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Universidad de Salamanca
Miguel Ángel Aijón Oliva
But just say the word
 

Muy triste por la no presencia de verbos en el español actual

 

El título de esta entrada es una construcción perfectamente normal en el español de hoy en día, sobre todo el que se emplea en Internet y las redes sociales. Prueben a leer el primer tuit que encuentren por ahí y comprobarán que los verbos (sobre todo los conjugados en un tiempo y una persona concretos) prácticamente han desaparecido. Ya no hace falta decir Estoy muy triste, como en la España en blanco y negro de los años 90, sino que con Muy triste es suficiente para entender que la persona que escribe nos está diciendo cómo se encuentra ella en el momento en que escribe.

Satisfecho y agradecido por este comienzo. Desde ya, trabajando en nuevas cosas…

(https://twitter.com/derchappo/status/1665727165353058304?s=20)

Si normalmente podemos apañarnos con el infinitivo, el gerundio y el participio para transmitir los mensajes, ¿qué necesidad hay de utilizar una enorme variedad de tiempos verbales que solo sirven para dar problemas a los extranjeros que quieren aprender nuestra lengua, y que a nuestros pobres escolares les pesan más que la mochila llena de táblets? La ola antiparadigmática es mucho más fuerte de lo que puede parecer a simple vista, y está logrando afianzar usos ya bien conocidos de las formas no personales, como el denostado infinitivo enunciativo (Decir que…; Daros las gracias…) o el denominado comunicativo; pero también otros más novedosos de la misma forma, como cuando acompaña a la partícula ojalá, que en castellano arcaico solía ir acompañada de un verbo en subjuntivo.

 ojala poder irme a vivir con vos bn lejos de aca

(https://twitter.com/0blivionstrash/status/1665017542388187138?s=20)

El lector perspicaz se dará cuenta de que la pérdida de la conjugación puede conllevar, en parte, una regresión a los estadios infantiles del lenguaje o a épocas protolingüísticas en que, suponemos, todo mensaje se hallaba ligado al contexto situacional, de manera no muy distinta a lo que ocurre en los sistemas animales de comunicación. Podríamos afirmar, sin temor a caer en la exageración, que la historia de la civilización es una historia de desplazamiento; entendido este en sentido técnico (quizá no exclusivamente), es decir, como una de las muchas características fascinantes que Charles Hockett advirtió en el lenguaje verbal: la capacidad de hablar de cosas que no están aquí y ahora, o incluso que no son.

El odio a los verbos llega al extremo de que en muchos casos se opte por la nominalización, construcción que puede ser muy elegante si se usa bien, pero que por lo general se usará mal; resulta complicada por lo que supone de adaptación de una estructura argumental de predicado a las peculiaridades de un sintagma nominal. Así, la no presencia de verbos que hemos incluido en nuestro título, con la cual se parodia, de paso, la aparente necesidad de complicar la expresión a base de formular los conceptos en negativo (la ausencia sonaría mucho más natural, pero no nos engañemos: al tuitero medio, embebido de seudolenguaje periodístico y político, no le da para tanto, y lo peor es que se expresa exactamente igual al redactar un tuit que un trabajo de fin de Grado).

Cuando una civilización renuncia voluntariamente a la mayor parte de su sistema de conjugación verbal, está perdiendo la capacidad de establecer distinciones y de percibir matices comunicativos. Este es el argumento que manejamos casi siempre a la hora de adoptar una postura normativista con respecto a fenómenos gramaticales y léxicos; postura que no es incompatible con la conciencia de que las lenguas evolucionan libremente (¿o dirigidamente?) y de que la tarea del lingüista es analizar cómo y por qué. La lengua es inseparable de la sociedad. Eso es lo maravilloso… y a veces, quizá, lo preocupante.

 

maaijon

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