La invención de la escritura fue un paso de gigante para la Humanidad. Hasta entonces las historias se trasmitían oralmente, y todos hemos jugado a contar una pequeña historia al oído de otra y esta a la siguiente, y comprobar que tras varios pasos la historia resultante difería mucho de la original . En cierto sentido sucede algo parecido con nuestros recuerdos, cada vez que los rememoramos se reescriben en nuestro cerebro y esta reescritura no es perfecta.
Por eso, cuando se inventó la escritura encontramos la forma de “grabar sobre piedra”, en algunos casos literalmente, nuestras historias. Realmente esto no ocurrió de golpe ni en un solo sitio. Es sorprendente que al menos se inventase, de forma independiente, en 4 sitios: Egipto, Mesopotamia, China, Centro América, y hasta es posible que en la Isla de Pascua se inventase un tipo de escritura llamada el rongo-rongo.
Naturalmente la escritura (las escrituras) no se inventó de golpe, ocurrió en sucesivos pasos. Lo primero fue la invención de los números (otra invención que ocurrió en muchos sitios) probablemente para llevar la contabilidad de la que derivaría los primeros textos escritos. De nuevo sorprende que esto ocurriese en distintos sitios. Algunos nos preguntamos si los números son una creación humana o están en la propia genética del Universo.
Durante años se creyó que la escritura se inventó en Mesopotamia y de ahí paso a Egipto. Ahora tenemos datos que indican que no fue así, cada cultura la inventó por separado, probablemente en Egipto se hizo unos siglos antes (que es poco) que en Mesopotamia.
Para tratar este fascinante tema he contado con Diego Corral (Profesor asociado en el Área de Estudios hebreos y arameos del Dep. de lengua española) . No me ha sido sencillo dar con una persona como Diego, que sea capaz de relacionar lenguas antiguas de la que deriva la nuestra, y lo hace con soltura y profundidad. Podeis escuchar la entrevista que le he realizado en IVoox o AQUI o verla en youtube (AQUÍ). Creo que no es un tema sencillo y esta entrada (preparada con Diego) puede complementarla .
Aquí nos referiremos a la invención de la escritura de la que se derivaría la nuestra (la latina, aunque no debe confundirse escritura con alfabeto) y para ello hemos de remontarnos al Egipto, al periodo predinástico (hace 5000 años). En 1997 una expedición alemana encontró 300 jarras y tablillas de arcilla en la necrópolis de Umm el-Qaab, Abidos, que mediante carbono -14 se dataron de entre 3300 y 3200 a. C. Era la tumba de un rey (no podemos hablar aún de faraones) Horus Escorpión I, y los signos que mostraban probabablemene son los mas antiguos que tenemos de algo escrito.
Le invención de la escritura esta unida al Principio de REBUS que permitió utilizar signos e imagenes para funciones totalmente distintas a lo que parecen. Este es fundamental para representar conceptos que tiene poco que ver con objetos: Amor, hermosura, etc. De eso y mucho mas nos habla en el programa Diego Corral. Lo que sigue se parece a lo hablado pero en este caso escrito (pero no es un trascripción literal, considerelo complementario de la entrevista)
1. Para remontarnos a los orígenes remotos de nuestra escritura tenemos que retroceder hasta Egipto y Mesopotamia. A menudo se habla de los jeroglíficos en Egipto y del cuneiforme en Mesopotamia como dos polos contrapuestos. ¿Son en efecto dos sistemas de escritura tan distintos?
Fig 1.-
Cuando clasificamos distintas escrituras podemos atender a varios criterios. Uno de ellos, de los más superficiales, es cómo están hechos los signos, qué forma tienen o a qué se parecen. Hablar de “jeroglífico” ―que no es exclusivo de los egipcios aunque el término sí se empezara a aplicar a esa escritura en concreto― es simplemente hacer referencia a que en los signos reconocemos elementos de la realidad (animales, plantas, edificios, personas…). En el caso del cuneiforme, como su nombre nos indica, las unidades de las que se componen los signos son trazos y “cuñas”, aunque los registros más remotos muestran una etapa más parecida a lo que entendemos por jeroglífico. Con ello quiero decir que definir un sistema de escritura solo como “jeroglífico” o “cuneiforme” hace que la descripción se quede coja. No habla de cómo se relaciona el signo gráfico con la lengua, que es quizá lo más significativo. Desde esta perspectiva, sin ser sistemas idénticos, ni mucho menos, las distancias entre el jeroglífico y el cuneiforme disminuyen un poco, aunque en el caso del cuneiforme sea algo difícil escoger un único modelo: más o menos el mismo sistema ha sido empleado para el sumerio, el acadio, el hitita, el elamita, el hurrita o incluso el persa. En ambos sistemas encontramos signos o conjuntos de signos fonéticos, es decir, que representan sonidos o grupos de sonidos, como lo hace nuestro alfabeto latino, y otro tipo de signos que remite a conceptos (ideogramas) o palabras concretas dentro de la lengua (logogramas). Por ejemplo, los números siguen funcionando muchas veces como logogramas: 2 puede ser leído como ‘dos’, ‘deux’, ‘two’ o ‘shnaym’ dependiendo de la lengua y sin alterar el signo.
2. Pero al margen de cómo funcionan los dos tipos de escritura, ¿existe una conexión histórica entre las escrituras de Egipto y Mesopotamia?
Fig 2.-
Durante mucho tiempo se había pensado que el jeroglífico egipcio se creia que era dependiente de la escritura mesopotámica. En los años sesenta proliferaron las hipótesis difusionistas que venían a sostener que la escritura solo se había inventado una vez, en Mesopotamia para más señas, y que a partir de ahí se habría expandido. Este paradigma está con justicia hoy de capa caída entre los especialistas, aunque la relación entre el nacimiento de la escritura en Egipto y Mesopotamia no está nada clara. Todo parece apuntar a que se dieron muy próximos en el tiempo y la mayoría de los que estudian las primeras escrituras hoy en día prefieren tratarlos como procesos independientes, no tanto porque no pudiera existir una conexión sino porque, de haberla habido, ha quedado ya ―o al menos de momento― fuera de nuestro alcance. Muchos de los tópicos sobre el surgimiento de la escritura en Egipto y Mesopotamia que eran casi indiscutibles hasta los años 90 se han venido cuestionando y repensando en los últimos años. A modo de ejemplo: siempre se contraponía que mientras que la primera escritura cuneiforme estaba vinculada a la contabilidad, en Egipto estaba ligada a la religión. Bien, parece, sin embargo, que los primeros testimonios de jeroglífico egipcio pertenecían también a la esfera de la administración. La secuencia cronológica tampoco funciona ahora: los primeros testimonios en los que podemos reconocer escritura ya no están en Mesopotamia sino en Egipto. [Fig. 2]
3. En qué momento se produce entonces el contacto entre las dos tradiciones, la egipcia y la mesopotámica.
Es probablemente en la primera mitad del segundo milenio antes de la era común cuando estas tradiciones ajenas empiezan a tener influencia en el Levante, es decir, en la región siro-palestinense. Y para la historia de nuestra escritura va a ser fundamental porque prepara el escenario para las escrituras alfabéticas lineales.
4. Cuando dices “escrituras alfabéticas lineales” te refieres al fenicio, ¿no?
Sí, pero no solo. “Lineal”, como “jeroglífico” o “cuneiforme” hace solo referencia al tipo de trazo, en este caso predominantemente líneas, con el que se escriben las letras. Desde este punto de vista, el alfabeto latino también es lineal. Pero antes de la escritura fenicia encontramos un paso fundamental, de los más importantes que vamos a ver en este breve repaso: el protosinaítico. En la primera mitad del II milenio aec., Egipto explotaba en la península del Sinaí las minas de turquesa, pero los trabajadores no eran egipcios, sino hablantes de alguna lengua semítica. Pues esta comunidad va a ser la responsable de la adaptación del jeroglífico egipcio a una lengua semítica de una manera más bien sistemática. El contexto ideológico o incluso psicológico de estos mineros ha sido objeto de mucho debate, pero lo cierto es que tienen una importancia capital.
5. ¿Puedes explicarnos de manera simple ese proceso?
Fig 3.-
Claro. Toma por ejemplo el jeroglífico el rectangulo abierto de izda. de la Fig, 3, que representa la planta de una casa. ‘Casa’ en egipcio se escribía con dos consonantes p y r, que nosotros, convencionalmente, leemos como per porque realmente no sabemos cómo sonaba. El jeroglífico pr podía ser usado como ‘casa’, por ejemplo en pr ꜥꜣ ‘casa grande’ ―que, por cierto, es el origen del término faraón―, pero también puede ser empleado solo por su valor fonético, por las consonantes p y r, como en el verbo prj ‘salir’.
Pero qué pasa cuando los hablantes de esta lengua semítica hacen la adaptación. Ellos reconocen el signo como una casa, pero en su lengua ‘casa’ no es pr sino algo como bayt-. Entonces al adoptar el signo del diagrama de la figura, ya no le dan el valor fonético que tenía en egipcio, sino uno nuevo, en función de cómo se decía ‘casa’ en su lengua. Que era bayt, pues para ellos va a representar b, la primera consonante de la palabra. Esto de tomar el primer valor fonético inicial para todo el signo se denomina “principio de acrofonía” y es la base del desarrollo de sistemas de escritura alfabéticos.
6. ¿Y del protosinaítico procede el alfabeto fenicio?
En efecto, a finales del segundo milenio encontramos los primeros textos indudablemente escritos en alfabeto fenicio o, más propiamente, en lo que denominamos un abyad.
7. ¿En qué consiste un abyad?
Un abyad es, básicamente, un alfabeto que solo nota las consonantes y no las vocales. Los sistemas alfabéticos presentan una novedad: tiende a haber un signo para cada fonema de la lengua. Es importante dejar claro que es eso, una tendencia y que rara vez se alcanza una equivalencia 1:1 perfecta. Desde el punto de vista del aprendizaje, los alfabetos presentan una ventaja frente a otros sistemas como el silabario cuneiforme: un número mucho menor de signos, más fácilmente memorizable. De nuevo, para evidenciar que la forma de los signos no condiciona el tipo de sistema tenemos un ejemplo notable: el abyad cuneiforme del ugarítico, que es anterior que el fenicio.
[Comentario del entrevistador: Tuve la suerte de visitar UGARIT y en su museo contenia una tablilla donde ya se podia identificar lo que sería un alfabeto, muestro la foto que tome al inicio de esta entrada]
Este “alfabeto” ugarítico es muy interesante porque, en primer lugar, vemos de nuevo cómo la tradición mesopotámica cuneiforme y la levantina alfabética, deudora del jeroglífico egipcio, se fusionan. Además, siendo todavía un abyad, introduce algunas innovaciones considerables, por ejemplo en la notación las vocales.
8. A qué te refieres.
El alfabeto ugarítico en lugar del alef, que es una consonante, tiene tres. [Fig. 4] Esto se debe a que cada uno de ellos representa la consonante alef más una vocal y, además, uno de ellos sirve para notar la secuencia de cualquier vocal seguida de un alef al final de sílaba. Es importante dejar claro que no se trata de la escritura de una vocal sino de una secuencia determinada de consonante + vocal o vocal + consonante. En esta diferencia respecto al abyad fenicio, que sigue más directamente lo que hemos llamado la tradición alfabética lineal, probablemente se dejan sentir de nuevo la importancia de esos dos polos de los que hablábamos al principio, el egipcio y el mesopotámico. El jeroglífico egipcio rara vez se preocupa de escribir las vocales, como en el ejemplo de pr, cuya vocalización no conocemos con certeza, y parece que de algún modo configuró esa forma de alfabeto sin vocales que llamamos abyad. Por otro lado, un abyad cuneiforme como el ugarítico es sensible a la tradición silabar cuneiforme, que sí distinguía vocales en la escritura desde hacía milenios.
9. Ya empiezan entonces a aparecer las vocales dentro de la escritura alfabética y nos vamos acercando a nuestro modelo. Cuál sería el siguiente paso.
Probablemente la siguiente gran innovación en cuanto a la escritura de las vocales dentro de las tradiciones alfabéticas son las llamadas matres lectionis. No se tratan propiamente de vocales sino, más bien, de consonantes que funcionan como ayudas o pistas para la lectura. Además, suelen ser algo ambiguas: por ejemplo, un waw como mater lectionis suele apuntar a un timbre [o] o [u] mientras que yod a [i] y, a veces, [e]. Curiosamente, el abyad fenicio, hasta donde sabemos, fue bastante renuente a usar matres lectionis, no así algunas de las escrituras semíticas que derivan de él, como la aramea.
10. Pero si hay un descendiente del alfabeto fenicio conocido ese es el alfabeto griego. El paso de la escritura fenicia a la griega es, junto con el de la griega a la latina, uno de los más populares, de los mejor conocidos entre un público general. ¿Esto se corresponde con la realidad? ¿Hoy en día se conoce bien el proceso de creación de la escritura griega?
Yo te diría que no, contrariamente a lo que muchos expertos, especialmente helenistas, te pudieran decir. En primer lugar, hay que tener presente que el alfabeto griego no es el único alfabeto dependiente de un abyad semítico que encontramos por la zona; no se trata de algo tan excepcional ni único. Al contrario: tenemos alfabetos para unas cuantas lenguas indoeuropeas, algunas del grupo anatolio (licio, lidio), con alfabetos muy parecidos al griego. Más importante, tenemos el alfabeto frigio que se atestigua por primera vez unos cien años antes de las primeras inscripciones griegas. El relato tradicional hace de todos estos alfabetos adaptaciones locales del griego, pero es complicado conciliar esto con los datos no solo cronológicos ―se suele esgrimir una hipótesis ad hoc, que el griego se hubiera adaptado mucho antes de las primeras inscripciones documentadas, quizá en soportes perecederos, pero, ya puestos, nada impide emplear el mismo argumento para las escrituras minorasiáticas― sino estrictamente gráficos. Hay formas de las letras que encontramos en los alfabetos no-griegos de esta zona que responden bien a los abyads semíticos y que, por el momento, no hemos documentado en griego. Algunos especialistas han empezado a proponer tímidamente que el frigio sea el modelo del que deriva el griego y no al revés, pero al menos debería empezar ya considerarse, como mínimo, como procesos hermanos.
El problema subyacente es el relato del excepcionalismo griego. Buena parte de la historia de la escritura que se ha hecho está cargada de un helenocentrismo abrumador, a veces inconsciente. Desde el punto de vista “técnico”, el alfabeto griego innova un rasgo, la escritura explícita de las vocales usando signos libres, es decir, reutilizando como vocales signos con valores consonánticos (alef, ayin, he) que no existían en la lengua griega. Muchas veces este proceso ha sido calificado como una genialidad, algo que ocurrió una única vez y que es por definición irrepetible, miraculoso, pero la verdad es que responde a unos criterios más bien lógicos y, por ende, accesibles de base a cualquier ser humano. Además, tenemos el precedente de las matres lectionis: no son lo mismo, pero si lidian a su modo con el mismo concepto, el de la representación de las vocales.
11. Con el alfabeto griego, sea cual sea su origen exacto, encontramos ya el modelo de alfabeto que todos conocemos, pero queda un último paso: el alfabeto latino.
Exacto, pero el alfabeto latino procede de un alfabeto griego. La escritura griega no fue en origen siquiera unitaria y hay al menos cuatro grandes grupos de alfabetos griegos que habitualmente se denominan por un color debido a un mapa que publicó Kirchoff a finales del siglo XIX [Fig. 5]. Bien, pues el alfabeto griego que llega a la península itálica es el de Eubea, que es uno de los alfabetos “rojos”. A ello se debe alguna de las divergencias entre los alfabetos clásicos latino y griego. Por ejemplo, cualquiera que haya estudiado un poco de griego sabe que Χ χ representa un sonido velar, parecido a nuestra j, pero ese mismo signo aspado es el que en nuestro sistema se emplea para la grafiar la unión de dos sonidos ks, es decir, nuestra X x. Esto ya es un rasgo que estaba presente en el alfabeto griego de Eubea. Probablemente, la escritura griega tuvo en los etruscos los primeros usuarios en la península itálica y del alfabeto etrusco se deriva el alfabeto latino que es la base del que seguimos usando hoy en día.
12. Al seguir la historia de nuestra escritura da a veces la impresión de que es un proceso de perfeccionamiento, algo casi predestinado. ¿Es esto así, la escritura se ha ido mejorando continuamente hasta el alfabeto latino?
No necesariamente, aunque muchos, incluidos algunos especialistas, asuman de una manera u otra que sí. Los procesos históricos no son lineales ni teleológicos y cuando se presentan así en lo que se convierten es en mitos. Con la escritura también existen muchos mitos y, como en otros casos, muchos de ellos provienen de los antiguos griegos o, peor, de los helenistas modernos que han asumido acríticamente algunos de sus postulados: por poner un ejemplo extremo, Barry Powell, de manera algo paródica pero significativa, llega a apuntar a Palamedes, un héroe griego de la guerra de Troya, como el inventor del alfabeto.
El “alfabetocentrismo”, como lo denomina Cardona, uno de los mejores antropólogos de la escritura, es, llanamente un constructo eurocentrista. Al alfabeto, con sus vocales, se le atribuyen propiedades que poco tienen que ver con la escritura: que es el sistema más perfecto, el que mejor refleja la lengua e, incluso, el que permite el desarrollo de un pensamiento superior, más lógico, más racional, más occidental. Todo ello, por supuesto, además de contraintuitivo es fácticamente falso. Una escritura busca adaptarse de la mejor manera posible a una lengua concreta en un espacio cultural preciso; hay estudios, por ejemplo, que sostienen que el sistema logosilábico del chino es más práctico para ese conjunto de lenguas de lo que sería un alfabeto. La estructura morfológica del fenicio concuerda bastante bien con la ausencia de notación de las vocales. La prueba definitiva de que no se trata de un proceso evolutivo tendente a un supuesto modelo perfecto la dan aquellas escrituras en las que parece que la evolución no solo se detiene sino que retrocede. Un ejemplo geográficamente cercano: las escrituras paleohispánicas, anteriores a la llegada de griegos y romanos a la península ibérica, parecen provenir también en buena parte del abyad fenicio, pero resulta que no son ni alfabetos ni consonantarios, sino silabarios. No es un caso aislado. En pahlaví, una lengua irania media, encontramos que se han reintroducido logogramas, cuando la escritura de partida era la aramea, es decir, un abyad con un uso abundante de matres lectionis.
[Comentario del entrevistador: En la película La llegada, se plantea el problema que supondria comunicarse con extraterrestes y como su forma de comunicarse diferiria sustancialmente de la nuestra.]
Fig 5.- (https://archive.org/details/studienzurgeschi00kirc/page/n179/mode/2up?view=theater)
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