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Universidad de Salamanca
Blog de Antonia Durán Ayago
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Tremendo país

No debería sorprenderme a estas alturas que se proponga por parte del gobierno de España a un ex ministro que tuvo que dimitir por haber mentido sin complejos y con alevosía sobre el tema de las offshore como director ejecutivo del Banco Mundial. Tenemos precedentes muy sonados, como el del funesto ministro de Educación Wert que, tras arrasar todo lo que pudo y más el sistema educativo español, a todos los niveles, fue premiado con su nombramiento como embajador de España en la OCDE. No es ya que estos nombramientos rayen el cinismo, es que son de todo punto inadmisbles y dan idea del tremendo foso en que ha caído la política española en los últimos años. Tan bajo ha caído que ni encuentra los resortes para mantenerse donde le corresponde. Es desesperante comprobar lo que tenemos en las instituciones. Sigo creyendo en que es preciso una revolución social, de verdad, no concitada ni auspiciada por determinados politólogos como experimientos de sus investigaciones. Una revolución que nazca del pueblo y que ponga de manifiesto que la altura de la población española está muy por encima de la talla de estos políticos. Porque me niego a pensar que España siga siendo un país de charanga y pandereta…

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Balance y nuevos proyectos

Llega a su fin un nuevo curso. Ya con ganas de descansar un poco y de retomar fuerzas para lo que nos viene. Ha sido este un curso raro, de relativa calma, y quizás por ello ha posibilitado el planteamiento de nuevos y sugerentes retos para el curso venidero. El proyecto estrella será sin duda la puesta en marcha de una Clínica Jurídica en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, al que hemos añadido el apellido “de Acción Social”, con la que pretendemos mostrar el compromiso que la Universidad pública debe tener con los colectivos más desfavorecidos, implicándonos en la defensa de causas que creemos justas. Se trata de revalorizar la calidad de la docencia y de fomentar la transferencia de resultados, para que lo que hagamos en la Universidad trascienda y llegue a la sociedad. Pretendemos también inocular el virus del compromiso social en los/as estudiantes, porque eso va a posibilitar que contribuyamos a formar profesionales comprometidos, que tengan claros sus compromisos éticos y que a su vez contribuyan a construir desde los puestos que a cada uno le corresponda desempeñar una sociedad más justa.
El otro día leía un artículo que denunciaba que los profesores universitarios nos hemos convertido en los últimos tiempos en poco menos que en hacedores de “papers” y que no fomentamos un aprendizaje que vaya más allá de los cánones establecidos o que no colabore con asociaciones u organizaciones sociales. Aunque en parte el artículo tiene razón, básicamente por el sistema de evaluación del profesorado que se ha establecido, que dista mucho de ser el mejor y más equilibrado, pues premia lo cuantitativo frente a lo cualitativo, también es verdad que en la Universidad hay profesores que tenemos claro nuestro compromiso social y nuestra privilegiada posición de enseñantes que nos permite trasladar lo que creemos a nuestros/as alumnos/as. De ese espíritu inquieto y comprometido también hay profesores en la Facultad de Derecho, y aunque todavía estemos en los inicios, tenemos claro que la Clínica Jurídica puede insuflar aire fresco a nuestras titulaciones y puede servir para dinamizar desde la perspectiva social las enseñanzas que aquí impartimos. Es un reto difícil, pero precioso. Confíemos en que entre todos seamos capaces de lograr encontrar la fórmula adecuada para hacer una Universidad con mayúscula en la que el compromiso social sea nuestra hoja de ruta.
Me despido hasta septiembre. Como siempre, muchas gracias a todos/as los/las que leéis este blog. Descansad lo que podáis y como podáis y a la vuelta nos vemos para seguir compartiendo reflexiones e ideas.

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El esfuerzo como reconocimiento

A la Universidad pública también ha llegado la idea de que todo se compra y se vende. De que el esfuerzo, la mayor parte de las veces, no merece la pena, y que no hay inconveniente en pagar a otro para que haga lo que le corresponde hacer a uno. Un ejemplo. Con los nuevos planes de estudio, los trabajos finales de Grado y de Máster han ido poco a poco conquistando un espacio inusitado hasta hace unos años. Pero desgraciadamente con ellos ha llegado la picaresca y un mercado se ha creado en su torno. Así, ya existen quienes se han especializado en hacer trabajos para otros, y parece ser que los interesados en pagar por estos servicios van en aumento. Esto me ha hecho reflexionar sobre algo que creo fundamental y que poco a poco está diluyéndose a todos los niveles en nuestra sociedad: la cultura del esfuerzo. Parece ser que ahora sólo importan los resultados, por lo que el camino para llegar a ellos no es importante, ni tampoco el tiempo invertido, los desasosiegos, la seriedad con que afrontar la encomienda que cada uno tiene. Ahora sólo parece valorarse el producto final, y no el material y el trabajo/esfuerzo invertido para llegar a él. Esto supone estar contribuyendo a crear una sociedad puramente artificial, en que efectivamente, todo va a terminar por comprarse o venderse, cuando el esfuerzo en sí es algo tan personal que en ningún caso podría ser transferible.
Me he encontrado con estudiantes a los que les ha costado mucho hacer un trabajo final de grado o de Máster, pero han conseguido el producto final gracias a su esfuerzo. Ojalá pudiéramos establecer un sistema que reconociera no tanto el producto acabado final como el recorrido que la persona ha tenido que hacer para llegar a ese producto. Y esto a todos los niveles. Porque hay que volver a inocular el “virus” del esfuerzo; la idea de que sólo si te esfuerzas vas a conseguir algo que realmente va a ser tuyo, y esto está íntimamente relacionado con el amor propio, con la confianza en uno mismo. Si comenzamos a declinar (delegar) responsabilidades propias en otros con o sin precio, estamos renegando a la postre de nosotros mismos. Y nosotros mismos somos lo mejor que tenemos. Hay que tener eso claro desde el principio. Por eso, hoy quiero apostar por el esfuerzo; por el reconocimiento del esfuerzo.

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Brexit: más allá de las cifras

Mañana los británicos deciden si quieren seguir siendo parte de la Unión Europea o quieren salir de ella. Más allá de las explicaciones melodramáticas que pululan por doquier estos días, considero que lo que menos importan son las cifras. Es cierto que Reino Unido es miembro de la Unión Europea prácticamente desde sus inicios, en concreto desde enero de 1973, fecha en que se produjo la primera incorporación de Estados a los seis fundadores que dieron sus primeros pasos en 1957. Desde su incorporación, Reino Unido ha sido de los países denominados euroescépticos. Ha sido muy reticente a ceder parte de su soberanía a un proyecto de integración que en principio sólo era económica pero que desde 1992, con el Tratado de Maastricht y la creación del concepto de la ciudadanía europea, ha intentado hacer sus pinitos también en lo político. A la vista está en la hoja de resultados que el proyecto político ha avanzado menos de lo esperado, y considero que menos de lo necesario. Los chantajes de Reino Unido han sido constantes y se han incrementado en los últimos años, fundamentalmente a raíz del frustrado Tratado de Constitución europea. No nos debe sorprender por tanto que mañana se decida en Reino Unido sobre su futuro en la Unión Europea. Si sale el sí, habrá que reconocer un fracaso, pues nunca antes un país miembro ha decidido dejar la Unión, y habrá que calibrar en ese caso, el más que probable efecto contagio. Si sale el no, Reino Unido debería realmente dejar de poner en jaque el proyecto de Unión. Porque si los proyectos son compartidos, sólo cabe remar en la misma dirección. Lo contrario, es torpedear desde dentro lo que nos une. Y valoren ustedes qué es más peligroso.

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Pues nada, más de lo mismo

No pretendo aburrirles con una interpretación más de las numerosas que ha habido sobre el famoso debate del lunes entre 4 de los candidatos a las elecciones del 26 J. Sólo les diré que pese al interés con que lo escuché, no descubrí ni un ápice de ilusión, ni de optimismo, ni de creérselo en ninguno de los que intervinieron. Por contra, detecté mucha cara dura, revanchismo a manos llenas, prepotencia contenida y caramelos envenenados por doquier. Tremendo que tengamos un presidente que repita vez tras vez que gobernar es muy difícil y que al gobierno se llega aprendido, “no se viene a hacer prácticas”, según sostuvo. También me llamó la atención que comparara los casos de corrupción tan graves que pesan en su partido con un pago que otro candidato había hecho sin IVA, pese a ser ésta una conducta que debería erradicarse, por supuesto. Lo de Sánchez y su repetición cansina de los extremos que bloquearon su investidura, no muestra más que anda tan perdido que no sabe adónde agarrarse. El problema es que cuando se dé cuenta, si llega ese momento que también lo dudo, será demasiado tarde. Rivera es el que sostuvo en el debate cierto grado de soltura y a veces, como en el caso de la corrupción, estuvo certero en mostrar que difícilmente se puede regenerar cuando se ha contribuido a la podredumbre del sistema. E Iglesias dejó mucho que desear, pese o quizás debido a las expectativas creadas. Una pena que después de todo lo andado, tengamos sólo esto para las próximas elecciones. Un panorama desalentador donde los haya.

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Dolor de dolor y sólo dolor

Eso es lo que me produce ver las imágenes de niños enfangados, tosiendo, perdidos entre la lluvia y el barro, agarrándose a sus padres sin entender qué es lo que pasa, por qué les está pasando esto. Las imágenes son tan duras que frente a ellas crece aún más el desfile de personas entrajadas haciendo declaraciones sobre una realidad que está claro que no va con ellos. Revisen si no lo dicho desde las instituciones europeas en este tiempo. Todo son encajes para intentar deshacerse de un problema que no sienten como propio; el sufrimiento humano, la desesperación no les compete.
Produce naúseas escuchar hoy al Sr. Margallo, ministro en funciones de Asuntos Exteriores, decir que el gobierno de España desde el principio cuestionó la ilegalidad del preacuerdo de la UE con Turquía para devolver a estas personas, sin escucharlas y colectivamente, a un Estado que ni siquiera es parte de la Convención de Ginebra sobre el estatuto de los refugiados. Cuando justamente una semana antes él y su presidente decían lo contrario. En todo este tiempo, este siglo de semana, mucha gente ha estado pasando frío, hambre, penalidades de todo tipo, y los gobiernos viviendo en esa confortable realidad paralela que proporciona estar en un despacho amurallado donde el sufrimiento humano nada puede. Dolor de dolor y sólo dolor.

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Seguimos para bingo

O para lo que sea. Total, después de puestos, qué más nos da…
Pues sí que nos da y mucho porque estamos perdiendo un tiempo precioso para avanzar en la reconquista de derechos, para paralizar de una vez por todas los desahucios, para poner freno a la LOMCE, para poner a la Ciencia y a la investigación donde corresponde…
Si la nueva política va a ser no dejar hacer política, vamos listos. Porque quién nos asegura que si esto no se desencalla y al final debemos ir a otras elecciones, los resultados no van a ser similares. ¿Y qué vendrá entonces? Una repetición de los juegos a ciegas a los que estamos asistiendo durante todo este tiempo…
Sinceramente, tanto tacticismo hastía. Lo peor de todo es que, visto lo visto, PSOE y Podemos aunque se necesitan, no quieren entenderse, porque compiten en buena medida por el mismo espectro electoral. A los de Iglesias les interesa llegar a ser los únicos (muy democrático, sí señor), a los de Sánchez, sobrevivir como sea. Así que si nada lo remedia, tendremos más de lo mismo, de las políticas torticeras puestas en práctica en los últimos años, para rato. Una pena. Pero qué esperábamos. Esto es España.

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Asco

La segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, define asco como “impresión desagradable causada por algo que repugna”. Y eso es exactamente lo que me produce, repugnancia, la ristra de casos de corrupción que nos asola. Es tremendo, pero asomarse cada día a la prensa supone ver desfilar uno detrás de otro casos y más casos de corrupción. Corrupción privada (hoy hemos conocido el caso de Vitaldent) y corrupción pública, de la que si enumeráramos todos los casos tendríamos para llenar varios folios.
Cuando la corrupción pública no es aislada sino que afloran casos en los que existe un mínimo común denominador, donde un partido se financia ilegalmente a través de concesiones de obra pública o de otro tipo de negocios, ya hablamos de cosas más graves, hablamos de corrupción sistémica porque del sistema forma parte y si un partido político tiene ya tantos casos, si está encausado en un procedimiento penal por borrar, supuestamente, los ordenadores en donde se encontraban pruebas incriminatorias de su práctica, díganme qué puede hacerse ante esto. Fernando Flores publicaba recientemente un artículo muy interesante donde analizaba desde una perspectiva jurídica las dificultades de disolver a un partido político en estos casos. Sí, soy consciente de la complejidad jurídica que tiene disolver un partido político; lo que ya no me cabe en la cabeza es que aun consciente como somos todos de esta realidad punitiva haya gente, mucha gente, que los sigan votando. Algo no funciona.
Y si en estas estamos, y es posible pactar un gobierno de distinto signo político que mande al purgatorio durante bastantes años a quien no sabe hacer uso legítimo de sus facultades, y aun así nos perdemos en soberbias, subterfugios de cuestionables consultas y anteponemos los egos a lo que necesita e interesa a la gente, vendiendo de nuevo humo, pues todo encaja. Este país, definitivamente, no funciona.

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En este compás de espera

Parece que después de los resultados de las elecciones del 20 de diciembre nada es lo que era, aunque yo pienso que todo sigue siendo lo mismo, de ahí que nos encontremos como nos encontramos. Y me explico. La entrada de dos nuevos partidos políticos con fuerza en el Congreso, sólo ha provocado que los que tradicionalmente eran los partidos mayoritarios, ahora lo sigan siendo pero con menos apoyo. Siguen por tanto encabezando las posibilidades para formar gobierno. Pero quizá por falta de costumbre o por falta de destreza a la hora de manejar escenarios nuevos, los partidos políticos “veteranos” se encuentran encallados intentando respirar como pueden, aunque algunos (PP) han decidido dejar de respirar antes de tiempo, y otros, los nuevos, se manejan con cierta rigidez imponiendo líneas rojas por doquier, sin que parezcan estar realmente por el diálogo. Igual me equivoco, pero temo que en este escenario lo más probable sea la repetición de elecciones, lo que sería un fracaso para el sistema en toda regla. Y si esto se produjera, ciertamente, el único Partido que parece haber asumido la complejidad de la situación es el PSOE, si bien es verdad que a su líder, este escenario, tal y como está el panorama en su partido, es el único que le beneficia. Pero el PP se ha retratado negándose a aceptar la investidura lo que demuestra su talla democrática. Eran ellos o la repetición de elecciones, sin entender que los escenarios posibles inexplorados por ellos eran más amplios.
Y en este compás de espera, donde todo está enturbiado, resulta que están en prisión dos titiriteros acusados de apología del terrorismo… Y yo me pregunto que en qué país vivimos.

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Y el día llegó

Hoy se han constituido las Cortes Generales tras las elecciones generales del pasado 20 de diciembre. Hoy llegaban al Congreso (también al Senado) muchas personas que por primera vez han jurado o prometido respeto a la Constitución como diputados/as. En muchas caras había ilusión, también traslucían responsabilidad ante el reto. Es verdad que también había muchos ya viejos conocidos de las formalidades de estos días que paseaban por los pasillos del Congreso como pasearían por los de su casa…
Quiero pensar que hoy hay más gente sentada en los escaños que verdad se toman como un trabajo serio representar los intereses de todos los españoles; que hay más gente honesta que no llega a la política para lucrarse, sino para servir. Aunque ahí estaba el sr. Gómez de la Serna después de que la Audiencia Nacional admitiera ayer una querella de la Fiscalía Anticorrupción contra él y contra el exembajador Gustavo de Arístegui por presuntos delitos de corrupción en transacciones económicas internacionales, cohecho, blanqueo de capitales y organización criminal. Y también el sr. Rajoy, con el que parece que no va lo de la caja B de su partido. Ojalá que esta legislativa sirva al menos para purgar los máximos órganos de representación de corruptos.
Mañana será otro día, más difícil seguro, porque comenzará en serio la lucha por el poder y en esa lucha esperemos que todos estén a la altura y demuestren que valen más los ciudadanos que los intereses de partido. Aunque decir eso es lanzar un brindis al sol, lo sé. Pero bueno, también parecía increíble que la vida política española pudiera regenerarse y al menos en caras nuevas, el 60 % lleva por primera vez al parlamento. A ver si no tardan mucho en llegar también las nuevas y buenas ideas.

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