Llegué en avión directo desde Madrid a Santiago de Chile (creo que es el vuelo más distante sin paradas). De las muchas sorpresas que me deparaba el viaje hoy voy a contar una que espero resulte curiosa, pero permitidme una reflexión previa.
Cuando observamos a nuestro alrededor, aunque la realidad es única, vemos distintas cosas según nuestra curiosidad y conocimiento. En un paseo por el campo uno puede limitarse a disfrutar de la belleza de lo que contempla o puede ir más allá. Me sorprende las capacidades de ver e identificar sonidos de pájaros de los aficionados a la ornitología o la de identificar plantas de algunos aficionados a la botánica, lo de aficionado me refiero a que no cobran por saber sobre pájaros o plantas pero sus conocimientos a veces están al nivel de los profesionales. Otro tanto me ocurre cuando voy a un concierto, normalmente lo único que puedo decir es si me ha gustado o no pero desafortunadamente no voy más allá. Hay una realidad musical para quienes saben música que se me escapa, me doy cuenta, por ejemplo, con las explicaciones Jaime Altozano.
Afortunadamente, como todas las personas, tengo algunas capacidades que me permiten ver esa realidad que se amplifica en una dirección. En mi caso es la curiosidad por intentar entender la física que hay detrás de lo que contemplo. Tras esta divagación retomo el hilo de lo que pretendía contar.
Me encuentro en Valparaiso, es de noche, miro al cielo y no soy capaz de identificar las constelaciones, era lo que esperaba pues como no soy terraplanista sé que las estrellas visibles dependen del lugar en que nos encontremos (además de otros factores como el día y la hora). Valparaíso está en el hemisferio sur, en un paralelo casi simétrico al de la ciudad en la que normalmente vivo (Salamanca) y por ello apenas compartimos constelaciones. Dirigí mi móvil (o celular como dicen aquí), donde tengo instalado un planetario digital, hacia un punto del cielo y observé que lo que se mostraba en la pantalla no coincidía con las constelaciones que yo estaba viendo en esa dirección. Activé la brújula del móvil y me sentí aún más desorientado. No marcaba los puntos cardinales reales y, además, oscilaba de forma caprichosa. Pensé que la aplicación o el móvil tenía algo que no funcionaba. Es lo que solemos hacer antes de admitir nuestra ignorancia de lo que ocurre, culpar a algo externo a nosotros ¿quizás el sensor magnético del móvil (casi todos lo tienen) no funcionaba? Para comprobarlo, utilicé la aplicación para móvil “GPS Status” que marca la dirección y posición utilizando los satélites GPS y no el campo magnético. En este caso las direcciones que marcaba sí era las que esperaba. Parecía que el problema estaba relacionado con el campo magnético. Descargué una aplicación (Sensor Box) que permite, entre otras cosas, medir la intensidad el campo magnético. Mostraba un valor exageradamente alto, lo normal es 40 microtesla (unidad en la que se mide la intensidad del campo magnético) y pasaba de 700. Esto puede ocurrir si el móvil está próximo a imanes o a objetos metálicos (por eso puede usar el móvil como “busca tesoros” metálicos, como monedas). Tuve mi momento ¡eureka! pues me di cuenta de que en la funda de mi móvil había oculto un pequeño imán que servía para que la carcasa permaneciese cerrada. Le quité la funda y ocurrió algo que me resuló muy extraño: Ahora el sensor marcaba alrededor de 2o microtesla (ver imagen al inicio), pero ya no oscilaba, se mantenía en este valor de forma prácticamente constante. Era un campo magnético aproximadamente la mitad del habitual en Salamanca.
¿Era un problema de mi móvil o realmente el campo magnéiico en Valparaiso era ese? Esto último me parecía muy extraño pues el campo magnético fundamentantalmente lo genera el núcleo de la Tierra y éste tiene una forma esférica. Aparentemente, no debía variar mucho de unas zonas a otras, salvo anomalías locales que normalmente tienen que ver con la presencia de ciertos minerales, pero en estos casos el valor es mayor que el valor medio.
Me conecté a una web donde están los valores del el campo magnético en cualquier parte de la Tierra. El mapa adjunto muestra la distribución del campo magnético en la Tierra.
Se puede ver que es menos regular de lo que yo pensaba (una buena enseñanza: la información hay que comprobarla usando fuentes fiables). Dio la casualidad de que la zona en la que yo me encontraba correspondía a una región donde el campo magnético es de los más débiles de la Tierra. ¿Por qué es así? No está muy claro: se sabe que tiene su origen en movimientos que tiene lugar en núcleo terrestre. Si tienes curiosidad puedes encontrar AQUÍ algunos cálculos que hice.
Naturalmente esta anomalía era conocida (no por mí). De hecho se había observado un extraño comportamiento en los contadores de radiación de la estación espacial internacional (ISS) y del Hubble. Esta aumenta cuando pasa por esta zona y es que el campo magnético terrestre tiene un papel fundamental al protegernos del bombardeo de electrones y otras partículas al que estamos sometidos, la mayoría tienen su origen en el Sol, si desapareciese la vida quedaria indefensa ante el bombardeo de las partículas cósmicas, incluso a la larga a atmosfera se iría debilitando, se cree que eso ha pasado en Marte. Probablemente perdió su campo magnético y acabo perdiendo casi toda su atmósfera. Lo curioso es que la Tierra mantiene su campo magnético gracias a las desintegraciones radiactivas de los isótopos de la seres del uranio y al potasio 40. Lo puedes comprobar AQUÍ.
Esta era la primera gran sorpresa del viaje pero me esperaban otras, que iré contando.
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