Para acabar con la discriminación por discapacidad… empecemos

Recientemente ha saltado a los medios el caso de una joven con síndrome de Down que fue vetada por su comunidad de vecinos para hacer uso sola de determinados espacios dentro del complejo en el que viven, concretamente el uso del ascensor y la piscina. Finalmente, ante el revuelo creado en la opinión pública, la comunidad de vecinos rectificó su posición. Y sobre este asunto va esta reflexión.

Venimos de un mundo en el que las personas con discapacidad son consideradas personas inferiores, desgraciadas o poco útiles. Personas en todo caso “estropeadas” cuya única solución para tener una vida mejor es, mediante terapia, “conseguir” que se parezcan a las personas sin discapacidad. Nos permitimos el lujo de tomar decisiones sobre su vida de manera arbitraria, porque esperamos que sean personas que no saben, no pueden, o no sirven.

Tomando el ejemplo de la comunidad de vecinos que es noticia estos días, el administrador de la comunidad cree que puede ser adecuado prohibir usar el ascensor a una persona ¡que en realidad sabe usarlo! por el hecho de que tiene síndrome de Down, y en consecuencia es esperable que no sepa, no pueda o no sirva para usarlo, da igual si en realidad sabe o no. Pero ¿cuántas personas sin discapacidad utilizan mal el ascensor a diario, de manera reiterada, y nadie se cree con derecho a prohibirles su uso?, y siguiendo con el ejemplo del ascensor, ¿es correcto el diseño de los ascensores se ponga por encima de las necesidades de todas las personas que los usan? por ejemplo, por una decisión puramente de diseño, o estética, se puede disponer los botones del ascensor a una altura que impida a determinadas personas bajitas usarlo, simplemente porque los botones están muy altos.

No debemos plantear este asunto como una conspiración, no es que una mayoría de personas sin discapacidad se ponga de acuerdo a diario para hacer la vida más difícil a las que son discriminadas por discapacidad, esto no funciona así. Necesitamos entender que la sociedad en general no tiene la voluntad de discriminar, pero lo hace.  Siguiendo con el caso de la comunidad de vecinos y el ascensor, seguramente las personas que han intentado prohibir su uso a su vecina con síndrome de Down creen que hacen lo correcto, pero con unos planteamientos obviamente equivocados. Y esa es la clave. Todas las personas tienen derecho a equivocarse y rectificar, incluida la vecina con síndrome de Down, que tiene también derecho a hacer uso del ascensor, y a equivocarse. Desde una visión constructiva, lo sucedido es o puede ser una oportunidad para que esa comunidad de vecinos haya dado un paso adelante, haya entendido mejor lo que es la inclusión y la no discriminación.

Una buena forma de comprender que esta es una injusticia arbitraria, es presentarla como una forma de discriminación más, como la de género, etnia o clase social. Hoy en día casi nadie aceptaría quitar derechos a personas por el color de su piel, por ser pobres, por vivir en el medio rural, o por ser mujeres, pero esto no fue así siempre, no hace tantos años que los negros eran esclavos, los pobres no podían estudiar, o las mujeres no podían votar. Al final, se trata de entender que somos los humanos los que decidimos, generación a generación, qué es lo que nos parece adecuado y lo que no, quién es considerado digno y quién no, y cómo diseñamos nuestro mundo, en definitiva, si lo hacemos de manera que todos puedan usarlo, o no. Y en esas estamos hoy en día, asistiendo a una verdadera revolución en la que las personas con discapacidad, por sí mismas, reclaman su dignidad y su derecho a compartir todos los espacios y todos los recursos, con las demás personas.

Este texto está basado en las preguntas que me hicieron desde el diario El País, para esta entrada en su blog “de mamás y papás”.

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Sociólogo, dedicado a la docencia e investigación sobre sociología, educación, salud, discapacidad y otros asuntos en relación con la exclusión social. Trabajo en la Universidad de Salamanca. Me puedes encontrar en Twitter, Facebook, Linkedin y otras redes sociales.

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