Durante el confinamiento seguimos con EUREKA, cuyo último podcast puedes escuchar AQUÍ. En este caso lo dedicamos a el cometa C/2019 Y4 ATLAS y a un descubrimiento relacionado con el efecto Compton.
Quienes tengan la suerte de poder ver el cielo estos días habrán tenido la posibilidad, con ayuda de un pequeño telescopio o unos prismáticos, de contemplar el cometa C/2019 Y4 ATLAS.
Muchos astrónomos aficionados teníamos la esperanza de que se poder observarlo a simple vista, al atardecer, a principios de mayo. Sin embargo, esta esperanza, como el cometa, se ha desvanecido. Me ha recordado el caso de un cometa similar ISON que después de seguirlo meses, se destruyó al aproximarse al Sol.
Según nos cuenta José M Trigo-Rodriguez, que ha tenido la oportunidad de seguirlo, en la segunda semana de abril se ha fragmentado al acercarse al Sol . Observado con un telescopio ahora parecen varios cometas pequeños, seguramente son los fragmentos del núcleo del cometa, y en estas fechas (2020-04-17) posiblemente ya no será observable por los telescopios de los aficionados.
El cometa había sido detectado en la última quincena de 2019. Así nos lo indica su nombre ( la letra Y que va tras 2019 corresponde a la quincena del año, e Y es la última del año). Lo observó un sistema robotizado de dos telescopios conocidos con el nombre de ATLAS (acrónimo de Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) que se encuentran en Hawai. Cada telescopio consta de un espejo de solo medio metro de diámetro y una distancia focal extremadamente corta (f/2) que les permite registrar en un gigantesco CCD , de 110 megapíxeles, un campo angular de 7,4 grados, que es quince veces el que abarca la Luna llena. El sistema escudriña todo el cielo en unas pocas noches buscando cometas y meteoritos que puedan pasar relativamente próximos a la Tierra, el proceso lo repite y continuamente va registrando nuevos NEO (objetos próximos a la Tierra). Una de sus misiones es detectar con años de antelación un eventual peligroso meteorito que pudiera colisionar contra la Tierra. De vez en cuando lo que detecta son cometas.
Recordemos que un cometa es un objeto celestial constituido principalmente por rocas, hielo y polvo, que se desplazan en órbitas de distinto tipo (elípticas, parabólicas o hiperbólicas) alrededor del Sol . Su famosa cola visible la generan los gases que se forman por el calentamiento de su superficie y la sublimación de sus materiales. Se piensa que los cometas provienen principalmente de dos agrupaciones de objetos espaciales: la “Nube de Oort”, que empieza mas o menos a la altura de Plutón y se extiende hasta 100 mil veces la distancia de la Tierra al Sol. Otros cometas tienen un origen más próximo: el “Cinturón de Kuiper”, situado tras Neptuno hasta la Nube de Oort. Ambas son acumulaciones residuales de la formación del Sistema Solar.
Los cometas se designan con una P si su órbita es menor a 200 años terrestres, la P corresponde a periódicos. En el caso de C/2019 Y4 ATLAS, la C indica que su órbita y periodo es enorme: si no ha desaparecido del todo, sus fragmentos volverán dentro de unos 6.000 años. Entonces, seguro que COVID 19 ya será un pequeño párrafo en los libros de historia. Por ahora, mantengámonos en casa pues el Cielo puede esperar.
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