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Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | 22 junio 2016

Gamonal como síntoma

Estamos ya acostumbrados a que nos vendan la realidad desfigurada; a que cada uno cuente su verdad de la forma que más beneficie a sus intereses. No otra cosa está haciendo el Ministerio del Interior en estos días, apropósito de las protestas de los vecinos del Gamonal, en Burgos. Se ha apresurado a asegurar que detrás de esas protestas están grupos radicales antisistema de izquierda itinerantes que se desplazan allá donde hay conflicto con el único objetivo de utilizar la violencia para crear desordenes públicos. Y al hilo de esta afirmación, el secretario de Estado de Seguridad, ayer en la Cadena Ser, no tenía el mínimo escrúpulo en ligar esto con el anteproyecto de la ley de seguridad ciudadana, tanto o más necesaria ante tales acontecimientos…
La realidad, sin embargo, por más que se la intente vestir con ropajes artificiales acaba aflorando siempre y deja al trasluz los intentos manipuladores de muchos. Ha sido el Tribunal de Justicia de Castilla y León el que se ha encargado de desmontar esta teoría. Los detenidos son vecinos de Burgos, sin antecedentes. Por tanto, los que están detrás de estos movimientos no son grupos organizados de antisistemas, sino personas cansadas, hartas del sistema. Pudiera parecer que el hecho de oponerse a la construcción de un bulevar en esa zona del Gamonal, no es suficiente para tanta algarabía. Sin embargo, yo lo entiendo como un síntoma del cansancio que muchos sentimos ante esta forma de gobernar de muchos políticos de espaldas a los ciudadanos. El pueblo, los ciudadanos, debemos tomar conciencia de que no sólo somos los que decidimos, sino que las políticas deben ser realizada en nuestro beneficio, y no en beneficio de unos pocos, llámense constructores, políticos o como se quiera.
En Extremadura, ayer, el secretario general del PSOE, Sr. Fernández Vara, dio un paso que más allá de lo simbólico que tiene, demuestra que algunos políticos sí han percibido que debe darse un golpe de timón. Compareció ante notario para renunciar a algunos de los privilegios que como político la ley le otorga. En concreto, renunció a su aforamiento y a la posibilidad de declarar por escrito en un juicio. Habría que cambiar la ley, obviamente, para que esto no fuera una noticia, pero entretanto, parece que algunos no hacen oídos sordos a lo que el pueblo reclama. Ya está bien de gobernar para el pueblo pero sin el pueblo, que el despotismo ilustrado quedó atrás hace siglos.

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