Historia de los campamentos de verano

29/04/15, 15:05

Los campamentos de verano son programas destinados a la formación, el ocio y el tiempo libre, las actividades en la naturaleza o el medio urbano, normalmente supervisados bajo equipos de profesionales configurados por monitores de ocio y tiempo libre así como por un Director de Campamento que realiza funciones de control y supervisión de toda la actividad.

Si tenemos que hablar de una visión tradicional de lo que es un campamento de verano, nuestra imaginación se retrotrae hacia un bosque junto a un lago, plagado de tiendas de campaña o casetas de madera al estilo de las viejas películas norteamericanas.
Los campamentos de verano son lugares apropiados para que niños y adolescentes desarrollen actividades deportivas favorables para su formación;senderismo, piragüismo, fuegos de campamento, técnicas de supervivencia o reconstrucción de entornos rurales son algunas de las prácticas que se llevan a cabo en los campamentos de verano de todo el mundo.

Pero las rutas o el vivaqueo a la orilla de los ríos van siendo sustituidos o complementados, según como se quiera ver, por otro tipo de ofertas. Nos referimos por ejemplo a los campamentos temáticos. Hoy en día existen multitud de ofertas en las que los jóvenes reciben formación en inglés, aprovechan los últimos días del verano para tratar de recuperar asignaturas que han suspendido durante el curso, reciben formación intensiva en matemáticas o escalada. Desde hace unos años también se vienen desarrollando cada vez más los conocidos como stages deportivos, en los que los campistas reciben entrenamientos intensivos de disciplinas deportivas como el fútbol, artes marciales o hípica.
En España, los campamentos de verano están supervisados por un Director que conforma un equipo de monitores de ocio y tiempo libre. Cada uno de ellos llevará el control de un grupo compuesto por unos diez integrantes. Desde los inicios de las actividades de campamento, los participantes han venido dividiéndose en grupos que se conforman normalmente por el lugar de habitación de los jóvenes. Los campistas se organizan por chozas, tienda de campaña, grupos de edad, etc.

Hay quien se ha preguntado ¿cuándo surgió la costumbre de hacer veranear a los niños en colonias o alejados de su residencia natural? Las investigaciones parecen llevarnos a Appenzel, un remoto lugar de los Alpes en los que el pastor Bion situó colonias de vacaciones en las que los adolescentes construían casetas en los árboles, cantaban, desarrollaban funciones de teatro y a fin de cuentas, tenían mil y una aventuras en plena naturaleza. A veces nos da por pensar y llegamos a la conclusión de que esas experiencias no hacen sino ampliar los horizontes de los millones de niños que a lo largo de los últimos 150 años han venido participando en campamentos de verano a lo largo y ancho del mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Francia utilizaría este modelo desarrollado en los Alpes para llevar a los niños de la guerra lejos de sus casas y de la destrucción que se extendía por todo el país. Este formato de vacaciones infantiles se convertiría además en el germen de la educación pública estatal.

Siempre que se habla de los campamentos de verano, se acaba hablando de los Estados Unidos. El tamaño, la población y la extensión gigantesca de naturaleza salvaje de Estados Unidos han sido un caldo de cultivo excelente para la proliferación de campamentos de verano a lo largo y ancho de todo el país. La Asociación Americana del Campamento (ACA) declara que existen más de 7000 campamentos infantiles tradicionales, además de 5000 campamentos diurnos, en los que los participantes duermen en sus casas pero realizan actividades conjuntas durante el día. Más de 11 millones de niños y adultos participan en ellos, contando con más de 1,5 millones de trabajadores que desempeñan su actividad profesional en campamentos de verano.

En España, el origen de los campamentos de verano surge también a finales del siglo XIX, concretamente bajo la tutela de la Institución de Libre Enseñanza. Eran conocidos como programas de verano y durante décadas sirvieron para mejorar la interrelación de chicos y chicas de todos los rincones de la geografía española.

Cuando nos preguntamos por las razones que llevaron a los miembros de la ILE a comenzar a desarrollar este tipo de iniciativas no podemos sino argumentar que la principal motivación era mejorar las condiciones higiénicas de los chiquillos. Mejorar su situación física y aportarles nuevos horizontes en su desarrollo personal fueron algunas de las ideas claves e inspiradoras de aquellos valientes. Las clases urbanas más humildes fueron las principales favorecidas por este movimiento. En pleno desarrollo industrial, las barriadas de obreros se mantenían en una situación de absoluta precariedad. Sacar de esa situación a los más pequeños durante una pequeña temporada y llevar a cabo actividades desconocidas para ellos como la interacción con la naturaleza se convirtió en un objetivo claro de la Institución de Libre Enseñanza.

Para comprender la importancia de estas iniciativas de cultural y formativo, hemos de conocer que será durante estos finales del siglo XIX cuando comiencen a desarrollarse en España ideas que se recogen en el marco de teorías aportadas por Rousseau, Pestalozzi o Froebel. Se hablaba por primera vez de construir una educación fundamentada en el desarrollo físico, moral e intelectual por la propia experiencia. Nos encontramos ante la incorporación de nuevas técnicas pedagógicas llegadas de toda Europa.

Durante la II República, en el año 1932, se realizarían en España 294 colonias repartidas en 46 provincias y con más de 30.500 participantes. Las provincias con más campistas serían Barcelona, Madrid, Valencia y Asturias.

Durante el Franquismo, se establecería una política estatal de campamentos de verano destinados al adoctrinamiento y la formación moral. Dentro de las políticas de juventud del régimen, se establecería la creación del Frente de Juventudes y la Sección Femenina. También se pondría en marcha el Sindicato de Estudiantes Universitarios, de carácter vertical. Será en la década de los años 60 cuando el Frente de Juventudes se transforme en la Organización Juvenil Española (OJE). Especializada en las actividades al aire-libre, continuaría organizando campamentos de verano. El espíritu de la camaradería y la aventura, serían los medios mediante los cuales las autoridades franquistas fortalecían su visión de la moral y el Estado. Esta organización desaparece en 1977 y aglutinó a más de 2 millones de participantes durante su andadura.

En España van a existir otros movimientos campistas y de formación juvenil; la Iglesia Católica o el Movimiento Scout tendrán presencia importante en los campamentos de verano de España. Adquirirán mayor peso tras la llegada de la democracia y será en este momento cuando comiencen a darse las nuevas modalidades de multiaventura, animación infantil y educativos.

Se iniciará la formación reglada de monitores de ocio y tiempo libre, con inspiración en las iniciativas pedagógicas desarrolladas en Francia durante la década de los años 70. Concretamente en España se legisla este aspecto por primera vez en la Orden 25 de Noviembre-1976 del Movimiento por el que se autoriza la creación de Escuelas de Aire y Tiempo Libre.

En la actualidad, las actividades de campamento de verano siguen desarrollándose en España. Podemos encontrarlos en todas las provincias de España ofreciendo gran cantidad de actividades y formatos. Nosotros particularmente recomendaremos nuestro propio proyecto.

Este artículo fue publicado en una página de campamentos de verano en Extremadura. La Escuela del Bosque. Situada en una comarca perfecta para el turismo rural en Cáceres, Sierra de Gata.

Clase obrera y valores de mercado

29/04/15, 14:50

El filósofo de la historia Keith Jenkins retrata en unas pocas pinceladas el inicio del declive de la clase obrera en su obra: “Repensar la Historia” (Siglo XXI, 2009). Los viejos valores que dieron sustento al orden social del Antiguo Régimen, que configuraban el derecho natural de las cosas y el poder de la nobleza, son bien conocidos. Los designios divinos “obligaban” a los reyes a perpetuar su poder. La sangre, la alcurnia de pertenecer a una estirpe eran condiciones que posicionaban a la nobleza en su lugar sobre todos los demás como líderes de la sociedad. Aquellos valores fueron sometidos a una revolución siendo, sino sustituidos al menos solapados de manera progresiva en el proceso de consolidación de la economía de mercado  durante el s.XVIII.  El papel de la burguesía que adquirió poder tras el comienzo de la actividad industrial y la acumulación de capital y que además, demandaba su lugar en el escalafón de poder, fue decisivo en la configuración de los nuevos valores. A partir de ese momento, la sangre ya no sería condición indispensable sino que los seres humanos responderían al concepto de “utilidad”. Una exhibición de pragmatismo económico. Los hombres debían constituirse a sí mismos. Por lo tanto aquellos que estaban ociosos, que vivían en el letargo del que lo tiene todo sin necesidad de hacer nada, la nobleza, perdían sus viejas justificaciones en favor del valor que encarnaba el concepto de trabajo. El esfuerzo por crecer, por desarrollarse y competir en la carrera por el éxito industrial acabó materializándose en la propiedad, principal prueba social del éxito. Paul Lafargue ya habla de ello en su tratado sobre la pereza, el burgués por lo tanto expresaba su éxito basándose en las posesiones, su realización personal crecía con la acumulación de capital. Tras este proceso de cambios, aquella burguesía que luchó por su lugar en el escalafón social, combativa con los privilegios de cuna, con la religión y el orden establecido; ideóloga y guía de las revoluciones liberales, acabó por convertirse en una nueva élite económica. Este fenómeno de acomodamiento; los palacios, las fiestas, los lujos que les hacían sumirse en la autocomplacencia y según las teorías marxistas la adquisición de mano de obra por salario, destruyeron su propia justificación. Jenkins argumenta como la burguesía industrial cayó en los postulados a los que ella misma había plantado cara. Llegado este momento, coincidiendo con este final del desarrollo burgués,  llegó el turno de la clase obrera. ¿Y en qué basaría su moral este grupo social de trabajadores que no tenían acceso a la propiedad? Siendo pobres, sin embargo no estaban “ociosos”, no caían en la deslegitimación que ahora poseía ya no solo la nobleza sino también la burguesía. Karl Marx y Friedrich Engels, encontrarían esa justificación moral. El marxismo va representar la máxima expresión de esta búsqueda de valores, representa la justificación teórica de la igualdad y la solidaridad. Como bien dice Jenkins, ¿Sí la propiedad fue el cáncer de este sistema, por qué no renunciar a ella? El mundo entero sufre hoy los problemas de la falta de acceso a la propiedad y no sólo entendida ésta como posesión, sino también como riqueza.

Continuando a raíz de esto último, y ciñéndonos a la más rabiosa actualidad, la izquierda atribuye esta situación a la teoría de causa-efecto. Uno más de los problemas que encarna el sistema capitalista, actualmente más referido como sistema de libre mercado. Aún así este modo de producción por el que se perdieron  millones de vidas en los campos de Vietnam, Corea o las selvas africanas salió victorioso ante el desastre del “socialismo real” soviético y la división de la lucha obrera. La desaparición del “eje rojo” y la Caída del Muro de Berlín, supusieron el “Fin de la Historia” como argumentaría el filósofo norteamericano Francis Fukuyama en su obra con este título. Sin duda, los valores de la humanidad se vieron influenciados en gran medida por este suceso, que marca un hito en la Historia de la Humanidad, la desaparición del bloque soviético no sólo dejó vía libre a las nuevas doctrinas monetaristas, sino que significó  la victoria moral de sus detractores. Este éxito se plasmará en la justificación del libre mercado como baluarte de la democracia y sin el cual, ésta no es posible. El capitalismo que acaba con la izquierda es el mismo que acaba con Keynes y encumbra a Milton Friedman y la Escuela de Chicago. El mismo que se refunda con las nuevas tesis, denominadas con el sobrenombre de Neoliberalismo aplicado  a partir de la década de los 70, de la crisis que sacudió la economía mundial cuando comiencen a implementarse estas políticas. Ronald Reagan, Margaret Tatcher o el General Pinochet, son figuras destacadas en esta lucha por imponer el nuevo orden económico. La historiografía ha sentado las bases de la integración económica europea, sobre la gran catástrofe de la II Guerra Mundial, catarsis del Viejo Continente y a su vez motor de crecimiento y acumulación de capital durante los años siguientes. Será en este proceso de regeneración, años 50 y 60, cuando van a surgir los pretextos morales de este sistema. De la misma forma que hicieron los burgueses o la clase obrera, ahora es el turno de los mercados. Estos se justifican mediante dos conceptos; el miedo y la libertad. Parece contradictorio sin embargo si nos remitimos a las evidencias resultará ser de hecho algo muy cercano a todos. En primer lugar, el miedo es impuesto desde la dictadura de la economía, que se manifiesta en el miedo a reivindicar, a perder el trabajo, a no poder afrontar los pagos bancarios y perder calidad de vida. Este miedo, cercena en gran medida las opciones de Acción Colectiva y arroja un negro futuro a las políticas de corte gradualista o socialdemócratas.

Otro término de debate importante es la perspectiva que se ha transmitido a la sociedad. Es decir, se ha educado a la ciudadanía para creer que este sistema es el único capaz de permitir la organización social en democracia. Sin embargo, más allá de procesos electorales, de heterogeneidad en la actividad política o pluralidad en los medios de comunicación, el concepto democracia obedece a un mayor número de variables tanto sociales;  acceso a vivienda,  educación o sanidad, como económicas; negociación sindical colectiva, sistema de pensiones o acceso al sistema productivo con garantías y dignidad. En referencia a esta última cuestión; la crisis que comienza en 2008 ha generado un marco socioeconómico paradigmático y parece haber confirmado la teoría marxista del ejército industrial de reserva . La oferta de fuerza productiva que supera en gran medida a la demanda en el periodo de ajuste económico, hace disminuir  el valor-trabajo pese a que el esfuerzo social de producción aumenta al serle enajenado al trabajador un porcentaje de plusvalía mayor con las repercusiones que esto tiene para economía doméstica y el desarrollo social.  El trabajo estable se produce a cuenta gotas de manera que este pasa a ser considerado un bien preciado, y de esta forma, como se comentó anteriormente, mediante el control de esta forma de los beneficios obreros se genera una especie de Doctrina del Shock, miedo que produce docilidad y rompe la acción colectiva ante el terror a encontrase en una situación de despido. Se impone una “paz social”, basada en la beneficencia y la sustracción progresiva de plusvalías.

Por último, en esta pequeña reflexión sobre los cambios que se han producido dentro de los valores sociales de occidente a raíz del desarrollo del sistema capitalista, debemos hacer mención al vocablo, empresa. Este mantiene su significante, pero la “ideología de mercado” ha modificado su significado. Ahora este concepto, empresa, no responde a la idea de una iniciativa privada en busca de beneficios, sino que es considerado como un elemento principalmente benefactor de cara a la sociedad. La iniciativa privada dogma de fe para los mercados ha sustituido en el ideario colectivo a la pública, que ha sido criticada por ineficiente y no competitiva. El Consenso de Washington fragua de esta agenda de reformas económicas, en primer lugar para América Latina y posteriormente aplicadas mediante vía institucional en formato de modelo único para todos, se ha encargado de cumplir estos designios con mano férrea. Perpetuando por ahora un modelo caduco e ineficiente que cada día oprime más a la humanidad más débil.

Para finalizar y a modo de reflexión personal; ¿Por qué no se plantea de nuevo una iniciativa de intervención estatal que reduzca las asimetrías entre los mercados y entre las relaciones socioeconómicas? Y ante todo esto, ¿por qué no hace nada esa clase obrera? ¿existe? O todo esto no responde más que a romanticismos obsoletos, en viejas canciones de trova y guerrilla, universidad y trinchera, demasiado lejanas para ni siquiera soñar con ellas. En mi opinión, sigue existiendo. La Clase aunque, diluida en un mar de sectores que rompen la unidad al subdividirse la producción, se perpetúa adherida a la realidad del propio sistema, generando su ruptura, problemas en la conciencia de unidad de clase. El marxismo desarrolló un modelo teórico, convertido en práctica por ideólogos y diferentes sociedades del s.XX, que generaron experiencias fallidas y un marasmo de variantes ideológicas (juché, maoismo, trotskismo…) basados todos en unas formas de producción diferentes, ya no hay grandes fábricas, ni mítines en la hora del almuerzo. Aquella clase que no tenía nada, consiguió un Estado de Bienestar, que ahora pierde día a día en concepto de ajustes de mercado. Para afrontar el s.XXI la izquierda deberá dar salida a esta crisis no sólo de conciencia, sino de “método”.

Este artículo fue publicado en RedPedaleando una web sobre la Revolución Ciudadana.

Hegemonía y decadencia de España (I)

28/04/15, 23:36

El tratado de Cateau-Cambrésis, firmado en 1559, creaba un orden político destinado a mantenerse durante largo tiempo en sus líneas fundamentales y restituía la paz a una Europa lacerada y conmovida por las guerras de la primera mitad del siglo XVI.

El proyecto de una monarquía universal se había derrumbado definitivamente. En 1556 Carlos V abdicaba en favor de su hermano Fernando y de su hijo Felipe, dividiendo sus inmensos dominios en dos bloques; al primero de ellos le entregaba las antiguas posesiones hereditarias de la casa de los Habsburgo, Austria y Alemania, las coronas de Bohemia y Hungría y el título imperial; al segundo, le quedaban los territorios más extensos y ricos.

Felipe II (1556-1598) entraba en posesión de España, los territorios italianos, constituidos por el ducado de Milán, los reinos de Nápoles, Sicilia y Cerdeña y el denominado estado de las Guarniciones en la marisma Toscana, los Países Bajos, el condado de Borgoña, algunas bases situadas en las costas septentrionales de África y las extensas colonias de América hasta llegar a las lejanas Filipinas.

Así pues, el dominio directo de Felipe II era enormemente extenso, sin olvidar que la influencia del soberano español se extendía también sobre aquellos estados que, por debilidad o por vínculos de parentesco, no podían sustraerse a la hegemonía del más potente Estado europeo y, en consecuencia, se encontraban estrechamente ligados a la política española. Tal era el caso del Imperio, si exceptuamos algunas desviaciones temporales, o el de los estados italianos aún independientes, excepción hecha del ducado de Saboya y de la República de Venecia, que a pesar de la creciente presión de las grandes potencias consiguieron arbitrar una política autónoma y conservar su independencia.

Una serie de circunstancias favorables venía a consolidar la hegemonía española. Ante todo, la muerte de Enrique II, rey de Francia, acaecida en 1559, inmediatamente después de concluirse el tratado de Cateau-Cambrésis, llevaba a una pavorosa crisis al Estado que durante medio siglo había sido el más terrible adversario de los Habsburgo. La crisis interna francesa desembocaría poco después en las guerras de religión, y dejaba a Felipe II la posibilidad de imponer fácilmente su propia hegemonía en Europa, gracias sobre todo a su poderoso ejército y su potente flota. Por otro lado, la muerte en 1580 sin dejar herederos directos de Sebastián, rey de Portugal, le permitía a Felipe II ceñir también la corona de este reino y crear entre los dos Estados ibéricos una unión personal. A pesar de todo, precisamente en el momento en que la potencia española parecía haber alcanzado su punto culminante, comienzan a manifestarse los primeros signos de crisis que socavarán tan sólido edificio y le llevarán hasta su decadencia.

La situación económico-financiera denunciaba las primeras resquebrajaduras profundas en el estado español. Carlos V, en su frenética carrera hacia sueños universalistas, ya se había endeudado peligrosamente con una serie de banqueros extranjeros (en especial, alemanes, italianos y flamencos), y la afluencia de metales preciosos desde América se había mostrado insuficiente para salvar las finanzas españolas. Aún más, de hecho las había empeorado, pues la devaluación monetaria no hacía más que aumentar el volumen de las deudas contraídas bajo la forma de cesión de concesiones y privilegios de todo tipo. La economía también tendía en su conjunto a sufrir las graves consecuencias de la crisis financiera, ya que se fundamentaba de forma casi exclusiva en la explotación de los dominios periféricos, especialmente las colonias, sin que se extrajese un digno provecho de los recursos interiores, mal utilizados y faltos de coordinación.

Por consiguiente, se generaba una obvia y grave desproporción entre la amplitud de los proyectos políticos de Felipe II y las dificultades de la situación económica española, desequilibrio que nos explica la aparente contradicción entre la potencia alcanzada por España durante este reinado y el contemporáneo inicio de su declinar.

Así pues, una situación difícil y llena de incógnitas se le presentaba a la España de la segunda mitad del siglo XVI. Felipe II tuvo la escasa fortuna de alcanzar el trono precisamente cuando con mayor gravedad, en la mayoría de los estados europeos, se manifestaba la crisis económica, de la que España era la primera y principal víctima.

Pequeño de estatura, desconfiado y amante de las intrigas palaciegas, Felipe II se sentía español en lo más íntimo de su ser. Fijó su residencia en el grandioso y tétrico Escorial, palacio que él mismo mandara construir en las cercanías de Madrid, y siguió una despiadada política de intolerancia religiosa persiguiendo duramente a los herejes y convirtiéndose en rígido ejecutor de las conclusiones alcanzadas en el concilio tridentino. Fanáticamente convencido del origen divino de su poder, reforzó el aparato burocrático del Estado y decidió controlar personalmente la tarea de sus ministros reduciendo una serie de consejos, como el de Finanzas, el de la Inquisición, el de Asuntos de Italia y el de los Asuntos de los Países Bajos, a simples gabinetes de estudio, y a los secretarios de Estado a secretarios prácticamente privados, de forma que toda decisión estatal quedaba subordinada a su poder despótico.

Bajo su gobierno quedaron sofocados los últimos residuos de autonomía local en el seno de la monarquía española, ya que la estructura estatal deseada por Felipe II tendía a asumir un carácter cada vez más y más centralizado. A pesar de la unión entre los dos mayores reinos, el de Castilla y el de Aragón, producida muchos años antes a través del matrimonio entre Isabel y Femando. España aún no formaba un Estado único, compacto y homogéneo: Castilla y Aragón seguían siendo dos reinos con instituciones distintas, con diferentes estructuras económicas y dotado cada uno de ellos de privilegios específicos; y algo muy similar podía decirse de Cataluña, Navarra o Valencia.

Entre a tantas diferencias entre unas zonas y otras de España y con la idea fija de someter cada vez más rígidamente todo acto a su control personal, Felipe II había exasperado el centralismo castellano demoliendo y anulando gradualmente las autonomías locales. Esta política trajo consigo un estado de inquietud y descontento que se manifestaba ocasionalmente en movimientos de rebeldía y que tenía su reflejo en un análogo estado de intranquilidad en los dominios españoles periféricos, ya que los criterios de gobierno introducidos por Felipe II para aquellas tierras eran idénticos a los que aplicaba en la propia España.

Texto facilitado por estudiodeidiomas.com, una de las mejores academias de inglés en Madrid

La expansión colonial y la revolución de los precios

19/04/15, 11:54

Los grandes descubrimientos geográficos habían sentado las premisas para una rápida expansión colonial de las potencias de Europa occidental bañadas por el Atlántico. Sin embargo, fueron España y Portugal, que por caminos distintos habían desempeñado un papel preponderante en el descubrimiento del Nuevo Mundo, las primeras naciones en construir vastos imperios coloniales de características bien disimiles entre sí.

La expansión colonial portuguesa había apuntado desde un principio, no a la conquista de amplios dominios territoriales, sino a la ocupación y construcción de puertos que sirvieran de puntos de escala y estaciones comerciales a lo largo de la ruta seguida por Vasco de Gama, es decir, en las costas occidentales de África, hasta llegar al cabo de Buena Esperanza, y sobre las aún más lejanas costas indias.

Por tanto, el principal objetivo de los portugueses era el monopolio del comercio de especias y productos orientales. La única excepción en la formación y desarrollo de su política expansionista colonial había sido el Brasil, al que llegara Alvarez Cabral en el año 1500 y del que había tomado posesión en nombre del rey portugués. Pero aquel inmenso territorio, poblado por tribus primitivas, no había suscitado en un principio excesivo interés, siendo descuidado por los propios portugueses, quienes se sentían mucho más atraídos por el rico comercio de las Indias orientales. Sólo a partir de 1530, cuando reveló las posibilidades de sus enormes riquezas, los portugueses aplicarían al Brasil de forma gradual un colonialismo basado en la sistemática conquista de sus territorios y el disfrute de los recursos agrícolas del país, táctica completamente distinta al colonialismo comercial predominante en las costas africanas e indias.

La colonización española tuvo caracteres muy distintos pues estaba centrada en la ocupación de vastos territorios en el continente americano y, al menos en su primera fase, la llevaron a cabo los conquistadores, audaces aventureros empujados hacia las nuevas tierras por su deseo de riquezas y gloria militar, hasta tal punto que muchas veces discrepaban con respecto a las opiniones de las autoridades gubernativas.

Entre los conquistadores españoles se distinguieron por su habilidad y falta de prejuicios Hernán Cortés y Francisco Pizarro. El primero de ellos, que desembarcó en 1519 en las costas mexicanas con unos pocos centenares de hombres, sentó la primera base sólida del imperio colonial español al destruir en una legendaria empresa que duraría un par de años el dominio azteca. La altiplanicie mexicana antes de la llegada de Cortés estaba en poder de los aztecas, población que había creado y desarrollado una de las florecientes civilizaciones precolombinas, tal como nos testimonian sus prodigiosas edificaciones y sus numerosas y populosas ciudades. Se trataba de un mundo completamente distinto al que hallara Colón en las islas. Los aztecas no era una tribu salvaje ni vivía en toscos habitáculos de caña y juncos, sino un pueblo que usaba delicadas prendas de algodón para vestirse y que se adornaba con finas joyas de oro soberbiamente trabajado al tiempo que vivía en casas construidas con sillares de piedra.

Cortés se halló pues ante un pueblo rico, militarmente fuerte y bien organizado. Pero dando muestras de una audacia y habilidad excepcionales supo sacar provecho del descontento de las tribus sometidas a los aztecas y demoler la resistencia de estos últimos para conquistar un vasto territorio y obtener de Carlos V el título de gobernador y generalísimo de la Nueva España, nombre con que se designaría a México tras su conquista.

Aún más grande e importante fue la aventura culminada por Francisco Pizarro, quien conseguiría conquistar Perú y las inaccesibles regiones de Chile y Patagonia tras vencer y exterminar al pueblo inca, que se hallaba afincado en las altiplanicies peruanas.

La civilización de los incas era notablemente refinada. Diestros cinceladores y ceramistas, excelentes tejedores de bellísimas telas de lana, habían construido magníficos caminos y espléndidas obras hidráulicas que causaron el asombro de los españoles al llegar a estas tierras. Los incas también poseían una organización comunitaria basada en la propiedad común de la tierra, pero carecían de una sólida organización militar. No obstante, tampoco faltaban agudas divergencias entre los propios incas, y de ellas se

aprovechó Pizarro, que recurriendo a todo tipo de violencias y crueldades consiguió conquistar Perú con un reducido cuerpo expedicionario en 1593; Pizarro llamaría Nueva Castilla al Perú, y tras su conquista se apoderaba de un fabuloso tesoro.

Pizarro declararía todas aquellas tierras anexionadas a los dominios del rey de España, pero pocos años después el afortunado conquistador caería víctima de una feroz lucha que se había desencadenado entre los invasores para repartirse las inmensas riquezas que habían ido a parar a sus manos.

Con las conquistas de Cortés y Pizarro quedaba constituido el núcleo principal del imperio hispanoamericano, destinado a ampliarse en años sucesivos. De hecho a mediados del siglo XVI la ocupación española se extendía a México, toda América Central, las Antillas, Colombia, Venezuela y todo el vasto territorio designado con el apelativo común de Perú, que abarcaba desde las llanuras hasta las cimas de la cordillera andina. Más tarde se incorporarían al imperio colonial español Florida y las islas Filipinas. A medida que avanzaban las conquistas se iba planteando el difícil y delicado problema de la organización y administración de tan inmensos territorios, desconocidos y remotos, de tan distintas condiciones entre sí, territorios en los que los españoles habían instalado auténticas colonias de poblamiento o habían creado el vacío destrozando los ordenamientos político-sociales de pueblos con civilizaciones refinadísimas. Para resolver estas complejas cuestiones se creó en

que representaba para los colonizadores semejante trato a las poblaciones de tan lejanos países, y en especial la trata de negros apresados en tierras africanas y su ulterior y feroz explotación, contra la que no se alzaba valedor alguno, quedaba justificada con la absurda pretensión de que el gran flujo de oro y plata que llegaba hasta la metrópoli proporcionaba substanciosas riquezas a España y a toda Europa en general.

Con el incremento del tráfico entre la metrópoli y las colonias se habían visto substancialmente modificadas la naturaleza y dimensiones del comercio internacional, añadiéndose a las especias y los tradicionales productos de lujo algunos otros productos coloniales de uso más general, como el azúcar, el cacao y el tabaco. Pero no por ello la importación de metales preciosos desde América había dejado de ser desde el primer momento la principal preocupación de la corona española. En 1503 había sido instituida en Sevilla la Casa de Contratación, cuyo objetivo era controlar el comercio colonial, regular la emigración y las expediciones coloniales, además de cuidar del registro de los ingresos de la corona en forma de metales preciosos procedentes de las minas americanas. Para la monarquía española (primero para Carlos V y más tarde para Felipe II), empeñada como estaba en diversos frentes de batalla para afirmar su propia hegemonía sobre Europa, la masiva afluencia de metales preciosos se convertía de hecho en un valor decisivo. Pero al propio tiempo eran el oro y la plata americanos los máximos responsables de las ilusiones

alimentadas por el gobierno de Madrid y de una política exterior conducida con irresponsable imprevisión financiera. El espejuelo de los metales preciosos favorecía una notable inmigración española hacia las colonias y retrasaba el propio desarrollo agrícola de España. El impresionante flujo de metales preciosos desde América hacia España, que se intensificaría de manera espectacular tras la explotación de las riquísimas minas de plata de México y Perú, provocaba un vertiginoso aumento de los precios y el subsiguiente colapso económico. Este fenómeno tuvo su momento álgido en la segunda mitad del siglo XVI, pero ya se hallaba en avanzada gestación durante la primera mitad de dicho siglo: los historiadores lo han bautizado como «la revolución de los precios». La entrada en el mercado de fuertes cantidades de metales preciosos trajo consigo una devaluación de la moneda y de su poder adquisitivo, así como un general y rápido aumento del coste de la vida. Las consecuencias se hicieron sentir no sólo en España, encargada de importar directamente los metales preciosos, sino que el fenómeno iba a extenderse rápidamente a toda Europa dados los estrechos vínculos económicos y comerciales que unían a los distintos países del continente.

Una de las más graves consecuencias de este fenómeno fue el divorcio entre precios y salarios, realmente sensible durante todo el siglo XVI, pero de órdenes increíbles al alcanzar las últimas décadas del siglo. Los más perjudicados fueron quienes vivían de unas rentas

fijas, y ante todo los asalariados, especialmente allí donde estaban consolidándose las industrias capitalistas, como en varios centros de Alemania y en Lyon. La causa determinante inmediata era la lentitud con que se establecía la adecuación de salarios a precios, siempre insuficiente por lo demás y con claras ventajas por parte de los empresarios. Desde esta perspectiva económica, también sufría duras consecuencias la clase feudal de Europa occidental, que había abandonado las tierras en manos de los campesinos a cambio del pago de tributos en metálico. Algo muy distinto sucedía para este último grupo social en Europa oriental, lugar donde la nobleza seguía ligada a la tierra y aprovechaba el aumento de los precios de los cereales para ampliar con tan inesperadas rentas la extensión de sus propiedades, al tiempo que reducía al campesino sometido a mantener dependencias de trabajo servil.

La revolución de los precios también vino a crear una redistribución de las riquezas. La afluencia de metales preciosos y su difusión a lo largo de toda Europa significó una revolución monetaria y, por consiguiente, enormes ventajas para aquellas capas con ingresos basados en rentas móviles, en especial comerciantes y grandes empresarios. Los primeros, inmediatamente dispuestos a disfrutar las nuevas vías de comunicación: los otros empeñados en levantar nuevas industrias donde elaborar los nuevos productos importados, en especial los procedentes de las tierras recientemente conquistadas. Los capitales tan rápidamente acumulados se invertirían de inmediato en gigantescas especulaciones financieras.

Esta transformación económica y social, esta reestructuración y redistribución de las riquezas dentro de cada estado, favorecía el triunfo del capitalismo comercial y, con él, el del capitalismo financiero. Los hombres de negocios más astutos y sutiles, tras extraer enormes ventajas de las inversiones más seguras y rentables y dado que podían disponer de ingentes recursos financieros, se convirtieron en un elemento determinante dentro de la vida de las potencias europeas. Los soberanos de Portugal y España primero, los de Francia e Inglaterra poco más tarde, ante la imposibilidad de hacer frente a los siempre crecientes gastos de la administración y el ejército se veían obligados a solicitar inmensos préstamos en dinero contante y sonante a los banqueros alemanes, flamencos, genoveses o florentinos, concediéndoles a cambio privilegios de todo tipo, entre ellos la concesión del monopolio sobre la minería o el comercio de mercancías de una determinada procedencia o la concesión de títulos de crédito sobre productos de futura importación. De este modo iban haciéndose cada vez más estrechos los vínculos entre las monarquías y la gran burguesía, representada primordialmente por las casas comerciales de los Fugger, los Welser u otros capitalistas con un poder económico suficiente como para poder anticipar las gruesas sumas de dinero requeridas.

Inglaterra y la Reforma Protestante (I)

18/04/15, 22:12

Ya sabéis m afición por los idiomas, especialmente por el inglés, pues bien yo pienso que además de estudiar un idioma, es recomendable conocer la historia y la cultura del pueblo del idioma que estudias. Yo he trabajado en varias academias de inglés en Madrid baratas, y resulta interesante hablar con los profesores británicos o con los Estadounidenses sobre la historia de sus países, de hecho a ellos también les suele interesar la historia de España. Por eso, esta vez he buscado algo de información sobre la reforma protestante, ya que para mi es uno de los momentos más interesantes de la historia. sin más vamos a por ello, espero que os guste:

LA REFORMA PROTESTANTE:

Cuando en 1519 Carlos V de Habsburgo. nieto del rey de España Fernando el Católico v del emperador Maximiliano I, era elegido para ocupar el trono imperial con el firme apoyo financiero de las potentes firmas bancarias de los Fugger y los Welser y conseguía concentrar en sus manos un inmenso dominio, que se extendía sobre Flandes, sobre los dominios austríacos de los Habsburgo, sobre España y sobre sus posesiones en Italia y América, el panorama político europeo sufría un vuelco considerable. El equilibrio político entre las coronas de España y Francia tan fatigosamente conseguido con la paz de Noyon (1516) quedaba truncado, y Francia pasaba a verse amenazada y asediada por el inmenso imperio de Carlos V.

La unidad y la paz religiosa y cristiana fue el ideal al que Carlos V dedico todas sus energías, pero en este momento histórico se trataba ya de un ideal sobrepasado, irrealizable, casi un lejano sueño medieval, tanto más cuanto que el nuevo emperador tuvo que enfrentarse desde comienzos de su reinado con gravísimas dificultades y obstáculos. Si la consecución del acuerdo con la Santa Sede para asumir la defensa de la Iglesia ya fue bastante laborioso y no exento de problemas, con Francia se vio enfrentado desde el primer momento, y en especial durante el reinado del irreductible Francisco I, quien, comprometido por las veleidades de supremacía de su adversario, buscó alianzas de todo tipo en nombre de la defensa del equilibrio político entre las potencias europeas. La exaltación del ideal dinástico y la visión de una política universal, tan caras a Gattinara como bien acogidas por el emperador, chocaban de pleno con la realidad política y contra los derechos de las nacionalidades. Durante el gobierno de Carlos V, contrastando con el sueño imperial universalista y su contenido religioso y en armonía con la evolución nacional del mundo europeo, aparecía y se consolidaba la revolución luterana, que marcaba una gravísima fractura en el ámbito religioso con muy serias repercusiones en los terrenos político, económico y social.

Carlos V alcanzaba el trono imperial en el momento mismo en que se estaba difundiendo en Alemania una nueva doctrina religiosa promovida por Lutero. Se trataba de un nuevo ataque a la Iglesia católica cuyas últimas consecuencias era difícil prever. Por otro lado, los humanistas habían planteado el problema de una reforma interna de la Iglesia y reafirmado la exigencia de una religiosidad más intensa, menos vinculada al árido formalismo del culto tradicional. A decir verdad, habían menudeado las críticas a la ordenación jerárquica de la Iglesia y los ataques a la corrupción del clero, especialmente por parte de humanistas europeos transalpinos, siendo los principales núcleos los constituidos por pensadores y escritores alemanes y flamencos. Volvían a la palestra temas ya discutidos en el siglo XIV y comienzos del XV por parte de estudiosos de la religión como el inglés John Wycliffe y el bohemio Johann Huss, quienes predicando el retorno a la pobreza evangélica y denunciando los vicios del clero de su época habían acabado por extender su concepto de reforma a los campos de la fe y del dogma. Como consecuencia de todo ello, se había comenzado a profundizar en el estudio de los textos sagrados y se había abierto la discusión sobre diversas cuestiones importantes dentro de la teología cristiana. Esta reivindicación de los orígenes, de la pureza y simplicidad del cristianismo evangélico, esta abierta denuncia a la corrupción e ignorancia del clero y a la insaciable hambre de dinero por parte de la curia romana, se hallan puntualmente expuestas en la obra de Erasmo de Rotterdam (1476-1536), preocupado por conciliar las exigencias de una cultura libre, humanística y liberada de esquemas formales con las de una religiosidad tradicional que recordara a la característica a la de los antiguos Padres, a quienes guardaba gran devoción. De forma muy similar pensaban y actuaban Johannes Reuchlin en Alemania, Jacques Lefévre d’Étaples en Francia. Tomás Moro en Inglaterra o Juan Luis Vives en España, quienes en sus meditaciones tomaban como puntos de referencia primordiales las Escrituras y la patrística cristiana. La obra de todos ellos no tenía un mero contenido moralista, sino que también se planteaba la necesidad de establecer una relación más directa entre Dios y el hombre, eliminando o atenuando la mediación que representaban las prácticas y ritos eclesiásticos. Todos ellos pueden ser considerados como precursores de la reforma luterana, y aunque obtuvieron un notable consenso al intentar difundir los fermentos innovadores entre amplias capas de la población, chocaron de frente con la Iglesia romana, completamente insensible a toda posibilidad de innovación. Fracasaron sus propósitos reformadores, y algunos de ellos, como el docto y genial Erasmo de Rotterdam, frente a la alternativa de renegar del patrimonio cultural tan fatigosamente recogido o rechazar los estímulos reformadores, prefirieron circunscribirse a los estudios humanísticos, al tiempo que criticaban y se distanciaban de los innovadores y revolucionarios que se lanzaban a una completa ruptura con la Iglesia romana. Pero, a pesar de todo, el humanismo evangélico dejaría en Europa una profunda huella y un terreno abonado para la eclosión de la reforma protestante.

Así pues, a principios del siglo XVI, y bajo la activación de los nuevos fermentos generados por el mundo humanístico, están ya maduras las condiciones para que estalle una rebelión contra la Iglesia romana. La necesidad de llevar a cabo una renovación espiritual y religiosa, promovida en los países europeos por Erasmo y otros muchos humanistas, venia potenciada por un difuso descontento suscitado por la política papal durante la segunda mitad del siglo XV y comienzos del XVI. especialmente la promovida por Alejandro VI. Julio II y León X, en la que se daba cita todo tipo de nepotismo y mundanidad. Este comportamiento papal iba acompañado de una peligrosa faceta económica y financiera, ya que las crecientes necesidades de la Iglesia y de la corte papal habían llevado a multiplicar las fuentes de ingreso de la Cámara apostólica bajo las más variadas y pesadas formas de imposición —diezmos, venta de indulgencias, tasas sobre las nóminas de los titulares de cargos eclesiásticos, impuestos sobre beneficios vacantes o sobre las rentas producidas por dichos beneficios—, golpeando durante las diversas capas sociales y las propias finanzas estatales, con lo que se había difundido una amplia y abierta oposición a la Iglesia romana.

Dicha oposición era especialmente viva en los países germánicos, donde la presión eclesiástica se mostraba particularmente dura y el sentimiento nacional asumía acentos patéticos. Las tribulaciones alemanas se reflejaban en una profunda aversión hacia la romanidad a causa de las substanciales diferencias entre una y otra cultura en cuanto a.la forma de comprender los valores espirituales.

La protesta contra la tiranía ejercida por la iglesia de Roma, receptáculo de todos los vicios y de todas las formas de corrupción posibles, nacía, pues, de un estado de insatisfacción y de intolerancia de la nación alemana hacia la romanidad, y venía agudizada por la ola de indignación que suscitaron los abusos y escándalos acaecidos con ocasión de las indulgencias especiales prometidas en 1514 por el papa León X a todos aquellos que hubiesen contribuido mediante donativos en metálico a la terminación de la basílica de San Pedro.

En esta atmósfera, rica en estremecimientos e intolerancias, había nacido y crecido Martín Lutero (1483-1546). A causa de una promesa efectuada durante una violenta tempestad se hizo monje agustino, y animado por un profundo sentimiento místico-religioso y una lacerante angustia interior, se sumió profundamente en fervorosa meditación e incesante estudio de los textos históricos. Se sentía particularmente afectado por e escándalo de la venta de indulgencias, un auténtico mercadeo tal como la había planteado el dominico Tetzel en sus predicaciones, de forma que el 31 de octubre de 1517 se decidió a colocar en la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg un manifiesto en el que se recogían, en 95 tesis, algunos de los puntos de su doctrina, entre ellos la negación de a validez de las indulgencias, al tiempo que graves reservas sobre la potestad mediadora de la Iglesia v duras críticas contra el pontífice.

Este fue el comienzo de la revolución luterana. La publicidad dada al documento le permitió al reformador entrar en más íntimo contacto con la sociedad mundana, la situada al margen de los círculos monacales y universitarios. Desde anos antes a través de discusiones y polémicas, entre dudas e incertidumbres, Lutero intentaba profundizar en el problema de la salvación del alma y precisar su pensamiento acerca de la «encía de la gracia. No obstante, sólo tras la polémica levantada por la predicación sobre las indulgencias de Tetzel, intuyendo la tempestad que se estaba gestando alrededor de su persona y casi impaciente para adelantarse a sus consecuencias, decidió dar a su doctrina un desarrollo más amplio y un equilibrio más estable a fin de explicitar todo el contenido revolucionario de sus posturas.

Los puntos centrales de la doctrina luterana hacían referencia a la justificación exclusivamente a través de la fe y la consiguiente negación de todo valor a las obras de cara a la salvación, así como al libre examen de los textos sagrados, sin necesidad de ningún intermediario, rechazando la interpretación oficial y única de la Biblia proporcionada por la Iglesia.

Estos principios afectaban el mismo núcleo de la doctrina de la Iglesia católica. De hecho, al sostener que la salvación no depende del hombre, corrompido como está por el pecado original, sino tan sólo de la gracia de Dios, Lutero negaba la validez de buena parte de las enseñanzas de la Iglesia, de los cultos y costumbres religiosas, del poder de los sacerdotes para absolver los pecados en nombre de Dios. Por otro lado, afirmando que la interpretación de los textos sagrados, las únicas fuentes de verdad, no correspondía en exclusiva a la Iglesia sino a todo fiel, negaba el carácter divino de las órdenes religiosas v la autoridad del papa y de los obispos en materia doctrinal, y en consecuencia rechazaba todo el tradicional aparato jerárquico de la Iglesia. Por lo demás. Lutero rechazaba asimismo otras muchas prácticas religiosas, como por ejemplo los votos monacales, las peregrinaciones, las obras de caridad o las limosnas; también negaba todo carácter a una serie de sacramentos, excepción hecha del bautismo y la eucaristía, puesto que estos dos tienen sus fuentes en los mismos Evangelios.

La postura doctrinal de Lutero, antitética a la de la Iglesia, tendría una enorme repercusión en todos los estratos sociales alemanes, pues aparecía a ojos de todo el mundo como un motivo de rebelión de la nación alemana contra la Iglesia de Roma. Varias tentativas para convencer a Lutero de que se retractara de sus afirmaciones fueron hábilmente rechazadas. Ni las amenazas pronunciadas por los representantes de la Curia romana ni la excomunión que lanzara contra él el papa León X en 1520 le hicieron volverse atrás de sus actos o renegar de sus ideas. La profunda crisis provocada por Lutero tendría una repercusión social que no podía prever ni el propio reformador. De hecho Lutero había propuesto y predicado la restauración de una serie de valores espirituales, no una subversión del orden temporal. Pero en un ambiente aquejado por una aguda crisis, donde desasosiegos y desigualdades eran insoportables, era inmediato pasar desde una revuelta espiritual a una revuelta social.

Primero fue la pequeña nobleza, guiada por Franz Von Sickingen y estimulada por el humanista Ulrich Von Hutten, llena de odio hacia las capas más ricas y potentes, la que intentó conducir una acción armada contra los grandes señores feudales, sus opresores, y especialmente contra los señores eclesiásticos. Lutero no daba su aprobación a esta acción ya que creía en la adhesión espontánea de los príncipes y sus súbditos al movimiento reformador. Esta revuelta de la pequeña nobleza se agostó rápidamente ante la reacción presentada por los grandes señores.

Mucho más amplia y violenta fue la revuelta campesina, que estallaba en 1524 en la Selva Negra y se extendió con gran rapidez a buena parte de Alemania meridional, llegando hasta el Tirol y Estiria. En este caso la rebelión arrancaba de una larga experiencia en miserias e injusticias y se movía sobre un programa de reivindicaciones económicas y sociales; los sublevados aseguraban que no eran rebeldes, que nada pretendían subvertir ni destruir, sino que se limitaban a interpretar la palabra del Evangelio, palabra de verdad pero también palabra de justicia. La doctrina, considerada a nivel abstracto, era impecable, pero para los detentadores del poder ya no lo eran tanto, ni siquiera aceptables, las aplicaciones concretas que tendían a justificar el movimiento sedicioso y legitimar la sublevación interna. Exaltados por la ilusión del advenimiento de un más justo «reino de Cristo», en el que los bienes deberían ser disfrutados comunitariamente por todos, y bajo la guía de Thomas Münzer, los campesinos asaltaron y destruyeron gran número de castillos y monasterios. Lutero, que había defendido denodadamente el principio de autoridad, combatía contra los falsos profetas instigadores de malsanas pasiones, y dado que necesitaba del apoyo de los príncipes para desarrollar su actividad religiosa y propagar el movimiento reformador, intentó quedar completamente al margen del movimiento sedicioso y exculparse de toda responsabilidad condenando resueltamente la rebelión e incitando a los príncipes cristianos para que emprendieran una violenta y feroz represión. Las masas campesinas fueron cercadas y masacradas en Frankenhausen (1525), y Münzer fue capturado y ajusticiado.

En cualquier caso, el fracaso de la revuelta social había contribuido a la clarificación de las premisas que iban a sustentar la sociedad luterana en sus aspectos doctrinarios y políticos. A pesar de tan infausta experiencia, la reforma luterana continuaba haciendo prosélitos, sostenida por una pléyade de teólogos y predicadores que habían abrazado sus ideas y que, en buen número de casos, incorporaban a esta reforma una serie de modificaciones que ultrapasaban las intenciones iniciales de Lutero. Paralelamente, el emperador Carlos V desencadenaba también una amplia acción represiva, presionado por su enfrentamiento con Francia, por las fuerzas católicas y por la creciente amenaza turca. Pero no por ello se debilitó el movimiento protestante (cuyo nombre derivaría de una protestado redactada en 1529 por el grupo de príncipes luteranos y que fue públicamente presentada en la dieta de Espira), con lo que se convertía en amenaza disgregadora de la unidad del Imperio y debilitaba la capacidad imperial para hacer frente a las amenazas externas contra el mismo. La disputa entre Carlos V y los protestantes había acabado por transformarse en lucha política entre el emperador y los príncipes alemanes, conflicto que continuaría con vicisitudes alternas, sangrientas en muchos casos, hasta que Carlos V se vio obligado a aceptar compromisos escritos para intentar la pacificación de Alemania. El problema se resolvió finalmente con la paz de Augsburgo (1555), en la que se reconocía a todos los príncipes alemanes la libertad para escoger la religión que prefiriesen, luterana o católica, mientras que a sus súbditos se les respetaba el derecho a emigrar siempre que estuvieran en desacuerdo con la religión escogida por su soberano. De este modo, al menos temporalmente, quedó restablecida la paz religiosa en Alemania. Las consecuencias fueron bastante grandes para las aspiraciones católicas e imperiales. El reconocimiento de la religión reformada en un plano de igualdad sometía el catolicismo a una clara afrenta, además de a un fracaso en esta zona de Europa. Por otro lado, la autoridad imperial salía maltrecha del atormentado drama religioso, mientras que las aspiraciones autonomistas de los estados alemanes quedaban seriamente reforzadas.

Quedaba pues desvanecido el sueño de Carlos V de reinstaurar, con la unidad y la paz en el mundo cristiano, una monarquía universal acorde con el ideal político medieval. Algunos años antes, en febrero de 1546, había muerto Lutero, pero no sin dejar a sus más fervientes discípulos y a todo el pueblo una preciosa herencia.

 

Inglaterra y la Reforma Protestante (II)

18/04/15, 22:05

El luteranismo no tardó en difundirse también fuera de Alemania, concretamente en los reinos de Dinamarca y Suecia. Pero el mensaje luterano, dado su propio contenido intrínseco, debía favorecer el nacimiento de corrientes que, dentro del marco de una rebelión frente a la Iglesia romana, adoptarían posiciones distintas y autónomas. En la propia Alemania una serie de grupos religiosos, como el de los anabaptistas, quienes sostenían que el bautismo sólo debía administrarse a los adultos una vez estos conociesen y aceptasen la doctrina cristiana, adoptaron una línea notablemente divergente del pensamiento de Lutero, y en muchas ocasiones incluso el abierto contraste con él. Fuera de Alemania el movimiento reformador adoptaría posturas más radicales y decisivamente autónomas con respecto a la doctrina luterana.

Hacia finales de 1522 había surgido en Suiza un movimiento anticatólico impulsado por Ulrich Zwinglio (1484-1531); Zurich se convirtió en el centro de su actividad reformadora. Zwinglio se había empapado profundamente de la cultura erasmiana y se inspiraba en las ideas del disidente reformador alemán Karlstadt. Movido por la convicción de que las Sagradas Escrituras debían ser consideradas como la única fuente de verdad religiosa y aceptando la doctrina de la salvación a través de la fe, atacaría duramente la doctrina y ritos de la Iglesia romana desde posiciones más radicales que las luteranas y acabaría por distanciarse radicalmente del reformador alemán. El bautismo y la eucaristía quedaban reducidos a simples símbolos, mientras que la misa se veía lectura de la Biblia. Este total distanciamiento del movimiento luterano seria fatal para la suerte del propio Zwinglio, quien atacado por las milicias de los cantones suizos católicos fue finalmente derrotado y muerto.

Juan Calvino (1509-1564) se mueve tras las huellas de la obra de Zwinglio. pero con una perspectiva más amplia y una actitud de mayor rigidez. La doctrina de Calvino se difundió rápidamente en numerosos países europeos, y a su través el protestantismo hallaba la posibilidad de difundirse sobre un campo mucho más vasto que hasta aquel momento. Quedaban con ello superados los límites del luteranismo, que anclado a la fuerza política de los príncipes alemanes había conseguido consolidarse en Alemania, pero no sin pagar el precio de perder su capacidad de proselitismo en otras zonas del continente europeo.

Juan Calvino, nacido en Noyon, Francia, había establecido contacto con los principales exponentes parisinos del humanismo cristiano, tras lo cual se trasladó a Basilea. Allí expondría sus ideas reformadoras y daría a la imprenta su obra fundamental, la Istitutio religionis christianae.

” También para Calvino las Sagradas Escrituras constituían el único fundamento de la verdad, pero adopta esta postura con más rigor que sus predecesores y rechaza todo aquello que no tenga un explícito reconocimiento en las mismas, donde incluso busca las normas de la constitución eclesiástica. Por otro lado, aunque acepta la doctrina de la salvación por medio de la fe, concibe ésta última como un don que Dios reserva para los elegidos y, por tanto, niega la libertad humana y subordina la salvación a la voluntad divina. De todas estas premisas deriva la distinción entre Iglesia invisible, constituida exclusivamente por los elegidos y cuya composición sólo conoce Dios, e Iglesia visible, la formada por todos los creyentes sometidos a la más severa disciplina moral y dedicados a velar por la sociedad.

Así pues, el concepto de predestinación queda ubicado en el núcleo mismo de la doctrina calvinista, aunque ello no exima de sus responsabilidades a los simples, que deben aceptar con humildad la ley divina, ni deba quedar resentida la dedicación de todos al trabajo, contemplado como un sacerdocio bajo cualquiera de sus formas.

Moviéndose alrededor de estos principios doctrinales, rígidamente ceñido a la Biblia y preocupado por evitar todo retorno a las prácticas de la Iglesia romana, muy duramente condenada, Calvino intenta reducir el culto a niveles de extrema simplicidad, para lo que elimina toda formalidad exterior inútil y se limita a reconocer validez a la misa dominical, la predicación y la lectura de los salmos en colectividad. El bautismo y la eucaristía, aunque aceptados dentro del calvinismo, quedan reducidos a puros signos simbólicos de participación de Dios en la vida espiritual del creyente.

Este programa reformador, tan preñado de consecuencias para toda la vida europea ulterior, pudo ser puesto en práctica en Ginebra, lugar donde Calvino se había trasladado en 1536, poco después de la publicación de la Istitutio. En la iglesia luterana la autoridad civil ocupaba el lugar de los obispos en cuanto a la dirección espiritual de los súbditos y el nombramiento de sus pastores, estructura que quedó superada en Ginebra al imponerse en 1541, con la publicación de las Ordonnances ecclésiastiques, una iglesia democrática en la que el gobierno eclesiástico dependía de la comunidad. Los órganos directivos pasaban a ser la Venerable Compañía, compuesta por todos los pastores, y el Consistorio, formado en su mayoría por laicos; ambos órganos colegiales eran de carácter electivo y estaban encargados de velar por la conducta moral de todo el mundo, imponiendo al propio poder político de la ciudad el respeto por las normas evangélicas y sirviéndose de él para el cumplimiento de las condenas contra los transgresores.

Calvino consiguió hacer triunfar su doctrina a través de este rígido sistema de competencias y responsabilidades. Ginebra cambió su faz rápidamente para convertirse en una ciudad donde predominaba un sentido de absoluta austeridad y en la que era usual la participación de todo el mundo en las tareas comunitarias. El modelo ginebrino constituía el mejor testimonio de la eficacia de las enseñanzas de Calvino, cuya doctrina se difundió rápidamente en numerosos centros franceses, flamencos, ingleses, alemanes, húngaros y, de forma episódica, italianos. En Francia también se palpaba en el ambiente la necesidad de llevar a cabo una reforma radical que impidiese los ya demasiado frecuentes escándalos y abusos, provocados de forma muy especial por la larga intromisión del poder real en cuestiones eclesiásticas. La acumulación de cargos y la costumbre de confiar las rentas de un beneficio eclesiástico a comendatarios, laicos en buena parte de los casos, se hallaba notablemente difundida, con lo que había crecido el más abierto descontento entre amplias capas de la población. Este descontento permitió a los calvinistas, que en Francia recibirían la denominación de hugonotes, captar prosélitos en todas las clases sociales, pero muy especialmente entre la burguesía de los principales centros comerciales e industriales, cuya estructura social presentaba una serie de características análogas a las de la ginebrina. Los hugonotes sufrieron duras represiones y persecuciones, pero hacia 1560 los seguidores de las doctrinas calvinistas ya habían conseguido organizar de forma estable iglesias similares a las existentes en Ginebra; sólo mucho más tarde, tras ásperas luchas y durísimas represiones, acabarían por ser aplastados.

Mientras el luteranismo se extendía por Alemania y en Suiza comenzaba a introducirse la reforma zwingliana y se preparaba la de Calvino, Inglaterra también iniciaba su camino de alejamiento de la iglesia romana. Pero a diferencia del caso alemán, el distanciamiento de Inglaterra con respecto a Roma no venía originado por una profunda exigencia espiritual de la nación sino por un vivo deseo de emanciparse del papado, que nunca había renunciado a considerare! reino inglés como un estado vasallo. La GscaUdad – amplios privilegios, la intromisión y relajamiento moral del clero habían inspirado el espíritu antirromano, que por otra parte tenía una vieja tradición en Inglaterra a través de su más ilustre valedor, John Wycliffe (1320-h. 1384).

El rey Enrique VIII fue el intérprete en la práctica de la difusa aspiración inglesa a desvincularse de la pesada intromisión papal. El rey, a quien el papa le había negado la disolución de su vínculo matrimonial con Catalina de Aragón para desposarse con Ana Bolena, joven y bella dama de la corte, publicaba en 1543 el Acta de supremacía, en la que se establecía que el soberano era la cabeza suprema de la iglesia en Inglaterra con facultades para reformarla y nombrar y destituir a sus obispos.

El documento poseía una excepcional importancia, no sólo porque sancionaba la separación entre la iglesia anglicana y la romana, sino porque constituía una innegable muestra de la evolución de la monarquía inglesa hacia el absolutismo.

Al día siguiente de la pública manifestación del cisma se desencadenaba una despiadada ola de persecuciones destinada a anular toda posible resistencia. El obispo Fisher, viejo confesor de la reina Catalina, y Tomás Moro eran decapitados; los monasterios fueron cerrados y se confiscaron sus patrimonios, para distribuirlos posteriormente entre la nobleza y la burguesía. Sólo varios años más tarde, tras una breve tentativa de restauración católica y de despiadada persecución contra los protestantes por parte de la reina María, llamada la Católica, lograba consolidarse definitivamente la iglesia anglicana durante el reinado de la gran reina Isabel (1558-1603), hija de Ana Bolena.

Las disposiciones promulgadas por Isabel conseguían dar un asentamiento definitivo a la resolución del problema religioso. Aunque conservando los ritos y organizaciones jerárquicas de la Iglesia romana, con su distinción entre obispos, sacerdotes y diáconos, la. doctrina anglicana se apartaba profundamente del catolicismo al adoptar numerosos principios del luteranismo, que quedarían fijados en los Treinta y nueve artículos simbólicos, fundamento aún hoy en día de la iglesia episcopal, la iglesia oficial anglicana. En base a tal articulado se rechazaba, además de la primacía papal, otros varios elementos del catolicismo, como el culto a los santos y las reliquias o la existencia del purgatorio, a la vez que los únicos sacramentos reconocidos pasaban a ser el bautismo y la comunión.

Pero las disposiciones de la reina inglesa no consiguieron impedir que una parte de los católicos y los núcleos calvinistas se mantuvieran fieles a sus respectivas doctrinas. Isabel mostró tolerancia en un principio frente a los católicos contumaces, pero no tardaría en desencadenar contra ellos una auténtica persecución, privándoles de la libertad de culto, de los derechos políticos y, en parte, incluso de sus derechos civiles. A causa de tal persecución los católicos fueron quedando reducidos paulatinamente a una minoría en la Gran Bretaña. Pero en Irlanda sucedió todo lo contrario, y aún cuando sus gentes se vieron sometida? a los más inhumanos sistemas de persecución, consiguieron constituir amplia mayoría, hecho que varios siglos más tarde pesaría de forma decisiva en la conquista de su autonomía nacional.

La persecución de Isabel también se desencadenó contra los calvinistas, que habían echado raíces en Inglaterra y condenaban por impuro el anglicanismo, de ahí el nombre de puritanos con que se les conocerá. Los objetivos reales no tuvieron éxito en este caso, inspirándose en las concepciones democráticas de Calvino, los puritanos hallaron su principal base de difusión entre las capas populares y, combatiendo el absolutismo real, irían edificando las bases de la futura doctrina liberal. En Escocia la suerte seguida por los calvinistas, denominados allí presbiterianos, fue bastante distinta. La nobleza deseaba apoderarse de los bienes eclesiásticos y los católicos, débilmente apoyados por la reina María Estuardo, quien en 1567 se vio obligada a abandonar el reino, fueron finalmente vencidos, de modo que en 1581 se proclamaba el presbiterianismo como religión oficial del Estado.

Más allá del éxito o del fracaso de las diferentes doctrinas religiosas permanecía en pie el hecho importante de que las continuas persecuciones habían inducido a muchas familias irlandesas y escocesas, católicas y protestantes, a emigrar hacia América septentrional, donde darían nacimiento a populosas comunidades y se mostrarían entre las más activas en la colonización del nuevo continente.

 

El “conócete a ti mismo” socrático

16/04/15, 17:31

Si es verdad que la psicología es ante todo una interrogación del hombre sobre sí mismo, sobre su propia individualidad, y también sobre las otras individualidades, se com- prende que no hubiese psicología en las civilizaciones arcaicas. Pues el hombre primitivo apenas si tiene una individualidad distinta de la del grupo. Obedece ciegamente a las costumbres y a los tabúes de su tribu (sabemos, por ejemplo, que el suicidio ritual se practicó sin dificultades ni rebeliones en numerosos pueblos).

El problema psicológico sólo se plantea concretamente cuando el individuo deja de someter exactamente su pensamiento y su conducta a las exigencias de la moral colectiva. Pues son los móviles individuales, las pasiones, quienes sustraen al in- dividuo de la ley común. El retorno a uno mismo, el descubrimiento de la singularidad psicológica, es aquí inseparable de la reflexión moral; el individuo descubre su yo original precisamente al juzgarse, al acusarse de haber desobedecido la ley, un poco a la manera del niño que adquiere conciencia de la singularidad de su yo a raíz de su primera mentira.

En el mismo sentido, los escépticos, por ejemplo los sofistas griegos, descubren el yo —como sujeto del conocimiento— con una especie de angustia. El acto de conocimiento, al principio inconsciente y total- mente ingenuo, se borra ante el objeto conocido, ante el mundo que ocupa todo el escenario. Pero muy pronto la experiencia del error enseña que el conocimiento es el acto de un sujeto, que es el yo quien cree conocer y quien se engaña. El descubrimiento de los innumerables errores debidos a la subjetividad de los sentidos, a las ilusiones de la pasión, a la sugestión de los hábitos, introduce en la intimidad de la singularidad psicológica. En vez de una verdad universal y objetiva, el acto de conocimiento sólo produce, a menudo, errores particulares que devuelven a las disposiciones subjetivas de la propia persona. El campo de la subjetividad se descubre, pues, como un fracaso de la mente a alcanzar valores universales.

El pecado que vulnera la ley moral, el error que vulnera la verdad: he aquí los primeros temas de interrogación psicológica. Lo psi- cológico es el accidente, es algo negativo, es lo que priva de lo universal. El descubrimiento psicológico será pues, ante todo, inseparable del esfuerzo de corrección moral, del afán de reconciliación con lo universal. Sólo hay que curar lo singular. Por ejemplo, cuando Sócrates nos pide que adoptemos la fórmula grabada en el frontón del templo de Apolo en Delfos, “Conócete a ti mismo”, hace falta entender que este imperativo socrático tiene una significación moral. más que psicológica. Cierto que el individualismo democrático — la diversidad de intercambios comerciales y de contactos humanos—, los conflictos de las ciudades y de las clases sociales, la crisis de conciencia provocada por la guerra del Peloponeso, crearon en Atenas condiciones particulares que favorecieron el nacimiento de una reflexión psicológica. Pero, si Sócrates nos invita a conocernos, es ante todo para reformarnos. Se trata, sí, de ver claro en nosotros mismos, pero con el fin de expulsar de nuestros pensamientos los errores y las contradicciones, de aprender a dominar nuestros impulsos, a lograr un equilibrio, un arte de vivir según la verdad y la justicia.

Sócrates lo dice claramente a Calicles en el Gorgias: “El tema más bello de discusión es saber lo que el hombre debe ser, a qué debe aplicarse y hasta qué punto, ya sea en la vejez, ya sea en la juventud. Conocerse es descubrir en uno mismo —más funda- mental que prejuicios, egoísmo y pasiones— la razón universal. Calicles pretende pensar que vale más cometer una injusticia que padecerla, y Sócrates sostiene la opinión contraria: ¡Vuelve a ti mismo, Calicles, razona atentamente y te darás cuenta de que no pensabas realmente lo que creías pensar, y que, sin saberlo, estabas en el fondo de acuerdo con Sócrates! “Estoy convencido de que tú y yo, y todos los hombres, pensamos que cometer la injusticia es un mal mayor que sufrirla.” Conocerse a sí mismo es, para Sócrates, escuchar dentro de sí la voz de la Razón universal y eterna, condición única para estar en paz con- sigo mismo y con las otras conciencias razonables.

Precisamente esta interpretación moral del análisis psicológico justifica, a los ojos de Sócrates, el desprecio por las cosmologías y la ciencia del mundo. Debemos conocernos a nosotros mismos, porque somos nosotros mismos aquellos a quienes debemos gobernar. ¿De qué sirven las conjeturas de la “física”, las teorías sobre el devenir, sobre los átomos, sobre la estructura del universo? Estas especulaciones orgullosas e inciertas son absolutamente inútiles: A Dios, no a nosotros, corresponde dirigir el Cosmos: “aunque los filósofos llegasen a conocer las leyes que regulan el nacimiento de todas las cosas, ¿podrían hacer a voluntad los vientos, la lluvia, las estaciones o cualquier otra cosa parecida de la que tuviesen necesidad?” Lo esencial es obrar, y obrar bien. Dado que la ciencia, en la época de Sócrates, no era lo bastante madura para engendrar técnicas, la única acción fecunda era la del yo sobre el yo, es decir, la sabiduría: la regla del “conócete a ti mismo*‘ es una ética; todavía no es una psicología.

*Extracto de la ” Enciclopedia de la Psicología” de Denis Huisman (Profesor de la Universidad de Paris – Dauphine y Director de la Escuela Francesa de Agregados de Prensa.

Cómo aprender ingles rapido

13/04/15, 10:54

Después de la serie de la historia del idioma inglés (ya os dije que me había apuntado a una academia llamada estudiodeidiomas.com que según dicen es una de las mejores academias de inglés en Madrid ) voy a seguir con el tema del idioma, en esta ocasión vamos a dar unas pequeñas pautas necesarias para progresar con mayor rapidez en el aprendizaje, son unos consejos que me dieron cuando hice unos cursos intensivos de ingles en madrid  hace un par de años:

Es un hecho incuestionable que el inglés se posiciona como el idioma más importante a nivel mundial, lo cual se explica por el dominio de las dos últimas potencias o imperios que se han erigido en el mundo: Inglaterra y los Estados Unidos. El primero gracias a su potente flota naval y comercial, la cual dominó los océanos del mundo durante el siglo XIX; y el segundo de la mano del capitalismo, su economía y el comercio internacional.

Independiente de si nos gusta o no, como aprender ingles rápido se presenta cada vez más como una necesidad en el siglo XXI para cualquier ser humano. Ya no solo se trata de ampliar nuestros horizontes culturales, sino de conseguir mejores empleos, escalar a nivel educativo o poder viajar a otro país. A continuación te presentamos algunos aspectos a tener en cuenta si no quieres fracasar en tu intento de aprender inglés:

Cómo aprender ingles rapido

Antes de empezar tu camino de aprendizaje, es necesario que decidas cuál de las dos versiones más importantes del idioma quieres aprender: inglés británico o inglés estadounidense. Si bien es cierto que para ambos se aplica la misma estructura básica, podemos notar varias diferencias en cuanto a pronunciación, composición semántica y otros detalles.

Estructura del idioma: el siguiente paso en tu recorrido para como aprender ingles rápido, es estudiar a profundidad la estructura del idioma, y cómo se interrelacionan sus diferentes componentes (pronombres, verbos, adverbios, sustantivos, artículos, entre otros); de tal manera que es posible la comunicación entre los diferentes angloparlantes.

Vocabulario: a medida que transcurren tus sesiones con el idioma, es fundamental ampliar y memorizar tu vocabulario si realmente deseas mantener una comunicación abierta con otras personas que hablen el inglés. Si deseas, puedes darle prioridad a aquellas palabras que generalmente usas más en tu trabajo, vida diaria, deportes favoritos o hobbies en tu tiempo libre.

Lectura: definitivamente leer documentos en inglés te ayudará acortar tiempo cuando se trata de como aprender ingles rápido. Además, te permite una aproximación directa a diferentes e interesantes maneras de escribir. Puedes iniciar leyendo artículos en diarios o periódicos escritos en inglés, columnas de opinión o revistas sobre farándula. Luego, cuando estés más familiarizado, no dudes en buscar material más profundo como novelas, revistas científicas o material de investigación. La buena noticia es que desde cualquier computador conectado a internet, tienes la posibilidad de acceder a estos contenidos, muchas veces sin necesidad de pagar por ellos.

Ahora que tienes interiorizados los aspectos estructurales y el vocabulario, debes iniciar con tu entrenamiento auditivo. Esta etapa es fácil de implementar, valiéndote de los medios audiovisuales que ya tienes disponibles como películas, series de televisión, noticieros, documentales, música y videos musicales; todos hablados en inglés. Nuevamente internet y portales como Youtube se convierte en tu mejor aliado para como aprender ingles rápido.

Conversar: en este punto ya estás con el nivel suficiente para interactuar con otras personas que hablan inglés, así que busca compañeros de conversación. Una buena forma de lograrlo es a través de internet, o contactando grupos de conversación en tu ciudad.

El artículo debe argumentar métodos de aprender ingles rápidos y darle al lector variantes a elegir según le convenga.

Historia del Inglés (III)

8/04/15, 20:25

Bueno, con este artículo terminamos la serie de la historia del inglés, ya os conté como todo empezó cuando empecé a buscar academias de inglés en Madrid para preparar el first , al final me he decidido por un curso intensivo, pero bueno esta es otra cuestión.

Las influencias del francés

Ya hemos visto en los artículos anteriores que el inglés moderno procede de una lengua germánica que arribó a Britania en el siglo V con las invasiones de tribus anglosajonas. Los habitantes que ya estaban viviendo allí hablaban lenguas celtas antiguas, pero es esta lengua germánica la que logró imponerse en muchos de estos habitantes, la que con el tiempo se iría convirtiendo en el  inglés que conocemos en la actualidad.

La invasión anglosajona a la que nos referimos coincidió en el tiempo con la caída del Imperio Romano en Britania. Los romanos ocuparon Britania durante aproximadamente 400 años pero existe ninguna evidencia del desarrollo de una lengua romance inglesa; probablemente esto se deba a que las lenguas romances se desarrollaron más en las zonas del imperio afectadas por invasiones germanas.

Las consecuencias de la invasión vikinga, que tuvo lugar en el año 793 d. C.  fueron la división en dos partes del territorio:

  1. Por un lado el Danelaw de los daneses (vikingos) en el lado noreste.
  2. Por el otros el West Saxon de los anglosajones en el lado sudoeste.

En la parte del sur ya había una viva tradición escrita que se demuestra en documentos como las Crónicas anglosajonas. Esta lengua, que es mayoritariamente el dialecto de Wessex, es lo hoy en día se conoce como anglosajón o inglés antiguo. Sin embargo, este idioma no se convertiría una lengua reconocible fácilmente como inglés hasta después de que ocurriese la invasión y conquista normanda.

En el año 1066 llegaron los normandos y en la famosa Batalla de Hastings superaron a las tropas del rey Harold II de West Saxon. Guillermo el Conquistador se convirtió en rey y el pueblo normando comenzó a gobernar en el país. Guillermo fue la figura que introdujo el sistema feudal en Inglaterra, después de la conquista los franceses se convirtieron en los señores feudales  y eran los ingleses lo siervos de esta élite feudal.

En el año 1154, Enrique II se convirtió en rey, trayendo consigo influencias francesas en lugar de normandas. Los monarcas franceses de Inglaterra perdieron sus posesiones en Normandía en el año 1204 bajo el reinado Juan I, pero no fue hasta el reinado de Enrique IV en el año 1399 cunado el pueblo inglés volvieron a tener un rey que hablase inglés asumiéndola como su lengua materna.

Coexistencia de las lenguas

A partir del 1066, el inglés antiguo ya no era la lengua oficial del gobierno ni de las escuelas o colegios, de hecho fue sustituido en primero lugar por el francés normando y más tarde por el francés de París. A lo largo de unos 300 años el idioma francés fue considerada una lengua de prestigio y mientras que el inglés era el idioma de los siervos. A esta mezclanza se le puede añadir también el latín, que era la lengua usada por el estamento eclesiástico. Prácticamente no hay documentos escritos en inglés de los siglos posteriores a la conquista y cuando el idioma salió de esta etapa negra hacia la mitad del siglo XIV mostraba ya unos cambios sustanciales y grandes influencias de sus conquistadores.

Cambios lingüísticos

Inglaterra tuvo gobernantes franceses durante más de 300 años, pero el pueblo inglés nunca se convirtió en un franco-hablante. Hubo muchos matrimonios entre ingleses y franceses, el francés se aprendía para los temas burocráticos y de gobierno, era la lengua del poder y de las oportunidades para triunfar o sobrevivir, pero nunca penetró como lengua principal en todos los niveles de la sociedad.

Aunque tuviesen el poder y la tierra, el número de parlantes únicamente de francés que habitaban en Inglaterra fue siempre muy pequeño.

El idioma francés puro únicamente pertenecía a la élite, pero no al pueblo llano, pero eso no quiere decir que la huellas que dejó el francés fueran grandísimas en el inglés.

El primer dialecto que contactó con el inglés antiguo fue la lengua normanda de Guillermo el Conquistador. Este dialecto ya contaba con sus propias influencias germánicas y esto se puede notar sobre todo a nivel fonológico, en los vocablos ingleses que proceden del normando.

Después del reinado de Guillermo, tuvo lugar el de Enrique II que procedía de Francién, no de Normandía. Enrique y su mujer, Leonor de Aquitania, llevaron a Inglaterra el dialecto de París, así como la cultura y el arte de la capital francesa.

A pesar de la prolongada convivencia entre el inglés y el francés, la influencia lingüística del francés se redujo sobre todo al aspecto léxico. La etapa francesa tuvo lugar en una época de grandes cambios sintácticos y morfológicos en el idioma inglés, pero estos, no fueron cambios cuyas raices tiviran sus raíces en ninguno de los dialectos franceses. Por ejemplo, aunque fuese una lengua románica, el francés usaba un sistema de tiempos verbales que era sintético. Fue precisamente en esta etapa entre el inglés antiguo y el inglés medio, cuando el idioma perdió la mayor parte de sus tiempos sintéticos y casos sustantivales y comenzó a utilizar más los tiempos perifrásticos.

Esta clase de cambios son parecidos a los procesos de criollización de cualquier otra lengua de procedencia no latina en francés: adquirir vocabulario y simplificar la gramática original.

Modismos

Una excepción a la regla muy interesante en lo que se refiere a la falta de influencia francesa en la sintaxis del inglés, se da en los modismos. Hay muchísimas expresiones que han sido adoptadas directamente del francés, pero existen otras clases de expresiones en las que se han traducido las palabras y adoptado la estructura francesa.

Conclusiones

La conquista de los normandos eliminó hasta el 85 por ciento de las palabras anglosajonas del léxico del lenguaje inglés, pero hoy en día, aproximadamente el 96 por ciento de las palabras más comunes del inglés son de origen anglosajón.

Cuando el idioma asumió su posición de lengua oficial de Inglaterra, allá por el siglo XIV, solamente quedaban más o menos 4500 vocablos del inglés antiguo, comparado con las 10 000 palabras tomadas de los franceses. Sin embargo, estas 4500 palabras son las palabras básicas de la lengua. Son vocablos como live (vivir), child (niño), eat (comer), sleep (dormir), fight (luchar), love (amar), y wife (esposa).

La palabras adoptadas del francés, han servido sobre todo para formar una capa que suma distinciones y refinamiento a la lengua, sin distorsionar su núcleo anglosajón. Esto ha aportado al inglés distinciones matizadas entre sinónimos como freedom y liberty (libertad), o entre wish y desire (deseo), o start y commence (comenzar).

Sigue siendo normal hoy en día que la palabra derivada del francés es considerada más culta que su equivalente anglosajona.

Por cierto, comentaros que he encontrado una academia buenísima para dar cursos de ingles en Madrid , se llama estudiodeidiomas.com.

 

La historia del inglés (II)

28/03/15, 18:21

La semana pasada os contaba que había estado buscando academias de inglés en Madrid baratas para mejorar mi gramática, ya que hablo y entiendo bien el idioma, pero he descuidado mucho esta faceta, de hecho hay palabras que se decir y entiendo perfectamente, pero no sé cómo se escriben. Pues bien, después del artículo anterior, (si no lo leísteis lo podéis ver aquí) seguimos con la serie de la historia del inglés (queda otro post), en este vamos a ver el paso del Inglés antiguo al inglés moderno:

Inglés antiguo

Evidentemente el  inglés antiguo no era igual que el inglés actual, las diferencias fonéticas son muchas, pero más aún en lo que a la gramática respecta, hasta tal punto que ningún británico de hoy en día podría entender el Inglés antiguo.

Posteriormente la lengua inglesa tuvo una gran influencia del germánico septentrional, concretamente del antiguo escandinavo, también llamado o antiguo norse, lengua usada por los vikingos que formaron parte de la invasión y posterior colonización de la zona nordeste de Inglaterra, las raíces de estas lenguas se parecían al inglés antiguo pero gramaticalmente diferentes.

Básicamente, la mezcla  del inglés antiguo con el antiguo norse se tradujo en una simplificación morfológica del inglés antiguo, como por ejemplo la desaparición  del género gramatical, además de los casos lingüísticos explícitos (exceptuando los pronombres).

Con la llegada del cristianismo se introdujeron vocablos latinos y algunos griegos. La época del inglés antiguo terminó formalmente al poco tiempo de la conquista normanda, cuando la el inglés recibió una gran influencia del antiguo normando hablado por estos conquistadores.

La utilización del término “Anglosajón” para referirse a la mezcla de lenguas y culturas tiene una procedencia más o menos moderna.

Inglés medio

En los más de 300 años posteriores a la conquista normanda, la lengua románica de oïl era hablada solo por los reyes normandos y por su corte, esta lengua era llamada “Old Normand”, pero la gente del pueblo llano seguía utilizando el Inglés.

La influencia en el inglés medio por el anglonormando fue considerable, para más tarde ser el anglofrnaces el que lo modificase sustancialmente. Después, con la decadencia de la lengua normanda el francés consiguió el estatus de lengua de prestigio y (junto con el normando) logró una gran influencia que hoy en día se puede notar en una gran cantidad de vocablos de origen francés. La tendencia hacia una mayor formalidad a la hora de usar palabras con origen normando se sigue dando en la actualidad, por eso, la mayor parte de los anglófonos actuales estiman que decir “a cordial reception” (procedente del francés) es más formal que decir “a hearty welcome” (procedente del germánico).

El antiguo norse o el latín son las lenguas utilizadas en casi todas las obras literarias de la época. Muchas palabras se introdujeron en el inglés antiguo tanto en la forma germánica como en la forma latina. La influencia de los normandos produjo lo que actualmente se conoce como el inglés medio. Es celta también ejerció una gran influencia en el inglés, sobre todo la introducción del aspecto continuo, una característica que podemos encontrar en otras muchas lenguas pero que inglés se desarrolló prematuramente. El normando afecto considerablemente la pronunciación, por ejemplo con sonidos “θ” y “ð” que se escriben “th”.

Geoffrey Chaucer  se convirtió en el escritor más famoso en inglés medio, sobre todo debido a su obre “Canterbury Tales”. Las “Provisions of Oxford”, escritas en el año 1258, se convirtieron en el primer documento de gobierno publicado desde la invasión normanda. En el año 1362, el rey Eduardo III fue el primer rey en hablar en inglés al parlamento. A finales del siglo XIV, la corte real ya solo hablaba inglés, con lo que el anglonormando quedó solamente para pequeñas esferas, pero para esa época ya lo podemos considerar una lengua prácticamente muerta.

Inglés moderno temprano

Con el primer inglés moderno se piensa que hubo una evolución respecto a los vocablos del inglés (Great Vowel Shift), evolución que tuvo lugar principalmente en el siglo XV. El inglés se estandarizó a partir del dialecto de la ciudad de Londres y se expandió por medio del gobierno y de la administración y sobre todo gracias a las competencias que tuvo la imprenta.

Sobre la época de William Shakespeare, es decir, a mediados del siglo XVI, la lengua ya se considera inglés moderno. El año 1604 fue la fecha de publicación del primer diccionario en inglés, que fue llamado “Table Ahphabeticall”.

El Renacimiento fue la principal causa de que la lengua inglesa adoptase palabras extranjeras, sobre todo del latín y del griego.

Inglés moderno

“A Dictionary of the English Language” está considerado como el primer diccionario de inglés y fue publicado en el año 1755 por Samuel Johnson. El vocabulario es la diferencia más notable entre el inglés moderno temprano y el inglés moderno tardío. El inglés moderno tardío constaba de muchas más palabras que surgieron principalmente debido a dos factores, por un lado la Revolución Industrial y tecnología y por otro lado la expansión del Imperio Británico, que llegaría a abarcar casi una cuarta parte del mundo, adoptando palabras de varios países.

Tests y personalidad

27/03/15, 17:54

Estos días todo el mundo está hablando de la desgracia del avión de la aerolínea  Germanwings. Al parecer el piloto, que decidió estrellar el avión padecía una grave depresión. Se está hablando mucho sobre los test que realizan los pilotos de aviones comerciales, opiniones por aquí y opiniones por allá, lo peor es que en la mayoría de los medios, los que hablan son periodistas, que hoy son especialistas en psicología, mañana en economía y pasado en fútbol y badminton.

Por eso el tema de hoy va sobre los test de personalidad, entramos en cuestión:

Tests y personalidad.

El problema de los tests encaminados a diagnosticar las características de personalidad es muy delicado. En efecto: resulta difícil, en este campo, preparar mediciones cuantitativas. No hay realizaciones de personalidad; las mediciones sólo pueden ser indirectas. Es aquí donde la noción de criterio indicial adquiere todo su sentido. ¿Existen índices que varían correlativamente con el factor que se quiere medir? En este caso, midiendo las variaciones del índice, se miden los valores del factor considerado. Pero el problema no termina aquí, en psicometría, pues es preciso que el índice pueda variar de manera que puede efectuarse un contraste que puedan medirse grados en lo concerniente a las tendencias de la personalidad diagnosticada. Pocos tests de personalidad son “métricos”; en general, son tests clínicos cuyos resultados se interpretan a base de teorías tipológicas o psicoanalíticas. Una categoría de tests métricos, llamados “tests objetivos de personalidad”, representa una prolongación de las aportaciones del análisis factorial al campo de las características de personalidad.

“Tests objetivos de personalidad y otros procedimientos “métricos .

Estos tests tienen una labor a realizar; por ejemplo, pasar bruscamente de una tarea elemental, casi automática y repetida, a otra tarea. Se mide la adaptación a los cambios, por la curva de aprendizaje, o los errores cometidos, o la adquisición de un ritmo normal, y se comprueban diferencias individuales que están en correlación con los rasgos de personalidad. En lo concerniente a este test, llamado “de perseverancia’’, se comprueba que los candidatos perseverantes (aquellos a quienes cuesta efectuar los cambios rápidos) representan un tipo de personalidad particular, más frágil que los no perseverantes. Validaciones empíricas sobre grupos de personas neuróticas ponen de manifiesto correlaciones positivas entre ciertas tendencias y el factor perseverancia. Otros tests objetivos de personalidad se refieren a las tendencias a la ansiedad, a los niveles de aspiraciones, a la irritabilidad, etc.

Otra perspectiva psicométrica reside en la utilización de análisis de datos métricos de tests de realizaciones para interpretar los rasgos de personalidad. Un método llamado método del Scatter analiza las irregularidades de los resultados obtenidos en diferentes pruebas. El modelo o perfil de los resultados se compara con perfiles-tipo obtenidos con muestras de personas poseedoras de características homogéneas y en las cuales se ha validado este perfil.

Los tests clínicos de personalidad son también objeto de estudios psicométricos sobre ciertos aspectos de sus resultados. Por ejemplo, en un test de manchas de tinta debido a un psiquiatra, Rorschach, se miden frecuencias de respuestas-tipo y se distinguen, por criterios estadísticos, interpretaciones llamadas “trivialidades .

Las validaciones por métodos de correlación son igualmente numerosas en tests no métricos. En este caso, se ponen en correlación categorías (estadísticas, llamadas no paramétricas) donde se distinguen tipos en relación con la frecuencia de rasgos de personalidad, “presentes o ausentes’’ en la población de referencia.

Los cuestionarios psicométricos.

El procedimiento métrico no se limita a los tests. En el estudio de la personalidad, se utilizan muchísimo los cuestionarios, y para su validación, así como para la verificación de su homogeneidad, hay que recurrir a las estadísticas. . . .

El problema de los cuestionarios tiene que ver con el peligro de posibilidades de mecanismos de defensa del candidato frente a las preguntas formuladas, pues las personas pueden dar respuestas calculadas, con la intención de no ofrecer una imagen espontánea de ellas mismas. Cuanto más inteligente es el candidato, mayor es esta posibilidad. . .,

El cuestionario es un mal instrumento de selección, exige la adhesión del candidato, la motivación personal para el descubrimiento de su yo.

Los tests no métricos de personalidad.

Hay numerosos tests no métricos para el estudio de la personalidad, y los más conocidos y más característicos son los tests llamados proyectivos. Se fundan en la hipótesis de que la persona reacciona, frente a una situación, en un sentido que le es propio y corresponde a su percepción de la situación y, al mismo tiempo, a lo que siente en el curso de la construcción de su respuesta Se proyecta en la situación (Frank, 1939). La proyección consiste en atribuir sus tendencias, sus deseos, sus sentimientos, a otras personas del mundo exterior (Freud). En un test como el TAT (Thematic Aperception Test), la persona debe construir relatos partiendo de imágenes poco estructuradas; entonces se proyecta en ciertos personajes, y proyecta, en el entorno de estos personajes, sus propias imágenes de las cosas y del mundo exterior. En un test como el de “las manchas de tinta” de Rorschach, la persona debe dar (proyectar) una significación a percepciones de formas debidas al azar; la estructura que construye es lo que ca-racteriza sus tendencias.

El Rorschach dio lugar a verificaciones parciales por procedimientos métricos. El TAT es demasiado complicado para permitir enfoques significativos; su interpretación es esencialmente clínica y, por ello, se apoya en una larga práctica que lleva anejo un conocimiento profundo de las teorías de la personalidad, es decir, una práctica o una experiencia psicoanalíticas. Ciertos procedimientos métricos calificativos se consideran posibles para controlar la validez de las técnicas proyectivas. Los estudios en este sentido aportan perspectivas positivas, pero no están aún lo bastante adelantados como para constituir otros instrumentos que no sean los de investigación.

*Extracto de la ” Enciclopedia de la Psicología” de Denis Huisman (Profesor de la Universidad de Paris – Dauphine y Director de la Escuela Francesa de Agregados de Prensa.

Psicología y Política

25/03/15, 17:26

A primera vista, las relaciones entre la psicología y la política parecen claras. La psicología es una disciplina teorética que tiende a hacer inteligible, por procedimientos complejos, cada vez más objetivos y experimentales, la realidad psico-orgánica que es el individuo humano. La política es una disciplina práctica que trata de construir, por técnicas adecuadas, un orden económico, social, institucional y cultural, agrupando a los individuos de manera que se sientan satisfechos y puedan realizar sus más altos destinos. La relación entre las dos empresas parece, pues, evidente: la psicología proporcionaría el material, los datos de hecho; aportaría al político las informaciones que le permitirían trabajar de una manera legítima y eficaz; le guardaría de todo exceso, indicándole los límites que no debe rebasar; le mostraría dónde empiezan el fanatismo y la utopía, y lastraría la investigación política, siempre propensa a extraviarse en ilusiones y reivindicaciones abstractas, con el aspecto serio de la vida. Por su parte, la política ayudaría a la psicología completándola, demostrando que es posible deducir normas y principios de un análisis realizado correctamente. La psicología reforzaría la utilidad de la política, y la política probaría la utilidad de la psicología.

Por consiguiente, si se tratase aquí de establecer normas, sería fácil determinar en qué condiciones teóricas y técnicas pueden ayudarse ambas disciplinas, e indicar qué psicología “ideal” es capaz de apoyar a la “buena” política. Desgraciadamente, se da la circunstancia de que, en la situación actual, establecer una normalización sería absurdo e ilegítimo. La relación transparente que se acaba de señalar no es una relación de hecho: no tiene en cuenta la tradición ni la situación contemporánea de las dos empresas; desdeña las tensiones y los conflictos; desconoce el imperialismo del psicólogo y la voluntad teorética del político; pasa en silencio la historia de la psicología, historia que determina actualmente una vocación; olvida que una empresa cultural, desde el momento en que cuenta, en que ha conseguido insertarse en las actividades de la mente, tiende, por gravedad natural, a eliminar las demás o tenerlas únicamente como medios adecuados para la realización de sus propios fines.

En realidad, la psicología, a pesar de su juventud y de su incertidumbre, a pesar de los dramas internos que la desgarran —a pesar, o tal vez a causa de ellos—, se ha constituido en nuestra época en disciplina práctica, y, esto, por su propia cuenta. Combatida por los filósofos, por los metafísicos, por los sociólogos, por los historiadores, incluso por el sentido común, que discuten sin descanso la solidez de sus cimientos, quiso, por su acción, demostrar que existía. Trató, no sin empirismo, de utilizar los resultados que había adquirido por reflexión o por experiencia para formar los individuos, para condicionarles según sus propios medios. De su teoría, de su “visión”, que quiere que sea científica, dedujo técnicas que permitiesen actuar sobre el hombre. De esta manera, constituyó su reino: pasó, del gabinete de trabajo y del laboratorio, al centro de formación y de orientación. Al encontrarse en presencia de casos “patológicos” individuales cada vez más numerosos, suscitados por la sociedad industrial, quiso ponerles remedio, con sus fuerzas y según sus métodos. ¿Preocupación por prevenir lo más urgente, por intervenir inmediatamente allí donde le era posible hacerlo? ¿Ambición desmesurada? No importa. Lo cierto es que la psicología, como tal, asumió y sigue asumiendo responsabilidades políticas que la ponen necesariamente en conflicto con la “ciencia política”.

Las cosas han ido hoy tan lejos que ciertos psicólogos, arrastrados por la pasión de la psicología, consideran a esta como el remedio e incluso como el antídoto de la política. Más exactamente: a sus ojos, la pretensión de la política de limitar al hombre como “animal político es absurda y de incumbencia de la ideología: si el individuo adopta tal o cual actitud política, lo hace en función de ciertas determinantes profundas que sólo el psicólogo puede captar. Así, la psicología tiene por misión desenmascarar la política, mostrar que, bajo el manto de las reivindicaciones ideales del que “cree” en la política, hay motivaciones de orden psicológico que se pueden descubrir experimentalmente y curar técnicamente. A este nivel, el conflicto larvado se convierte en guerra declarada. Así como, a principios de siglo, el “psicologismo” quería destruir las ambiciones del lógico, así, ahora, cierta psicología, más o menos inspirada en una interpretación discutible del psicoanálisis, considera que tiene por misión liberar al individuo de su obsesión política, indicarle su trasfondo psicológico y curarlo, al hacerle perder sus ilusiones.

Inversamente, y como a modo de desquite, la política tiende a apoderarse de la psicología (advirtamos, no obstante, que, en este caso, se trata de la política militante más que de la ciencia política): una vez fijados sus objetivos, utiliza las técnicas elaboradas por los psicólogos para “condicionar” los individuos y los grupos de manera que estos acepten los fines y el programa que propone. Así, se constituyen servicios de propaganda que se esfuerzan en preparar medios de “persuasión”, empleando procedimientos que ya utilizaban las empresas comerciales para atraer a sus clientes.

Y, como si la situación no estuviese ya bastante confusa, viene a interferirse una tercera disciplina, que tampoco es ejemplo de imperialismo. La sociología, que se considera ella misma como más avanzada que la psicología y como el fundamento de toda política realista, trata de lograr una falsa reconciliación. Procura mostrar, apoyándose en sus propias técnicas, que constituye por sí sola la mediación indispensable entre el punto de vista del individuo y la práctica colectiva. Y, precisamente por esto, disgusta a las dos partes cuya oposición quisiera mitigar: la psicología se niega a dejarse dominar de esta manera, y la política no acepta que se la trate como una manera de hacer, derivada de análisis que se pretenden objetivos y que ella no controla.

Al empezar este artículo, había que señalar esta situación de conflicto permanente. Esta situación resulta, no sólo del desarrollo caótico de las ciencias del hombre en nuestra época, sino también de la ambigüedad en que se encuentra la sociedad industrial. Las dificultades son tales que cada sector de la cultura, tradicionalmente establecido, trata de resolverlas con sólo sus fuerzas. Así, más que dibujar un cuadro ideal de las relaciones posibles, vale más indicar, aun a costa de ser poco concluyentes, los elementos de una investigación histórica que permitiría superar la confusión actual y ayudar al establecimiento de esa antropología concreta a la que todos aspiramos. En esta óptica, la pregunta que se formula no es: ¿qué aporta la psicología a la política? —cuestión positiva, por no decir positivista—, sino esta, que es crítica: ¿cuál es el papel de la psicología, si la política no es solamente expresión del interés y de la pasión?

La respuesta a esta pregunta presupone un análisis histórico referente a concepciones que preceden y mucho a la institución de esta disciplina parcial que fue llamada, en el siglo XIX, psicología.

*Extracto de la ” Enciclopedia de la Psicología” de Denis Huisman (Profesor de la Universidad de Paris – Dauphine y Director de la Escuela Francesa de Agregados de Prensa.

Superdotados

23/03/15, 16:01

Se estima que el 2% de la población tiene alguna capacidad extraordinaria, al contrario que en otros países, en España no se da al tema la importancia que requiere.

Os voy a contar una historia: Uno de mis amigos es superdotado, cuando íbamos al colegio, la verdad es que era uno de esos alumnos que repite curso y que parece incapaz de aprender y progresar. Los años fueron pasando y la cosa quedó igual, el resultado es que hoy en día es un joven sin estudios, víctima del fracaso escolar y un parado más de nuestro país. Confieso que yo también pensaba que tenía un ligero retraso (pero claro, por aquel entonces yo tenía 12 años), pero ¿se puede permitir el sistema educativo de un país desarrollado como España confundir a un superdotado con alguien de “bajas capacidades”?. Creo que todos sabemos la repuesta.

Todo esto viene al caso por el tema de hoy, otra vez recurro a mi programa de televisión favorito: Documentos TV y os traigo un vídeo interesantísimo sobre el tema, espero que os guste:

La historia del inglés (1)

22/03/15, 16:08

Como estos días he estado buscando academias de inglés en Madrid para perfeccionar mi gramática, me he puesto a investigar sobre la procedencia del idioma, tan interesante me ha resultado el tema que me he decidido escribir un post sobre ello:

El idioma inglés es una lengua germánica occidental que tiene su origen en los dialectos anglofrisios llevados a Britania a través de las invasiones germánicas el los territorios que hoy son el noroeste del Estado Alemán, el sur de Dinamarca y la zona norte de los Países Bajos.

En un principio, el inglés antiguo era un conjunto de varios dialectos, reflejo de la dispar naturaleza de los reinos anglosajones de Inglaterra. El late west saxon es decir, el sajón occidental tardío, es uno de estos dialectos y en un tiempo determinado llegó a imponerse sobre los otros.

Esta original antigua lengua inglesa fue más tarde influenciada por dos invasiones:

  1. La primera se desarrolló entre los siglos VIII y IX, cuando hablantes de lenguas germánicas de Escandinavia colonizaron después de conquistar zonas de Britania.
  2. La segunda tuvo lugar en el siglo XI y tuvo como protagonistas normandos, quienes hablaban el antiguo normando y con el tiempo fueron desarrollando una variedad del inglés que ha sido denominada como anglonormado.

Estas dos oleadas invasoras hicieron que el inglés se fuese mezclando hasta un punto más o menos homogéneo.

La convivencia con los escandinavos, que habrían hablado dialectos del antiguo nórdico, trajo consigo una notable simplificación gramatical, peor por otro lado también derivó en un enriquecimiento léxico de la rama anglofrisia del inglés; la posterior invasión normanda tajo consigo un gran número de palabras más complejas derivadas del latín, más concretamente de lenguas romance. Esta influencia de los normandos en el idioma inglés se introdujo sobre todo por medio del gobierno y de las cortes.

Más tarde, en la época renacentista, el latín y el griego clásico sustituyeron al francés normando como principal surtidor de nuevas palabras. Así el inglés se fue desarrollando con muchos préstamos de lenguaje que tuvieron como resultado un vocabulario rico y variado.

ETAPAS DEL INGLÉS:

Protoinglés

En un principio, las lenguas de las tribus germánicas dieron origen la lengua inglesa en el año 1512 a.c, pero los romanos también contribuyeron al inglés con palabras que ellos mismos habían cogido de otras idiomas

La obra “Germania” de Tácito, el gran historiador de la Antigua Roma, está considerada como la fuente menor para conocer la cultura y la idiosincrasia de los pueblos germánicos. En ella nos cuenta como algunas tropas procedentes de Germania como los sajones procedentes de la costa que servían Roma, lucharon  en Britania y los más seguro es que esos asentamientos germánicos en Britania no se hicieron masivos hasta la irrupción de la quinta centuria descrita por Gildas.

Como describen las crónicas anglosajonas, sobre el año 449, el rey de los bretones solicitó a la coalición de los “anglos”, “sajones “y a los “jutos” a ayudarle a luchar en su enfrentamiento con los “pictos”. Al regresar de la guerra, los anglos, como compensación, recibieron tierras en el sur de Inglaterra y más tarde se establecería la heptarquía (siete reinos). Actualmente estas teorías son consideradas leyendas y no es aceptado identificar las tribus con los anglos, sajones y jutos, la razón es que el idioma anglosajón es más parecido al frisio que a los otros.

Documentos TV: Tolerancia cero

20/03/15, 16:24

Hola a todos, hoy he decidido publicar un video de unos de mis programas favoritos de la parrilla televisiva actual: DOCUMENTOS TV. Se emitió el 2 de MArzo del año 2014 y trata sobre la viloencia en las aulas y la violencia escolar. Espero que os guste y os resulte tan interesante como a mi. Un saludo.

El Islamismo

19/03/15, 23:45

Su fundador: Mahoma

«Mahoma» es la castellanización del árabe Muhammad (= el alabado). Nació a finales del siglo vi después de Cristo en La Meca, ciudad de Arabia.

Profundamente preocupado por la cuestión religiosa, en el año 610, Mahoma se retiró y se dedicó a la meditación. Una aparición del ángel Gabriel le reveló las verdades fundamentales de su doctrina: monoteísmo absoluto, juicio final y castigo riguroso para quien no observara los preceptos. Su familia acogió bien su predicación, pero la ciudad de La Meca se opuso a ella. Tras la muerte de su mujer, Mahoma y sus fieles emigraron a Medina. Era el año 622. A este acontecimiento se le denomina con el nombre de hé- gira (= emigración) y marca el comienzo de la era musulmana.

En Medina, Mahoma tomó contacto con las tribus árabes, siempre sumidas en rencillas y luchas internas. La nueva religión fue el impulso grande hacia la unidad. Ella aglutinó sus fuerzas y las lanzó a la expansión por la guerra. Tras la conquista de La Meca, el poderío árabe fue creciendo de forma portentosa y, como sabemos por la historia, en un siglo conquistó el Oriente Medio, el norte de África y la península Ibérica.

La doctrina

Islam es una palabra árabe que significa «sumisión, entrega a Dios». Se reconoce a sí mismo dentro de la tradición monoteísta del judaismo. Su insistencia en la unidad de Dios y en su trascendencia es grande. Pero la visión de la relación del hombre con Dios (Alá) se aparta bastante de las ideas del Antiguo Testamento.

El islam está construido sobre cinco fundamentos: la profesión de fe, la oración diaria, la limosna a los pobres, la peregrinación a La Meca al menos una vez en la vida y el ayuno en el mes de ramadán.

La profesión de fe puede reducirse a estas dos frases: «Yo doy fe de que no hay Dios sino Alá; yo doy fe de que Mahoma es su profeta».

La oración ha de realizarse cinco veces al día (al mediodía, por la tarde, a la puesta del sol, por la noche y en la madrugada). Obliga a todo musulmán que sea mayor de edad, y debe hacerse en postración y mirando hacia La Meca.

La limosna. Todo musulmán debe manifestar su religiosidad mediante la limosna legal, especie de diezmo o impuesto sobre los bienes.

La peregrinación a La Meca. Se hace en el mes de hadidi, último del año musulmán.

El ayuno en el mes de ramadán, noveno mes lunar. Obliga a partir de los diez años y se trata de un ayuno estricto desde la aurora hasta la puesta de sol.

El que practica estos cinco fundamentos es muslim (musulmán), es decir, fiel.

En el islam, la relación del hombre con Dios está impregnada de fatalismo. Todo depende de Alá. Esto hace que el musulmán entienda su relación con Dios como un asunto de obediencia, de sumisión.

Todo debe someterse a Alá. Éste es el principio, también, de la guerra santa. El creyente debe llegar incluso a imponer la religión verdadera por la fuerza.

El budismo

20/02/15, 20:25

Su fundador: Siddharta Gautama (Buda)

Nació en el siglo vi antes de Cristo, en una aldea de Nepal. Hijo de un señor feudal, y, por tanto, de la casta de los guerreros, se casó pronto y tuvo un hijo. Vivió en medio de la riqueza y el lujo. Un día decidió romper con todo ello para buscar la auténtica felicidad y se dedicó al ascetismo riguroso bajo la dirección de un «guru».

En Benarés comienza a predicar su camino a cinco antiguos compañeros de ascetismo y funda una comunidad de monjes. Así aparecen los tres pilares del budismo: el iluminado (Buda), la doctrina (Dharma), la comunidad (Sangha).

En cierto modo, podemos considerar a Buda como un reformador del hinduismo, del que toma su filosofía profunda y elimina todas las divinidades.

Su doctrina

El budismo se presenta fundamentalmente como un camino de liberación de la persona. Se trata de conducir al hombre a la paz profunda y definitiva. Buda evitó toda especulación sobre el Misterio Último y se centró en el proceso que debe seguir quien quiere liberarse de una existencia que está marcada por el dolor.

Para Buda, la existencia humana está impregnada del dunkha (palabra sánscrita que puede ser traducida por «dolor», «sufrimiento», «miseria»), no porque existan dolores, sufrimientos o miserias pasajeros, sino porque la existencia es dolor, sufrimiento desde el mismo nacimiento. El dolor proviene de la experiencia de que todo pasa, nada permanece. El hombre desea algo, se esfuerza, lo consigue y al momento desaparece. La felicidad que el hombre alcanza al obtener lo que desea es efímera. Y eso produce sentimiento de dolor, sufrimiento, miseria. La causa está, por tanto, en el deseo. La liberación consistirá en eliminar el deseo. «¿Qué tiene que extinguirse para que el corazón sea feliz? Cuando el fuego de la pasión se ha extinguido, es feliz; cuando el fuego de la ilusión se ha extinguido, es feliz; cuando el orgullo, las falsas opiniones, los deseos y los dolores se han extinguido, es feliz» (De la vida de Buda). Así el hombre alcanzará el nirvana.

Extracto del libro “Fe y sentido de la Vida”

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Los números mágicos

11/01/15, 21:02

Simbología mágica de los números.

De dónde procede los números? que expresan en realidad? contestar a estas preguntas no es empresa fácil, si se quieren ahondar. Acaso no se han convertido en auxiliares del más sorprendente desarrollo de nuestro tiempo? Cierto, pero no han revelado totalmente su secreto.

Se ha dicho que los cohetes surcan los espacios hacia otros mundos no sólo mediante combustible especiales sino gracias, sobre todo, la fórmulas matemáticas. El número es dar ismo mágico, expresión de estructuras e idénticas que trascienden del tiempo, casi, casi, como si se tratase de categorías angelicales.

Cada número forma una espera de realidad propia, individualizada, que emite influjos por causa de analogía y proporción, y crea misteriosa relaciones en la gigantesca conexión universal.

Esta concepción que introdujeron los pitagórico en sus enseñanzas secretas y que se puede parecer un tanto aventurada, ha llamado la atención de los psicólogos de la profundidades: el número no solamente actúa en el inconsciente el hombre, sino que puede afectar para psicológicamente en su entorno vital.

El matemático Félix Klein (1849-1925), en su obra matemáticas elementales desde un punto de vista superior, se expresa así: es difícil descubrir la raíz del número. Quizás sea mejor no rozar siquiera esos difíciles asuntos… Una idea que se ha difundido mucho es que el número está estrechamente ligado al concepto del tiempo, a la sucesión temporal. Los representantes de esta teoría son Kant, entre los filósofos, y Hamilton, entre los matemáticos.  Otros consideran que número está relacionado con la representación espacial: reduce el concepto de número a la contemplación simultánea de las diferentes objetos que pueden hallarse próximos. Los partidarios de una tercera teoría ven, en la representación de los números, una capacidad especial del espíritu, que permanece independiente del espacio y el tiempo, al margen y más allá de super subversión. Creo que éste. Debilidad queda bien caracterizado por una cita de Minkowski… Que pueden aplicarse a los números. Se trata de un texto de Fausto: “Reinan los números en lo alto con la majestad de lo solitario; nadahay a su alrededor: allí se ha detenido el tiempo”.

 

Al parecer, desde que el hombre del paleolítico tuvo en sus manos su instrumento para hacer incisiones que dejasen rastro en lo hueso de los animales que casaba, se explicó a establecer hendiduras que desperezasen cómputos numéricos: diferentes posiciones de la luna. Esta es la tesis de Alexander Marshak, tras observar restos con marcas del hombre del paleolítico: una de las primeras actividades en los albores de la civilización fue establecer series de carácter numérico que designaban movimientos astrológicos. El resultado es sorprendente: en un principio fue número. El número va dirigido, desde lo alto, como un poderoso espíritu, la acción del hombre desde la autora de los tiempos; quizás incluso en nuestros días, desde las regiones ocultas de su inconsciente, dibuja la imagen de su propio destino…

 

 

 

 

 

El pitagorismo

11/01/15, 20:56

Pitágoras fue un personaje misterioso. Su personalidad histórica se ha diluido tras el cromatismo de lo legendario: descendió a los infiernos y retorno de ellos con extraños poderes, poseía un don de la ubicuidad, profetizaba, efectuaba sorprendentes portentos…

Más se sabe los pitagórico sin que constituya una cofradía iniciática que mantenía austeras normas de conducta y que aceptaba entre lo suyo las mujeres y a los extranjeros.

Los pitagóricos, hacia el siglo V a. C., se dividieron en dos grandes sectas a raíz de un cisma: los acusmáticos u hombres de fe, y los matemáticos u hombres demostración.

Los primeros mantenían la necesidad de salvaguardar la iniciación de los misterios de la secta, en tanto que los segundos consideraban que adelantar en los conocimientos era más importantes, y hacerlo mediante la comunicación entre los sabios, pertenecer o no al grupo, en vez de encerrarse entre los pitagórico. Se afirma que los dos grandes principios de los acusmáticos se contenía en la siguiente preguntas, con las preguntas que siguen:

Qué es lo más sabio?

¡El número!.

Que es lo más bello?

¡La armonía!.

Para los pitagórico todo estaba formado por los números. La realidad procede de ellos como si fuesen fuerzas creadoras. Más aún: estructuras materiales, elementos de composición.

Resulta bastante difícil establecer con precisión el alcance de la simbología numérica del los pitagóricos. Los testimonios más fidedignos atribuían a la serie de los 10 primeros números los siguientes sentidos:

El 1 representaba la inteligencia primordial. No admitía la división ni la divergencia. Para poder dividir algo, se requiere manejar la unidad como herramienta. Para los cosmovisión pitagórica, la unidad correspondía al fuego central.

El 2, contrapartida de la unidad, simbolizaba la opinión, porque a mi tía vivir regencia divergencia e inestabilidad. Era el símbolo de la femineidad y de la tierra.

El 3 expresaba la santidad. Era un número, cargado de virtud, porque incluia el principio, el medio y el fin. Constituía el símbolo de lo masculino.

El 4 representó la justicia-par, por modo de equilibrio simétrico, pues constituía un número obtenido por la múltiples creación del primer número par por sí mismo.

En 5 equivalía al matrimonio, por expresar la unión del primer número par femenino (el 2) y el primer número impar masculino (el 3).

El 6 expresaba el principio de vida y generación, por constituir el producto del primer número par por el primer número impar.

El 7 expresaba desarrollo cíclico fundamental y era clave de toda salud, por ser la imagen actuante del equilibrio interno. Señalaba los grandes periodos de la vida: 7, 14, 21, 28, 35, etc.

El 8 otorgaba amistad, amor, comprensión, destreza, actitud..

En 9 significa la justicia-im-par, y se refería a los fenómenos que crecen proporcionalmente. Procedía de la multiplicación el primer número impar por sí mismo.

El 10 era número sagrado y perfecto por incluir la suma de los cuatro primeros (1 + 2 + 3 + 4 = 10).

Los distintos sumando los representaban distintos elementos geométricos: el primero equivalía al punto; el 2, a la línea; el 3, a la superficie; el 4, al volumen. El 10 expresaba también el sucesivo incremento de los primeros elementos a través de la fuerza del ternario (1+3 = 4 + 3 = 7+ 3 = 10).

El 10 o tetraktys se consideraba origen de todas las cosas, patrón o modelo de lo creado y venía representado por un triángulo de puntos distribuidos de la siguiente manera.

El factor principal para definir los números era, para los pitagóricos, el gnomon o escuadra. Esto permitía descubrir el sentido que adoptaban aquellos en sus distintas combinaciones. Mediante el gnomon las cosas (podían ser conocidas como su constitución interior). Se ha dicho que la escuadra masónica podría derivar del gnomon pitagórico. Sin duda, este constituye uno de los aspectos más ambiguos de la numerología pitagórica. La escuadra nos muestra que el punto comunidad se halla íntimamente relacionada con el temario y forma con él, el conjunto aparente del cuaternario. Descubre en el seno de esta la inestabilidad de su estructura interna cuando los elementos que lo constituyen expresan su sentido inicial originario. Todo ello se expresaba en las siguientes combinación puntillada:

A partir del cuaternario y utilizando siempre el gnomon, la gran herramienta de discernimiento, se iba completando la figura y se obtenían series envolventes que correspondían a números impares: 3, 5, 7, etc.

La escuadra o gnomon permitía alcanzar el sentido de la oposición que encierra cada cosa, así como la correspondiente medida de las series envolventes que constituye un aspecto de menos importante de la realidad considerada: las circunstancias externas determinantes y el número que la configuraba en la relación de cierto tipo de realidad designada por el número interior. Según la creencia de los pitagórico, el par se completaba por lo impar, que siempre constituía para ellos el elemento de perfección y acabamiento. Los términos impares que rodeaban al gnomon ofrecían siempre figuras perfectas, acabadas, con idéntico número de. En los lados. Pero no ocurría así si en vez de partir de la unidad se hacía con la serie de puntos que se forma a partir del 2, o de cualquier número par.

Estos grupos punteados expresan aspectos esenciales de la realidad en los que se encerraban el desarrollo ulterior de cada caso; por ello, por el paso del tiempo, se convirtieron en la figura de los puntos geométrico utilizando a lo largo de los siglos para la adivinación.

Después de las referencias a número y para cerrar el estudio de la numerología pitagórica, debe recomendarse que otro de los grandes temas de la escuela fue la armonía. Esta, según cierto fragmento atribuido al Filolao, es la unificación del múltiple compuesto y la concordancia de lo desacorde. El mundo es una armonía y se rige de acuerdo con ciertos acordes numéricos, por tanto, el número es en última instancia la clave para desentrañar los secretos del cosmos.