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Blog de Antonia Durán Ayago
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Con mucho orgullo

Quizás llegue un día en que no sea necesario. Con suerte puede ser que la normalidad de la diversidad se acabe imponiendo. Puede incluso que podamos disfrutar de la igualdad real, que no puede existir sin el derecho a reclamarse, a ser, a sentir y a amar como a cada cual le plazca. Con todas mis fuerzas deseo que ese día llegue.

Entretanto…

Quiero contaros el orgullo que sentí al ver una ficha que había hecho en el colegio mi hijo en que tenía que rellenar los datos de su árbol genealógico, y al preguntar por el nombre de sus padres, lo tachó, diciendo que él tenía dos madres y puso nuestros nombres. Con mucho orgullo.

Quiero transmitiros la necesidad tan vital que hay detrás de poder reivindicarse uno mismo como lo que es, un yo con carencias, con virtudes, y con derechos, por supuesto que también con obligaciones, pero sobre todo persona, con dignidad. Reivindicarse sin vergüenza, sin complejos. Al fin y al cabo, si no podemos hacer ni siquiera eso, ¿cómo se puede vivir?

Quiero decir bien alto y claro que nos queda mucho camino por recorrer, pero que el camino se hace andando y afortunadamente muchos en nuestro país y en muchos países del mundo, han ido dando los pasos para que muchas personas hayan podido constituir su familia, en muchos casos con dificultades, pero en muchos casos también ya con derechos. Seguiremos avanzando, porque la meta está lejos, pero nos ampara la razón y con ella la batalla ya la tenemos ganada. Ahora sólo falta tejer la senda que nos lleve a ella.

Quiero abogar por la necesidad de que en los colegios, en los institutos, en las Universidades haya unidades de diversidad sexual que atiendan las dudas y orienten a quienes se reconocen diferentes sin saber digerir la diferencia. Es muy importante acompañar en el proceso de autoafirmación a quien lo necesite, y, por eso, es preciso articular políticas que lo posibiliten en el espacio más cercano.

Quiero reincidir en la necesidad de que la educación deje de ser monocausal. La realidad es plural, diversa, compleja, rica. Desde pequeños los niños necesitan saber que sus familias son como cualquier otra, o que sus sentimientos no están prohibidos y no hacen daño a nadie, o que nadie tiene el derecho de hacer daño a otro simplemente porque no encaja en los parámetros de una unívoca normalidad.

Con mucho orgullo, sin dolor, con corazón y templanza, hoy y siempre, reclamemos nuestro derecho a ser quienes somos. Sin más. Sin menos

Duran Ayago Antonia

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