Tras los pasos de Champollion en Egipto

Abus Simbel

En una entrada anterior me referí al desciframiento de la escritura jeroglífica egipcia y al papel fundamental que tuvo Jean-François (J.F.) Champollion y su traducción parcial de la Piedra Rosetta  (en 1822) hace ahora 200 años. Fue un avance importante pero quedaba mucho por recorrer.

Como ya expliqué, el jeroglico es una combinación de fonogramas e ideogramas.  Para darse cuenta de esta característica fue decisiva la escritura del nombre del faraón Ptolomeo  en la piedra Rosetta. Normalmente los nombres de los faraones aparecen dentro de un cartucho, fáciles de  identificar y se vio que realmente eran letras con una equivalencia fonética. Este paso lo dio Champolliom. Su fuente principal había sido Rosetta pero tenia que contrastarlo con otras fuentes. Esa oportunidad se le presentó en 1828 cuando pudo visitar durante 17 meses Egipto.

En la vida de Champollion fue fundamental su hermano  Jacques-Joseph, 12 años mayor, y sus tres hermanas, que le ayudarían toda la vida.  Jean-François no era un gran estudiante pero sus capacidades eran excepcionales para el estudio de lenguas antiguas, en las que también Jacques-Joseph estaba interesado. Fue éste quien se dio cuenta de esta habilidad de su hermano y le proporcionó los medios para formarse. Finalmente le consiguió el viaje soñado a Egipto,  como parte de una espedición franco-toscana. Aunque  Jacques-Joseph permaneció en Francia, su hermano lo mantuvo continuamente informado, gracias a ello se conserva un diario del viaje.

La figura de J.F. Champollion me atrajo (imagino que como a muchos jovenes) en mi adolescencia y a los veinte y tantos (no recuerdo cual era el tantos)  decidí  seguir su mismo recorrido cuya pequeña historia cuento aquí. Me he motivado a escribirla la maravillosa exposición Una tierra en rojo y negro, Egipto en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca acompañado de uno de sus comisarios y erudito (Diego Corral) y de la mejor bibliotecaria que conozco (autora del blog Vasos Comunicantes).

Provisto de un libro de tapas de tela negra donde se describía su viaje, me embarqué en mi pequeña aventura. Me proponía visitar los mismos lugares y contrastar lo que se decía en el libro con mis observaciones. Ésta es una costumbre que he continuado utilizando en otros viajes.  Lamentablemente no fuí tomando notas y lo que conservo son los recuerdos de mis recuerdos.

Tenía poco dinero pero lo suplía con osadía (o insensatez). Utilicé transportes públicos y no era exigente al elegir dónde quedarme. En algunos momentos la suerte me acompañó especialmente, como cuando pude alojarme en el Old Cataract Hotel (un mítico hotel en la orilla del Nilo donde se había rodado la película Muerte en el Nilo, la  famosa novela de Agatha Christi) a cambio de  realizar algunas actividades para el hotel. Otro momento clave fue una excavación española a la que pude unirme durante unos pocos días.

Nilo

De este viaje conservo pocas fotos y malas.  Era lo normal, aún no había  móviles ni cámaras digitales. Creo que debí de comprar allí una de esas cámaras de un solo carrete de usar y tirar ¡Cuanto lamento no haber tomado mas fotos! La memoria es traicionera.

 

Egypt-region-map-cities-2

Mi  viaje empezó en El Cairo, desde donde subí a Alejandría , para después bajar en tren siguiendo el cauce del Nilo hasta Luxor y de ahí, en autobús, hasta Abu Simbel. A veces lo hice en varias etapas. Eran los mismos sitios en los que había estado Champollion.

Desde el principio, quedé impactado y esa sensación me perseguiría hasta que abandoné Egipto varias semanas después. Como se ve en la foto conservaba el pelo negro,  no había llegado la moda de teñirlo de blanco.

Luxor

 

Entre los contínuos sobresaltos ocupa un lugar especial mi llegada a la actual ciudad de Luxor, donde está la antigua Tebas con sus dos míticos templos: Luxor y  Karnat .

Quedé maravillado por sus imponentes columnas y sus paredes plagadas de símbolos. Podía percibir la diferencia entre la escritura jeroglífica y la hierática. A la primera se le compara con nuestra escritura impresa,  la hierática el equivalente a nuestra escritura manuscrita y era la usada por los escribas en sus escritos rutinarios. Aunque nos pasa inavertidos en nuestras letras latinas, las formas impresas  y manuscritas son muy diferentes, incluso las formas manuscritras pueden diferir mucho entre personas. Lo mismo ocurre con la forma hierática; por eso ésta última es tremendamente difícil de interpretar, hay pocas personas que lo hagan. A ello hemos de añadir la escritura demótica que es una evolución de la hierática.

Las referencias a los faraones eran claras. Sabía que estos nombres iban dentro de cartuchos y en cada columna y pared había varios de ellos. La observación de estas inscripciones llevaron a Champollion a dar un salto en la comprensión del egipcio, incluso a reescribir la historia de varias dinastías. Yo era incapaz de leerlo pero me creía un egiptólogo con solo identicar estos cartuchos y algunas letras.

Egipto40005 (2)

 

Pero todavía me faltaba una visita excepcional: Abu Simbel,  un complejo arquitectónico situado al lado del Nilo. Para llegar a el recorrí 300 km desde Assuan con la ribera del Nilo a un lado (la tierra negra) y el desierto a la otra (la tierra roja). Está en Nubia, una región egipcia próxima a Sudán, los nubios (para ser preciso las nubias) tienen un color negro azulado.

Sabía que Abu Simbel estaba excavado en roca. Debido a las obras de la presa de Assuan y puesto que Abu Simbel estaba justo en la orilla del Nilo, tuvo que ser desplazado unos centenares de metros. El trabajo se había hecho muy bien y solo dentro del templo podía observarse las huellas de las operaciones de traslado.

Esta obra literalmente faraónica había sido realizada en la época del más mítico de sus faraones Ramsés II ( XIII a. C.) y estaba dedicado a él mismo y a su esposa Nefertari.​

Abus Simbel2

La impresión que senti al contemplar sus cuatro gigantescas esculturas esculpidas en piedra formaran parte de mis recuerdos inolvidables. Aún así mi sensaciones serían insignificantes comparado con las que debió sentir  Champollion. Cuando él llegó a Abu Simbel, el templo estaba semienterrado, acaba de ser descubierto 20 años antes,  la entrada estaba cubierta de arena. Para poder acceder, Champollion tuvo que desprenderse de la mayor parte de la ropa y introducirse a través de una ranura. Cuanta como se vio solo en una imponente sala grabada con jeroglíficos que iba viendo como como revelaban historias, la mayoria hacian referencias a las guerras que Ransés había mantenido con sus vecinos, y contaba como había salido victorioso (la realidad historica no está tan clara). Leer una escritura hasta entonces indescifrable debió de producir en Champollion unos niveles de felicidad que pocos humanos llegan a sentir en toda una vida. Había cumplido su misión y su sueño. Volvió a Francia exhausto, donde fue nombrado profesor de Arqueología. Su dicha duró poco pues murió  al año siguiente con 41 años. Se dice que en  su lecho de muerte hablaba en egipcio con sus dioses y faraones. Su hermano terminaría su gran obra La gramática egipcia. 

De forma menos épica volví a España, no había descubierto nada realmente nuevo,  pero durante algunos momentos me había sentido Champollion. Mas de 35 años después aún estoy vivo y me quedan muchos jeroglificos por descubrir y entender (¡al menos eso deseo!), emociones que espero compartir.

 

guillermo
Aún no hay comentarios.

Deja un comentario


*

Política de privacidad