Como todos los años, con los aires del otoño llegan los aires de la Hispanidad, ese concepto tan abstracto y, a menudo, utilizado interesadamente por las élites políticas y empresariales. Esta vez, la noticia es que Madrid contará con la presencia de la mítica cantante Gloria Estefan para celebrarlo, y que el gobierno regional ha aseverado en las redes sociales que la artista actuará gratuitamente.
@GloriaEstefan será la pregonera de #Hispanidad2025.
Actuará gratuitamente el domingo 5 de octubre, en la Plaza de Colón.
No te lo pierdas, porque en Madrid caben todos los acentos.
A estas alturas, la Comunidad de Madrid debería ser consciente de la conveniencia de procurar la mayor precisión posible en los términos. Y no me refiero a la compleja cuestión de los acentos, sino a que, como enseguida han hecho notar muchos usuarios, Gloria Estefan no va a actuar gratuitamente. La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte ha adjudicado a Sony Music Entertainment España un contrato por nada menos que 484.000 €, IVA incluido, para la realización del evento. La cifra puede parecer obscena, aunque, como siempre, un economista nos explicará que se trata de la ley del mercado, que el concierto comportará elevados costes logísticos y que, en cualquier caso, la cantidad aún está lejos de los 28 millones de euros que puede llegar a embolsarse un presentador por dos temporadas en la televisión estatal.
Desde luego, sería buena idea aclarar qué parte de ese dinero percibirá realmente la artista cubano-americana (es de suponer que el presupuesto incluye otros gastos aparte de sus honorarios). No hay que descartar que ella haya optado por actuar gratis, aunque quizá sea poco creíble si tenemos en cuenta su relevancia internacional. Los Estefan son multimillonarios (mucho) y, probablemente, no les compensa levantarse de la cama si no es por una buena razón. Y, no obstante, qué favorecedor resultaría para su imagen, así como para la Comunidad de Madrid, que se tratara de un acto sin ánimo de lucro por parte de nadie, más allá de retribuir justamente su trabajo a los músicos, técnicos, policías y demás profesionales involucrados. Eso nos ayudaría a creer en la Hispanidad, a entenderla no como unos Reyes Magos que una vez al año traen un regalo a la plaza de Colón, sino como algo que se debería vivir y practicar todos los días (por ejemplo, potenciando el uso del término hispano frente a ese latino que inventaron las potencias enemigas de lo hispano y que nosotros asumimos con entusiasmo, porque a enemigos nuestros no nos gana nadie).
Lo único claramente gratuito de este concierto es (y esto es lo que, sin duda, pretendía decirnos, con su escasa pericia expresiva, el encargado de redes del gobierno autonómico) la asistencia para quienes quieran asistir. Y aun esto es muy discutible para todos aquellos que paguen impuestos y que, por lo tanto, van a estar sosteniendo con su trabajo la celebración del acto (pero la sostendrían igualmente si no asistieran, porque en esto, como en casi todo, no tenemos opción). Bienvenida sea la polémica si, al menos, sirve para que muchas personas reconsideren su noción de gratis, ese término equívoco y perverso como pocos. El economista anteriormente citado nos aclarará, y con más razón que un santo, que nada es gratis. En un sistema productivo, todo bien o servicio implica un coste de producción. Así que, cada vez que nos ilusionemos y emocionemos con el programa de ferias y fiestas de nuestra localidad, conviene que no perdamos de vista que eso no lo pagan quienes dirigen las instituciones; lo pagamos todos. Y es un dinero que, al margen de que el programa resulte más o menos pertinente o de que estemos más o menos de acuerdo con la necesidad de ofrecer cultura o simple esparcimiento al pueblo, podría igualmente dedicarse a otros muchos menesteres. Pero, si ya los romanos tenían claro que el vulgo solo necesitaba panem et circenses, y eso no ha cambiado en dos mil años, tampoco cabe ser muy optimista.



Aún no hay comentarios.