De encierros ocurridos en las grandes epidemias han surgido grandes obras del pensamiento. En este programa de EUREKA (que puedes escuchar AQUI) nos referimos a dos casos muy conocidos: Newton y Boccaccio
La peste negra y Boccaccio
La pandemia del Covid 19 no es la mas grande que ha asolado a la Humanidad. Ese puesto lo ocupa la Peste Negra, o Muerte Negra, que devastó a Europa y Asia en el siglo XIV. En su apogeo (1347-1353) se estima que mató a la tercera parte de la población europea. Partes de Italia fueron especialmente castigadas. Se cree que en Florencia solo sobrevivió uno de cada cinco habitantes. Una posible explicación es que la bacteria (Yersinia pestis), que se cree la provocó, procedía de China con la que los territorios que hoy forman Italia mantenían intercambios comerciales. Unos años antes Marco Polo habría abierto esa ruta comercial. Recuerda algo a la situación actual, pero esta explicación es solo una hipótesis, la realidad no la conocemos.
En ese ambiente vivió el escritor y humanista italiano Giovanni Boccaccio (1313 –1375). Como siempre ocurre, en estas circunstancias, quien puede se quita de en medio. Esa es la historia que nos relata Boccaccio en el Decamerón. Sus cien maravillosos cuentos (algunos de ellos eran de lectura obligada cuando estudie el Bachiller, de eso hace mucho tiempo) proceden del confinamiento al que estuvo sometido (supongo que voluntariamente). La obra comienza con una descripción de la peste bubónica:
“… en su comienzo nacían a los varones y a las hembras semejantemente en las ingles o bajo las axilas ciertas hinchazones que algunas crecían hasta el tamaño de una manzana y otras de un huevo, y algunas más y algunas menos, que eran llamadas bubas por el pueblo.”
Con motivo de ella diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres) que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia y se distraen con esas maravillosas historias. Naturalmente es una historia inventada, probablemente concebida durante el encierro.
La Gran Peste de Londres y Isaac Newton
A finales de 1664 un cometa se podía ver a simple vista, el evento era un mal presagio (Por cierto: hace unos días, como hemos contado aquí, un cometa que prometía verse a simple vista se ha destruido al pasar junto al Sol, los conspiranoicos pueden relacionarlo). Poco después, de 1665 a 1666, otra peste bubónica se expandió por Inglaterra. La epidemia mató a unas 100 000 personas, casi una cuarta parte de la población de Londres. Al igual que la Peste Negra era causada por la bacteria Yersinia pestis. Normalmente se trasmite a través de la picadura de una pulga de rata infectada. Las ratas suelen morir y, a falta de ratas, la purga pica a las personas.
En 1665 Isaac Newton (para muchos, uno de los mayores genios de la Humanidad e inventor de la ciencia moderna) estudiaba en Cambridge. El 1 de septiembre las clases quedaron interrumpidas en los College y en la Universidad, muchos abandonaron la ciudad precipitadamente (recuerdan lo que ocurrió el pasado 14 de marzo). Después de 8 meses la universidad reanudo el curso, pero una segunda ola de la epidemia provocó un nuevo abandono. Solo en la primavera de 1667 se reanudaron las clases con normalidad. Durante este tiempo los estudiantes siguieron las tareas que le habían puesto sus preceptores.
[No les recuerda lo anterior a lo que estamos viviendo]
Newton fue por libre, probablemente dominaba todas las matemáticas de su época. Durante este periodo se estableció en Woolsthorpe, donde había nacido y vivida su madre, a 150 km de Londres. De ese periodo proceden algunas de las ideas geniales que Newton desarrollaría a lo largo de su vida. El episodio de la caída de la manzana que Newton atribuyó, en una de las mayores ideas de la Ciencia, a la misma fuerza que mantiene el movimiento de la Luna es de esa época. Ésta y otras ideas sobre las que Newton trabajo en este confinamiento nos las cuenta Marta Vazquez: Newton y la cuarentena, con la que hago este programa.
Así que ya sabe: aproveche la cuarentena para desarrollar alguna idea genial.
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