos de Cataluña si desean que Cataluña sea un Estado y si es así, si desean que sea independiente. A mí esto me parece sencillamente surrealista. No sólo porque jurídicamente me parezca algo inviable (¿sobre qué base normativa se asentaría esta consulta?), sino porque considero que los responsables políticos están creando artificialmente un escenario que lleva a un callejón sin salida. Por muy arraigado que sea el sentimiento catalán, por mucho que prevalezca sobre el español, forzar en este momento un debate sobre la independencia de Cataluña, considero que es el mayor error que se pueda cometer. No sé si lo que hay detrás es una especie de desafío; no sé si se es consciente de la trascendencia de lo preguntado; no sé si lo que se persigue es remover conciencias, lo que sé es que esto no es lo que necesitamos los ciudadanos en este momento. Los delirios mesiánicos deberían estar penalizados. Siempre. Y conste que no me asusta que el pueblo catalán se pronuncie, ni que haga toda ostentación de catalanismo que precise; lo que me preocupa es que se fuerce una situación a base de intereses partidarios, sin pensar en las consecuencias que puede tener abrir esta caja de Pandora.
Eso que llaman España no es sólo un precipitado histórico. A quienes se encargan de estudiar la Historia, con asepsia y humildad, le correspondería estos días, ilustrarnos acerca de ese Estado que se empezó a gestar en 1492 con los Reyes Católicos. Está visto que no por antiguos los Estados son más fuertes. Lo estamos viendo en estos días. Deberíamos revisar todo lo que nos une, y no lo que nos separa. Al fin y al cabo, y aunque pueda parecer un tópico, juntos somos más fuertes.
Y si…
Esta mañana conocíamos la noticia. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha paralizado lo que iba a ser un desalojo inminente de las 16 familias que habían ocupado un bloque de viviendas propiedad del SAREB, más conocido como banco malo, para más señas, sufragado con el dinero de todos los españoles en buena parte. Estas familias habían ocupado este bloque, que llevaba más de tres años vacío, para no dormir al raso. Algo que al parecer a este gobierno le trae al pairo. Eso ya lo sabemos, pero lo van a tener que escenificar con mayor claridad, pues el Tribunal ha dado un plazo al Gobierno español para que explique qué medidas van a adoptar para que estas familias no queden en la calle.
En Derecho, con mucha frecuencia suelen chocar derechos de distinta naturaleza. Podríamos pensar que en este caso choca, de un lado, el derecho a una vivienda digna que reconoce nuestra Constitución en el art. 47, y para cuyo disfrute los poderes públicos deben promover cuantas medidas sean oportunas para lograrlo y, de otro lado, el derecho a la propiedad privada. Pero se da la circuntancia de que el bloque es del SAREB, un organismo que en buena parte ha sido sufragado con dinero público, con dinero de todos. El objetivo de este ente es librar de “activos tóxicos” a las entidades financieras, esto es, liberar la cartera de estas entidades de inmuebles cuyas hipotecas habían sido ejecutadas por falta de pago y previo desahucio de las familias que en ellos vivían. En vez de plantearse qué solución dar a estas familias, que se habían quedado sin casa, nuestro gobierno se preocupó más de que los bancos se vieran saneados. Optó claramente por un derecho frente a otro. Ahora viene el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, previamente ya había intervenido el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en relación con el tema de las clausulas abusivas de los contratos hipotecarios, y revierte la situación. Está antes garantizar el derecho que tiene toda persona a vivir bajo un techo, no digamos ya si se trata de niños, antes que otros intereses, por muy defendibles que estos sean.
Y yo me pregunto… Y si la justicia, interna o internacional, todavía tuviera poder para revertir tanta injusticia. Y si todavía pudiéramos esperar que las personas significaran más que los mercados. Y si la utopía pudiera rediseñar el sistema. Y si…
Diseñando la estrategia
No tiene que ser tan difícil. Seguro que hay una manera de salir de esta situación. Se me ocurre hacer una vía, a imagen de la vía catalana el día de la Diada, que recorra España de norte a sur, para demostrarles a nuestros representantes que estamos cansados, hartos, hastiados de tanta noticia frustrante y que, como pueblo, necesitamos un pulmón para poder respirar. Ese pulmón viene de la necesidad de construir en positivo. Necesitamos políticas que en vez de practicar la mala costumbre de la tijera, pongan en marcha estrategias que nos lleven a un camino en el que el crecimiento sea el sujeto activo. Necesitamos alguna política en positivo. Después de estos casi dos años de Gobierno, aún no hemos escuchado, o al menos yo no lo he hecho, ninguna idea seria de hacia dónde queremos ir como país. ¿Cómo queremos crecer? Porque está claro que queremos, que necesitamos crecer.
Vivimos anclados en las malas noticias; la corrupción tema estrella de todos los telediarios; Europa pidiendo siempre más; el Gobierno desnortado ahora, y por enésima vez, incumpliendo la promesa del Presidente de no tocar las pensiones…, y entretanto, entre tanta mala noticia, parece que nadie osa a dar un paso para exigir respuestas. No sé cómo, pero habrá que pensar en cómo diseñar la estrategia para superar este abismo.
La verdad por delante
Era y sigue siendo cuestión de tiempo. La verdad acaba por aflorar siempre. O al menos eso quiero creer. Cierto es que ha habido casos previos de corrupción, sin ir más lejos, el caso Naseiro, también en el PP, en los que después de conocerse la verdad, judicialmente no se llegó hasta el final, por problemas procesales, en este caso que cito, de escuchas irregulares. Seguro que se le vendrán a la cabeza otros muchos casos como éste. Pero se pudo constatar entonces, como también se está constatando ahora, hasta dónde llega la corrupción y las corruptelas entre nuestros políticos. El caso Bárcenas es sólo la punta del iceberg. Pero tiene tanta importancia política que lo raro es que a día de hoy nadie, absolutamente nadie, haya dado un paso para explicarse. Explicarse, me refiero, con lógica y verosimilitud. No me refiero a las explicaciones de la Sra. De Cospedal y del Sr. Floriano que pasarán a los anales de la historia de la sinvergonzonería.
Mientras esto sucede en el PP, el otro gran caso de corrupción abierto en estos momentos, afecta al PSOE andaluz por el caso de los ERES, y tampoco están dando un ejemplo digno. También ellos piensan que se trata de una causa general abierta contra este partido por la juez Alaya. Ya se sabe, la victimización como forma de defensa. Lo utilizan a partes iguales unos y otros.
Y en medio de este lodazal, los ciudadanos, que asistimos a este lamentable espectáculo con náuseas. Náuseas de que nos gobiernen personas que anteponen sus intereses personales a los generales. Náuseas de que pretendan hacernos creer que vivimos en un Estado democrático, cuando a la vista está lo que les importa el pueblo. Como ya he dicho en este mismo blog, habrá que replantearse muchas cosas para que los ciudadanos volvamos a confiar en un sistema que los propios partidos políticos y sus castas están contribuyendo a destruir.
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