“Los filósofos tendemos a adecuar, a resolver, con cierta autosuficiencia, las grandes cuestiones que se plantea el ser humano. Pero no siempre estas respuestas están adecuadamente resueltas. Desde el ingreso a la vida, intentamos encontrarle un propósito, un cometido, una razón de ser, y nos preguntamos por qué y para qué estamos en el mundo, qué puede y debe movilizarnos para que tengamos proyectos e ilusiones que nos emocionen y nos hagan sentir, amar la vida. Sabernos responsable de la propia existencia y reconocernos como personas libres para poder elegir en libertad y con responsabilidad. La vida se desarrolla en la realidad interior antes de aparecer, de manifestarse, en la realidad exterior, en la historia. Cuando nos enfrentamos a hechos que nos superan, que no podemos explicar ni comprender, que van más allá de nuestro alcance y control, aparecen las incertidumbres, las turbaciones, se derrumban nuestros anhelos, que, al carecer de un mundo interior, sólo pueden ser satisfechos mediante la acción exterior. Nos quedamos en lo tangible, en lo que sólo se puede percibir de manera clara y precisa, pero que no podrá llenar nuestro vacío interior”. Abstracción, 2021.
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