La Inteligencia Artificial actual, según me cuentan, consiste en programaciones informáticas que se limitan a recopilar cantidades ingentes de información sobre nuestros comportamientos y relaciones actuales, para a partir de ahí predecir el resultado de aquello que le cuestionamos. Es decir, que aprende de los comportamientos y relaciones humanas más frecuentes, y por tanto, devuelve la respuesta más frecuente, más típica, que más se repite, la más predecible al fin y al cabo. De ahí que se llame “modelo predictivo”.
Un diseño así, por tanto, está condenado a ser conservador, es decir, a mantener aquello que más se repite, independientemente de su carácter justo, injusto, inteligente o no. Dicho de otra manera, la Inteligencia Artificial es por definición incapaz de ser creativa, diferente, innovadora, impredecible, minoritaria, y por tanto, de cuestionar, transformar o superar la realidad.
Y como ya sabemos, si la realidad no se cuestiona, no se transforma. Y aquello que no avanza, se deteriora. La conclusión para mí está clara, nos extinguiremos pronto. Y si no nos extinguimos, vamos a resultar muy aburridos.