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Universidad de Salamanca
Blog de Antonia Durán Ayago
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Buenos deseos

 

Hoy es el último día antes de vacaciones de navidad. Ya van quedando pocos días de este aciago año.

No se puede decir que este año haya estado lleno de buenos momentos. Los ha habido, claro, pero la dureza con que nos ha embestido los ha ido desdibujando. Pérdidas personales. Pérdidas de proyectos que quedaron inacabados. Pérdidas. Quizás por ello en estos días sea más necesaria que nunca la esperanza, bien entendida, militante y activa, pero al cabo esperanza. Vamos a confiar en que el 2021 nos trate mejor y que seamos capaces de rehacernos para seguir haciendo el camino de la mejor manera posible.

Para todos aquellos que seguís este blog, lo mejor para estas fechas y para el próximo año. Salud y esperanza.

 

 

Navidad 2020

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Fin de la cita

El Reglamento del Defensor del Universitario de la Universidad de Salamanca contempla un procedimiento muy exigente para llegar a ser Defensor del Universitario. Exige obtener la mayoría absoluta del total de los claustrales, no de los que votan. Es un sistema que penaliza el cambio si se vuelve a presentar quien ostenta el cargo en funciones. Así viene ocurriendo desde hace cuatro años. El actual Defensor sólo obtuvo esta mayoría en diciembre de 2012 en que sólo concurrió su candidatura. Después de agotar ese mandato de cuatro años, se ha presentado siempre y siempre ha obtenido menos votos que el otro candidato.  La ejemplaridad de la que debería dar cumplida cuenta quien ostenta un cargo de esta naturaleza queda cuestionada. Pero más allá de ello, lo que esto demuestra es que el sistema está mal concebido, puesto que persiguiendo un apoyo excepcional del Claustro, lo que es comprensible por la entidad del cargo, permite que se perpetúe en él quien  menos apoyos tiene.  Así que urge cambiar este Reglamento.

Por mi parte, agradezco su apoyo a los 133 compañeros que han apoyado mi candidatura. Ha sido un respaldo importante y lo valoro en todo lo que vale. No he logrado culminar la cima pero el camino ha merecido la pena. Fin de la cita.

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Candidatura a la Defensoría del Universitario

La semana pasada se convocó Claustro para el próximo día 17 de diciembre. Es una sesión muy importante porque entre otros asuntos se debatirá y aprobará, en su caso, el Plan Estratégico de la Universidad de Salamanca 2020-2023. También se renuevan los miembros de varias comisiones y, entre otros puestos, la persona que estará al frente de la Defensoría del Universitario,  a la que he decidido presentarme.

En mayo de este año el equipo de docencia vio interrumpido el trabajo que veníamos desarrollando. Yo en ese momento estaba al frente de la Unidad de Evaluación de la Calidad. Tanto durante el confinamiento como en los dos años previos, desde que comenzó el mandato, habíamos impulsado importantes cambios. Muchos se quedaron a medias, otros lograron salir a tiempo. La cuestión es que en esta toma de contacto con la gestión a nivel de Universidad me di cuenta de todo lo que se puede hacer.

Desde la Defensoría del Universitario no sólo se atienden quejas y reclamaciones, sino que se puede llevar a cabo una labor de mediación, se pueden elaborar informes y recomendaciones, todo inspirado y orientado a potenciar la mejora de la calidad de los servicios que como Universidad ofrecemos. No dispone de competencias ejecutivas, así que los cambios que considere que deben ser impulsados dependen de que los hagan propios los órganos y servicios que tienen la competencia para ello.  El que exista un órgano de estas características en las Universidades debe ser conocido y utilizado por todos los miembros de la comunidad universitaria. No sólo está enfocado a garantizar el ejercicio de los derechos y libertades de los estudiantes, como desde fuera se podría pensar, sino también de PDI y de PAS.

Entre los desafíos inmediatos de quien finalmente ostente el cargo debe estar la puesta en funcionamiento de la Oficina de la Defensoría, contar con medios humanos y materiales suficientes para desarrollar eficazmente sus funciones, disponer de un registro auxiliar documental propio, desarrollar una página web, y fomentar todo lo que sea posible la transparencia y la accesibilidad. Y de entrada me parece también muy interesante poder mantener encuentros con los distintos órganos de representación de todos los sectores de la Universidad para servir de catalizador y también de vertebrador de la Universidad. En un proceso de escucha activa.

Este paso que he dado nadie me lo ha pedido. Y creo que está bien que así sea.  Los principios de autonomía e independencia que deben regir este órgano están garantizados. Así que todo depende de que los miembros de Claustro consideren que puedo ejercer correctamente este cargo. Yo he presentado mi candidatura desde el compromiso y la responsabilidad con la Universidad.

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Claves de un buen gestor

No es tarea sencilla la gestión universitaria. Pero para los académicos que tienen vocación de servicio constituye un espacio singular para poder transformar realidades. Para poder mejorarlas, poniendo en práctica ideas nuevas.

No es fácil ser un buen gestor. La primera tarea difícil es rodearse de un buen equipo en el que se tenga confianza y en el que se sepa delegar. Uno de los errores frecuentes es pretender acaparar todo sin permitir que los demás hagan su trabajo. Si esto se hace, si no hay trabajo real en equipo, todo acabará cayendo, como un castillo de naipes. Es cuestión de tiempo.

También es necesario diseñar un plan de actuación, marcarse unas metas muy concretas, informar de ellas y tener al día de su cumplimiento.

Hace falta dialogar y escuchar. Bajar al ruedo. Tener contacto directo con las personas, porque si no se corre el riesgo de gestionar para uno mismo, no para el colectivo.

Muy importante es también contextualizar, y no patrimonializar las instituciones. Afortunadamente, las instituciones están y son cuando uno llega y se quedarán y serán cuando uno se va. De lo que se trata es solo de contribuir de la mejor manera a que tu paso por ellas nos las desgaste ni se vean eclipsadas por cuestiones que nada tienen que ver con lo académico.

Tampoco es conveniente utilizar la gestión en la academia como trampolín hacia otros cargos. Eso es un error que tiene que ver con la patrimonialización a la que antes me refería.

Un buen gestor debe tener empatía y reconocer el trabajo de todos los que reman en su misma dirección. Un buen gestor debe respetar a todos los miembros de la comunidad a la que pretende servir.

A la vista está  que no son buenos tiempos para los buenos gestores.

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Hoy tenemos clase de Derecho Internacional Privado con…

Contexto:

Aprovechando la coyuntura que vivimos, en la que todos, estudiantes y profesores, manejamos ya las plataformas virtuales de enseñanza, una forma de enriquecer a nuestros estudiantes y a nosotros mismos como profesores podría ser compartir una clase sobre un tema concreto de nuestra asignatura con alumnos de otra Universidad.

Dado que el curso ya está avanzado, tendríamos que movernos rápido.

Organización:

En primer lugar, podríamos constituir un grupo de profesores interesados en participar en esta iniciativa.

Compromiso único: impartir una hora de clase de Derecho internacional privado a los alumnos de esta asignatura en otra Universidad. Importante es que quedara grabada para compartirla con el resto de estudiantes de DIPr que participaran en esta iniciativa. Se propone alojar las sesiones en el canal de Youtube de Innovación de Derecho Internacional Privado. USAL, además de quedar en el repositorio de la Universidad en que se impartiera la sesión.

Los profesores interesados en participar propondrían qué tema les interesaría impartir e indicarían en qué tema les gustaría que participaran compañeros de otras Universidades. Deben ser temas de la parte especial de DIPr.

P.ej.:

Antonia Durán Ayago. Profesora Titular de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Salamanca

  • Me ofrezco para explicar el estado actual de la cuestión del reconocimiento en España de la filiación habida a través de gestación por sustitución en el extranjero
  • Me gustaría que un compañero/a explicara en mis clases la celebración del matrimonio con elemento extranjero en España

Me ofrezco a organizar la operativa. Todos los que estéis interesados, hacédmelo saber en aduran@usal.es.

Puede ser una buena manera de comenzar a compartir temas de innovación en nuestra disciplina.

 

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Conectar

A veces, sólo a veces, se produce el milagro. Sin saber muy bien por qué, se produce una conexión entre personas. Probablemente venga derivado del reconocimiento en el otro. Lo comprendemos. Nos gusta esa forma de expresarse o de ser. Esa conexión se puede producir en diferentes escenarios. También en las aulas.

Hace unos días me escribió un alumno de los primeros que tuve cuando llegué a Salamanca. Sólo nos conocemos de ese espacio, del aula, pero desde entonces, hará al menos 15 años, todas las navidades me escribe para desearme lo mejor, con mucho cariño. Este año me escribió también en octubre, cuando vio los datos de la pandemia en Salamanca, para preguntarme cómo estaba. Y me emocioné. Ayer otro ex alumno, este más cercano, de hace seis años, me escribió para preguntarme una duda sobre el reconocimiento de un divorcio de EE.UU en España y me decía lo importante que habían sido para él las clases de Derecho internacional privado. Nos apreciamos mutuamente. Nos seguimos en las redes. Y sabemos cómo vamos evolucionando. Conectamos. Ayer también otra antigua alumna muy querida, a la que conocí porque la acompañé en su proceso de elaboración del TFG, uno de los mejores sin duda que he dirigido, me escribió para comunicarme la grata noticia de que había obtenido un premio por su TFM, y me lo decía porque sabía que me alegraría. En efecto, a partir de ese momento el día tuvo más luz.

Aunque en principio las aulas puedan parecer espacios hostiles para la conexión, estas conexiones existen. Algunas veces se hacen más evidentes y otras pasan desapercibidas. Pero cuando se producen ya sabes que van a durar para toda la vida.

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Contra el odio, cultura

En estos tiempos duros y raros que nos está tocando vivir, que han llegado cuando la posverdad ya campaba a sus anchas, es necesario apelar a la cultura como único antídoto para mantenernos sobrios y serenos.

Necesitamos templanza y conocimientos para poder ordenar todo el maremágnum de ideas, noticias, datos que diariamente nos asolan. Necesitamos equilibrio.

Que la ignorancia es atrevida, ya lo sabemos todos. Quizás menos, que es la incultura la que genera el odio. No parece de recibo que de un tiempo a esta parte los delitos denominados de odio estén al alza. Tras ellos siempre hay alguna fobia. Algún miedo. Miedo desde el desconocimiento y la falta de empatía para ponerse en el lugar del otro. Odio al pobre, al extranjero, al homosexual, al viejo, al diferente desde una cierta perspectiva. No es normal, por ejemplo, que en los colegios e institutos se agreda a compañeros por su forma de ser, de sentir, de vestir, de expresarse. El otro día, a un niño de 12 años en Cartagena. ¿Es esto normal? ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo? ¿Estamos volviendo a las cavernas?

La cuestión es que el contexto no es el mejor. La semana pasada ocho mujeres, autodenominadas “históricas del PSOE”, presentaron un manifiesto contra la proyectada ley de autodeterminación de género, bajo la consigna, nada progresista, de que es mujer la que nace con los órganos genitales femeninos, no, ninguna otra. Es decir, la misma argumentación de aquel autobús que iba recorriendo las calles haciendo apología del odio frente a las personas transexuales. Aquel tenía detrás a una organización de ultraderecha. Pero ¿y las que dicen llamarse históricas del PSOE? Su posicionamiento en el feminismo, intentando apropiarse del mismo, para hablar en su nombre en esta y otras batallas que de forma sesgada se están dando, no contribuye nada a ninguna buena causa, antes al contrario, está haciendo un daño profundo a un movimiento cuyo presupuesto de base es la igualdad.

No, el contexto no es el mejor. Los opinadores están sustituyendo a los científicos. Los posicionamientos se alinean sobre la base de fobias o filias, pero si rascas un poco, vacío. No hay capacidad argumental. El erial que nos rodea es extenso. Pero no por ello hay que desistir. Desde la universidad habrá que hacer un esfuerzo renovado para contribuir desde el conocimiento a los debates que se plantean en la sociedad. Y habrá que demandar, que reclamar, que el respeto al otro, es máxima sin la cual, no se puede construir nada. La dignidad humana como base de todas las cosas. Para llegar a esta posición hay que empaparse de cultura. Entendida como conjunto de conocimientos que permite desarrollar su juicio crítico a las personas. Volvamos al humanismo. Al “sapere aude” de Kant, atrevámonos a saber; no nos conformemos con lo que otros nos digan; busquemos nuestra autodeterminación y cultivemos nuestra mente. Pensemos. Porque si nos dedicamos a tragarnos todo lo que nos cuentan, terminaremos siendo hombres-masa, como diría Ortega y Gasset. Podemos aspirar a algo más que a eso.

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Nueva normalidad en la Universidad

A finales de mayo, cuando los datos de fallecimientos habían disminuido y la curva de contagios había sido doblegada, probablemente todos ansiábamos recuperar la normalidad perdida. Tras el fin del estado de alarma en junio, se elaboró el decreto de la denominada nueva normalidad que, a mi juicio, ha sido un fracaso desde su inicio. La propia denominación ya inducía a equívoco, porque la normalidad tal y como la conocíamos iba a tardar en llegar, y mientras eso ocurría no hemos sido capaces, prácticamente desde ningún sector de la sociedad, de hacer otra cosa que la que ya hacíamos antes de que la pandemia llegara. Con mascarilla y distancia de seguridad, pero las mismas cosas. El teletrabajo, por ejemplo, desapareció por arte de magia, siendo así que cuando los datos de contagios empezaban a subir, la mayoría de las actividades habían vuelto a ser presenciales. Pero la inercia pudo más y es aún hoy, cuando los datos de contagios son alarmantes, cuando seguimos como si no pasara nada.

Si nos fijamos en la educación, ya lo he dicho en otras ocasiones, habría que discriminar por etapas educativas. Entiendo perfectamente que se intente mantener la actividad presencial en la educación primaria y en la secundaria, pero me cuesta más entenderlo en la educación universitaria. La consigna fue la misma para todo nivel educativo, máxima presencialidad. En la universidad además la calificaron como presencialidad segura, y, a mi juicio, aquí ha estado uno de los grandes errores de la gestión de esta pandemia. Me cuesta creer que a ninguno de los responsables, ni políticos ni académicos, se les ocurriera que en las ciudades universitarias que reciben estudiantes fundamentalmente de fuera, la llegada de estos podía provocar un efecto explosivo en la tasa de contagios, no por el tema de las fiestas, sino por el propio movimiento; el virus se expande con el movimiento, y los contagios en colegios mayores, residencias y pisos compartidos podían resultar fatales, como finalmente así ha sido. Esto era perfectamente previsible en abril. En abril ya se hablaba de un escenario on line prácticamente durante todo el curso. Pero de la noche a la mañana, se dieron consignas diferentes y en vez de comenzar a preparar la docencia on line, se comenzó a acondicionar los espacios para la docencia presencial/semipresencial. Comenzó el curso y a las dos semanas y media, ya había grupos dando la docencia on line por los contagios y en los grupos presenciales apenas asistían alumnos.  Claro, organizar la docencia on line no es cualquier cosa, no son clases síncronas sin más. Es necesario contar con herramientas y adaptar la metodología. Es formación. Pero algunos se amparan en la libertad de cátedra para no hacer nada de lo que se debería haberse hecho ya. Hemos dejado que el tiempo pasara, hemos procrastinado, pensando que a lo mejor las cosas se arreglaban solas. Y no. Desgraciadamente no ha sido así. Pero la gestión ha de valorarse también por cómo sus responsables son capaces de innovar y adelantarse a lo que está por venir, o por cómo se quedan paralizados sin ofrecer respuesta alguna a la situación tan grave que vivimos. Vivimos momentos excepcionales, para los que hacen falta gestores excepcionales. En un momento como el que vivimos el éxito hubiera estado no en aumentar el número de matriculaciones bajo la premisa de la presencialidad segura, sino en haber apostado responsablemente por el escenario previsible que se nos avecinaba y que ya tenemos encima. Ser consecuentes y empáticos, algo que en la nueva normalidad ya estamos viendo que no se estila.

 

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Estado de alarma

Estarán conmigo en que el nuevo estado de alarma que se ha decretado no es más que un instrumento jurídico para limitar derechos y capacitar, en este caso, a las Comunidades autónomas a tomar decisiones con mayor agilidad, sin necesitar del refrendo judicial previo que en muchos casos, y de forma dispar entre Comunidades, no se había obtenido. Estarán conmigo también en que lo deseable hubiera sido no llegar a esta situación, y haberse reaccionado antes y mejor, en esa nueva normalidad de la que tanto se habló y se jactó el Gobierno, lo que si se hubieran tenido las cosas claras tampoco hubiera sido tan difícil. La cuestión es que tras la desescalada que comenzó en junio, los datos han ido empeorando progresivamente y de forma exponencial a partir de septiembre.  Considero que los ciudadanos tenemos derecho a saber cómo ha actuado cada Administración preparándose para un escenario que ya en abril era previsible. Da la sensación, en cambio, de que cuesta reaccionar y cada cual sigue haciendo la guerra a su modo y por su lado. Y este es un error en el que de forma incomprensible se ha persistido en el actual estado de alarma, estableciendo como autoridades delegadas a los presidentes de las Comunidades autónomas, a diferencia del anterior en que el mando único estaba en el Ministerio de Sanidad. No ha habido explicaciones sobre el cambio de estrategia, más allá de cómo pinta la situación política que está siendo mala aliada para combatir la pandemia en nuestro país. Escuchar al presidente del gobierno el domingo apelando a la moral de victoria creo que da buena imagen de la talla de en manos de quiénes estamos. Visto lo visto, con un escenario tan complejo en el horizonte, no queda más que apelar a la responsabilidad individual, porque la colectiva está bastante afectada. Se han encargado de destruirla a conciencia.

Y así las cosas creo que ha llegado la hora de dejar de escribir sobre este tema.

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La obediencia a ti debida

Será porque desde hace años elegí como objeto de estudio una disciplina, el Derecho internacional privado, que requiere dotarse de grandes dosis de empatía, y de capacidad de diálogo, y de intentar entender al otro para lograr una justicia construida desde el entendimiento de diferentes, que al estado de descontrol en que vivimos prefiero enfrentarme desde el análisis (militante), antes que desde la sumisión y la pleitesía. Soy consciente de que predico en el desierto, pero no me importa. Quiero pensar que todavía la libertad de pensamiento cotiza al alza, aunque no menudee.

Es cierto que ya noto cómo se acumula el cansancio por ver por todos lados debates llenos de falacias. En ese afán por simplificarlo todo ahora resulta que me he convertido en defensora a ultranza de la docencia on line. Nada más lejos de mi intención. Pero el sambenito ya lo llevo. Y todo por demandar que ante situaciones excepcionales se actúe también con excepcionalidad, siempre que se pueda y no se ponga en riesgo el objetivo que perseguimos todos los docentes, que es impartir nuestra docencia con calidad, de manera que transmitamos el conocimiento a nuestros alumnos con las mejores metodologías y herramientas. Y es aquí, me repito, donde digo que tendríamos que haber hecho mucho más desde marzo hasta ahora para prepararnos para el escenario que, lo queramos o no, se nos avecina. Ya no habrá sorpresa. Ahora hay resistencia, y como la resistencia gira en torno a la presencialidad, pues resistiremos, aunque no tengamos apenas alumnos en el aula y la mayoría (a dos semanas del inicio del curso) nos sigan ya on line.

Toda esta energía que estamos gastando en la entelequia de la presencialidad segura deberíamos haberla empleado en organizar el escenario que era más previsible desde abril y no obcecarnos en lo que nos gustaría que fuera. El virus, desgraciadamente, no se ha ido, y tardará en irse. Así que después de haber invertido medios y esfuerzos en organizar la presencialidad segura, trabajo que probablemente había que hacer y que todos los docentes agradecemos, ahora me pregunto si habrá llegado el momento de poner en práctica soluciones para una docencia de calidad on line. Es sólo una pregunta retórica.

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