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Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | 22 junio 2016

La justicia del más fuerte

En la República de Platón, se recogen distintas concepciones sobre la justicia. Sócrates se encarga de presentarlas, “entrevistando” a diversos personajes que engendran esas ideas sobre lo que la justicia es y lo que representa. Uno de esos personajes es el sofista Trasímaco, defensor de la justicia del más fuerte. Para él, justicia es lo que place al más fuerte, o dicho de otro modo, los gobernantes hacen las leyes que les convienen para verse beneficiados por las mismas. El concepto de democracia no está presente en su concepción de la justicia, pues para él las normas las elabora el más fuerte (gobernantes) con el único objetivo de alcanzar prebendas y beneficios.

Seguramente no estamos tan lejos de esa concepción de la justicia. Bastan los ejemplos que diariamente nos trasladan los medios para comprobar que ni todos somos iguales ante la ley, ni las normas benefician de la misma manera a los poderosos y a los débiles. Los gobernantes de Trasímaco, no son en realidad y a día de hoy, los más fuertes, sino que estos gobernantes actúan como meros demiurgos que trasladan la voluntad del capital o de los mercados, esos grandes grupos de inversión que todo lo controlan y que deciden, sin pasar por elecciones algunas, lo que les place, consiguiendo que la legislación se acomode a sus deseos. No otra cosa es el neoliberalismo.  A estas alturas ya nos deberíamos haber enterado todos.

Utilizar la palabra corrupción para describir estos comportamientos es demasiado liviano. El problema es que se trata de comportamientos que por repetidos, se han acabado inoculando en la sociedad y ésta parece admitirlos como si fueran inevitables. Fíjense si no en el bochornoso espectáculo del denominado “caso Bárcenas”. Un señor que ha controlado las cuentas del partido del gobierno durante tantos años y que ahora se descubre que ha amasado una inmensa fortuna a base de recibir prebendas de esos “grupos” de presión, que llámense Gürtel o como se quiera, han estado a la sombra del poder moviendo los hilos para lucrarse también. Resulta que ante un caso tan GRAVE, el partido en el gobierno mira para otro lado, da la callada por respuesta, no sabe no contesta. Quizás su silencio se debe a que los contratos simulados con indemnización en diferido han sentado tal cátedra, que prefieren quitarse del medio, presentándose o intentándolo al menos, como víctimas. En un Estado democrático y de Derecho, tamaño escándalo habría justificado sin dudarlo un adelanto electoral, pues parece cada vez con más claridad comprobarse que hay un partido que  lejos de servir a los intereses generales (que es para lo que ha sido elegido) ha estado (y utilizo el pasado, sin estar muy segura de si debería usar el presente) sirviendo los intereses privados de una corruptela que extendía sus tentáculos por las más diversas administraciones. Lejos de eso, aquí no pasa nada,  impera la justicia del más fuerte; justicia del que puede servirse de la información que tiene para evadir la cárcel y no se sabe cuántas cosas más.  Ojalá me equivoque.

 

 

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