La escritura jeroglífica egipcia mejorada por la Inteligencia Artificial y sus enseñanzas

[Este es un primer post que dedicaré a la escritura egipcia, me centro en Fabricius, Actualizado 2022-11-14] Egipto1 (2) El del camello soy yo. Al que me alquiló el camello tuve que pagarle dos veces: una por subirme y otra por bajar.

Gran parte de lo que somos procede de nuestra infancia y primera juventud. Parte de la mía la pasé en la biblioteca de mi pueblo.  Como ya he contado, algunos libros que leí me influyeron el resto de mi vida.  De algunos recuerdo algo del contenido pero no el título. A uno de esos voy a referirme, el que me creó una gran fascinación por el antiguo Egipto.

En mi memoria veo un grueso volumen negro. Su contenido estaba dividido en tres partes. Una estaba dedicada a Egipto, particularmente a la escritura jerogrífica egipcia y a la historia de cómo llegó a ser descifrada.

Si a su enigmatica escritura unimos sus espectaculares construcciones, próximas a un enorme rio: el Nilo, con sus fértiles valles (“la tierra negra”) seguido por un reluciente desierto (“la tierra roja”), tenemos elementos para excitar cualquier imaginación.

Naturalmente fuí a Egipto (de eso hace muchos años), pero no fue suficiente para aprender sobre la cultura egipcia. Hay joyas que están repartidas por algunos de los grandes museos. El Museo Británico guarda algunas de las mejores,  en particular la Piedra Roseta, que los británicos usurparon a los franceses de Napoleón. Algunos dirán que los franceses se la habían robado a los egipcios (yo creo que la rescataron de un futuro incierto). También me impresionó el area dedicada a la cultura del antiguo egipto en distintos museos: el Louvre, el de Berlín, Metropolitano de Nueva York,  Brooklyn en NY y el Vaticano.

Algo de historia

La historia del Antiguo Egipto abarca más de tres mil años. Comparemos ese tiempo con las naciones más antiguas de Europa como España, que no llega a seis siglos. Incluso el Imperio Romano de Occidente duró menos de 1000 años.

La cultura egipcia declinó y desapareció hace casi dos mil años. Se considerá su fin el año 391 d. C. cuando el emperador bizantino Teodosio I cerró los templos paganos en todo el Imperio Romano.

De la cultura egipcia una de las cosas que más llama la atención es los jeroglíficos, uno de sus sistemas de escritura. Los egipcios llamaban a los jeroglíficos “las palabras de Dios” . Los símbolos pictóricos representan una combinación de alfabeto y sonidos silábicos junto con imágenes que determinan o aclaran el significado y representaciones de objetos reales que son la palabra hablada de lo que representan.

Todos los sistemas de escritura probablemente evolucionaron de esta manera, pero sus formas originales se perdieron cuando las imágenes se refinaron hasta convertirse en una simple abstracción, lo que convirtió a la escritura en una herramienta eficiente para los negocios cotidianos. De hecho, la antigua escritura hierática egipcia cumplía esta función, pero los egipcios conservaron deliberadamente los jeroglíficos, en sus formas originales, porque los creían un regalo de los dioses que poseían poderes mágicos. Entonces los inscribieron en las paredes del templo, tumbas, objetos, joyas y papiros mágicos para impartir poderes sobrenaturales, no para la comunicación mundana del día a día.

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La Piedra de Rosetta (196 a. C.) ofreció pistas importantes para ayudar a los expertos a leer los jeroglíficos egipcios. (MUSEO BRITÁNICO © Hans Hillewaert)

En 1799, un capitán francés llamado Pierre Bouchard descubrió la Piedra Rosetta que estaba tallada con el mismo texto en dos idiomas, egipcio y griego, y tres sistemas de escritura, jeroglífico, demótico y alfabeto griego. Fue un auténtico regalo que permitió a los estudiosos desvelar el código jeroglífico. Sin  esta piedra sabríamos mucho menos de los antiguos egipcios. Su traducción nos va revelando  sus tres mil años de historia. Los papiros, que probablemente es donde más escribieron, son tan perecederos que la mayoría de ellos se han esfumado como el humo arrastrado por el viento. No hay nada más perdurable que lo escrito en piedra. Deberíamos planteárnoslo y dejar textos de nuestra civilización en este duro material, si el papiro es tan fragil ¿qué podemos esperar de bits grabados en materiales solo legibles en tecnologías que quedan obsoletas en  pocos años? Toda obra pública debería incluir monumentos escritos en piedra, para ponerselo fácil a los que descubran nuestros restos dentro de unos miles de años.

El hombre que más hizo por recuperar las palabras de los antiguos egipcios fue Jean-François Champollion, aunque no se puede olvidar a Thomas Young, quien para algunos fue el último renacentista. Champollion era un historiador y un lingüista brillante. Se dice que a la edad de dieciséis años dominaba  el latín y el griego, y seis idiomas orientales antiguos, incluído el copto, que era la forma tardía del egipcio antiguo. Champollion tenía una ventaja única sobre los demás en la tarea de descifrar el código jeroglífico. Debido a que entendía copto, pudo traducir los significados de las palabras del antiguo Egipto. En la década de 1820, Champollion estableció una lista completa de símbolos egipcios con sus equivalentes griegos y fue el primer egiptólogo en darse cuenta de que los símbolos no solo eran alfabéticos sino silábicos y, en algunos casos, determinantes, lo que significa que representaban el significado de la palabra misma.

La escritura jeroglifica y la inteligencia artificial

Los jeroglíficos se presentan en tres formas principales: logogramas y fonogramas, que representan palabras y sonidos respectivamente, además de determinantes, que se agregan a las terminaciones de las palabras para aclarar el significado.  Entre unos y otros tiene unos 7000 símbolos. Eso hace que el antiguo Egipto sea mucho más complejo de desentrañar que un texto escrito en un idioma moderno como el español o el inglés.

Para empezar los jeroglíficos no incluyen vocales (como el árabe), lo que dificulta la decodificación de su significado, ya que cada uno puede representar varias palabras. Para complicarnos más la vida, los constructores de pirámides escribían a capricho de izquierda a derecha, de derecha a izquierda y de arriba a abajo. Una gran pista al leerlos es que las oraciones empiezan con personas o animales, pero es frecuente encontrarnos con jeroglíficos incompletos o ilegibles.

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Fabricius

En 2017 el Museo Británico lanzó “The Hieroglyphics Initiative”, un proyecto de investigación auspiciado por  Ubisoft,  Google y Psycle Interactive. Se trataba de utilizar el aprendizaje automático a la traducción del antiguo egipcio.

Académicos de instituciones de todo el mundo trabajaron con el equipo para explicar el proceso de traducción y proporcionar comentarios sobre las herramientas y los modelos que se estaban desarrollando.  Se procedió en  tres fases:

Extracción: Obtener secuencias de jeroglíficos de las imágenes de origen y crear facsímiles viables.

Clasificación: Entrenar una red neuronal para identificar correctamente más de 1000 jeroglíficos.

Traducción: Buscar coincidencia de secuencias y bloques de texto con diccionarios disponibles y traducciones publicadas.

El resultado ha sido  “Fabricius”,  una herramienta en línea basada en el aprendizaje automático que puede identificar y traducir jeroglíficos de fotografías casi al instante.

Incluso los estudiosos del egipcio jerogrifico  tiene dificultades en traducirlo. Entre los jeroglificos hay muchos que presentan gran  similitud visual y es una de las dificultades a la que se ha enfrentado el proyecto. Fabricius dibuja y retoca los jeroglíficos, los identifica mediante la tecnología de aprendizaje automático de Google Photos y calcula la secuencia de una frase en particular para generar sugerencias de traducción. Esas traducciones, sin embargo, según sus desarrolladores aún no se realizan con aprendizaje automático porque no hay suficientes datos de origen.

“Si está haciendo una traducción del español al árabe, hay millones de frases traducidas preexistentes que puede usar para construir su conjunto de entrenamiento. Con cualquier aprendizaje automático, cuantos más datos tenga, mejor será el resultado”, dice Ian Pattison (de  Google Cloud). Eso significa que con cada imagen cargada en Fabricius, mejores serán sus capacidades de análisis e identificación.

Fabricius comenzó con una idea experimental: ¿podría usarse el aprendizaje automático y la IA para ayudar a decodificar idiomas antiguos? “No del todo”, dice Coughenour. “Creemos que esto es un paso adelante en el proceso. Encontramos una herramienta para hacerlo más eficiente para los expertos”.

fabricius

Fabricius está optimizado para dispositivos móviles, pero también funciona en computadoras de escritorio y portátiles.

Fabricius nos convierte en traductores y colaboradores del proyecto. Nos da la oportunidad de escribir manualmente un jeroglifico y contrastar con Fabricius la traducción. Fabricius no es solo para arqueólogos y egiptólogos (yo no lo soy), tiene otros dos modos: “Aprender” y “Jugar”, recomiendo dedicarle unas horas (yo aún le he dedicado poco tiempo).

Date una vuelta por Fabricius AQUÍ o AQUÍ.

guillermo
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