El Galeón de Manila. El Derrotero de Francisco Albo

El artículo anterior lo finalizamos refiriéndonos a Francisco Albo,  uno de los tripulantes de la expedición Magallanes-Elcano que completó la Primera vuelta al mundo (1519-1521).  Inició el viaje como contramaestre en la Nao Trinidad y lo finalizó en la Nao Victoria. Francisco Albo llevó un registro detallado de la ruta que siguió la expedición, en un documento que se conoce como “El Derrotero de Francisco Albo”. Quedé impresionado cuando lo vi por primera vez  en la exposición  en el Archivo de Indias pues pensé que podría por mí mismo comprobar los conocimientos que se tenía al principio del siglo XVI de las dimensiones del mundo y la forma de orientarse a través de los mares, que sabía se basaba en el conocimiento de la posición de los astros en el firmamento. Sin embargo, más adelante me di cuenta de que, como era de esperar, se me habían adelantado.

En cualquier caso también existe el placer del redescubrimiento. Antes de abordar la lectura de El Derrotero intenté situarme en los conocimientos que sobre estas materias (navegación, astronomía) se tenían en esa época.

Desde la Grecia clásica se sabía que la Tierra es una esfera, incluso Eratóstenes había estimado sus dimensiones, pero nadie había circunnavegado el Mundo para comprobarlo. A principios del s. XVI (cuando se hace la expedición) aún se pensaba que el centro del universo era la Tierra. La  obra magna de Copérnico De revolutionibus orbium coelestium, donde se trasladaría el centro del Universo de la Tierra al Sol, fue publicada (póstumamente) en 1543, es decir: 22 años después de finalizada la primera vuelta al mundo. No obstante, se tenía un buen conocimiento de la posición de los astros visibles, y de su desplazamiento, que se recopilaban en cartas astronómicas y de navegación utilizadas por los navegantes para orientarse en el océano. Sin embargo, las mejores cartas estelares de principios del siglo XVI se referían solo al hemisferio norte y hay importantes diferencias entre ambos hemisferios.  Por ejemplo: en el hemisferio Sur no hay el equivalente a una estrella como la Polar que apunte claramente hacia el Sur. La estrella Polar indica el Norte en nuestra época, pero ésto no es permanente debido a la precesión de los equinoccios (movimiento descrito por la Tierra al girar como una peonza, respecto al plano de la eclíptica, en un ciclo de aproximadamente 26 000 años responsable de que el Norte hoy lo marque la estrella polar y dentro de dos mil años lo haga Vega). Este efecto fue descubierto por Hiparco s. II a. C.). He comprobado que en la época de la primera vuela al Mundo estaba desplazada 3,5º al E respecto del Norte verdadero, por lo que en esa época también era una buena referencia del Norte, aunque peor que en la actualidad.

A principios del s. XVI quienes mejor información tenían de los cielos en el hemisferio sur eran los portugueses.  Parte de esta información era confidencial por ello  la contratación por la corona española del portugués Fernando de Magallanes (o  Fernão de Magalhães) fue considerado un acto de traición. Los portugueses comercializaban regularmente con las Islas de las Especias y la India. Lo hacían  por mar bordeando hacia el Sur la costa africana y de ahí al Índico a través del Cabo de Buena Esperanza, en lo que se conoció como Ruta de las Especias. Esta ruta la inició Vasco da Gama (1497-1499) solo 20 años antes del inicio de la primera circunnavegación. En ese momento los portugueses eran los mejores navegantes, y ello requería disponer de excelentes cartas estelares (como nos cuenta André Moitinho en mi programa de radio EUREKA). Buena parte de la información astronómica le había llegado desde España unos años antes a través del mayor astrónomo del siglo XV el judío Abrahán Zacut. Este personaje había nacido en Salamanca en 1452, en una época brillante de la Universidad Salamanca, donde estudió aunque no pudo ser profesor, pues a los judíos les estaba prohibido (algunos sostienen que llegó a enseñar, aunque no formase parte del profesorado, pero no hay ninguna prueba que lo avale). No obstante, mantenía una estrella relación profesional con los profesores de la Universidad y su competencia era reconocida. En esta época escribió parte de sus obras más importantes. En 1492, al ser expulsados de España los judíos no conversos, se trasladó a Portugal donde sirvió para el rey Joao II, y a su sucesor el rey Manuel I. En esta época escribió su célebre  Almanach Perpetuum, publicado en 1496, la mejor carta estelar de su época. Ese año o el siguiente tuvo que dejar Portugal por el mismo motivo que había dejado España: no convertirse al cristianismo.

Cinco siglos después la Universidad de Salamanca reconocería el valor de la figura de Abrahan Zacut, poniéndole su nombre a la Biblioteca de Ciencias, que se acababa de construir al lado que ocupaba una sinagoga. En interior de la biblioteca hay una placa con una frase que proviene de dicha sinagoga: “El ruido no hace bien; el bien no hace ruido”

Aunque el Almanach está disponible en Internet hace poco tuve la posibilidad de acceder a un ejemplar original de la primera edición (gracias a mi amiga Marta Vázquez, que lleva el blog: Vasos Comunicantes).

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Las tablas astronómicas incluidas en el Almanach, habían sido compuestas entre 1473 y 1478, cuando Zacut estaba en Salamanca, utilizan como meridiano cero el que pasa por Salamanca. Estas tablas contienen las posiciones del Sol, la Luna y los cinco planetas visibles. La posición del Sol sobre el horizonte al mediodía era utilizada por los marineros para determinar la latitud, como veremos en el Derrotero de Francisco Albo.

Gran parte de los documentos originales relativos a la primera vuelta al mundo, entre otros el Derrotero de Francisco de Albo, están en el Archivo de Indias (Sevilla). Afortunadamente se ha hecho un gran trabajo de transliteración (principalmente por Cristóbal Bernal) dentro de la Iniciativa Sevilla 2019-22 . Ahí se puede encontrar El Derrotero de Francisco Albo. El documento se inicia con un párrafo que dice (transliterado, con comentarios entre corchetes):

Martes, a 29 días del mes de noviembre, comencé a tomar la altura del Sol, yendo en demanda del dicho viaje y estando en el paraje del Cabo de San Agustín, en altura [latitud] de 7º de la parte del Sur y apartados del dicho Cabo cosa de 27 leguas [1 legua marina = 5555,55 m] al Sudoeste.

Este párrafo ya nos da mucha información: Empieza a registrar las medidas en Cabo de San Agustín, quizás debido a que hasta este lugar se tenía un buen conocimiento de las rutas de navegación  y además estaba próximo al meridiano 0º  (hoy 46º 30’)  que según el tratado de Tordesillas dividía la Tierra en dos semiesferas, una hacia el Oeste, asignada a Castilla, y otra al E, asignada a Portugal. También nos da otra información importante: nos dice que la posición (referida a la latitud) la calcula usando usando la declinación solar, y así se hace en todo el documento. La posición del Sol a lo largo del año en una latitud concreta sigue un amnalema cuyas posiciones están recogidas en las cartas de navegación, midiendo la declinación se puede saber la latitud. También nos dice que la unidad de medida es la legua [Comparando distintas posiciones en el Derrotero se deduce que 1 legua equivale a  5555,5 m]. La longitud no la incluye pues para conocerla se necesita saber la hora en el lugar donde se determina y en esa época  no se disponía de relojes fiables que funcionasen en un barco expuesto a las condiciones inestables que se dan en el mar.

Me dispuse a intentar reconstruir la ruta a partir del Derrotero y reflejarla en GoogleMap. Pero se me habían adelantado. Una búsqueda en Internet me llevó a rutaelcano.com, mantenida por Tomás Mazón Serrano. Quedé impresionado con la información que contiene. Si queréis saber más sobre el Derrotero lo mejor es que vayáis a dicha web. No os defraudará y mejor si la complementáis con una conferencia del autor que podéis encontrar en:

Es espectacular el breve video donde refleja en GoogleMap la ruta y las posiciones en las que fueron pereciendo la mayoría de los tripulantes:

https://www.youtube.com/watch?v=vQJiUPU_eWs&feature=youtu.be

El objetivo de la primera vuelta al Mundo era llegar a las Islas de las Especias, en particular las Molucas, y comprobar que de acuerdo al Tratado de Tordesillas estaban en la parte del antimeridiano que correspondía a Castilla. Del estudio que hace Tomás Mazón se deduce del Derrotero que la longitud de un meridiano terrestre la estimaban en 34.821,71 km, 13% menor de de los 40.000 km reales. Con las nuevas dimensiones las Molucas quedaban en zona española. El Emperador Carlos I (o V) decidió mandar una expedición para establecer sus derechos al mando de García Jofre de Loaisa, llevando como segundo a Elcano (que moriría en la expedición) y dando lugar a un litigio entre España y Portugal. El contencioso se resolvería con la firma del Tratado de Zaragoza (1529) que fijaba las esferas de influencia de Portugal y España a 297,5 leguas al este de las Molucas. Aunque las Molucas estaban en zona española según el Tratado de Tordesillas, aplicando las correctas dimensiones de la Tierra, Portugal compra los derechos españoles sobre las islas. Las Filipinas quedaban bajo la jurisdicción de la Corona española, pero para hacerlas comercialmente atractivas era necesario encontrar el Tornaviaje que finalmente abriría al ruta de El Galeón de Manila. Eso lo contaremos más adelante.

 

guillermo

Una respuesta para El Galeón de Manila. El Derrotero de Francisco Albo

  1. Licantropunk 2020/02/14 en 3:22 pm #

    Gran tema al que le estás dedicando el tiempo en estos estupendos artículos. Es asombroso conocer la condiciones en las que viajaban esos navegantes y los medios de los que disponían para trazar su rumbo: la voluntad humana superando cualquier barrera. Estaba pensando qué película destacar del tema y me quedo con “Aguirre la cólera de Dios” de Werner Herzog, que no refleja en realidad el asunto de la navegación pero quizás sí la forma de pensar de aquellos aventureros.
    Saludos.

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