El País 23/04/2020 [Noticia seleccionada y comentada por Estefanía Gómez Muñoz. Grado en Sociología]
El lunes 20 por la noche, el presidente de EE. UU. Donald Trump anunció que pretendía suspender la inmigración a Estados Unidos durante dos meses, paralizando la concesión de permisos de residencia permanentes o green cards, con el objetivo de “proteger al trabajador americano” cuando se vuelva a la normalidad de la actividad paralizada por el covid-19. Estos 60 días serán prorrogables según evalúe el propio Trump. El presidente pretende que los ciudadanos estadounidenses tengan trabajo y no tengan competencia, calificando a los inmigrantes como de riesgo para el mercado laboral, y obviando la labor que estos hacen frente al covid-19 desde el plano sanitario, como en otros empleos prioritarios.
Ayer miércoles decreta esto en un documento oficial, suspende la entrada de extranjeros como inmigrantes en EE. UU. Esto no afecta a los profesionales sanitarios que quieren entrar, ni los que vayan a investigar sobre el covid-19, solo afecta a aquellos que están fuera del país, que no tienen visado de trabajo y que estaban buscando uno nuevo. Trump considera que un inmigrante con green card no está limitado a un empleo concreto como si lo está un temporero, y van a competir por los trabajos en un momento de recuperación económica, además de por los recursos sanitarios vitales en plena pandemia, poniendo límites al sistema de salud, y deben priorizar a los americanos.
A mi juicio está utilizando como pretexto la crisis económica y de salud pública como excusa para impulsar los aspectos más xenófobos de su agenda. La suspensión de la inmigración viene de la mano de los ataques a china y a los asiáticos americanos “virus chino”, así como de su política anti inmigratoria en general, puesto que la mayor parte de esos migrantes de green cards proceden de china. No es la única ocasión en la que ha manifestado esta xenofobia, puesto que también pretendió apurar los planes de construir un muro fronterizo entre EE. UU. y México para frenar la propagación del virus, desviando fondos en plena crisis sanitaria para este asunto.
Se preocupa más por el empleo y la recuperación económica, que por la salud de la población, dado que ha impuesto medidas de forma muy tardía y prácticamente a regañadientes, considerando que esta pandemia no era un riesgo para Estados Unidos. De ese modo, está justificando la crisis de salud pública, la cual tanto no le preocupa, para dar carta blanca a su característica intolerancia y sentimientos anti inmigratorios.
