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La felicidad en la Historia (FELHIS)
Blog de divulgación del proyecto «La felicidad en la Historia: de Roma a nuestros días. Análisis de los discursos»
 
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La felicidad en un jardín: Derek Jarman y Plinio el Joven

La felicidad en un jardín: Derek Jarman y Plinio el Joven

MARTA MARTÍN DÍAZ

En 1986, el mismo año en el que fue diagnosticado con VIH, el pintor, escenógrafo, cineasta y jardinero inglés Derek Jarman compró una antigua cabaña de pescadores, Prospect Cottage, en Dungeness (cabo de Kent, Reino Unido), que convirtió en su hogar hasta su muerte en 1994. Oponiéndose al terreno infértil y hostil de la zona —dos adjetivos que en aquel momento bien podían aplicarse a la vida del propio Jarman en general, considerando la vileza del gobierno de Margaret Thatcher para con la población LGTBIQ, particularmente, la población, enferma de sida como él—, Jarman llevó a cabo en ella su sueño de la infancia: plantar su propio jardín, y a pesar de las condiciones, hacerlo florecer.

Derek Jarman en Prospect Cottage

En el año 1989, una vez instalado allí y ya trabajando en el jardín, comenzó a escribir los diarios que conformarían su libro Naturaleza Moderna. En una de las primeras entradas, correspondiente al miércoles 22 de febrero de 1989 (en la traducción al español de Hugo Salas), un Jarman hastiado de lidiar con periodistas entrometidos tras el estreno de su última película, War Requiem, cita una carta en la que Plinio el Joven describe su Villa Laurentina (Plin. Ep. 2. 17, texto completo). 

Miércoles 22 de febrero de 1989

Leí la descripción que Plinio nos ofrece de su casa de campo:

Propuesta para la Villa Laurentina sobre un acantilado, de Krier

Propuesta para la Villa Laurentina sobre un acantilado, de Krier

Al final de la terraza, después de la galería y del jardín, hay un pabellón que es mi favorito, verdaderamente mi favorito: yo mismo lo he construido; en él hay una habitación soleada que mira por un lado a la terraza, por otro al mar, y por ambos al sol; hay también un dormitorio que se asoma a la galería por una doble puerta, y al mar por una ventana. Hacia la mitad de la pared posterior hay un gabinete elegantemente diseñado que se puede incluir en la habitación, si se abren sus puertas de cristales y sus cortinas, o independizarlo, si se cierran. Caben en su interior un lecho y dos sillones; tiene el mar a sus pies, las villas próximas a su espalda, los bosques en frente; se pueden contemplar gran número de vistas panorámicas o separada o simultáneamente por otras tantas ventanas. Unido a este gabinete hay un dormitorio para el descanso nocturno, que ni las voces de mis esclavos, ni el murmullo del mar, ni el estruendo de las tormentas ni el fulgor de los relámpagos, ni siquiera la luz del día, pueden penetrar, a no ser que las ventanas estén abiertas [Traducción J. González Fernández].

Vista perspectiva de la Villa Laurentina propuesta por Krier

Vista perspectiva de la Villa Laurentina propuesta por Krier

Estoy harto del cine, ese terreno de ambición y locura en procura de una ilusión, ¿o debería decir de un delirio?

Ayer, durante casi siete horas, fui sometido a una ráfaga de preguntas sin pausa, la cabeza me giraba como un trombo. Huí. Al llegar al apartamento de Charing Cross Road, una enorme pila de cartas me bloqueaba la puerta de entrada: ¿me interesaría escribir? ¿Ser jurado? ¿Asesorar? ¿Asistir? ¿Aprobar? ¿Contribuir? El teléfono suena hasta que de pronto me encuentro corriendo hacia él. ¿Qué felicidad me ha traído esta cacofonía? ¿Y qué habré logrado con todo ello, si hasta la milagrosa villa de Plinio desapareció sin dejar rastro?

No obstante, en la última entrada del mes, donde Jarman afirma no haber sido más feliz que durante esa última semana, la milagrosa villa de Plinio parece no haberse desvanecido, sino ser una realidad palpable en los quehaceres del jardín de su villa particular, Prospect Cottage.

Martes 28 de febrero de 1989

Mi sentido de confusión permanente ha llegado a los titulares, empujado por el anuncio público de que estoy infectado con VIH. Ya no sé cuál es el centro de atención, ni en lo que a mí respecta ni en lo que respecta al interés público. La gente ahora reacciona a mí de manera diferente. Advierto cierta actitud de culto y respeto que me preocupa. Tal vez me lo haya buscado.

[…] En estos últimos dos años he pasado muy pocas y esporádicas noches fuera de casa. Aunque practique sexo seguro, siento que pongo la vida de mi compañero en mis manos. Esto difícilmente dé pie a una noche de abandono. He avanzado mucho en la aceptación de esas limitaciones. Pero sueño con una improbable vejez en la que pueda comportarme como un sátiro peludo.

Este lamento no nace de mi estado de ánimo; salvo por las molestias que persisten del pasado –el cine, el sexo, Londres–, nunca he sido más feliz que durante esta última semana. Levanto la vista y a través de mi ventana veo el mar azul profundo bajo el cielo de febrero, y hoy he visto mi primer abejorro. Planté lavanda y pequeñas plantas de flor de cohete.

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El jardín de Prospect Cottage

Estas entradas de Naturaleza Moderna, con su correspondiente mención a Plinio, proponen una manera física y espacial, a través del hogar (aquí materializado en Prospect Cottage) de recordar cómo lo público y lo privado se encuentran interconectados. Y, particularmente, de tener presente que, como ya nos mostraba otra carta del mismo Plinio, «la felicidad pública y la felicidad privada se alimentan mutuamente». Puesto que, como señala Matt Cook (2014: 247), la idea del hogar como algo privado fue siempre una falacia, ya que este ha sido el escenario desde donde se han estructurado políticas de sexualidad, género y familia a nivel general. Estos imperativos, que han llegado a parecer obvios a fuerza de costumbre, fueron desafiados por Jarman con Prospect Cottage, un lugar, como manifiestan especialmente los diarios de Naturaleza Moderna, relacionado íntimamente con el sentido que Jarman tenía de sí mismo y su historia personal, de su diferencia, su activismo y la repercusión política de estos. De este modo, también se estaba sumando a las ideas predominantes sobre la capacidad de producción del individuo del hogar, sin rechazar sus tradiciones o su educación, como la cita de Plinio viene también a demostrar. Eso sí, siendo consciente de ellas y dándoles su propio toque «camp, queer, incómodo y revelador» (ibid.).

 

REFERENCIAS

Cook, M. (2014). At Home With Derek Jarman. Studies in Gender and Sexuality, 15, 244–249.

González Fernández, J. (2005). Plinio el Joven. Cartas. Gredos.

Salas, H. (2019). Naturaleza Moderna, Derek Jarman. Caja Negra.

Villafruela García, I. (2016). La arquitectura de la Villa Laurentina: Análisis de su evolución histórica. [Trabajo de Fin de Grado, Universidad Politécnica de Madrid]. http://oa.upm.es/39225/

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Felicidad privada: lo concreto en una carta de Plinio el Joven

Felicidad privada: lo concreto en una carta de Plinio el Joven

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS

La felicidad pública y la felicidad privada se alimentan mutuamente. Para definir un concepto abstracto no hay nada mejor que buscar los rastros concretos que nos han dejado los momentos felices en la historia o en la biografía de cada uno. Aquí, en una carta que Plinio el Joven escribe, en el siglo I d.C. a uno de sus amigos. Ofrecemos el original en latín, su traducción al español y la preciosa traducción inglesa de Firth, de principios del siglo XX, con los correspondientes enlaces de referencia, donde pueden leer el texto completo.

Requiris quid agam. Quae nosti: distringor officio, amicis deservio, studeo interdum, quod non interdum sed solum semperque facere, non audeo dicere rectius, certe beatius erat. (Plin. Ep. 7.15) [texto completo]

—Me preguntas qué hago cada día. Lo que ya sabes: tengo mil obligaciones, atiendo a los amigos, estudio de vez en cuando, cosa que, si la practicara en exclusiva y sin interrupciones, y no de vez en cuando,  sería una actividad no me atrevo a decir que más adecuada, pero desde luego más feliz.

—You ask me how I am spending my time. Just in the old way you know of; I am very busy ; I do what I can for my friends, I occasionally find time for study, and I should be much happier, though I do not say I should be better employed, if my studies were my constant and invariable, instead of only being my occasional, employment. [texto completo]

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