Anticitera, el computador que llegó del fondo del mar (I)

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Foto: Wikipedia

Inicio aquí una serie destinada a contar la historia de una de las máquinas mas sorprendentes de la antigüedad: El mecanismo de  Anticitera o Antikythera

Mi primer día en Atenas lo había destinado para visitar el Museo Arqueológico Nacional. Era julio de 2014 y como suelo hacer desde hace años aprovecho las vacaciones veraniegas para visitar sitios que conozco a través de los libros. No tengo la imaginación de Julio Verne que pudo dar la vuelta al mundo con increíbles detalles geográficos sin apenas salir de París. Cuando estaba en la entrada del Museo Arqueológico me sentía nervioso pues estaba a punto de contemplar un objeto que hacia años me obsesionaba:    El mecanismo de Antikythera (o Anticitera). Mi nerviosismo duro poco y se convirtió en decepción pues cuando estuve enfrente de la urna, en el que debería estar, dentro de ella sobre un pedestal había un atril con un texto que decía: “Trasladado temporalmente para investigación”. En la base del pedestal se podia leer:
“RECONSTRUCTION OF THE ANTIKYTHERA MECHANISM BE 109/1980: The reconstruction of the Antikythera mechanism was the result of many years of investigation and study by the professor Derek de Solla Price. He collaborated with the National Center of Scientific Research “Demokritos” and with the nuclear physicist Ch. Karakalos who took x- and gamma radiographs in of the original and then reconstructed the mechanism, in order to demonstrate how it functioned” (La reconstrucción del mecanismo de Antikythera es el resultado de años de investigación y estudio por parte del profesor Derek de Solla Price. Colaboró con el Centro Nacional de Investigación Científica “Demokritos” y con el físico nuclear Ch. Karakalos que tomó radiografías con rayos X y gamma del original y luego reconstruyó el mecanismo para demostrar cómo funcionaba.)

Al lado del texto anterior había otra inscripción que nos da una primera pista de qué es el Mecanismo de Antikythera que dice [no es literal]: Caja rectangular de 33 cm de alto, 17 de ancho y 10 cm de profundidad, con placas de metal con inscripciones en griego clásico que contienen indicaciones sobre los planetas. El mecanismo tiene además un complejo sistema de engranajes con 32 ruedas de diferentes tamaños que se mueven a diferentes velocidades.  Lo que se exhibe no es el mecanismo tal cual se encontró sino una reconstrucción realizada por Derek de Solla Price la había donado al museo en 1980. Los estudios sobre el mecanismo aún continúan.

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Foto: El mecanismo no estaba allí. Foto propia

La mención que se hace a Derek de Solla Price (en adelante Price, que es como es frecuentemente conocido) es totalmente merecida. Quizás sin la intervención de Price los fragmentos del mecanismo continuarían siendo una pieza más del Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

El Mecanismo de Antikythera hoy sabemos es un instrumento extraordinariamente sofisticado que sitúa a la ciencia y a la tecnología griega clásica en un nivel superior al que solo hace unos años se le suponía. Su importancia ha ido aumentando con los años en la medida que se ha ido estudiando con más detalle.  En el presente generalmente se acepta que es el instrumento más sofisticado conocido de la Antigüedad.  Esta afirmación no es una exageración fruto de iluminados, como los que sostiene que en la construcción de las Pirámides intervinieron extraterrestres. Por el contrario, es el resultado de un estudio sistemático por equipos científicos utilizando para su investigación la mejor tecnológica que disponemos. Su origen se data a finales del siglo II a. C. y durante al menos 1500 años no se fabricó otro instrumento tan complejo. Sabemos que estaba dedicado a los fenómenos astronómicos, especialmente a los ciclos del Sistema Solar y a los movimientos de la Luna. Además de la complejidad técnica del instrumento denota un conocimiento astronómico que no fue superado hasta la publicación (póstuma) en 1543 de la obra de Copérnico De revolutionibus orbium coelestium (“Sobre las revoluciones de las esferas celestes”). Hoy se admite que el conocimiento que tenían los griegos de la Ciencia  y su desarrollo tecnológico había sido subestimado, no es grandilocuente afirmar que con es necesario reescribir los libros de historia en lo referente al conocimiento que los griegos tenían del mundo (cuando nos referimos a Grecia o los griegos, salvo que digamos otra cosa, debe entenderse la Antigua Grecia, cuyo apogeo científico lo alcanzó en el periodo helenístico: siglos IV a II a.C.).  Para muchos el Mecanismo de Antikythera es la primera computara conocida . De cómo se ha llegado a esta sorprendente conclusión está directamente relacionada con el análisis y comprensión del Mecanismo de Antikythera, y de las afortunadas casualidades altamente improbables, que han que han permitido que llegue a nosotros. A ello nos vamos a referir en los siguientes párrafos.

El primer contacto con el Mecanismo (así lo designaremos a partir de ahora) lo tuvieron unos submarinistas, buscares de esponjas, que en la pascua de 1900 venían de la isla de Symi (en el Egeo) y al encontrarse con una tormenta pusieron el barco a resguardo junto a la pequeña isla de Antikythera. Mientras esperaban que la tormenta amainase decidieron sumergirse para recoger esponjas y se encontraron con una extraordinaria colección de escultura griegas de bronce y mármol. En expediciones realizadas en el verano de 1901 se sacaron del mar los primeros fragmentos de lo después sería conocido como Mecanismo de Antikythera, eran trozos de bronce muy oxidados con inscripciones minúsculas en griego clásico. Las piezas se trasladaron al Museo Arqueológico Nacional de Atenas. En una visita en mayo de 1902 de Spyridon Stais, un ex profesor de matemáticas que había llegado a Ministro de Educación se percató que los fragmentos contenían dos láminas de metal corroído que contenían unas pequeñas ruedas dentadas de engranajes de bronce de las que no se conocía nada similar de aquella época.

Habría que esperar la década de 1950 para que se diese un progreso relevante. Este vino de Price, al que ya nos hemos referido, un personaje de cultura vastísima. Había obtenido un doctorado en matemáticas por la Universidad de Londres, y había dado clases como profesor de matemática aplicada en Raffles College, Singapur. Las inquietudes de Price se extendían más allá de las matemáticas y se interesó por la historia de la ciencia.  Volvió a Inglaterra para realizar un nuevo doctorado en facultad de Historia de la Universidad de Cambridge. En la inscripción del tema de investigación indicó que seria sobre “la historia de la fabricación de instrumentos científicos”, añadiendo que se centraría especialmente en lo relacionado con instrumentos usados en astronomía, como astrolabios y esferas armilares. En el primer año del programa de doctorado, en 1951, se interesó por el Mecanismo. Por esa época accedió a varias fotografías con detalles de los fragmentos y decidió dedicarse a su estudio en profundidad. En una charla que dio en esa época se refirió al Mecanismo como un artefacto emocionante, muy poco estudiado, que de ser genuino demostraría que la tradición occidental de la mecánica de relojería se originó en la Civilización Griega. Fue cauteloso con respecto al propósito del Mecanismo, limitándose a decir que según las inscripciones que contenían estaba relacionado con el movimiento de los planetas y de las estrellas.

Price quiso estudiar de primera mano los fragmentos originales y realizó una solicitud para que estos fueran llevados a Londres, que es donde se encontraba, para ser estudiado en el Laboratorio de Investigación del Museo Británico. La solicitud fue rechazada por el gobierno griego. Price atribuyó el rechazo a razones políticas relacionadas con las tensiones entre el gobierno griego y británico sobre Chipre. A la larga esta denegación del traslado fue un acierto pues se trata de fragmentos extremadamente frágiles, muy oxidados, que con las técnicas de análisis de la época probablemente habría sufrido un tratamiento destructivo irrecuperable.

A la finalización de su doctorado en Historia se trasladó a EE UU donde ocupó cargos en distintas instituciones. Allí contactó con Otto Neugebauer (1899–1990) , un reputado historiador de la astronomía Antigua, que le animó a presentar una solicitud de subvención a la American Philosophical Societ (APS) para el “Examen de los Fragmentos de la ‘Máquina Antikythera’ . Además, Otto Neugebauer facilitó a Price el acceso al celebre Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, institución de la formaban parte John von Neumann y Kurt Friedrich Gödel, personajes de los que hablaremos en otros capítulos.

La APS concedió a Price la subvención, que era de tan solo 460 dólares, con la que pudo pagar en 1958 el vuelo a Atenas y una estancia de 10 días en dicha ciudad. En el Museo Arqueológico Nacional de Atenas comprobó que los fragmentos no estaban expuestos, se encontraban almacenados en cajas, algunas eran cajas de puros. En total eran 3 grandes fragmentos, que se designan con las letras A, B y C, y cuatro más pequeños que los encontró en mejor estado de lo que otros investigadores habían dicho. Pudo trabajar con ellos y realizó progresos importantes, aunque no pudo obtener imágenes de rayos X debido a la falta de equipo.  Se convenció de que los tres fragmentos eran parte de un solo mecanismo, de hecho, desde entonces es cuando se le empieza a utilizar la palabra Mecanismo para referirse a él. Identificó donde deberían originalmente estar encajados los distintos fragmentos, aunque más adelante se comprobaría que había cometido algunos errores. A su vuelta a EE UU atrajo la atención de medios como el New York Times y el Washington Post. El conocido científico y escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke (que se haría famoso entro otras cosas por anticipar los satélites de comunicaciones en órbitas geosíncronas y por ser el autor del guion de la película de Kubrick 2001 Una odisea en el espacio) lo persuadió para que escribiese un artículo para la prestigiosa revista Scientific American [Scientific American se publica en español desde 1976 con el nombre de Investigación y Ciencia. Estoy orgulloso de tener todos los números)]. Así lo hizo con el atrayente título “An Ancient Greek Computer” [Derek Price, “An ancient Greek computer” Scientific American, June 1959]. El artículo contenía muchísimos detalles y dejaba claro tenía una sorprendente capacidad predicativa de algunos ciclos astronómicos de la Luna y los planetas. También databa el origen del mecanismo a principios del siglo I a.C.  mecanismo.

El interior de los fragmentos continuaba siendo un misterio, pero en 1971 y 1972 Charalambos Karakalos, un físico de la Comisión de Energía Atómica Helena, realizó las primeras radiografías de rayos X del mecanismo. Junto con su esposa Emily, y Price analizaron con detalle las radiografías. Comprobaron que el mecanismo disponía de 27 engranajes (el número exacto aún se desconoce) en forma de ruedas dentadas, uno de los engranajes tenía 127 diminutos dientes y en otro estaban grabadas 235 divisiones, todo ello construido con una exquisita elaboración, que Price relacionó con los ciclos lunares, lo que afianzó a Price en la idea de que el mecanismo tenía fines astronómicos. Un aparato tan complejo implicaba que la Gracia Clásica había conseguido un desarrollo científico superior al que hasta entonces se le había supuesto.  Estos resultados los incluyó Price en el libro que publico en 1974 con el título “An Ancient Greek Computer: a Calendar Computer from ca. 80 BC”.

Se le criticó a Price el uso repetido en sus publicaciones y conferencias del término “Computer” que hoy se asocia frecuentemente a dispositivos electrónicos. Sin embargo, por las funciones que hoy sabemos tenía el Mecanismo no es exagerado clasificarlo como como un computador analógico. Según Price los sucesores del Mecanismo serían los relojes astronómicos del s. XIV. Sin embargo, como veremos, estudios posteriores demostrarían que el mecanismo era mucho mas sofisticado de lo que Price creía, pero para eso habría que esperar hasta nuestro siglo.

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En el año 2000 el astrofísico Mike Edmunds, de la Universidad de Cardiff, reunió un grupo interdisciplinar del que formaría parte de forma destacada el matemático Tony Freeth que decidieron realizar una investigación sistemática del Mecanismo constituyeron el denominado the Antikythera Mechanism Research Project (AMRP) que aun continua activo. En su sitio web http://www.antikythera-mechanism.gr se va recopilando la mayoría de la información disponible sobre el mecanismo y la que se va generando. Buena parte de lo que contamos está basado en fuentes referidas en dicho sitio y en el documental de la BBC: 2,000 Year Old Computer – Decoding the Antikythera Mechanism. 2012 ( producido y dirigido por Mike Beckham donde se cuenta la historia de la investigación hasta 2012].

El primer objetivo que se planteó el grupo fue recabar información sobre el rescate del Mecanismo. Como hemos contado los primeros restos se habían recuperado en 1901, después durante décadas casi se olvidó hasta que en 1976 se realizó una nueva inmersión por Jacques-Yves Cousteau, un ex oficial naval francés y submarinista, que realizaba documentales de gran éxito para la televisión de inmersiones submarinas que se hizo muy popular con el nombre de Capitán Cousteau y su barco Calipso. Una de estas inmersiones consistió en la recuperación en 1976 de restos del pecio hundido en Antikythera. Cousteau había localizado varios años antes, en 1953, la posición del pecio que no había sido visitado desde 1901. La abundancia del material recuperado en 1976, que no incluían nuevos fragmentos del Mecanismo, mostró que se trataba de galera romana inusualmente grande. Lo que trasportaba no correspondía a un típico saqueo pues contenía una cantidad enorme de esculturas, cerámica y otros materiales, entro los que estaban varias colecciones de monedas. Un estudio de estas monedas demostró que habían sido acuñadas entre los años 70 y 60 a. C. en Pérgamo y Éfeso (en la actual Turquía). Entre el material cerámico encontrado había ánforas cuyo origen probable también era Éfeso, Pérgamo, y algunas procedían de la Isla de Kos, que habrían sido manufacturadas probablemente entre los años 60 y 50 a.C.

Estos datos y el hecho de que la galera, por sus grandes dimensiones, solo podía atracar en muy pocos puertos permitían especular con fundamento que esta navegaba hacia la costa italiana, de vuelta de Éfeso y Pérgamo y había pasado por la Isla de Kos en el Egeo, junto a la actual costa turca.  Una tormenta ocurrida entre los años 60 y 50 a.C. la hizo hundirse junto a la isla de Antikythera. En esa época Éfeso, Pérgamo y Kos pertenecían a Roma, pero en los siglos anteriores habían sido colonias griegas.  Los Romanos admiraban la cultura griega y frecuentemente se adueñaban del patrimonio de sus nuevas colonias.

Con esto quedaba claro la fecha de fabricación del mecanismo tenía que ser anterior al año 50 a.C. y que correspondía a la que conocemos con Civilización Griega. El siguiente paso del equipo era centrarse en el estudio del Mecanismo. Naturalmente el equipo empezó por estudiar los trabajos de Price. Para el equipo era evidente la hipótesis de Derek de que estaban ante un instrumento que debía servir para predecir los movimientos de la Luna, el Sol, y los planetas. Concluyeron que el trabajo de inspección del Mecanismo era un trabajo incompleto. Aunque Price, Karakalos y Emily, utilizando radiografías de rayos X, habían identificado parte de los engranajes, incluso contado los dientes en algunas de las ruedas, eran indistinguibles varios de los engranajes, que se superponían, y el número de sus dientes. Esta información eran datos esenciales para descifrar el mecanismo.

Continuará…-> Capítulo II

guillermo
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