EUREKA La explosión demográfica

La esperanza de vida sigue aumentando. El envejecimiento de la población en países como el nuestro nos coloca a situaciones sin precedentes. Para analizar estos fenómenos los días 5 y 6 de abril de este año 2018 se celebró en Salamanca II Encuentro de Investigación en Demografía. Uno de sus coordinadores fue José Antonio Ortega Osona, profesor de nuestra universidad en el área de Fundamentos de Economía y cualificado demógrafo, al que tenemos el placer de entrevistar en este programa de EUREKA que puedes escuchar AQUI.

La población mundial se encamina hacia los 7 500 millones de personas. Nunca fuimos tantos, hace solo 70 años la Tierra tenia la tercera parte de habitantes que en la actualidad. Después de un periodo con tasas de crecimiento disparado esta se va reduciendo, aunque lo hacen de manera desigual. Hay zonas del mundo, como África, que la mayoría de los países tienen tasas de crecimiento elevada y otros, la mayoría de los desarrollados, con tasas de crecimiento muy bajas, incluso negativas como ocurre a España e Italia. Es muy probable que la población mundial alcance 10 000 millones antes de que acabe el siglo. La presión demográfica está creando importantes flujos migratorios.

A lo largo del siglo XXI, tras décadas de relativa calma migratoria en los movimientos de media y larga distancia de la población autóctona, la emigración interregional y la exterior se incrementan entre los jóvenes españoles de algunas regiones tradicionalmente expulsoras. A diferencia de etapas anteriores, cuando los emigrantes estaban escasamente formados y procedían de los ámbitos rurales, los actuales flujos de salida tienen un nivel de instrucción elevado y abandonan las ciudades de sus respectivas regiones. Durante los años de bonanza económica, a pesar del boom inmigratorio de extranjeros, la emigración de población foránea ha aumentado en las comunidades autónomas menos dinámicas; y ha seguido la misma tendencia durante la crisis, en suma al balance negativo de alóctonos. Castilla y León es un claro ejemplo de esta situación: se trata de la autonomía con más jóvenes emigrados y este colectivo presenta un nivel de instrucción elevado.

En un estudio presentado en el II Encuentro Demográfico de Salamanca se compararon las formas de vivir entre las personas mayores durante su vida posterior en una amplia variedad de países de todo el mundo, incluidos sistemas familiares, contextos de políticas, niveles de desarrollo y características socioeconómicas muy diferentes. El análisis se utilizaron dos grandes conjuntos de datos, uno con variables a nivel de país para 61 países y el otro con datos de censo micro de 32 naciones. Los niveles generales de desarrollo juegan un papel muy importante en la determinación de la probabilidad de vivir solo. Otra parte importante de las diferencias observadas se explica por las características sociales, como los sistemas familiares y las opciones de política disponibles.

En un estudio realizado sobre la influencia del genero en la jubilación en el caso español se llego a la siguientes conclusiones: La brecha de género en el mercado laboral es visible a lo largo de toda la vida laboral y en la jubilación. La mayor informalidad, discontinuidad y parcialidad, así como los menores salarios contribuyen a que las mujeres accedan a su pensión a edades más tardías que los hombres debido que salen del mercado laboral con un menor número de años cotizados que los hombres, pero a edades más avanzadas. Esto no ocurre en las mujeres con nivel de estudios universitarios se jubila antes que el resto de mujeres, asemejándose a su vez al patrón de jubilación de los hombres. Lo que sugiere que las mujeres instruidas han tenido una carrera laboral más similar a las masculinas.

De acuerdo a datos del Instituto nacional de estadística se mantenerse los ritmos actuales de reducción de la incidencia de la mortalidad por edad sobre la población de España, la esperanza de vida al nacimiento alcanzaría los 86,9 años en los varones y los 90,7 años en las mujeres en 2051. En los próximos 40 años morirían en España unos 17,9 millones de personas, un 34% más que en los últimos 40. Con todo ello, el saldo entre nacimientos y defunciones entraría en una dinámica continuamente decreciente. De hecho, estos resultados nos ofrecen una perspectiva de crecimiento natural negativo desde 2018, lo cual aceleraría el declive poblacional.

 

 

guillermo
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