Eureka El calendario Gregoriano y la Escuela Salmantina

En el en el año 46 a. C., (708 de la fundación de Roma), poco antes de la muerte de Julio Cesar, se modificó el calendario romano, añadiendo un día cada 4 años, para ajustarse al ciclo solar, o año trópico, que es de aproximadamente 365,25 días, que es el tiempo en el que la Tierra describe una órbita alrededor del Sol. Se implantó en el año 45 a.C. El nombre de calendario juliano lo recibió años después de la muerte de Julio Cesar (44 a.C.).

En el año 525 Dionisio el Exiguo estableció el Anno Domini, (AD o d.C.) que fijaba como año 1 el que según la tradición había tenido lugar la concepción o nacimiento de Jesús. No hay año cero ; así, el año 1 d.C. sigue al año 1 a.C. Esto ha creado grandes confusiones, como por ejemplo: el tercer milenio empezó el 1 de enero de 2001 y no el 1 de enero de 2000. La reforma de Dionisio solo afecta al año a partir del cual se cuenta, pero mantiene la forma juliana de incluir los años bisiestos. Pero incluso esta reforma no era suficiente. Los astrónomos griegos ya sabían que el año trópico era unos minutos más corto que 365,25 días, pero el calendario juliano no consideró esta diferencia. Como resultado, el año “perdía” alrededor de tres días cada cuatro siglos, el equinoccio de primavera (en el hemisferio norte) se iba adelantando, y esto trastocaba la fecha de celebración de La Pascual. Esta discrepancia fue corregida por la reforma gregoriana de 1582. Al jueves (juliano) 4 de octubre de 1582 le sucedió el viernes (gregoriano) 15 de octubre de 1582. Se realizó en el papado de Gregorio XIII. A su reforma contribuyeron los astrónomos salmantinos, como es descrito en el libro de  Ana María Carabias Torres en su libro   Salamanca y la medida del tiempo del que que podéis encontrar un estupendo resumen en: El origen salmantino del Calendario Gregoriano.

De ello nos hablan Marta Vázquez y Guillermo Sánchez en el programa de EUREKA que puedes escuchar AQUÍ (o en IVoox), .

 

La hora oficial

Hasta finales del siglo XIX la hora oficial no estaba regulada. Incluso dentro de un mismo país, como España, coexistían distintos horarios: un pueblo podía tener una hora y el vecino otra. Tampoco era muy importante, pues poca gente tenía relojes de bolsillo, los de pulsera vendrían más tarde) a los que consultar continuamente y los desplazamientos raramente superaban unas decenas de kilómetros. Los habitantes de un pueblo podían sincronizarse mirando el Sol y, sobre todo, escuchando las campanadas del reloj de la iglesia. La venida de los ferrocarriles cambió la situación.

En el siglo XIX se hizo evidente la necesidad de implantar un sistema de horas oficiales nacionales en todo el mundo, tomando una única referencia, que es lo que se llamó el tiempo universal coordinado, o UTC. Ya no bastaba con estar sincronizado con el vecino del pueblo. Había que sincronizar todo el Mundo.
La solución vino de la Conferencia Internacional sobre el Meridiano, que tuvo lugar en Washington en octubre de 1884. España que tenía un imperio enorme disponía se su propio sistema, durante un tiempo se tomó como referencia de la Isla de Hierro e incluso Salamanca. En 1901 se adaptó al acuerdo de París. Este acuerdo consistió en:
(i) Establecer un meridiano único de referencia como origen de la longitud geográfica, eligiéndose como tal el que pasa por el observatorio astronómico de Greenwich.
(ii) Adoptar un día universal, siendo éste el día solar medio de Greenwich, que empezaría a la medianoche, hora 0 y duraría 24 horas
(iii) Dividir el Mundo en 24 husos horarios. Cada huso horario abarcaba, en principio, el territorio comprendido entre dos meridianos separados 15º tomando como referencia el meridiano de Greenwich.

Como los territorios de los países no encajan exactamente dentro de un mismo huso horario, lo normal, salvo para los países muy grandes o dispersos geográficamente, sería adoptar el huso horario que abarque la mayoría del territorio. Sin embargo, en la actualidad se producen grandes discrepancias respecto a los acuerdos de Washington de 1884. El caso de España es de los mas atípicos pues está adelantado 1 hora en invierno y 2 horas en verano respecto a la hora astronómica que le corresponde. Se dice que se tomó esta medida para adoptar la hora oficial a la de Alemania Nazi, pero lo que decía el BOE de 1940 donde se publicó era que se hacía “con el fin de que el horario nacional marchara de acuerdo con los de otros países europeos próximos, en particular con el de Francia”. La medida era provisional, pero han pasado 80 años y ningún gobierno la ha modificado.

Ni la reforma gregoriana ni la implantación de los husos horarios resuelven definitivamente el problema de la normalización de la medida del tiempo. Resulta que la Tierra no siempre tarda lo mismo en girar sobre si misma y en dar una vuelta al Sol, requiriéndose normalmente 2 veces al año añadir (y a veces descontar) 1 segundo.  Si queráis saber mas podéis leer en NAUKAS ¿Cuántos segundos tiene un día?.

guillermo
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