De qué hablo cuando hablo de España

Estación de Chamartín, 9.10 de la mañana. Hace casi 4 horas que salí de Salamanca, destino Jaén. El tren que voy a tomar (igualito que el que me ha traído hasta aquí) tiene prevista su salida a las 9.16, pero, a pesar de que esta es una estación grande y bien dotada, todavía no sabemos en qué vía se toma.

Miro a mi alrededor y veo gente ansiosa, preocupada, atenta al panel. Dispuesta a correr por la estación con sus equipajes y artrosis a cuestas, acostumbrada a que RENFE les humille con este juego que consiste básicamente en tratarles mal, por ser quienes son y van en el tren que van: ese tren viejo, lento e incómodo, en el que viaja la gente como ellos. Gente como esta:

Mujeres de caderas anchas y rostro envejecido, que hablan a gritos por su viejo Nokia mientras el saldo y la cobertura se lo permiten, preocupadas porque su hija sale con un chico que no la respeta, y por el cáncer de la abuela que, aunque la médica que la atiende es adorable, la lista de espera para la operación no lo es tanto.

Personas que viajan en trenes por vías con más baches que paradas (que son muchas), atravesando un paisaje de granjas viejas, pueblos olvidados y tapias sin lucir, que mantienen silenciosas familias cada vez más apretadas y a la vez más solas.

Viajeros alejados del glamour de las autopistas de peaje y los trenes AVE que han pagado a escote pero no les toca disfrutar, con vagones silenciosos y la cobertura 4G en todo el recorrido.

Seres a años luz de la España de Iglesias, Casado, Abascal, Rivera, Sánchez, Ramos, Piqué, el debate de la Sexta, los chanchullos de Villarejo, el referéndum de Puigdemont, y tantas otras historias que nadie entiende. Un país de millones de personas que soportan con dignidad y demasiado silencio la falta de respeto de un milenio que se aleja de ellas, envuelto en televisión de pago, productos financieros de alto riesgo, supremacismo cultural, y hedor de corrupción.

Gentes que viven en lugares desconocidos a la vuelta de la esquina, que se mueven en trenes como este, y a los que se puede tratar como auténtica basura porque no se quejan.

De momento.

ahueteg

About ahueteg

Sociólogo, dedicado a la docencia e investigación sobre sociología, educación, salud, discapacidad y otros asuntos en relación con la exclusión social. Trabajo en la Universidad de Salamanca. Me puedes encontrar en Twitter, Facebook, Linkedin y otras redes sociales.

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