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Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | 22 junio 2016

Dignidad, recuerdos y futuro

Varios acontecimientos de interés han tenido lugar el pasado fin de semana. Aunque parece que el protagonismo en los medios se lo haya llevado el fallecimiento del expresidente Adolfo Suárez. Sin embargo, las marchas por la dignidad que tuvieron lugar en Madrid el pasado sábado, bien merecen unas líneas. Porque aunque no pude asistir me hubiera gustado estar allí, con las cientos de miles de personas que demandaban que otro tipo de sociedad, que otro tipo de convivencia, que otro tipo de democracia es posible. La ciudadanía no está aletargada, como muchos piensan. Somos conscientes de lo que está pasando y debemos demandar nuestro papel en toda esta historia que nos están haciendo vivir.
Tuve la suerte de nacer en los inicios del cambio de la dictadura a la democracia. Aunque era muy pequeña recuerdo perfectamente la imagen de Suárez presente en la televisión a todas horas. Tanto es así que recuerdo que en el colegio, en los teatros que nos inventábamos, intentábamos imitar la voz de Suárez, tan afectada y grandilocuente. Estaba muy presentes en nuestras vidas, y gracias a su voluntad y a la de otros muchos que supieron estar a la altura, pudimos salir de un túnel para empezar a construir una democracia, que aunque formalmente ha dado sus frutos, en los últimos tiempos nos estamos dando cuenta de que el proceso no está ni con mucho terminado. Cuando se sale de una situación tan dura como fue la dictadura, el esfuerzo realizado probablemente haya hecho que los actores políticos (partidos y ciudadanía) disfruten de cierto sosiego, cuando se comprueba que hay pluralidad de fuerzas políticas, que a cada cierto tiempo hay elecciones, que cada uno puede expresar lo que piensa… Sin embargo, la transición real quedó a medias y es necesario un nuevo impulso para terminarla.
La situación ahora no es equiparable a la de hace 40 años, pero la necesidad de regenerar la democracia se ha convertido en imperativo. Veo con cierta esperanza el futuro. Afortunadamente, la dignidad no la hemos perdido, porque ni los recortes ni las políticas regresivas que está poniendo en práctica este gobierno pueden con ella.

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