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Universidad de Salamanca
José Miguel López Cuétara
“Daß wir miteinander reden können, macht uns zu Menschen.”
 

Emil Kraepelin

La psiquiatría es el estudio de las enfermedades mentales y su tratamiento, pertenece a las ciencias médicas y, como ellas, utiliza las herramientas y los métodos de la investigación científica en sus indagaciones. Sin embargo, la psiquiatría ocupa una posición especial en comparación con otras disciplinas médicas debido a que su objeto de estudio pertenece a un ámbito completamente único de los fenómenos vitales: el de los llamados procesos mentales. Los procesos mentales, las ideas, las emociones y los impulsos de la voluntad pertenecen, como tales, exclusivamente a la experiencia interna del individuo; no son directamente accesibles a la observación objetiva, sino solo en la medida en que se puede inferir su aparición a partir de ciertos cambios externos, como el habla, los gestos y las acciones. Este peculiar contraste entre la experiencia interna y externa, entre la percepción de los estados internos y los cambios en el mundo exterior, es lo que ha conducido a la distinción fundamental entre fenómenos psíquicos y físicos, y constituye la base de la hipótesis dualista común de un alma independiente e inmaterial separada de lo físico.

No cabe duda de que esta misma perspectiva ha sido un obstáculo extraordinario para el desarrollo científico de la psiquiatría. Esto se debe a que trasladó el objeto de estudio del ámbito de las ciencias empíricas al de la especulación. Si bien los médicos de la antigüedad ya habían tomado conciencia, mediante la observación atenta, de la estrecha relación entre las enfermedades físicas (especialmente las cerebrales) y la locura, este conocimiento se perdió por completo en una visión religiosa y supersticiosa de los trastornos mentales hasta tiempos recientes y modernos. Solo hacia finales del siglo XVIII la medicina logró recuperar con éxito este campo de la investigación perdido. Las largas luchas entre las concepciones psicológicas unilaterales e incluso moralistas, por un lado, y las explicaciones extremadamente somáticas de la locura por otro, finalmente condujeron en las últimas décadas, bajo la influencia de importantes avances en medicina, a una comprensión “fisiológica” de las funciones y trastornos mentales. Según esta perspectiva, la vida mental, que hasta entonces se había considerado mayoritariamente la expresión de un ser independiente, depende fisiológicamente de ciertos procesos corporales. Los fenómenos mentales no son sino “funciones” del cerebro; los trastornos mentales son enfermedades difusas de la corteza cerebral. La psiquiatría es, por lo tanto, solo una rama particularmente desarrollada de la neuropatología, cuya tarea es la patología de la corteza cerebral, el conocimiento más preciso posible de todos aquellos cambios patológicos en forma y función que sufren sus componentes individuales bajo cualquier influencia. Sin embargo, es fundamental recalcar que la consecución de este ideal de conocimiento recientemente revelado, si bien posee un valor científico inestimable, no nos proporcionaría en absoluto una teoría de los trastornos mentales. Esto solo sería posible si el cerebro realmente emitiera ideas, sentimientos, etc., de forma similar a como “el riñón excreta orina”, por lo tanto, un conocimiento exacto de la mecánica cerebral implicara automáticamente la comprensión de los procesos psicológicos.

Sin embargo, nadie negaría que podríamos tener una comprensión completamente exhaustiva de los procesos moleculares más sutiles del cerebro sin siquiera sospechar que estamos ante el órgano de la vida mental. La conexión intrínseca entre las funciones cerebrales y psicológicas es, hasta ahora, fisiológicamente incomprensible para nosotros; en realidad, solo sabemos una cosa: que existe y que parece regirse por leyes. De esta consideración ineludible surge necesariamente la necesidad de abordar el campo de la investigación psiquiátrica desde dos perspectivas diferentes: primero, estudiando los fundamentos físicos de la vida mental patológica, y segundo, estudiando las manifestaciones de este último estado mediante las herramientas y los métodos de las ciencias empíricas. Solo así, a través de la estrecha conexión de la patología cerebral con la “psicopatología”, será posible descubrir las leyes de las interrelaciones entre los trastornos somáticos y mentales y, por lo tanto, alcanzar una comprensión verdaderamente más profunda de las manifestaciones de la locura”.

Traducido de  “Compendium der Psychiatrie, zum gebrauche für studirende und aerzte” von Dr. Emil Kraepelin.

(Emil Kraepelin es considerado el fundador de la psiquiatría científica moderna, la psicofarmacología y la genética psiquiátrica).

 

iosepho
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