Ya he apuntado en mi primera entrada que los tiempos están cambiando y por tanto el profesorado tiene que hacer lo mismo. Hace años el teléfono móvil era algo complicado de ver en un aula, pues los alumnos lo escondían debajo de la mesa para jugar con él, hablar o lo que sea. No obstante ahora el móvil se puede convertir en un potente aliado para el docente que quiera hacer de sus clases (de cualquier asignatura, en realidad) algo más interactivas y entretenidas.
Hay un apartado en las leyes educativas que habla de acercar los contenidos de las materias a la vida diaria de los estudiantes. Es decir, que puedan usar lo que aprenden en la escuela fuera de ella. Y, la verdad, un móvil es algo interesante de trabajar pues las personas, cada vez más, estamos pegadas a él. Por tanto podemos hacer que tengan su propio laboratorio en casa. Existen muchas aplicaciones que nos permiten tomar multitud de medidas diferentes con los sensores que tiene el propio móvil. De esta manera, por ejemplo, en un viaje en avión pueden medir las fuerzas que sufren durante el despegue o analizar un sonido emitido por una guitarra. Además, en el laboratorio del instituto, se puede usar el móvil para hacer prácticas de péndulos, muelles… De esta manera, puedes hacer llegar la Física a la vida cotidiana del alumno.
Hay problemas al respecto, claro. Uno que veo yo es el siguiente. Si tienes un aparato que te mide directamente el periodo de un muelle, la visita al laboratorio se puede convertir en poco más que un trámite y, por ser innovador de más, continúas haciendo que el alumno no tenga motivación en el aula. Así que cuidado y recuerda que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”-Tío Ben (Spiderman).
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