Diario de viaje: una española investigando en el extranjero. Reflejos de la realidad diaria.
Fútbol y Ciencia
Llevo ya dos semanas y media en Alemania y no puedo decir que me ha dado tiempo a aburrirme. El trabajo es muy absorbente, pero deja tiempo para muchas más cosas. Me he parado a pensar en una interesante casualidad: durante la celebración de las tres últimas Eurocopas de Fútbol, he estado de estancia fuera de España; la de 2004 en Los Angeles, la de 2008 en Heidelberg y la de 2012 en Karlsruhe. Sinceramente, cuando uno está fuera de la madre patria, parece que se vuelve más orgulloso de tu país, y de las hazañas memorables de los españoles.
En 2004, debido a que estaba al otro lado del charco, los partidos siempre tenían lugar durante las horas de trabajo, por lo que no me enteré mucho de la situación. Anyway, era nuestra época en la que no pasábamos de cuartos, así tampoco me perdí nada en especial. Pero las dos últimas han tenido lugar mientras yo estaba en uno de los países más forofos del fútbol, si no nos contamos a nosotros mismos ni a los ingleses, of course. Lo cierto es que es un gustazo ver los partidos de la selección con una jarra de 0.5L de cerveza en la mano, ya que la Massbier (= 1L, vamos como nuestros “minis” pero para uno solo) todavía me supera. En Heidelberg, los partidos de Alemania los podías ver en los jardines de la Mensa (comedor universitario) en una pantalla grande. Aquí en Karlsruhe, tras salir del trabajo, nos vamos a los diferentes Biergarten que hay en la ciudad para disfrutar del llamado deporte rey (no estoy muy de acuerdo con dicho adjetivo, pues en mi opinión, el baloncesto es mucho más interesante).
Una de las mejores anécdotas me sucedió durante la final de la Eurocopa de 2008, donde Torres les marcó ese maravilloso gol a los germanos. Esa tarde me avisaron de que se había ido la luz del instituto, y de que el grupo electrógeno de repuesto tampoco funcionaba, lo que implicaba que las bombas de agua de la fishroom tampoco tenían electricidad. Uno pensaría que eso sólo podría suceder en España y en alguno de los otros “pigs”, pero no, los alemanes también son humanos, y por lo tanto, falibles. En conclusión, la fishroom estaba románticamente iluminada, es decir, sólo tenía las luces de emergencia, como todo el edificio; 4000L de agua del depósito de los tanques, por el suelo, ya que las bombas no funcionaban; además, la bomba del desagüe estaba atorada y los peces estresadísimos. Era el momento de “pulsar el botón del pánico nuclear”, porque como se nos murieran los peces, mal íbamos a trabajar. No se trataba de un pequeño acuario casero, sino de miles de peces, entre los que no sólo había líneas salvajes, sino varias mutantes y transgénicas, algunas en las que estábamos trabajando en esos momentos. No localizaban a nadie de mi laboratorio menos a mí, así que al final tuve que estar unas horillas junto con la gente de otro laboratorio para intentar mantener el posible desastre bajo control.
Me bajé a ver la final Alemania-España con una amiga griega (pobrecita ella en estos momentos!), celebramos la victoria, y las 11 de la noche, tuve que volver a coger el coche (así que celebración sin alcohol), subir al instituto, comprobar que la luz había vuelto, que el depósito de 4000 L de agua estaba lleno, los peces, menos estresados y ninguno muerto. Son gajes del oficio de investigador: nunca te aburres y los astros siempre se conjuran para que lo más inesperado suceda en el momento más inoportuno. Menos mal que al final, todo tuvo un final tan feliz como los cuentos de Charles Perrault: España ganó la Eurocopa, no hubo pánico nuclear en la fishroom, nuestros peces estaban felices y contentos, y no comieron perdices porque les gustan más las artemias (mini-gambas, para que nos entendamos).
Como este año estoy de visiting scientist, no soy responsable de solucionar el big brown si algo parecido acontece en la fishhouse durante la final de 2012. Así que espero probar todas las clases de cerveza posibles mientras disfruto de algunos partidos después del trabajo. Por ello, creo que soy afortunada de poder tener una profesión que me gusta y me permite saborear los pequeños placeres de la vida. De momento, puedo decir que mis experiencias en el extranjero no se parecen para nada a las que relata Gomaespuma de un argentino en Canadá. Aquí os dejo un vídeo donde podéis oírla, por si todavía no la conocéis.
Servus!
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