Envejecimiento y la discapacidad en América Latina

La población de América Latina y el Caribe está envejeciendo más rápido que ninguna otra región en el mundo. Esta tendencia demográfica sugiere que la atención de los adultos mayores que tienen dependencia funcional debido a una discapacidad, enfermedad crónica o a problemas de salud complejos, debe convertirse en uno de los principales ejes de la agenda pública para la pronta adaptación y reconversión de los servicios sociales y sistemas sociosanitarios de los países. Los datos hablan por sí solos. Hoy 8 millones de adultos mayores necesitan apoyo para realizar actividades diarias como comer o bañarse. En 30 años serán 27 millones.

La relación entre dependencia, discapacidad y edad es muy evidente en todos los países de la región Iberoamericana. Aunque puede ocurrir en cualquier parte y en cualquier momento del ciclo vital, es en la etapa de envejecimiento donde más surgen situaciones que pueden causar una discapacidad y, subsecuentemente, incrementar las probabilidades de adquirir dependencia. Estas situaciones impiden que las personas puedan realizar de manera autónoma actividades básicas de la vida diaria.

El crecimiento de la población mayor de 80 años genera desafíos económicos y sociales de gran envergadura en la mayoría de los países. La existencia de limitaciones se agrava aún más después de esta edad, a la vez que van desapareciendo las redes familiares que prestan apoyos en el hogar. Todo ello determina un incremento de las necesidades de prestaciones y servicios, que, como en el caso de la población con discapacidad en edades más tempranas, deben focalizarse en el fortalecimiento de su autonomía e inclusión social.

La perspectiva actual, por tanto, implica incorporar la promoción de la autonomía personal en la población adulta mayor con discapacidad. Aunque en etapas anteriores de la vida las personas con discapacidad ya han experimentado ciertas limitaciones funcionales y se han enfrentado barreras, el envejecimiento no deja de ser una etapa en la que puedan profundizarse o multiplicarse las situaciones de discapacidad. Por ello, en esta etapa deben estimularse las capacidades cognitivas, físicas y sociales para que sean la base de un envejecimiento activo y saludable. Asimismo, es de vital importancia asegurar que los cuidadores ofrezcan un apoyo profesional y digno.

Una vertiente del fenómeno de la relación entre envejecimiento y discapacidad menos explorada es la del envejecimiento prematuro. Si bien hay que señalar que demográficamente predominan las personas con discapacidad y dependencia en la población mayor de 65 años —por el propio deterioro relacionado con la edad y morbilidad asociada con el perfil epidemiológico— nos encontramos también con personas con discapacidad que envejecen a una edad temprana. En estos casos, los sistemas de protección social precisan arbitrar medidas extraordinarias de no discriminación.

— Esta entrada es un resumen del texto Cuando el envejecimiento y la discapacidad van de la mano, escrito en colaboración con Alexander Chaverri Carvajal, y publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo en su espacio Gente Saludable. —

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Sociólogo, dedicado a la docencia e investigación sobre sociología, educación, salud, discapacidad y otros asuntos en relación con la exclusión social. Trabajo en la Universidad de Salamanca. Me puedes encontrar en Twitter, Facebook, Linkedin y otras redes sociales.

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