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Apostando por la biblioteconomía profesional

Traducción: CRISTINA VALDÉS RAMOS (2016)

(Autor invitado (2016): “Valuing Professional Librarianship”. HLS)

Cuando era estudiante, me llamó la atención la Hack Library School (HLS), porque es un foro maravilloso para la colaboración conjunta y la reflexión de nuestra formación como bibliotecarios en potencia. El objetivo principal de HLS, desde mi experiencia, es animar a los estudiantes de biblioteconomía a pensar de manera proactiva en cómo nuestra formación nos prepara para tener una trayectoria profesional plena como bibliotecarios y para lidiar con los vacíos mediante el aprendizaje y la propugnación extracurriculares. Aun así, lo más importante es que, en su conjunto, el blog nos anima a pensar más allá de nuestras experiencias individuales para valorar si los planes de estudios de los másteres acreditados en biblioteconomía y ciencias de la información de la American Library Association dan o no una formación útil a los bibliotecarios. Asimismo, nos estimula a pensar en la profesión como algo que nosotros podemos ayudar a moldear. Por lo tanto, HLS nos anima a defender la biblioteconomía en el sentido más amplio de la expresión. No sólo mediante legislaciones, juntas y agencias financieras, tal y como la gente se imagina cuando piensa en la  defensa de la biblioteconomía, sino también en todos los aspectos de nuestro trabajo con gente dentro y fuera de las bibliotecas.

Últimamente he estado pensando no sólo en cómo mi máster me ha preparado para ser bibliotecario, sino también en si las bibliotecas valoran o no mi aprendizaje y la formación profesional. Todos estamos familiarizados tanto con las típicas narrativas del Juicio Final sobre la desaparición de los libros y las bibliotecas como con la cada vez menor importancia de los bibliotecarios y el incremento de la información digitalizada. De lo que no se habla tanto es del hecho de que nosotros, los propios bibliotecarios, tomamos decisiones que quiebran la mismísima base de nuestra profesión. Por ejemplo, devaluamos la formación que se adquiere con un máster en biblioteconomía o con la formación profesional en el mismo campo. Los bibliotecarios están siendo partícipes de la desprofesionalización de la biblioteconomía.

En un intento por abordar estos retos, espero animar a los estudiantes del máster en biblioteconomía y ciencias de la información a que tengan en consideración estos problemas durante sus clases y, especialmente, cuando sean bibliotecarios. Seguid manteniendo conversaciones serias, difíciles y provechosas sobre el estado de la profesión y debatid sobre cómo valorar la formación, el aprendizaje y la particular pericia de los bibliotecarios. Dichas conversaciones pueden ser complicadas en los lugares de trabajo, donde por lo general la gente evita el conflicto, pero deberíamos recordar que cuando no decimos lo que pensamos, las otras personas pueden interpretar nuestro silencio como que estamos de acuerdo con sus ideas.

A finales de 2015, dediqué parte de mi tiempo a hacer algunas preguntas a bibliotecarios que había conocido en los dos últimos dos años y medio. Quería saber cómo creían que su formación en biblioteconomía y ciencias de la información les había ayudado con sus trabajos:

  • ¿Cuál de las cosas que aprendiste durante el máster te ha sido de especial utilidad en tu trabajo como bibliotecario? (¡Sería genial si pudieses darme ejemplos concretos!)
  • ¿Qué no aprendiste durante el máster que te habría sido de ayuda cuando empezaste a trabajar como bibliotecario?
  • ¿Qué clases del máster han resultado ser las más útiles para tu trabajo?
  • ¿Qué consejo le darías a los estudiantes que están cursando el máster actualmente para que le saquen el mayor partido posible?
  • ¿De qué forma crees que las bibliotecas siguen valorando que su personal cuente con un máster en biblioteconomía y ciencias de la información?
  • ¿En qué sentido crees que las bibliotecas no valoran el máster en biblioteconomía y ciencias de la información?

Alrededor de una docena de bibliotecarios de unas pocas bibliotecas públicas y universitarias me respondieron. Lo que sigue a continuación es una narrativa compuesta que se corresponde con sus consejos e impresiones. Muchos de sus consejos también aparecen aquí en HLS.

Algunos consejos

  • Unos pocos recomendaron a todos los estudiantes de biblioteconomía, especialmente a aquellos interesados en las bibliotecas públicas, asistir a clases de servicios de voluntariado, incluso si no tienes intención de ejercer como bibliotecario infantil, ya que muchos bibliotecarios ayudan a niños de todas las edades que acuden al punto de información. En algunos sistemas, más y más bibliotecarios emplean a gente para que trabajen en un único mostrador. De esta manera, tanto ellos como el personal encargado de la circulación trabajarían en un mismo sitio. Este consejo es básicamente el mismo que ya da la American Library Association, ya que todo bibliotecario debería contar con la disposición y la capacidad de ayudar a cualquier usuario que visite la biblioteca.
  • Cuatro de los encuestados mencionaron cursos específicos relacionados con libros de referencia. Por ejemplo, comentaron que los cursos de gestión de colecciones y de asesoría a los lectores sirven de ayuda para orientarse acerca de lo que sigue siendo la clave de las bibliotecas (a pesar de que haya gente que diga lo contrario): seleccionar y recomendar libros y guiar a los usuarios para que consulten las bases de datos adecuadas.
  • Curiosamente, tres de los encuestados animaron encarecidamente a los estudiantes a que asistiesen a cursos poco tradicionales sobre estadística, sociología, trabajo social y administración para entender así parte de las políticas del lugar de trabajo con las que se podría tener que lidiar y los tipos de interacciones que se podrían tener con diferentes usuarios. Un encuestado dijo que, de ser posible, se debería asistir a algún curso que tuviera lugar fuera del departamento de la biblioteca para conocer así perspectivas de profesionales en potencia procedentes de diferentes campos del conocimiento.
  • Varios encuestados animaron a los estudiantes a participar en organizaciones estudiantiles y profesionales (muchas de las cuales ofrecen admisiones de ingreso asequibles) para aprender más sobre la profesión, practicar tus habilidades con las redes sociales y comprender el funcionamiento de las políticas organizativas. Me gustaría añadir que esta experiencia es especialmente útil para aprender a llegar a consensos, tomar decisiones en grupo y poner en práctica otras habilidades que normalmente no se enseñan en los cursos de las bibliotecas y que resultan cruciales para tener éxito en el lugar de trabajo.
  • Muchos encuestados comentaron también que el tiempo que pasaron como voluntarios y estudiantes de prácticas les resultó de gran ayuda para conocer a profesionales y para entender el funcionamiento de las bibliotecas. Para ser más concretos, un encuestado escribió que «recomendaría a todos los estudiantes de biblioteconomía que hiciesen sus prácticas en lugares donde no se sientan a gusto para que eso les lleve a preguntarse qué están haciendo y por qué lo están haciendo». El fin de este consejo es poneros en una situación en la que tengáis que definir por vuestra cuenta lo que nuestra profesión significa, qué queréis obtener de ella y qué pensáis aportarle.
  • Finalmente, una encuestada escribió que ella se acuerda mucho de un profesor que animó a los bibliotecarios que estaban formándose todavía «a que fuesen amables cuando tuviesen que responder a preguntas, independientemente de si tenían que ayudar a una señora mayor con una fotocopiadora o realizar una búsqueda literaria a conciencia para alguien». Al fin y al cabo, la biblioteconomía consiste en relacionarse. Formamos comunidades y fomentamos la curiosidad dentro de nuestro entorno gracias a encuentros enriquecedores.

Aunque claramente soy alguien que cree que el máster ha sido crucial para ayudarme a entender la biblioteconomía, no sería competente por mi parte no abordar lo que algunos encuestados consideraron los aspectos menos útiles de su formación. También debería añadir que mi compromiso con la importancia del máster en biblioteconomía y ciencias de la información no excluye otras formas de profesionalización. Un ejemplo son los rigurosos programas de formación práctica en el lugar de trabajo en los que los «paraprofesionales» que están interesados en asumir más responsabilidades y realizar más tipos de labores en la biblioteca pueden aprender lo que necesitan para desempeñar las tareas que desempeñan los bibliotecarios.

Algunas advertencias

  • Tres encuestados sintieron notablemente que el máster en biblioteconomía y ciencias de la información parecía ser más bien una barrera artificial, un trozo de papel que era el ticket para acceder a algunos trabajos en bibliotecas y poco más. Y lo que es aún peor, un par de encuestados señalaron que los requisitos del máster hacen que haya una cantidad de centros bibliotecarios compuestos principalmente por estudiantes de clase media que pueden permitirse ir a la universidad y luego seguir especializándose. Esta situación genera una plantilla de trabajo de bibliotecarios homogénea. Si de verdad queremos que dicha plantilla sea diversa, tenemos que solucionar este problema. Estos encuestados comentaron que las experiencias laborales que implicaban un trato cara a cara con el público (como es el caso de los vendedores, los trabajadores de organizaciones sin ánimo de lucro y los empleados de asociaciones comunitarias) eran más enriquecedoras: les proporcionaban la experiencia y la práctica que se precisa para trabajar con usuarios de biblioteca.
  • Un par de encuestados señalaron que tanto los programas de la biblioteca como los gerentes de contratación parecían querer que los estudiantes de biblioteconomía participasen en cursos basados mayormente en las habilidades, como uno relacionado con el uso de un sistema de gestión de bibliotecas y otro enfocado en la recopilación de listas de los libros. Los cursos basados en las habilidades enfocados en la forma de desempeñar tareas específicas son más adecuados para la formación en el lugar de trabajo y, en última instancia, son menos útiles que las clases de enfoque general que animan a los estudiantes a hacer preguntas sobre los principios rectores y las suposiciones generales de la biblioteconomía. Por supuesto, un CV ideal presenta estas habilidades fundamentales de un bibliotecario que tiene una base sólida de exploración sobre el porqué de lo que hacemos en nuestro trabajo. Tener un sólido conocimiento de los principios nos ayuda a adaptarnos a los cambios de los programas informáticos, los dispositivos tecnológicos y otros detalles parecidos, ya que seguimos estando comprometidos con la misma labor de proporcionar acceso a libros e información a los usuarios (en el formato que sea, base de datos y otras parafernalias), fomentar la alfabetización y facilitar la comunicación entre los individuos y las organizaciones comunitarias.
  • Algunos encuestados, incluidos dos que ya llevan en el campo unas dos décadas, sienten preocupación por la creciente confianza depositada en los «paraprofesionales». Las bibliotecas, como es comprensible, están intentando averiguar qué tipo de posiciones dentro del personal servirán de la manera más óptima posible a las necesidades cambiantes de los usuarios. De todas formas, casi nunca tengo noticias de bibliotecas que estén haciendo un gran esfuerzo por darle un giro a los planes de estudios de los másteres en biblioteconomía y ciencias de la información para entrenar a los bibliotecarios profesionales en un rango más amplio de conocimientos (como, por ejemplo, apostar por darle un mejor enfoque a los cursos de introducción a la informática). Como resultado, los lugares de trabajo parecen estar menos unidos en torno a una identidad profesional compartida y hay menos posibilidades de entablar conversaciones sobre los problemas principales de nuestra profesión. Dejad que aclare que estos encuestados y yo no estamos completamente en contra de un ambiente de trabajo variado; más bien queremos pedir que, a la luz de las implicaciones de una aún mayor desprofesionalización, se reconsidere a conciencia lo que parece ser la solución fácil para contratar a un personal no formado en MLIS para cubrir un amplio rango de competencias.

Mi opinión es que los estudiantes de biblioteconomía deberían empezar a practicar la defensa de todas las maneras y a todos los niveles posibles. Dedicadle tiempo a pensar cómo veis el valor de vuestra propia educación y experiencias. ¿Cómo transmitiríais estas ideas al público, a vuestros compañeros de trabajo y a los organismos de financiación? ¿Cómo forjaríais una impresión de identidad profesional compartida como bibliotecarios con vuestros compañeros? ¿De qué otra forma podéis ayudar a seguir manteniendo conversaciones sobre  biblioteconomía?

En general, espero que penséis en cómo influyen las organizaciones bibliotecarias a lo largo de vuestra formación y que valoréis como os veis a vosotros mismos como futuros bibliotecarios en organizaciones de múltiples estratos. Aprended cosas al respecto del papel social de las bibliotecas y cómo apoyan o entorpecen a las comunidades a las que sirven. Tal y como escribió uno de los encuestados, «Me gustaría que las bibliotecas escolares exigieran clases que explorasen la alfabetización crítica, que observasen el sistema y los problemas de nivel social y hablasen del papel que desempeñan o que podrían desempeñar las bibliotecas». Imaginaos a vosotros mismos como bibliotecarios tanto dentro como fuera de la biblioteca y valorad cómo vuestro trabajo se cruza con las fuerzas sociales que empoderan e incapacitan a los usuarios en vuestra biblioteca.

Como conclusión, mantengo la esperanza de que podamos aferrarnos a la biblioteconomía como una profesión definida. La profesionalidad es un término polémico y existe un debate sano sobre qué define a un profesional de la biblioteconomía y también sobre cómo ese término puede llegar a ser excluyente. En relación a esto, el aumento del número de clases laborales de «paraprofesionales» en la mayoría de las bibliotecas ha generado una necesidad de equilibrar el trabajo de los bibliotecarios profesionales con otras tareas del personal de biblioteca. Mi postura en estos debates es que, para que las bibliotecas sigan siendo una institución crucial en el aprendizaje y el acceso a la información, los bibliotecarios debemos apostar por nosotros mismos como practicantes de un trabajo definido; debemos contar con unos valores compartidos y con un conocimiento que solo puede obtenerse mediante la formación y/o el entrenamiento sistemático. Esa identidad profesional definida no nos impide trabajar con otros profesionales que cuenten con unos valores y compromisos comunes a los nuestros, tales como los especialistas en tecnología, trabajadores sociales y educadores. En resumen, lo que necesitamos es pensar en el conjunto de la biblioteconomía. Esto nos permitiría entender la esencia de nuestro trabajo como bibliotecarios en el contexto de servicio a unos usuarios que son personas completas con vidas complejas fuera de nuestras bibliotecas. No necesitamos satisfacer todas y cada una de las necesidades de nuestros usuarios, pero sí entender cómo ponerles en contacto con los recursos y con otros profesionales que puedan ayudarles. Y lo que es más importante, necesitamos ser conscientes de encontrarnos diariamente con usuarios que tienen preguntas, preocupaciones y necesidades que no podemos satisfacer por completo no significa que nuestro trabajo esté obsoleto o que las bibliotecas necesiten a otros profesionales.

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