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Universidad de Salamanca
Blog de Antonia Durán Ayago
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Leyes que nos convierten en un país mejor

Quienes siguen este blog saben que he escrito en numerosas ocasiones sobre lo que era un proyecto y ayer se materializó en Ley. Sin duda, la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI que ayer se aprobó de manera definitiva en el Congreso de los Diputados, con una amplia mayoría, pone fin a una etapa de muchos años en que se han elaborado múltiples propuestas y solo desde el verano de 2020 comenzó a tomar cuerpo de forma real. Desde entonces los ataques se han centrado, por parte de sectores reaccionarios, en las personas trans, en la idea de que reconocer la autodeterminación de género no quedaba amparado por un biologicismo feroz que ignora la complejidad del universo de las personas.

Pero la ley es mucho más que eso, aunque hasta ahora solo a eso se le haya prestado atención. Es una ley integral por la igualdad de las personas LGTBI, con todo lo que ello conlleva. Por centrarme en la parte de la ley que mejor conozco, en lo relativo al derecho de familia, se han dado pasos que se necesitaban desde el mismo momento en que se reconoció el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005. Ahora ya no será necesario estar casado para poder filiar conjuntamente al hijo nacido en el seno de una pareja del mismo sexo; aunque no se ha acogido la propuesta de presunción de maternidad si el niño nacía en el seno de un matrimonio de mujeres, para equipar su situación por completo con las parejas heterosexuales (aún quedan pasos por dar…). Por otro lado, se reconoce la posibilidad de adoptar conjuntamente  a las parejas de hecho del mismo sexo sin estar casadas. El que los conceptos jurídicos de padre o madre se vean ampliados utilizando la expresión de progenitores tiene también su importancia para evitar que en las parejas del mismo sexo, uno de los miembros no se encuentre incluido. Importante también que se hable de personas con capacidad para gestar en la ley de reproducción asistida y ya no sólo de mujer… Son algunas de las importantes novedades que incorpora esta ley.

Es una ley de enorme interés que nos sitúa de nuevo a la vanguardia de los países respetuosos con este colectivo. El problema y la paradoja es que en el Congreso haya grupos homófobos que utilicen la sede de la soberanía popular para verter su odio. Pero aunque les pese, con la aprobación de esta ley somos un país mejor.

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¿Para qué sirve enseñar?

En este mundo nuestro de lo inmediato y de las opiniones compartidas, he leído en los últimos días varios razonamientos sobre la enseñanza universitaria que me han llamado la atención. Algunos sosteniendo que los docentes (o más bien, el sistema nacido a raíz de Bolonia) engañamos a los estudiantes; otros, manteniendo que prohibirían el uso de todo dispositivo electrónico en las clases para evitar la desconcentración o la dispersión. Seguramente quienes estas reflexiones han vertido tienen razones internas propias para mantener lo que sostienen. Sin embargo, me parecen opiniones poco sólidas que denotan, o al menos a mí así me lo parece, poca autorreflexión acerca del proceso docente, y ello, fundamentalmente, porque obvian al discente.

Partiendo de que considero que la docencia vocacional es un regalo, todo lo que voy a decir se sostiene en este apriorismo. El disfrute que supone poder enseñar a quien quiere aprender. Descartemos ya de entrada a quienes asisten a clase sin ese interés, que, por supuesto, los hay. Centrémonos en quienes vienen a clase buscando conocimientos. El porcentaje será variable. Pero no caigamos en el pesimismo. Si nos ponemos en lo peor, aun con eso, bastaría que uno de los que asisten comprendieran y disfrutaran del aprendizaje para justificar plenamente el esfuerzo.

Y ya presuponiendo que tenemos a al menos un alumno dispuesto a aprender, lo demás recae sobre el profesor/a. Es decir, el esfuerzo lo tiene que hacer el docente. Buscar las mejores metodologías, aunque pasen, a veces, por explorar fórmulas novedosas como un kahoot, sin que tengamos que rasgarnos las vestiduras. Porque al mismo nivel podemos exigirles leer la última sentencia relacionada con el tema que estamos estudiando y pedirles su análisis, o incluso lanzar la posibilidad de investigar y exponer al final del curso los resultados.

Lo que está claro es que para ser un buen docente se necesita trabajo y esfuerzo y respetar por encima de todas las cosas a los alumnos. Y comprender que es más importante el camino que se sigue a lo largo del curso, que solo el resultado final. Y con esto lo que quiero decir es que a veces, es más importante que el alumno comprenda lo que se va tratando en clase, que memorizar sin digerir tropecientos conceptos. Cuando se estudia hay buena parte de memorización, pero esto se terminará antes o después olvidando. Si lo que se memoriza se ha comprendido (aprendido), perdurará.

Por eso, es bueno también admitir, a veces, que no hay respuestas cerradas. Sobre todo en el mundo del Derecho, y que la capacidad de razonamiento es un valor poco trabajado, con carácter general, y muy necesario.

Así que a todos aquellos que se entretienen en denostar el sistema y hacer vaticinios agoreros, que comiencen por realizar un ejercicio de honestidad y se planteen cuánto se han esforzado últimamente por transmitir de la mejor manera lo que saben.

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Brasil, Estados Unidos o España

No comenzamos nada bien el año. El asalto a la democracia en Brasil, réplica de lo que ocurrió hace dos años en Estados Unidos, es otro aviso del delicado momento en que se encuentran las democracias liberales. El iliberalismo avanza con determinación, aunque de momento, las maltrechas instituciones democráticas aguantan.

Los contextos en que tienen lugar estos avances me parecen importantes. Quizás parezca desproporcionado hacer una comparativa con nuestro país. Pero el discurso que el PP y VOX mantienen de gobierno ilegítimo no dista demasiado de lo que en Brasil se ha mantenido tras las elecciones o del discurso de Trump cuando perdió la presidencia frente a Biden. Cuando los convencimientos democráticos no son firmes, se tiende a acudir con frecuencia a los discursos, nada inocentes, que cuestionan el propio funcionamiento democrático. La cuestión es cómo de deprisa esto horada el sistema. Los diques de contención solo aguantan si se reacciona a tiempo. Y tenemos ejemplos próximos en Europa que nos demuestran hacia dónde transita el iliberalismo, nueva versión del ya conocido “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” y en el que las minorías se ignoran o se persiguen. Estos caminos ya han sido transitados y sabemos adónde nos llevan.

 

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Final de 2022

En estas fechas tocaría hacer balance, pero desde hace un par de años las palabras no fluyen como antaño. Probablemente tenga que releer “El monstruo de colores”…

Pero aun sin hacer balance detallado, deseo para todos un 2023 provechoso en el que la magia nos acompañe. Entre los propósitos para el nuevo año, retomar la actividad de este blog. Gracias a todos los que lo seguís.

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Para el feminismo ilustrado

Estoy convencida de que en unos años se comenzarán a analizar las razones, el contexto, la finalidad de esta lucha encarnizada que han emprendido algunas autodenominadas feministas históricas, contra el proyecto de ley que va a reconocer el derecho a la autodeterminación de género. Nunca se habían oído tantas excentridades juntas. Tampoco se había visto en el feminismo destilar un odio que a todas luces debilita.

No por más alto que sea el pedestal desde el que se habla se tiene más razón. Y aquí ni Amelia Valcárcel ni Carmen Calvo, por citar solo dos de los casos más conocidos, realmente conocen lo que implica la autodeterminación de género ni parecen haberse leído el proyecto de ley. Porque lo que se está proponiendo es simplemente trasladar a ley lo que la OMS ya reconoció en 2018, fecha es que se despatologiza la disforia de género (para más detalle, aquí).  A partir de ese momento no hay que demostrar con ningún tipo de informe médico lo que uno es. Ya sé que cuesta entender esto para quienes no han tenido cerca ningún caso y les falta empatía para entender a quien vive con el sufrimiento de que no se le reconozca jurídicamente la identidad que tiene, pero es de justicia que así sea porque en España, afortunadamente, tenemos una Constitución que reconoce el libre desarrollo de la personalidad y la dignidad de las personas. Este reconocimiento ni borra a las mujeres ni está pensado para ser el reducto donde maltratadores se refugien (ya hay que ser retorcido…).

Estoy convencida de que cuando esta ley se apruebe, España será un país más habitable. Y tranquilas, igual que no se rompió la familia con el matrimonio entre personas del mismo sexo o con el reconocimiento del divorcio, tampoco aquí habrá apocalipsis.

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La tolerancia y los intolerantes

Desde que un partido político con ideas claramente xenófobas, homófobas, negacionistas, machistas y fascistas se empezó a hacer hueco en la sociedad española, muchas veces he pensado acerca de cómo se le están facilitando los espacios-altavoz para hacer propaganda de ideas que, en un contexto de democracia militante, no tendrían cabida.

Los medios de comunicación, incluidos los públicos, le han ofrecido un seguimiento desproporcionado a todo lo que hacen o dicen. Y lo han hecho amparándose en la libertad de expresión. Pero desde hace días, a raíz de una rocambolesca situación en este partido, una de sus exmiembros se pasea por las Universidades españolas dando conferencias. Ante esto, algunos grupos se han manifestado en contra, y las Universidades han querido lavarse las manos o se han parapetado tras la libertad de expresión.

Que el pensamiento involucionista que este partido defiende se extienda por la sociedad es consecuencia de muchos factores, pero quizás el más destacado es la caída de hombros de todos los espacios/sectores que están ocupando sin que apenas se le oponga resistencia.

Y ahí aflora la paradoja de Popper, acuñada en su libro La sociedad abierta y sus enemigos, en la que considera que una sociedad que manifiesta una tolerancia ilimitada frente a los intolerantes pone en riesgo la existencia de dicha tolerancia. Esto es, que si apelamos a la tolerancia como idea máxima y sin matices, estaremos contribuyendo a que los intolerantes cada vez se hagan con más espacio público, hasta que llegue el momento en que lo ocupen y acaben con esa tolerancia.

Esto es lo que está ocurriendo. Y desde la perspectiva universitaria quizás deberíamos reflexionar acerca de lo que un espacio como este debe ofrecer a sus estudiantes y resto de su personal. Si posibilitamos que sea un espacio para que se viertan ideas que niegan la evidencia y vulneradoras de derechos, estaremos entregando nuestra conquista más preciada. La ideología por supuesto que debe estar presente. Y los debates siempre son bienvenidos, pero también deberíamos saber discriminar lo que es un debate. Y a mi juicio, quienes niegan la dignidad de la persona, según a qué grupo pertenezca, no deberían tener ni espacio ni altavoz, al menos, en las universidades públicas.

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El futuro está en el aire

No se asusten. Es un juego de palabras. Sólo un juego de palabras.

Mañana iniciamos un nuevo curso. Después de tres cursos con distintas limitaciones por la pandemia, este será el primero sin ninguna restricción. Todo será igual que antes de la pandemia. Aunque bien sabemos todos que después de la pandemia ya nada será igual. Ya hemos incorporado a nuestro ideario la frase antes de la pandemia / después de la pandemia como punto de inflexión que subraya la fuerza con que esta ha pasado por nosotros.

Pero a las puertas de este nuevo curso, con tantos datos pesimistas que se ciernen por doquier, con la inflación por las nubes, con una guerra que sigue diezmando vidas, con una crisis climática que solo los negacionistas de todo se atreven a poner en duda, con todo eso, hay que encontrar la fórmula para que en las aulas nuestros estudiantes encuentren estímulos no sólo para la supervivencia, sino para la resistencia. Porque en estos tiempos convulsos que vivimos si algo ha quedado claro es que ningún derecho está a salvo de ser vulnerado y que cada vez existen más razones para formar ciudadanos conscientes de sus responsabilidades sociales.

Así que desde el Derecho Internacional Privado en este primer cuatrimestre, hasta el Derecho de extranjería y la Clínica Jurídica de Acción Social del segundo, pondré a disposición de mis estudiantes conocimientos, sí, pero también herramientas poderosas como son la capacidad de cuestionar lo preestablecido y la necesaria toma de conciencia de que todos y cada uno de ellos son actores protagónicos para que el futuro se escriba desde la esperanza. A ello nos encomendamos. Buen inicio de curso para todos/as.

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Y ahora, ¿qué hacemos?

No será porque no estemos advertidos. Desde hace tiempo, mucho tiempo, de que la tierra nos está enviando señales de agotamiento. El denominado cambio climático es una llamada de auxilio, mientras todos los que habitamos el planeta Tierra o miramos para otro sitio, o nos sentimos impotentes para revertirlo.

La cuestión es que quizás todavía no seamos del todo conscientes de que esta crisis climática, no estoy segura de si reversible, va a conllevar (o está conllevando ya) cambios estructurales del máximo calado. La escasez o falta de agua en los llamados países desarrollados marcará el punto de inflexión. Porque en otras partes del planeta la pertinaz sequía ya está generando graves hambrunas. Queda por ver cómo se gestionará este déficit. Seguramente la gestión de aguas residuales o las desaladoras ocuparán parte de las noticias no en mucho tiempo. Pero seguiremos probablemente sin ser conscientes de que un uso irracional (o poco ético) de los recursos naturales genera desigualdad y ninguna sociedad ni local ni global puede vivir en paz sostenida sobre esa base. Así que me preocupa ver cómo los Estados van poniendo parches a las situaciones que se van generando pero sin afrontar de forma clara un cambio de modelo productivo. Hemos construido durante demasiado tiempo sociedades individualistas, a las que les cuesta detectar la frecuencia de lo colectivo. Pero sólo desde esa vía colectiva podremos afrontar lo que nos viene.

Hay muchos que niegan todavía la evidencia. Es la ceguera del que no experimenta en propias carnes la realidad para entenderla. En esta época complicada que nos va a tocar vivir espero que seamos conscientes de la necesidad de tener al frente de las instituciones a personas con capacidad y solvencia, tanto técnica como humana. De lo contrario, veremos como hemos visto en Castilla y León, que al fuego de los incendios, se une el fuego de la incompetencia.

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Final de curso

El curso ha sido largo. Y trabajado. Un curso más, considero que el esfuerzo ha merecido la pena. En este, además, los estudiantes han evaluado la docencia y, por mi parte, estoy muy contenta con los resultados obtenidos. Que no siempre son tan buenos. En estas encuestas hay muchos misterios que desentrañar…

He vuelto a asumir la dirección académica de la Clínica Jurídica de Acción Social, algo que, todos los que seguís este blog, sabéis que tiene una importancia singular para mí. Hay mucho por hacer y con la ayuda de todos vamos a intentar seguir avanzando y creciendo con nuevo impulso.

En investigación, también ha sido un año productivo. La mayoría de mis trabajos están todavía por publicarse. Entre ellos, un reconocimiento especial para la obra colectiva dirigida por mi compañera Beatriz Campuzano en la que comentamos el Reglamento (UE) 2019/1111, sobre crisis matrimoniales, responsabilidad parental y sustracción internacional de menores que comenzará a aplicarse en unos días, el 1 de agosto. Esta obra, que estoy segura que será referente en la materia, se publicará en septiembre.

Este curso además he podido participar en varios seminarios formativos internacionales en Perú, Chile, Paraguay, Colombia. Y en numerosos seminarios y jornadas en España. Muy agradecida por la posibilidad de seguir enseñando y compartiendo experiencias.

En general, el curso ha sido muy provechoso. Aunque nos ha acompañado siempre esa incertidumbre y desasosiego que al menos a mí me produce estar asistiendo a procesos a todos los niveles que desestabilizan. La guerra en Ucrania, los feroces estragos del cambio climático, la decadencia de la política… Pese a ello, habrá que seguir transitando el camino como buenamente podamos.

Feliz verano a todos los que seguís este blog y muchas gracias por seguir haciéndolo tantos años después. Volvemos en septiembre.

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Fuego

¡Qué verano tan duro estamos teniendo! Es una tragedia sin paliativos todo lo que los incendios están arrasando, por toda España. Aquí, en Castilla y León, la situación es crítica. Sobre todo en la provincia de Zamora. A la gravedad de los incendios se une la incompetencia que está demostrando la Junta en su gestión. Es desolador. Este fuego también está haciendo que aflore la verdadera política. Y la que no es tan verdadera.

El patrimonio natural dañado, los medios de vida de poblaciones ya suficientemente afectados por la mala gestión territorial de la llamada despoblación, nos está mostrando con crudeza la realidad tan dura a la que nos enfrentamos.

Porque podemos debatir lo que queramos sobre el cambio climático, pero a la vista está que es difícil rebatir las evidencias. A estas alturas, lo que tendríamos que estar haciendo es un cambio de modelo productivo que beneficie a la sociedad en su conjunto. Sustituir las variables que sostienen el crecimiento económico por el necesario decrecimiento. Son las grandes empresas las únicas que ganan con el crecimiento. Está claro dónde nos ha llevado el feroz consumismo. Que desde los gobiernos estatales ni se cuestiona. Ahora el objetivo es seguir buscando fórmulas para mantener el gas, el petróleo y otros recursos naturales. Y poco menos que presentan como catástrofe la recesión. Ni una lectura de profundidad se divisa en el horizonte. Todos con el pin en la solapa de los ODS, pero ninguno convencido de lo que realmente supone un desarrollo sostenible, que pasa necesariamente por cambiar los hábitos de consumo y de producción. Que pasa necesariamente por un cambio de modelo productivo. La tierra es finita. Todo lo extraemos de ella. Y la voraz ansia de riqueza material nos está abocando a un mundo en el que seguir viviendo en condiciones de confortabilidad se torna cada vez más difícil. Los gobiernos del mundo, antes que plantearse qué hacer sin el gas de Rusia, lo que tendrían es que estar aplicando ya soluciones que vayan orientadas a frenar el cambio climático. Para eso necesitamos gobiernos que piensen en el bien común. Y lo que pudiera parecer una utopía en realidad es nuestra única alternativa de supervivencia.

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