Felicidad, literatura y memoria en El azul de las abejas de Laura Alcoba
XIMENA VENTURINI
La novela El azul de las abejas de la escritora argentina Laura Alcoba presenta una ficcionalización de la infancia del autora, quien con apenas diez años fue enviada por sus abuelos a Francia, donde su madre estaba ya exiliada, todo mientras su padre estaba preso por motivos políticos en Argentina. El azul de las abejas nació a partir de las cartas que su padre intercambiaba con su hija en español y de los comentarios de los libros que la niña leía en francés para poder aclimatarse al idioma. La novela fue concebida en francés, publicada por el sello Gallimard en 2013 bajo el título Le bleu des abeilles y posteriormente traducida al español en 2014 por el escritor argentino Leopoldo Brizuela, quien ya había traducido otras novelas de la autora. Alcoba se inserta así en una larga tradición de escritores argentinos que, asentados en Francia, adoptaron el francés como lengua para su literatura.
El texto de Alcoba puede englobarse en la “generación de los hijos”, como denomina la crítica argentina a las producciones de autores que fueron víctimas directas del terrorismo de estado: hijos de desaparecidos o de exiliados o incluso apropiados ilegalmente (Fandiño
2016, 140). Se trata de una narración autobiográfica, en primera persona, que entrecruza lo ficcional con los recuerdos personales de una identidad fragmentada, que no es del todo argentina sin llegar a ser aún francesa. El trauma familiar de pérdida de cotidianeidad, en la novela, será cubierto por el mundo bilingüe de la niña; las cartas que escribe en español a sus familiares, y sobre todo a su padre, serán su conexión con el mundo argentino. De manera episódica, la historia cuenta la vida cotidiana y los procesos de adaptación de la niña y de su exilio en Francia.
La crítica ha destacado la importancia de las instancias de escritura y lectura relacionadas directamente con el exilio, el recuerdo y la memoria provocados por las vivencias de la dictadura (Di Meglio 2015, 2). Al interior de la trama, el único canal de diálogo que la protagonista mantiene con su padre encarcelado son las cartas en español comentando los libros que ambos, ella en francés y él en español, leen y comentan. Como realizando una especie de juego de “crítica literaria”, la literatura será para ella algo sobre lo que se piensa, se reflexiona. Serán estas cartas las que le traerán felicidad y memoria del país que dejó atrás.
La protagonista explica la situación que se le impone con su padre, como una forma de seguir cerca de él: “Decía que luego de mi partida los dos íbamos a escribirnos, y que era necesario hacerlo regularmente, al menos una vez por semana, de modo de mantener, en el papel, una especie de conversación. Me sentía capaz: sí, le escribiría” (Alcoba 2015, 12). También mantiene el vínculo con su profesora de francés, Noémie, “tan pronto como llegué a Francia, también le mandé una tarjeta postal” (18), y con su amiga Julieta, “esto, aproximadamente, fue lo que le dije a Julieta en español, en mi carta” (17). La escritura se figura como un objeto sobre el cual se reflexiona: “lo bueno de las cartas es que uno puede pintar las cosas como quiere, sin mentir por eso” (19). Pero siempre la literatura se relaciona con la felicidad de encontrarse con sus seres queridos, aún en una infancia marcada por el exilio.
Bibliografía consultada
Alcoba, Laura. El azul de las abejas. Editorial Edhasa, 2015.
Di Meglio, Estefanía. “Dictadura, exilio y (post)memoria: escenas de lectura y escritura en
El azul de las abejas de Laura Alcoba”. X Congreso Internacional Orbis Tertius de
Teoría y Crítica Literaria. Universidad Nacional de La Plata, 2015. [Edición online]
Fandiño, Laura. “La memoria de los hijos en la literatura argentina y chilena. Sobre la transmisión y la recepción de los legados en torno al pausado traumático”. Cuadernos de la ALFAL. No. 8, 2016, pp. 139-149.