EUREKA El cielo nocturno visto con prismaticos

El verano es una buena época del año para practicar la Astronomía, y esto puede hacerse incluso a simple vista, como vimos en el último programa de EUREKA. En los dos programas, que puedes escuchar aquí (parte 1 y parte 2), vamos a dar un salto más: hablamos de la observación del cielo con prismáticos.

Cuando se mira el cielo a través de unos prismáticos pasamos de ver de las dos o tres mil estrellas que observamos a simple vista a ver millones. Descubrimos que hay estrellas que a simple vista nos parecen estrellas individuales y cuando la vemos con prismáticos vemos que son dos muy próximas. Mas de la mitad de las estrellas son sistemas dobles o triples, algunas están muy próximas y con prismáticos nos seguirán pareciendo una sola estrella, en otras ocasiones veremos dos estrellas muy próximas pero es una ilusión óptica, realmente están muy separadas (dobles visuales).

Nuestra vecina Alpha Centauri, solo visible desde el hemisferio Sur, es un sistema triple.  Quizás el sistema doble más espectacular que podemos ver este verano es Albireo, en la cola de la constelación del Cisne. Otros objetos astronómicos que podemos observar son las nebulosas, la más espectacular es Orión, pero no es visible en verano. Si lo son otras, como es la Nebulosa de la Laguna. La contemplación de galaxias con prismáticos es difícil. En el hemisferio norte es claramente visible Andrómeda.

 

Magnitud aparente

Un concepto que nos va ser muy útil conocer es el de Magnitud Aparente.  La magnitud es una medida de la luminosidad de un cuerpo celeste visto desde la Tierra. Cuanto menor es la magnitud mayor es la luminosidad, incluso se emplean valores negativos para los astros más luminosos. A ojo desnudo las personas con buena vista y con excelentes condiciones de visibilidad pueden ver estrellas con magnitud aparente menor que 6.5. En la práctica es difícil ver magnitudes aparente mayores a 5. Casi todos los objetos celestes que podemos observar a ojo desnudo son estrellas a los que hemos de añadir la Luna y cinco planetas: Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno, aunque en una misma noche normalmente solo se suelen ver simultáneamente dos o tres planetas. Excepcionalmente también podemos observar a simple vista algún cometa. Si exceptuamos el Sol y la Luna el astro que tiene la menor magnitud aparente, y por tanto mayor luminosidad es Venus.

El color del  cielo nocturno

A simple vista las estrellas parecen puntos de luz blanco que titilan. En raras ocasiones conseguimos distinguir algún de color (normalmente rojizo o anaranjado).  Sin embargo, si fotografiamos el cielo nocturno con una buena cámara y sin necesidad de utilizar ningún telescopio el cielo se nos muestra de colores.  Pero si el cielo es de colores ¿por qué no lo percibimos así? Para responder a esta pregunta lo primero que tenemos que tener claro es que la luz la forman particulitas que se denominan fotones que se desplazan a 300 000 km/s siguiendo ondas de distintas frecuencias. Los fotones de luz visible de frecuencias bajas los percibimos como rojo y los de frecuencias altas como azul-violeta. La luz blanca y cualquier tipo de luz usualmente es un conjunto de colores mezclados. Así lo demostró Newton con un genial y sencillo experimento: Encerrado en un cuarto oscuro a través de una ranura hizo incidir un rayo de luz solar sobre un prisma trasparente y comprobó que está se descomponía en varios colores.

Lo que llamamos luz visible es solo una pequeña parte de los fotones que nos llegan: corresponde a las frecuencias que van desde el rojo al violeta.  Nuestra visión de las cosas corresponde a los fotones reflejados que llegan a nuestros ojos. Estamos inmersos en un mundo lleno de frecuencias más bajas que el rojo (las microondas, la FM, etc.) y más altas que el azul lo que ocurre es simplemente que no las vemos, nuestro sentido de la vista está adaptado solo para las frecuencias que emite el Sol, lo que llamamos luz visible. Sin embargo, podemos construir aparatos que si las “ven” (radios, teléfonos móviles, etc.)  Nuestra atmósfera es opaca al infrarrojo, salvo en lugares muy secos como la Antártida, y los rayos ultravioletas, a los rayos X y gamma, en estos casos la única forma de “ver” la radiación que nos llega es mediante el empleo de satélites.

La vida de las estrellas

En invierno observamos la constelación de Orión donde destacan Rigel y Betelgeuse que son dos estrellas opuestas en el sentido de que una es joven, Rigel (lo dice su color azul), mientras que Betelgeuse (anaranjada) es una vieja estrella que se está muriendo ¿Y esto cómo lo sabemos? La solución la dieron, separadamente, los astrofísicos Hertzsprung y Russell que analizando miles de estrellas elaboraron lo que se conoce como diagrama de Hertzsprung y Russell. En un eje se representa la luminosidad de una estrella (Al Sol se le asignó por luminosidad 1.) y en el otro la temperatura de su superficie. Cuando hablamos de temperatura lo que realmente medimos es frecuencia de la luz que nos llega de la estrella.  Las vidas de las estrellas evolucionan según su posición en dicho diagrama. Se desplazan a lo largo de la secuencia principal, y lo hacen más o menos rápidamente según la relación entre luminosidad y temperatura. Estrellas que nacen muy luminosas y con temperatura alta viven poco pero intensamente, mientras que estrellas que nacen más pequeñas y menos calientes viven una vida menos intensa pero más larga. El Sol es una estrella de temperatura intermedia (en su superficie la temperatura es de casi 6000 grados centígrados). El Sol durará mucho menos que las enanas rojas, pero mucho más que las gigantes azules. Existe desde hace unos 5500 millones de año y le queda otro tanto. Sin embargo, su temperatura va subiendo, y en unos 1000 millones de años la temperatura de la Tierra sobrepasará 100 ºC, a las especies que entonces existan no les quedará más remedio que abandonar el planeta o vivir en cuevas climatizadas. En este caso podrán aguantar unos miles de millones de años más pero finalmente el Sol se convertirá en una gigante roja que quizás engullirá a la Tierra.

Catálogos astronómicos. Los objetos Messier.

El buen aficionado a la astronomía utiliza catálogos astronómicos que son recopilaciones similares a los Atlas, pero referido a objetos astronómicos. Hay catálogos de Galaxias, de Nebulosas, de Estrellas dobles, de Estrellas variables, etc.  Hace años los catálogos se imprimían como los atlas, pero hoy se accede a ellos informáticamente, incluso hay aplicaciones para tabletas y teléfonos.  El catalogo más famoso, que cualquier aficionado a la astronomía debe conocer, es el Catalogo Messier que toma su nombre del Astrónomo francés Charles Messier. La primera edición se publicó en 1775 contenía 43 objetos, durante su vida lo amplio hasta 103 objetos. A su muerte su ayudante y otros investigadores, utilizando las anotaciones de Messier, le añadieron 7 objetos llegando a los 110 que ahora tiene.

Cada objeto del catálogo se identifica con la letra M seguida de un número, hasta llegar a M 110.  M13, en la Constelación de Hércules, y M15, en Pegaso, son dos espectaculares cúmulos globulares, ideales para observar en verano.  

M31 corresponde a la Galaxia de Andrómeda. Cuando  elaboró Messier el catalogo que tiene su nombre pretendía recopilar Nebulosas y Cúmulos, que son agrupaciones de estrellas, para evitar que se confundiesen con cometas. En esa época aún se creía que el Universo solo contenía una Galaxia, y lo que hoy sabemos es la Galaxia de Andrómeda, se confundía con un cumulo de estrellas de nuestra Galaxia. En 1924 que el astrónomo Hubble, el mismo que le da nombre al famoso telescopio espacial, pudo determinar que Andrómeda era una Galaxia. Hoy sabemos que Andrómeda es mayor que nuestra Galaxia, la Via Láctea.  Andrómeda y la Vía Láctea se aproximan y en unos 4000 millones de años colisionaran, aunque probablemente eso no provoque ningún choque entre estrellas, el espacio entre las estrellas es enorme.

Observar toda la lista de Messier es un objetivo que cualquier aficionado a la astronomía, del hemisferio norte, debe perseguir. La gran ventaja de los objetos Messier es que la mayoría puede ser percibidos con binoculares.  Aproveche el verano para hacer su particular recorrido por el catalogo Messier.

¿Por qué la noche es oscura?

Quizás le parezca que lo natural es que sea oscura ¿de qué otra forma podría ser? La realidad que responder a esta pregunta ha llevado siglos. El planteamiento que se hizo el genial astrónomo Kepler a principio del siglo XVII es que si el universo fuera infinito míresenos para donde mirásemos debería haber una estrella y por tanto todo el cielo deberíamos verlo como una inmensa nube blanca iluminada, no habría ni un solo punto sin estrellas. Como no era así, concluyo, es por qué el número de estrellas es finito.

A principios de siglo XIX el astrónomo alemán Olsber realizó unos cálculos que le llevaron a decir que si el Universo era infinito y estático todo el cielo debería estar iluminado como si fuese una gigantesca estrella de una temperatura de 5800 grados centígrados (la misma que tiene nuestro Sol), y por entonces muchos creían que el Universo era infinito, desde entonces el problema se conoce como “la paradoja de Olsber”. Habría de esperarse a descubrir que el Universo se expande para dar una respuesta a esta paradoja. Hoy un no sabemos si nuestro universo es finito o infinito pero si conocemos la explicación de por qué la noche es oscura, incluso aunque el universo sea infinito.

 

En internet hay infinidad de recursos sobre astronomía para aficionados. En este blog  tenemos un espacio dedicado a Astronomía, puedes acceder eligiendo ASTRONOMIA en la barra de herramientas o pulsando AQUÍ.

 

 

guillermo
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