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Universidad de Salamanca
MASTER EN PATRIMONIO TEXTUAL Y HUMANIDADES DIGITALES
Instituto de Estudios Medievales, Renacentistas y de Humanidades Digitales (IEMYRhd)
 
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Los libros y las cápsulas del tiempo: The Future Library

Future library  es un proyecto desarrollado por la artista escocesa Katie Paterson en el que el libro adquiere un carácter distópico en su dimensión física, una especie de hibrido entre las denominadas capsulas de tiempo y la formalización bibliográfica más especulativa.

Nacido en el año 2014, el proyecto consiste en la plantación de un millar de árboles en un bosque ubicado en Oslo, cuya finalidad es el suministro de papel para la elaboración de libros que se imprimirán dentro de cien años. Hasta entonces, y anualmente, se invitará a un escritor a depositar un manuscrito, que permanecerá inédito hasta 2114, año en que los árboles comenzarán a talarse para alcanzar el fin con el que fueron plantados.  El proyecto implica el cuidado y mantenimiento del bosque durante estos cien años.

Margaret Atwood y  David Mitchell son los dos primeros escritores que han contribuido con sus manuscritos. La conservación de estos, y de los sucesivos, se hará en  una sala especialmente diseñada en la Deichmanske bibliotek de Oslo. Se podrán conocer los nombres de los autores y los títulos de las obras pero ninguno estará disponible para su lectura hasta dentro de un siglo. Además, en la misma sala será guardada una imprenta para asegurarse de que en 2114 todavía se puedan imprimir libros en papel.

Margaret Atwood habla sobre el proyecto

Margaret Atwood habla sobre el proyecto

El proyecto no tendría otro interés que el de lo exótico, si no hubiera surgido en un momento en el que el concepto de libro y el concepto de lectura tradicional se debilitan, en el que un modelo de lector que se ha ido definiendo por el canon cultista de las políticas culturales alentadas oficialmente, en las que la lectura, estadísticamente demostrable, radicaba en la lectura de libros, y en el que las prácticas y hábitos de consumo de todo tipo de productos se está transformando radicalmente. Si a esto se les une, además, que el proyecto responda a un diseño artístico y arquitectónico singular y que concurran en su desarrollo los más importantes escritores del momento, la repercusión del mismo y su proyección futura quedan garantizadas.

Pero lo más interesante es la metáfora que lo alimenta, una de las muchas que se ido articulando con el paso del tiempo en torno a los libros, el de su desaparición, real (Baez, 2004) o imaginaria (Bradbury, 2007; Sonntag, 2015). Una metáfora en la que subyace el poderoso desplazamiento que ha articulado la edición desde su nacimiento hasta su completa consolidación en la segunda mitad del siglo XX, con el nacimiento de los grandes emporios industriales, el de la función, la lectura, por el objeto que la permite, el libro. Una metonimia que ha generado una producción iconográfica consistente y continuada en el tiempo, vinculada con la figura del creador en particular y del intelectual en general.

El problema no radica en si dentro de 100 años se podrán leer libros en papel, si no en si dentro de 100 años tendrá sentido la lectura en papel. Indudablemente, el sentimiento fetichista e idolatra respecto a los medios reviste aun una importancia capital, razón de muchas de las resistencias que ofician de argumentario en todo momento disruptivo o de transición, pero la práctica social va dibujando su propio recorrido, arrinconando a los reductos de la nostalgia las tecnofobias irracionales.

Future Library puede, por lo tanto, constituir un buen testimonio del momento en que el inconsciente colectivo comienza a delimitar la frontera donde la transición se decanta en un sentido u otro.

Otra cuestión será si el proyecto consigue mantener sus expectativas en el tiempo, si el compromiso de los autores se mantienen incólume, venciendo la natural tendencia a publicar todo cuanto sale de sus manos y a la inercia de su circulación, y por lo tanto la visceral resistencia al manuscrito inédito. Si el nombre de los autores conservará el aura del momento iniciático, o habrán sido subsumidos en la inexorable trituradora del olvido. Si el texto, estático, inamovible, intransitivo, suscitará otro interés que el de los paleobibiliografos supervivientes

Anillos de tiempo

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