EL PAÍS, JUAN ARÉCHAGA 11/09/2009 .
El reciente informe 2008 Journal Citation Reports Science Edition (JCR, Institute for Scientific Information, Thomson Reuters, 2009) ofrece algunas novedades de interés, como el incremento, más bien escaso, de revistas españolas entre las 6.598 seleccionadas (0,56% del total) y un nuevo parámetro bibliométrico, denominado 5-Year Impact Factor, que mejora notablemente ediciones precedentes. Con toda seguridad, el último JCR ha sido espoleado por su nuevo competidor, conocido como SCImago Journal & Country Rank, desarrollado íntegramente en España sobre la base de datos SCOPUS de la multinacional holandesa Elsevier. Así, este repertorio amplía su análisis ya a 16.033 revistas científicas y, entre ellas, 227 (1,4%) españolas…¡No hay nada mejor que la competencia para renovar productos y servicios! Pero, también, el 2008JCR dedica un espacio importante al tema de las auto-referencias (no confundir con las autocitas de los propios autores, que esto es harina de otro costal), un aspecto que suele pasar desapercibido para muchos, pero que merece una especial atención por su trascendencia en España.
Un porcentaje elevado de auto-referencias en una revista profesional puede significar, al menos, cuatro cosas: antigüedad de la misma, escasez de publicaciones en el área, uso pobre de la literatura o, finalmente, un fraude bibliométrico inducido, lo que se ha venido en llamar ingeniería del factor de impacto. Las revistas de edad media -es decir, de más o menos 50 años- suelen tener entre un 3% y un 7 % de citas de la propia publicación. Porcentajes menores los solemos encontrar en revistas jóvenes pero, mayores de un 10%, nos ponen sobre la pista de una posible adulteración del famoso JCR Impact Factor, un índice bibliométrico reverenciado por todos (investigadores, editores, centros académicos, comisiones de selección, sociedades profesionales, bibliómetras, sociólogos, periodistas científicos, políticos de la ciencia y diletantes de variada estirpe). Las cifras referidas este año a España son, a primera vista, preocupantes: de las 29 revistas con más de cinco años de antigüedad en el 2008JCR, nada menos que 16 pasan del 10% de auto-referencias y cinco de ellas superan el 50%, llegando, en un caso, ¡al 64%! Todo es más sonrojante aún si se añaden estos datos al escaso número de artículos por revista publicados en 2008 (sólo hay siete publicaciones que superan el centenar) y sus menguadas posibilidades de ser citados por revistas extranjeras influyentes o a través de redes de interacciones entre revistas, al estar, en su mayoría, escritos en español (el 2008JCR incluye ahora los Article Influence Score y Eigenfactor Score para estos fines). La escasa visibilidad en Internet y la pobre funcionalidad de las páginas web de la revistas científicas españolas no ayudan tampoco en este sentido.
Son muchos los problemas que continúan teniendo nuestras revistas científicas para competir internacionalmente. Sobresalen el desdén institucional y de nuestros investigadores (lo importante, dicen, es “publicar fuera” para mejorar el ranking de nuestros centros, proyectos, sexenios, etcétera), la marginación de los bibliotecarios a la hora de repartir sus fondos (lo cómodo y demandado es adquirir paquetes de publicaciones a las multinacionales de la edición científica), la falta de inversiones específicas (la gran industria editorial española y los planes plurianuales I+D+i nos ignoran) y el insuficiente personal de apoyo, que sigue siendo testimonial en la mayoría de los casos. Lo compensamos, a duras penas, con la dedicación masoquista de sus Consejos Editoriales y Referees o el entusiasmo de sus Directores, que se vuelcan en una labor sin beneficios académicos, sin estímulos a su actividad profesional y sin retornos económicos. No empeoremos aún más el panorama, fomentando las auto-referencias para ganar impacto bibliométrico o una ficticia competitividad en el sector. Con ello, lo único que conseguiremos es dañar la integridad de nuestras publicaciones, y ésto es algo muy difícil de restaurar en el futuro. Al parecer, una revista española ha sido excluida recientemente del JCR por sus excesivas auto-referencias, cuando las barbas de tu vecino veas pelar…
Juan Aréchaga es catedrático de la Universidad del País Vasco y director de The International Journal of Developmental Biology.
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